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Entrevista a Adrià Casinos, profesor emérito de la Universidad de Barcelona

«Genética y estalinismo»

Fuentes: Rebelión [Imagen: Lysenko observando semillas en un campo de cultivo. Créditos: Corbis]

Adrià Casinos es profesor emérito de la Universidad de Barcelona. Genética y estalinismo (Vilassar de Dalt: Editorial Montesinos, 2021) es el resultado de una colaboración de decenios con Jean-Pierre Gasc (París, 1937). Fruto también de dicha colaboración son los diversos artículos publicados en revistas especializadas sobre la morfología funcional de los vertebrados.


“El conflicto de la genética mendeliana con el estalinismo es solo un aspecto particular del que tuvo genéricamente la ciencia en la URSS con el Dictador”.

Genética y estalinismo es un libro que has escrito al alimón con el profesor Jean-Pierre Gasc. ¿Nos puedes hacer una breve semblanza del profesor emérito del Muséum National d’Histoire Naturelle de París?

Jean-Pierre Gasc ha desarrollado toda su carrera científica en el antiguo “Laboratoire d’Anatomie Comparée” del “Muséum National d’Histoire Naturelle”. Dicho laboratorio tuvo como primer director al famoso naturalista Georges Cuvier. Estamos hablando pues de una tradición y continuidad de más de dos siglos. Jean-Pierre es profesor emérito de la institución. Fue el introductor en Francia de diversas técnicas de estudio del movimiento animal, en especial de la cineradiografía, de forma que el equipo por él creado es actualmente puntero a nivel mundial. Aparte ha desarrollado mucho trabajo de campo, a lo largo de muchos años, sobre los ecosistemas guayaneses.

Se ha interesado también por la historia y filosofía de la ciencia, y de ahí el interés compartido por Lysenko y su fraude, y la teoría evolutiva. Por edad, Jean-Pierre Gasc conoció los últimos coletazos del lysenkismo francés. Además trabajó en su momento con diversos científicos de la extinta Unión Soviética, lo que permitió tener una información directa sobre algunas de las cuestiones evocadas en nuestro libro.

En la portada del ensayo, una fotografía de Trofim Denísovich Lysenko. ¿Quién fue Lysenko? ¿Qué es el lysenkismo?

Lysenko es sin duda uno de los más claros ejemplos de cómo un oportunista sin escrúpulos se puede aprovechar de un sistema represor, en su caso el estalinismo, para imponer un fraude. No fue el único. Hay toda una serie de personajes que estuvieron relacionados con él, que colaboraron en uno de los mayores engaños científicos de la historia que, además, llevó a unos resultados catastróficos de la agricultura soviética. Y eso lo hacían en medio de protestas de fidelidad a la construcción del socialismo y de aplicación del marxismo a la ciencia.

El lysenkismo sería pues el conjunto de falsedades que articuló ese personaje, falsedades que pretendían ser una alternativa a la genética clásica, que tiene sus raíces en el trabajo de Gregor Mendel. Toda la artimaña de Lysenko se reclama de lo que se llama lamarckismo, la creencia en que los cambios que un individuo experimenta a lo largo de su vida pueden ser trasmitidos a su descendencia. Es lo que llamamos “caracteres adquiridos”. De ahí el subtítulo del libro.

Por supuesto que a lo largo de la historia se han dado casos dudosos que podían hacer creer que dicho tipo de herencia era posible. En muchas de esas situaciones no puede descartarse la buena fe de los que las defendían. Analizamos algunos de dichos casos como introducción al problema. Pero en la situación concreta de Lysenko, hay que excluir totalmente la posibilidad de buena fe y hablar simplemente de fraude o estafa.

¿Por que volver al caso Lysenko en 2021? ¿Hay alguien que vindique actualmente su figura, su legado científico?

El aislamiento que provocó el franquismo hizo que España quedara al margen de muchos de los grandes debates biológicos que se desarrollaban en el resto de Europa o del mundo. Eso ocurrió con las ideas de Lysenko, que quedaron consagradas en la sesión de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas en el verano de 1948. En cierta manera todavía arrastramos las consecuencias de aquel aislamiento. Cuando en 2018 se celebró el 70 aniversario de dicha sesión, la efemérides tuvo repercusión en muchos países europeos. Por ejemplo, recuerdo un magnífico reportaje de la cadena de televisión franco-alemana ARTE. Por el contrario, en España, el aniversario prácticamente no trascendió. Cuando yo era estudiante de Biología, el tema Lysenko era evocado en el marco de la discusión sobre la herencia de los caracteres adquiridos, mencionada anteriormente. Dudo mucho que, desgraciadamente, los actuales estudiantes de la materia tengan idea del personaje y del debate. En este sentido, esperamos que nuestro libro ejerza una función didáctica.

Sin ninguna duda.

Lysenko está, digamos, de actualidad por dos temas diferentes. En primer lugar, porque un aspecto de la genética que ha cobrado mucha importancia en los últimos años, la epigenética, ha demostrado que en algunas situaciones se puede dar en cierta forma la mencionada herencia de caracteres adquiridos. En el bien entendido que eso no quiere decir que dicho tipo de herencia sea un mecanismo evolutivo, como afirmaba Lysenko. Posiblemente se trate de casos aislados, que no pueden ni deben generalizarse.

