Recomiendo:
0

Fuerzas de EEUU atrapadas sin salida

Fuentes: IPS

Pese a la reducción de la violencia en los últimos 15 meses, «Estados Unidos corre el riesgo de quedar empantanado en Iraq por un largo tiempo, con serias consecuencias para sus intereses en otras partes del mundo», alertaron expertos que en 2006 asesoraron al Congreso legislativo. El análisis destaca que los menores niveles de violencia […]

Pese a la reducción de la violencia en los últimos 15 meses, «Estados Unidos corre el riesgo de quedar empantanado en Iraq por un largo tiempo, con serias consecuencias para sus intereses en otras partes del mundo», alertaron expertos que en 2006 asesoraron al Congreso legislativo.
El análisis destaca que los menores niveles de violencia han reportado muy limitados progresos hacia la reconciliación nacional y que los avances en materia de seguridad son «frágiles y están sujetos a la presencia de las fuerzas estadounidenses».

«Los progresos en el terreno político son tan lentos, vacilantes y superficiales, la fragmentación social tan marcada», que Washington «no se encuentra más cerca de estar en condiciones de abandonar Iraq que hace un año atrás», según el informe divulgado por el Instituto Estadounidense de la Paz (USIP, por sus siglas en inglés).

«Alcanzar un desarrollo político duradero puede tomar de cinco a 10 años de un completo e incondicional compromiso de Estados Unidos», que tendrá «un altísimo costo, tanto económico como humano, que se sumará al que implica el sacrificio» de otros intereses globales de Washington a causa de su presencia en Iraq, señaló el estudio.

Incluso si se verificaran progresos, advirtió la evaluación, «los resultados podrían no justificar el costo».

El informe se conoció en vísperas del testimonio que brindarán este martes ante el Congreso en Washington el embajador estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker, y el general David Petraeus, máximo comandante militar de las fuerzas de ocupación en Iraq.

Ambos pedirán a los legisladores que la reducción de fuerzas iniciada hace meses se suspenda a fines de julio, cuando se llegará a un nivel de 140.000 soldados, frente a los 170.000 existentes en el momento de máximo despliegue militar. Argumentarán que la medida es necesaria para sostener los avances en materia de seguridad alcanzados durante el último año.

Esta recomendación parece contar con el apoyo del presidente George W. Bush, pero seguramente enfrentará una fuerte oposición de los legisladores del opositor Partido Demócrata, quienes están a favor de continuar con el retiro de unos 5.000 soldados por mes desde hasta fin de año.

El Estado Mayor Conjunto comparte en privado el punto de vista de la oposición. Incluso advirtió públicamente que mantener un elevado número de tropas en Iraq tendrá un costo insostenible, tanto para la moral de los soldados como para la capacidad de Washington de responder a otras potenciales crisis militares.

El estudio del USIP representa la opinión de los expertos militares y en asuntos regionales que asesoraron hace dos años al bipartidista Grupo de Estudio de Iraq (ISG, por sus siglas en inglés), designado por el Congreso. Seguramente ofrecerá argumentos a los legisladores que buscan cuestionar a Crocker y Petraeus.

El ISG, que estuvo presidido por el ex secretario de Estado (canciller) James Baker (1989-1992), del oficialista Partido Republicano, y el ex diputado demócrata Lee Hamilton, había reclamado en diciembre de 2006 una retirada de todas las tropas de combate de Iraq para abril de este año.

Según su propuesta, sólo deberían permanecer alrededor de 8.000 soldados, cuya función sería la de entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad iraquíes, realizar operaciones contra la red terrorista Al Qaeda y proteger a los civiles estadounidenses.

Bush rechazó esas recomendaciones y optó por su estrategia de «escalada», que incrementó el número de tropas en unos 30.000 hombres, con la esperanza de reducir la violencia sectaria y lograr que las facciones políticas y religiosas llegaran a los compromisos necesarios para alcanzar una reconciliación nacional.

Aunque se han logrado mejoras importantes en materia de seguridad, los avances hacia la reconciliación se han limitado a concesiones tácticas destinadas a asegurar que Washington mantenga su apoyo, según el estudio del USIP.

«No se han superado las causas subyacentes de la inestabilidad política ni se facilitó la formación de un verdadero gobierno nacional», según la evaluación, que advirtió asimismo que «muchos de los éxitos se deben a factores que están fuera del control de Estados Unidos y son, por lo tanto, susceptibles a un cambio».

Entre ellos, el estudio menciona al cese de fuego declarado por la mayor milicia iraquí, el Ejército Mahdi, liderado por el clérigo chiita Moqtada al-Sadr, y la voluntad de ex insurgentes sunitas de cooperar con Estados Unidos a causa de su visceral oposición al gobierno de Bagdad.

El informe sugiere dos posibles alternativas a la actual política de compromiso «incondicional» con Iraq.

La primera plantea una participación estadounidense «reducida y condicional», que apoyaría al gobierno iraquí en el logro de unos pocos objetivos de mínima: la creación de un mecanismo de coparticipación de los ingresos petroleros, la realización de elecciones provinciales para lograr una estructura de poder descentralizada y la profesionalización de un ejército no sectario, para «proteger al Estado y controlar la violencia entre facciones».

Según el USIP, si Bagdad no realiza avances importantes hacia esos objetivos para fines de este año, Washington retiraría sus tropas de acuerdo con su propio calendario. Si se verifican progresos, igualmente se reduciría el número de tropas y se pondría el acento en el entrenamiento y equipamiento del ejército iraquí, para ayudarlo a prevenir la violencia sectaria.

La segunda opción sería una «incondicional y prácticamente total reducción del compromiso militar» estadounidense, que iría acompañada de «una mayor presencia en la región, un reforzado esfuerzo diplomático, dirigido particularmente hacia Arabia Saudita e Irán, y la continuidad del apoyo político al gobierno iraquí».

El estudio identifica cinco «intereses primordiales» de Washington: prevenir que Iraq se convierta en un «paraíso» para el terrorismo internacional; restaurar la credibilidad, prestigio y capacidad de Estados Unidos para actuar en todo el mundo; fortalecer la estabilidad regional; limitar y reorientar la influencia iraní y mantener a Iraq como un Estado único e independiente.

La evaluación del USIP concluye que mantener la actual estrategia tendrá un «fuerte impacto negativo» en la capacidad estadounidense de actuar en todo el mundo. Un compromiso limitado, agrega, tendría un efecto positivo en ese aspecto, mientras que las consecuencias de una casi total reducción de la participación en Iraq acarrearía consecuencias diversas.

Por un lado, liberaría la capacidad militar de Estados Unidos, pero al mismo tiempo plantea el riesgo de instalar «la percepción de una derrota», concluyó el USIP.