En segundo lugar, porque en Rusia hay un interés en la recuperación de Lysenko por motivos digamos ideológicos o, si se quiere, extracientíficos. Hay todo un movimiento ultranacionalista en la que la Iglesia Ortodoxa está comprometida. A ese movimiento solo le mueve el chovinismo, de forma tal que es capaz de defender a la vez la canonización del último zar y su familia y la memoria de Stalin. En contraste, ni una palabra a favor de Lenin.

Muy bien visto.

A mi modo de ver es porque este último representó el internacionalismo, mientras que Stalin fue, entre otras cosas, un buen ejemplo de chovinismo panruso. Utilizan de forma totalmente mendaz el hecho de que Lysenko no fuera nunca miembro del PCUS, contrariamente a Vavilov, el genetista que se opuso a Lysenko y que fue su víctima. Lysenko es presentado como un anticomunista, defensor de los valores religiosos y espirituales, enfrentado al ateísmo y materialismo de Vavilov y sus amigos científicos de Occidente. En casos extremos, ese ultranacionalismo tiene connotaciones claramente parafascistas. Lo podríamos calificar de “nacionalbolchevismo”, como resonancia del “nacionasocialismo”. Uno de sus ideólogos principales es Aleksandr Gelievich Dugin, autor de la conocida como “cuarta teoría política”, defendida por algún que otro español, de quien conozco desde hace años sus inclinaciones nazi-fascistas. Hay también una editorial española involucrada.

Te pregunto por el título: Genética y estalinismo. ¿Qué tiene que ver una ciencia, la genética, con un sistema político, el estalinismo? ¿Por qué Stalin, sin autoridad científica, ejerció su poder en los debates de una disciplina científica?

El conflicto de la genética mendeliana con el estalinismo es solo un aspecto particular del que tuvo genéricamente la ciencia en la URSS con el Dictador. Científicos cultivadores de disciplinas tan diferentes como la física, la psicología, la ecología, la edafología,… sufrieron la censura y la persecución, con el pretexto de que sus métodos no se ajustaban a lo que el poder entendía por materialismo dialéctico, interpretado por un atajo de charlatanes siervos del terror.

Lysenko dando un discurso en el Kremlin en 1935. Tras él (de izquierda a derecha) están Stanislav Kosior, Anastas Mikoyan, Andrei Andreev y el líder soviético, Joseph Stalin.

Stalin gobernaba el país como un pater familias que tenía que decir la última palabra en cualquier tema. En alguna ocasión, como en el caso de la lingüística, su opinión fue acertada, pero en la inmensa mayoría de casos emitía su diktat en función de sus filos o sus fobias y, en muchas ocasiones, basándose en puntos de vista totalmente superados. Al mismo tiempo ese deseo de controlarlo todo hacía que las decisiones se demoraran largo tiempo, en espera de su opinión definitiva, para emitir la cual debía informarse, antes de dictar su “sentencia”, casi siempre de forma dogmática y poco rigurosa.

Eso sí, debe reconocerse que hacía esfuerzos por informarse. Poseía una gran biblioteca y leía en varios idiomas. La versión trostkista de que era un ignorante es completamente falsa. Ocurre, sin embargo, que ninguna persona es capaz de dar una opinión correcta en cualquier materia, sobre todo si parte de prejuicios ideológicos como hacía él. Pretender que la metodología de las ciencias experimentales debía ajustarse a un supuesto materialismo dialéctico es un puro disparate que contrasta con la posición adoptada en los primeros años después de la Revolución, que implicaba dejar a los científicos desarrollar su trabajo y, en última instancia, analizar el devenir de la ciencia en el marco de las relaciones socioeconómicas de cada etapa histórica concreta. Tampoco hay que olvidar que Stalin tuvo que enfrentarse al colosal fracaso de su política de colectivización agraria y se agarró a un clavo ardiendo, como se dice popularmente, para salir de la catástrofe agrícola que provocó una hambruna casi mayor que la que había tenido lugar durante la guerra civil. Y ese clavo ardiendo, fueron las promesas de Lysenko.

De hecho el dogmatismo respecto a la colectivización era una rémora que el marxismo arrastraba. Cuando Lenin cumple con la promesa revolucionaria de llevar a cabo la reforma agraria y repartir la tierra entre los campesinos, es atacado por Rosa Luxemburg, que defendía ya la colectivización. La reforma agraria funciona y la producción agrícola se dispara. La colectivización forzosa es vista por la mentalidad campesina como una vuelta al sistema latifundista previo a la Revolución. Y se rebelan contra ella, negándose a entregar las cosechas o sacrificando la cabaña. Y no todos eran “kulaks”, los campesinos medios; también los campesinos pobres reaccionaron de forma semejante.

Sobre el subtítulo del libro : ¿qué es exactamente lo de la transmisión hereditaria de los caracteres adquiridos?

Volviendo al punto 3, la citada transmisión de los caracteres adquiridos implica que los cambios que un individuo experimenta durante su existencia pueden transmitirse a su descendencia, ya que quedarían registrados en su genoma. Esta sería una explicación. Otra hipótesis sería la de una supuesta herencia somática o no cromosómica.

Se trata de una polémica que periódicamente se reabre. Como he comentado con anterioridad, en la actualidad la epigenética muestra ciertos casos de tal tipo de herencia, siempre puntuales, y todo indica que la posible transmisión se haría a través de un número muy limitado de generaciones.

¿Qué uso hacéis del concepto de ideología en el libro?

Creo que en este caso se podría definir como una serie de asunciones superestructurales, con pretensiones filosóficas, que no se limitan a analizar la ciencia sino que pretenden tutelarla, imponiendo una alternativa que está supuestamente de acuerdo con dichas asunciones. Creo que no es el primer caso en la historia. Tú mismo has citado en alguna ocasión el precedente de Galileo. Pienso que es una buena analogía. Geocentrismo, en un caso; herencia de caracteres adquiridos, en otro. Pero hay diferencias, al menos para mí. La tutela era todavía más absurda en el caso de Galileo. Se trataba más que todo de una cuestión de autoridad, ya que no veo el conflicto entre el dogma católico y el heliocentrismo.

Abrís el libro con una cita (que impresiona y, en mi opinión, recuerda el caso Galileo) de un discurso de Nicolai Ivanovich Vavilov, en una reunión de trabajadores científicos en Leningrado celebrada en la primavera de 1939: “Iremos a la pira, nos quemarán, pero no nos retractaremos de nuestras convicciones. Os digo, con toda franqueza, que he creído y todavía creo y persisto en lo que creo que es verdadero, y no solo lo creo -porque los actos de fe en ciencia son tonterías- sino que lo que digo lo conozco a partir de una amplia experiencia. Esto es un hecho y retractarse de ello, simplemente porque alguien que ocupa una posición importante así lo desea, es imposible”. ¿Quién fue Nicolai Ivanovich Vavilov?

Fue un hombre con una gran formación científica. De origen burgués, se había formado en diversos centros de Europa occidental en los años previos a la Primera Guerra Mundial. Aceptó sin miramientos el régimen revolucionario convencido que implicaría progreso científico, además de social, para el país. Y así fue durante la década de 1920. Fue militante del PCUS y miembro de su Comité Central. Durante la década de 1920 la ciencia soviética dio un tremendo paso adelante; se crearon cantidad de centros y se promovió los viajes de estudio al extranjero para ponerse al nivel de los países más desarrollados. Vavilov actuó siempre con una mente abierta. A pesar de ser un genetista mendeliano convencido, no dudó en apoyar iniciativas que redundaran en una mejora de la producción agrícola, aunque su explicación no encajara en los paradigmas de la genética clásica. Así, por ejemplo, protegió y estimuló los experimentos de Michurin, un agrónomo empirista famosos por sus técnicas de injertos. Llegó a proteger incluso a Lysenko, creyendo en su buena fe y en la veracidad de sus supuestos resultados. Además de un importante genetista, su faceta de etnobotánico, es decir, como especialista en el origen de las plantas cultivadas, fue de una gran importancia. Recorrió diversos países del mundo, incluida España, a consecuencia de lo cual planteó un mapa de las áreas geográficas en los diferentes continentes donde, durante el Neolítico, habría tenido lugar la selección de especies que habrían dado lugar a las actuales plantas cultivadas. Su idea es que se podrían localizar variedades todavía no aprovechadas, o poco, que podrían coadyuvar a mejorar la alimentación humana, desde el punto de vista de producción.

Sus problemas comienzan…

Los problemas para Vavilov comienzan con el fin de esa edad de oro de la ciencia soviética. Son diversas las causas. Fin de la NEP, establecimiento de los planes quinquenales y la colectivización forzosa,… De entrada todo ello lleva a una presión utilitarista sobre los trabajadores de la ciencia, con desprecio hacia los estudios no aplicados y con la exigencia de resultados inmediatos.

Ideológicamente se produce el fenómeno del obrerismo, a causa del cual se prima a los investigadores de origen social obrero, en detrimento de su formación y capacidad. Los de origen burgués se convierten en sospechosos. La discriminación estaba basada en la idea que la conciencia obrera era genéticamente heredable, una aberración desde el punto de vista científico. De nuevo el trasfondo lamarckista, la herencia de lo adquirido. Creo que la mejor prueba empírica de ello, es que los nietos de los revolucionarios de Octubre son los que acabaron con la URSS.


“Parece que Lysenko profesaba un profundo odio hacia Vavilov, quizá acompañado también de envidia. Todo lo justificaba o disfrazaba en términos de origen social, de clase”.

Nos habíamos quedado en este punto. Insisto en un punto que ya hemos comentado. En “Justificación a modo de prólogo” hacéis referencia a la epigenética. ¿Qué es la epigenética? ¿Qué relación tiene esta disciplina con el asunto Lysenko?

Aunque el término epigenética se remonta al siglo XVIII, el concepto actual que expresamos con dicho término fue establecido por el genetista británico Conrad Waddington. Sería la parte de la genética que estudia el conjunto de pasos que tiene lugar a lo largo del desarrollo de un individuo, más allá de la información contenida en el ADN. Parte del hecho de que la expresión génica es variable, porque hay mecanismos que así lo permiten. Por ejemplo, cualquier organismo pluricelular parte de una única célula, el zigoto, que se divide en dos. Sucesivamente se pasa por el estadio de cuatro células, ocho,… Estas células son al principio iguales. Las podríamos calificar de totipotentes. Pero paulatinamente se van diferenciando, tanto estructural como funcionalmente, en las que conforman los diferentes tejidos; se pierde la totipotencia y se llega a la especialización, dando origen a tipos tan diferentes como una neurona, una fibra muscular o un osteocito. Los mecanismos que llevan a esa diferenciación son de tipo epigenético.

Os cito: “Aparte de los que por miedo o buena fe creyeron en la “nueva biología” o en el “darwinismo creativo” hubo toda una cohorte que se podría llegar a calificar de asociación de malhechores, de la que Trofim Lysenko fue solo el miembro más conocido”. ¿Cómo consiguió esa asociación de malhechores vencer a un nutrido y sólido colectivo de científicos que no cayeron en ningún desvarío? Habláis de “dimensiones sin precedentes”, de la historia de “una fenomenal estafa”.

Sin duda el problema fue el dogmatismo que se impuso en materia ideológica, que permitió que una serie de oportunistas se reclamaran de la aplicación del llamado materialismo dialéctico a la ciencia. En realidad ocultaban su ignorancia refugiándose en el dogma. Como he dicho anteriormente, en los primeros años de la Unión Soviética el análisis marxista iba dirigido a explicar los condicionantes socioeconómicos en que se había desarrollado tal o cual teoría científica, es decir, si se quiere, en términos de materialismo histórico. Por ejemplo, la delegación soviética, patrocinada por Bujarin, que asiste al II Congreso de Historia de la Ciencia y la Tecnología celebrado en Londres en 1931, despierta con sus comunicaciones un gran interés entre los asistentes. El caso quizá más claro es el del físico Boris Hessen sobre las raíces sociales y económicos de los Principia de Newton. Hessen fue uno de los tantos científicos eliminados durante las grandes purgas por discrepar del dogmatismo del supuesto materialismo dialéctico imperante, que no era más que un acúmulo de supercherías con pretensiones filosóficas que producirían risa si no fuera por las trágicas consecuencias a las que fueron ligadas. El propio Bujarin, e incluso Trotsky, eran de la opinión que se tenía que dejar a los científicos completa libertad en su labor, sin coacciones de supuesta filosofía de poca monta. La cadena represiva que instaura el estalinismo provoca que cualquier científico pueda ser denunciado por no adecuarse al materialismo dialéctico ni a los objetivos de lo que se supone que ha de ser la construcción del socialismo. Como he adelantado antes, no solo la genética, sino muchas ciencias vieron coartada la libertad de investigación.

Por ejemplo…

Por ejemplo, los ecólogos fueron también represaliados, por oponerse al crecimiento y a la explotación del medio sin límites. Tan solo ciertos campos de la física se sustrajeron a la situación, a causa de las necesidades de la industria militar, pero la física teórica fue también objeto de fuertes limitaciones.

Hay que tener en cuenta lo ya dicho: que en cualquier cuestión, científica como de otro tipo, Stalin tenía la última palabra, que era ley. Los rotundos fracasos en muchos aspectos de la economía, lo hacían proclive a aceptar supercherías de supuestos efectos inmediatos, casi milagrosos, como fue el caso de Lysenko.

¿Tuvieron algún éxito en la práctica algunas de las ideas y experimentos sugeridos y practicados por Lysenko y sus seguidores? ¿Afectaron a la agricultura soviética y al desarrollo económico de la Unión Soviética?

Yo no creo que se pueda hablar de éxito en ningún caso. La única técnica de las que propuso que digamos funcionó es la vernalización. Consiste en someter semillas que normalmente se siembran en otoño, previamente humedecidas, a bajas temperaturas. De esta manera se consigue plantarlas al principio de la primavera, reduciendo considerablemente el ciclo y evitando que se puedan malograr debido a los rigores invernales. De hecho, la técnica no era original suya. Se demostró inviable para grandes extensiones agrícolas.

Sostenéis en varios momentos que, desde vuestro punto de vista, la filosofía debe inspirar a la ciencia. ¿Qué tipo de inspiración? Lysenko y sus partidarios, como has señalado, también afirmaban que la filosofía del “materialismo dialéctico” inspiraba y era consistente con su ciencia, con su “ciencia alternativa y proletaria”.

Inspiración desde el punto de vista metodológico. Por ejemplo, promoviendo un empirismo razonable o el método experimental, o la eterna discusión entre inductivismo y deductivismo.

El llamado materialismo dialéctico, que era una imposición, ni siquiera implicaba una metodología particular. Era un conjunto de frases huecas, que se pretendía materialista, pero que no era otra cosa que una lectura simplista del idealismo hegeliano.

Para la ortodoxia marxista-leninista, señaláis, no había diferencia entre “educar” a los ciudadanos para la consecución del Homo sovieticus y “educar” a las plantas con el objetivo de que contribuyeron a las necesidades sociales de la Unión Soviética. ¿Cómo se puede explicar, en qué mal cabeza cabe un dislate de estas dimensiones?

Como he dicho antes, por la creencia en una transmisión sin base genética. Supuestamente no había diferencia entre la selección de las mejores variedades de trigo, por ejemplo, y la selección social: un proletario transmitiría a su progenie la conciencia de clase, Como consecuencia, un científico de extracción obrera haría “ciencia proletaria”, utilitarista, mientras que otro de origen burgués produciría una ciencia no útil, en el mejor de los casos, ya que era un saboteador en potencia de los logros de la “ciencia proletaria”.

En el fondo esa ideología obrerista, que implicaba la transmisión de los caracteres “proletarios”, podía llevar a la conclusión de que el hijo de un obrero heredara indefectiblemente no solo la conciencia de clase sino los resultados físicos e intelectuales de las condiciones de miseria en las que habían vivido sus antepasados.

Eso ya fue denunciado por Hermann J. Muller, un genetista progresista que, voluntariamente, se trasladó a la URSS para ayudar al desarrollo científico.

Habláis de resentimiento al referiros a Lysenko. ¿De qué? ¿Por qué?

Supongo que él era muy consciente de su falta de formación y por supuesto de sus embustes. Parece que profesaba un profundo odio hacia Vavilov, quizá acompañado también de envidia. Todo lo justificaba o disfrazaba en términos de origen social, de clase. Habría que saber detalles de sus primeros años de vida, que sin duda fueron muy duros, para conocer en profundidad el origen de su resentimiento; pero que era un resentido, es evidente.

Mi opinión particular es que además debía ser una persona acomplejada, insegura, de psicología muy retorcida. Por ejemplo, es difícil explicar por qué no fue nunca militante del PCUS a pesar de sus protestas dogmáticas de marxismo-leninismo. Posiblemente se sintió siempre un marginado. Ni siquiera parece que Stalin lo tuviera demasiado en cuenta, más allá de aceptar sus propuestas “científicas”. Los dictadores acostumbran a respetar más en algunas ocasiones a las personas íntegras que a los serviles.

No se puede rechazar la posibilidad de que la muerte, casi asesinato, de Vavilov no hubiera tenido lugar sin la inquina de Lysenko. Hubo algún caso de científicos que, atacados por los serviles dogmáticos, se quejaron de la persecución de que eran objeto a Stalin y sobrevivieron. Lysenko fue un personaje totalmente deleznable, un claro ejemplo de maldad.

Apuntáis que hubo también otras aberraciones pseudocientíficas en lo que respecta a la biología en la Unión Soviética durante el estalinismo. ¿Alguna que merezca mención especial?

El caso más flagrante quizá fue el de Olga Lepeshinskaya que afirmaba haber conseguido crear células a partir de simple materia orgánica, lo cual en el fondo implicaba volver a las ideas de generación espontánea. Consideraba que el principio de que toda célula procede de otra era “idealista”, mientras que ella estaba dando una explicación materialista. Era un fraude absoluto. Se ha comprobado que llegó a alterar películas para “demostrar” su teoría. Su propio marido decía de ella que no tenía ni idea de biología. Tuvo todo el apoyo de Lysenko.

La supuesta contraposición entre las explicaciones materialistas que se generaban gracias a la aplicación correcta del materialismo dialéctico y el idealismo precedente estaba en boca de toda esa pléyade de embaucadores. El, digamos. apoyo teórico de todos esos disparates lo proporcionaba un tenebroso personaje de nombre Isaak Prezent, titular de una cátedra de Dialéctica de la Naturaleza y Evolución en la Universidad de Leningrado. Fue un represor primero de los ecólogos y luego de los genetistas en nombre de la “ciencia proletaria”. Vavilov lo incorporó al instituto de investigación que dirigía confiando en su supuesta valía. Pero pronto se dio cuenta que era un falsario y prescindió de él. Algo que probablemente Prezent nunca le perdonó.

¿Cuáles fueron las principales consecuencias de la sesión de la Academia Lenin de 1948? ¿Fue decisiva esa sesión?

Fue muy decisiva. Vavilov ya había sido eliminado, pero quedaban muchos genetistas, o biólogos en general, con formación mendeliano-morganista (genética clásica). Muchos se retractaron, otros fueron reducidos al ostracismo, unos terceros pagaron con su vida o con largos años de prisión. Fue el triunfo absoluto de Lysenko.

¿Por qué apostó tanto Stalin por la figura de Lysenko? ¿Le parecía acaso que la “ciencia lysenkista” era más dialéctica, más próxima a las ideas y tesis del marxismo?

De entrada, por origen de clase, por obrerismo. Dada su extracción social, tenía que ser mejor científico que Vavilov. Sus teorías necesariamente habían de estar más ligadas a las necesidades de la construcción del socialismo, ya que habría “heredado” la conciencia de clase, como he apuntado antes. Hay una imbricación total entre la tendencia obrerista y la creencia en que los caracteres adquiridos se heredaban. Además, necesitaba desesperadamente mejorar la producción agrícola. Los trabajos de lo genetistas clásicos le parecían un simple “divertimento” que retrasaban sine die la solución de los problemas que tenía la agricultura soviética, que no tenían otra causa que la colectivización forzosa.
La aplicación de las técnicas de Lysenko no solo no solucionó la situación, sino que la empeoró.

Vavílov en 1937, junto a miembros del Instituto Fitotécnico y Semillero Nacional. Créditos: Archivos del CIAAB

¿La situación cambió con la llegada de Jruschov al poder?

La situación no mejoró con su sucesor, Jruschov, que ni siquiera tenía la cultura de Stalin. Era un ignorante. Y la conjunción de dogmatismo e ignorancia le permitió a Lysenko seguir medrando. Seguramente si Stalin hubiera vivido más, se hubiera descubierto su estafa y acabado como tantos otros. La catastrófica situación de la agricultura soviética, fruto en gran parte de las ideas lysenkistas, fue una de las causas de la caída de Jruschov.

Hay quien apunta que, además del factor obrerista, veía en Lysenko un ucraniano como él.

¿Cuándo se dio por superada en la Unión Soviética la discusión sobre la ciencia proletaria versus ciencia burguesa?

En la práctica durante el mandato de Brézhnev. Y digo en la práctica, porque a nuestro parecer se impuso el pragmatismo, debido a la situación desastrosa de la agricultura, y se relajaron o anularon las limitaciones digamos “teóricas” impuestas al desarrollo científico. Pero nunca se llevó a cabo una autocrítica de los errores cometidos, se echó tierra sobre el asunto. En otros campos de la ciencia se dio una situación parecida. Es más, se persiguió los escasos intentos de revisar como la aplicación del “Diamat”, el materialismo dialéctico, había impedido el desarrollo científico. La persecución a que fue sometido el biólogo Jaurès Medvedev es un buen ejemplo. Ya no se le acusó de desviacionismo ideológico, como en los viejos tiempos, sino que se le aplicó la ley antilibelo. En definitiva, se le presentó como un calumniador.


“En la mayoría de los países del bloque socialista, el lysenkismo fue rápidamente arrinconado y los genetistas clásicos fueron rehabilitados”.

Nos habíamos quedado en este punto. Dedicáis el capítulo IV al “Lysenkismo fuera de la Unión Soviética”. ¿Dónde arraigó más? ¿En qué países tuvo mayor oposición? ¿Algún científico crítico que queráis destacar?

Una de las cosas más sorprendente para nosotros, creo, ha sido la escasa influencia que tuvo en el lysenkismo en otros países del bloque socialista. En la mayoría de ellos fue rápidamente arrinconado y los genetistas clásicos fueron rehabilitados. Entre esos países, y en ese sentido, destaca la RDA, donde desde buen comienzo hubo voces críticas. Pero en cada uno de ellos hubo panoramas diferentes. Por ejemplo, en China la influencia no fue importante a causa de la ruptura de relaciones con la URSS. En Checoslovaquia tuvo características xenófobas ligadas a la expulsión de la minoría de lengua alemana. La genética clásica era una ciencia “germana”. En algunos casos el lysenkismo fue aceptado de buena fe por científicos de la vieja escuela biológica, formados en la tradición lamarckiana (herencia de caracteres adquiridos), que luego se desengañaron. Es el caso de Rumanía, muy influenciada por la cultura francesa, probablemente la aceptación del lysenkismo se benefició del sustrato lamarckista.

En Occidente los PCs fueron por supuesto obligados a hacer de portavoces de la de la “buena nueva”. Hubo de todo, desde el seguidismo del británico (que le costó perder su influencia en los núcleos intelectuales, en los que había penetrado con fuerza, en contraste con los obreros) o del francés, hasta la posición del italiano, que procuró pasar rápidamente página, gracias a que las voces críticas tuvieron audiencia en la dirección. En términos generales podríamos decir que los más de los europeos quemaron en el asunto una parte importante, mayor o menor, del prestigio acumulado en la resistencia contra el nazi-fascismo.

¿No resulta extraño que un científico de la altura de John D. Bernal brindara tanto apoyo al lysenkismo?

En primer lugar hay que recordar que Bernal no era genetista, de forma que era más susceptible al engaño que otros que sí lo eran. Por ejemplo, John B. Haldane. Debe reconocerse que la propaganda y publicidad que se dio a los supuestos avances científicos conseguidos por Lysenko, fueron de gran envergadura. Había que tener sólidos conocimientos de genética para sospechar que algo chirriaba, que había cosas materialmente imposibles. Lysenko fue muy hábil. Rehuía cualquier confrontación, incluso una simple conversación. Por supuesto no hablaba ninguna lengua que no fuera ruso. Quizá ucraniano. Evitaba salir de la URSS. Tan solo le conozco un viaje, el que realizó por algunos países del bloque socialista, como Checoslovaquia, en 1960. Y tampoco en ese caso, por si acaso, estuvo muy comunicativo.
Así y todo, no se debe exculpar totalmente a Bernal de su responsabilidad. Aunque fue moderando paulatinamente su entusiasmo, nunca se desdijo totalmente. Él, como otros científicos comunistas, marxistas o, simplemente, progresistas, se encontró cogido en la pinza formada entra la ideología y su deber de buscar la verdad. Hubo otros que denunciaron o se desmarcaron de la superchería más tarde o más temprano. Bernal no abandonó nunca del todo su seguidismo y estoy convencido de que lo hacía a pesar de que era consciente del gran embuste que defendía.

¿También en España hubo lysenkistas?

Sin duda. Pero debido a la situación de clandestinidad, no sabemos hasta qué punto el PCE desarrolló una propaganda lysenkista. Por supuesto que tenía tareas más acuciantes. Es un tema interesantísimo, el de España, que se debería abordar. Quizá el de Portugal también, dadas las semejanzas de situación de clandestinidad. En ambos casos, no sé hasta qué punto se dispone de la documentación pertinente. Espero con ansia que alguien lo haga.

En mis tiempos de estudiante estaba bastante extendida la creencia que Faustino Cordón respondía a una supuesta tendencia lysenkista española, patrocinada por el PCE. Dada la generación a la que pertenecía y el aislamiento en el que trabajó, es muy probable que, al menos en un principio, Cordón tuviera ideas lamarckianas, pero eso no es lo mismo que lysenkismo. Él era militante comunista y es cierto que recuerdo que el PCE lo presentaba como un ejemplo de científico progresista. Me pregunto hasta qué punto algunos sectores del partido no quisieron hacer de él “su” lysenkista.

La percepción que se tiene fuera de España, en Francia, concretamente, de Cordón, es muy diferente. Por ejemplo, Patrick Tort, filósofo marxista y también neodarwinista, valora positivamente la obra de Cordón. Su discípulo más directo, Chomín Cunchillos, falleció tempranamente en 2015.
Queda pues como tema abierto, colateral respecto al que aquí tratamos, un análisis riguroso de Cordón y su escuela. A ver si alguien se decide.

En el marco de las reacciones del comunismo británico ante el asunto Lysenko, señaláis, es necesario recuperar la figura y obra de Christopher Caudwell, fallecido en el frente del Jarama a los 30 años de edad. ¿Quién fue este poeta y novelista internacionalista? ¿Hizo contribuciones al ámbito de la ciencia?

La verdad es que sé muy poco de él y no he tenido ocasión de conocer su obra. He sabido que fue poeta, pero también autor de novelas policíacas. Veo que tiene dos de ellas traducidas al castellano y editadas en España, Muerte de un aviador y Crimen en Kensington. Buenas críticas, hasta donde yo sé. No soy demasiado aficionado a la novela policíaca, pero pretendo leer al menos alguna de ellas. Practicó también la crítica literaria y en ciencia tiene una obra titulada “The Crysis in Physics”. Nació en Londres, en Putney; curiosamente una zona que conozco, ya que allí residían unos viejos amigos míos. De familia católica, su padre trabajaba en el Daily Express. Perdió el empleo y se trasladó a Bradford para integrarse en el diario Yorkshire Observer. Christopher lo acompañó. Bradford era el gran centro lanero; a veces se ha llamado a Sabadell “el Manchester catalán”. Lo correcto sería llamarlo “el Bradford catalán”. Esa parte de Yorkshire (West Yorkshire) fue un gran núcleo obrero hasta la década de 1970. Es poco conocido que, al acabar la Exposición Universal para la que Picasso pintó el “Guernica”, el cuadro hizo un largoperiplo a fin de recaudar fondos para la causa republicana. Fue a Inglaterra y se expuso en Leeds, cercano a Bradford. Leeds destacaba por sus grandes centros de confección. También por casualidad conozco bien esa zona de Inglaterra desde mi etapa de estudiante de doctorado en la Universidad de Leeds.

Así que no sé gran cosa de Caudwell, aparte de lo que he encontrado de él en la red, pero sí de dónde vivió. Otro tema abierto. No he visto ningún estudio específico sobre el tema.

¿Por qué penetró con tanta fuerza el lysenkismo en un país tan culto y con tantas aportaciones científicas como Francia?

Sin duda por la tradición lamarckiana. Digamos que se daban las bases. Sin embargo, un muy importante paleontólogo francés, Jean-Pierre Lehman, a quien tuve el honor de tratar, y gracias al cual conseguí mi beca en el Muséum parisiense, dejó escrito que en Francia la izquierda era darwinista y la derecha lamarckiana. Él era una persona progresista. Quizá la división no fuera tan clara. En realidad los que se adhirieron al lysenkismo en Francia fueron o científicos muy de última fila, o simplemente ideólogos. La difusión de Lysenko estuvo ligada al gran peso que tenía el PCF en la época, que actuó de una manera sumamente dogmática, en contraste con el PCI, por ejemplo. El caso más relevante, y dramático, si se quiere, en Francia es el de Marcel Prenant, profesor de zoología en la Sorbona que, como otros, se vio comprometido entre su militancia y convicción marxista y su defensa del neodarwinismo.

En Bélgica hubo situaciones semejantes que analizamos en nuestro libro.

En el ámbito del marxismo actual, ¿alguna corriente sigue considerando positiva la obra y la praxis de Lysenko?

Aparte de algún estalinista rezagado, en absoluto. Hay alguien aquí en España, cuyo nombre no recuerdo (sinceramente; nada que ver con el primer párrafo del Quijote) que ha escrito algunas ridiculeces reivindicando a Lysenko. Con su pan se lo coma. Supongo que también debe haber casos similares en otros países.

Salvo en Rusia, situaciones totalmente marginales y anecdóticas.

Cerráis vuestro libro con estas palabras: “Para el recuerdo, una revolución traicionada, no solo por un sangriento dictador, sino por una pléyade de delincuentes que, en el campo científico, escondieron su incompetencia e ignorancia amparándose en la autocracia. Y, con seguridad, los aquí evocados son solo una parte muy pequeña de los que consiguieron engañar y trabajar contra los intereses objetivos del tipo de sociedad de la que se reclamaban”. Las necesidades materiales, la situación económica de la URSS tras la guerra civil y el bloqueo y agresión internacional, las grandes dificultades por las que se pasó, ¿pueden explicar, aunque sea parcialmente, el éxito de esos estafadores que aseguraron mejoras y éxitos futuros?

Sin duda. Fenómenos de esa importancia son consecuencia de muchos factores. Pero lo más determinantes fueron la autocracia y la elevación del marxismo a ideología de estado, a base de una lectura totalmente risible, ridícula, de los textos clásicos de aquel. Todas las bases del llamado “Diamat” podrían calificarse de ingenuas, desde el punto de su pobreza intelectual, si no fuera por todo el daño que causaron sus creadores y quienes lo aplicaron.

Charlatanes y mangantes los hay en todos los países y tiempos históricos. Si se establece un dogma, saben aprovecharse. Figurémonos, por ejemplo, que la negación de la teoría evolutiva, muy extendida allí, se impusiera oficialmente en EEUU persiguiendo a los evolucionistas. Y esto no es solo una hipótesis. Me consta que, en ciudades pequeñas, los profesores de biología que hablan de evolución en las escuelas secundarias llegan a ser objeto de denuncia pública. En algunos estados se ha exigido que el creacionismo sea mostrado en las escuelas en pie de igualdad con el evolucionismo. Pues bien, si se diera esa circunstancia, los resultados serían catastróficos, incluso a nivel práctico, porque aspirantes a censores como Lysenko debe haberlos a centenares. Como en cualquier parte.
Y la ofensiva contra el evolucionismo no esuna hipótesis. Aunque no de forma comparable, en Europa también la ha habido siempre y sigue habiéndola.

Por ejemplo…

Por ejemplo, en Polonia ha habido algún intento de censurar el evolucionismo por parte de la Iglesia Católica. Ahora bien, cabe reconocer que las más militantes, son las iglesias independientes de raíz calvinista, en manos muchas veces de charlatanes sin formación. Incluso en España sé de algún caso, que he mostrado en un libro anterior (Intermezzos). Ciertos sectores islamistas, al parecer ligados a las monarquías del Golfo o la saudí, han patrocinado generosamente la propaganda creacionista.

Últimamente hay algo que también me preocupa, en este caso por parte de sectores “progresistas”. Se trata de presentar el darwinismo como una ideología de simple contenido competitivo, neoliberal, digamos spenceriana, deformando totalmente el concepto de selección natural.
Curiosamente el lysenkismo hacía una lectura confluyente, al no admitir que en el seno de una especie pudiera haber competencia por los recursos. Dogmáticamente, más allá de toda evidencia. Solo aceptaba la competencia entre especies distintas. Era una manera de decir que el darwinismo era reaccionario, porque eso implicaba que en la especie humana había competencia. Entonces ¿qué pasa con la lucha de clases?
Reflejar un hecho probado, la competencia por los recursos, a nivel universal, no convierte el darwinismo en un propagandista del neoliberalismo.

¿Por qué?

Entre otras cosas porque se es consciente de que ese esquema no es trasladable mecánicamente a la especie humana por la existencia del hecho cultural. Nunca Darwin dijo tal cosa. El antes citado Patrick Tort ha reflexionado y escrito bastante sobre el tema. De hecho los que asumen esas posiciones no han entendido en absoluto el concepto de selección natural. Como Darwin ya lo deja muy claro en la sexta y definitiva edición del Origen (capítulo IV) la selección natural no crea variabilidad; simplemente actúa como filtro sobre la producida.

Basta tener eso claro para darse cuenta que esas críticas supuestamente “progresistas” al darwinismo son una estupidez.

¿Ha sucedido algo parecido en algún otro proceso revolucionario?

La Revolución Francesa supuso un auge increíble de la ciencia, entre otras cosas por la necesidad de ser autosuficientes frente al bloqueo de los regímenes absolutistas. Aunque luego hubo una cierta decadencia, no se dio nada parecido al estalinismo-lysenkismo.

¿Queréis añadir algo más?

Creo que lo esencial ya ha sido tratado.