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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre "Praxis política y estado republicano. Crítica del republicanismo liberal"

«György Márkus es un pensador de gran talla, un Maestro»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. *** -Hablábamos del libro de Màrkus, de Marxismo y «Antropología». -Son 86 páginas, tres capítulos. Buena parte de esas pocas páginas no […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.

***

-Hablábamos del libro de Màrkus, de Marxismo y «Antropología».

-Son 86 páginas, tres capítulos. Buena parte de esas pocas páginas no son texto, sino citas bibliográficas en las que expone de dónde, de qué textos de Karl Marx ha extraído las ideas onto antropológicas que él resume: 18 páginas de las 86. Pero es «un Libro», no un «ensayo». Es un libro por su importancia, un libro redactado con sencillez, con claridad, yendo al grano, sin que el autor se deje ver, adopte el protagonismo, cuando en realidad nos está enseñando, verdaderamente enseñando ; una modestia que asombra.

Con Màrkus…

-Perdona que te interrumpa. Así presentaba Sacristán al filósofo húngaro para esta publicación de la que hemos hablado:

«György Márkus (nacido en 1934 en Budapest) estudió y se graduó en la Universidad Lomonosov de Moscú. Luego enseñó en la Facultad de Filología de la Universidad Científica de Budapest. Actualmente trabaja en el Instituto de Filosofía de la academia Húngara de las Ciencias, en calidad de investigador. Se doctoró en 1965 con una tesis sobre el Tractatus Logico-Philosophicus de Wittgenstein. La relación de Márkus con Lukács no ha sido sólo teórica y científica, sino también personal e íntima. Luego de haberse ocupado durante años de problemas de teoría del conocimiento, Márkus cultiva ahora preferentemente temas metodológicos básicos de la economía de Marx y cuestiones de filosofía de la historia. Márkus está encargado por la Academia Húngara de preparar uno de los principales póstumos de Lukács: la «Estética de Heidelberg» (1912-1918). Marxismo y «antropología» es el primer trabajo de György Márkus que se publica en castellano. Antes y después de esta obra, Márkus ha publicado otros trabajos de su época de especial dedicación a cuestiones epistemológicas: Sobre las concepciones epistemológicas del joven Marx (traducciones alemana e italiana); Lenguaje, lógica y realidad ; La percepción y el problema psicofísico.»

Decías, perdona por la interrupción.

-Nada que perdonar. Has hecho bien en recordarlo. Decía que con Màrxkus en la mano es fácil comprender que el fundamento de la obra de Marx es una metafísica conscientemente, críticamente, elaborada y pensada, una filosofía en el sentido técnico del término; pero una filosofía que define que el ser humano es auto creación comunitaria de sí mismo, producto histórico, en proceso constante de cambio, de su propio hacer. Una ontología filosófica aristotélico hegeliana… Bueno, esto lo añado yo; de haberlo querido decir, de ser idea de Màrkus, en 1971 y para la editorial Akadémiai Kaidó de Budapest, eso no hubiera sido posible. Márkus muestra allí, cita en ristre, que eso, esa onto antropología, no es algo propio del joven Marx, sino algo consustancial a toda la obra de Marx, en todo tiempo. Y lo prueba empíricamente con citas extraídas tanto de los Manuscritos de Paris, de 1844 , La Ideología Alemana, de 1846, los Grundrisse -1857, 1858- y El Capital, -la edición que manejamos todos es la de 1873-. En las citas sí incluye referencias a Hegel, como maestro de Marx, y cita a un escogido, muy bien seleccionado, grupo de autores marxistas, hegelo marxistas -no los denomina así, por supuesto-; entre ellos, a Antonio Gramsci.

La ontología antropológica de Marx define al ser humano como ser social: 1) socialidad o comunidad, 2) trabajo o actividad en general, 3) historicidad, 4) genericidad o carencia de comportamiento determinado innatamente por la biología y, a la vez, uno con su especie, esto es, producto del hacer común, 5) universal, 6) consciente y 7) libre.

Màrkus fue el «culpable» de que me pusiera a leer biólogos progresistas, genetistas, neurólogos, evolucionistas, etc, con el fin de ver si este modelo que se fundamenta en la idea de la plasticidad humana era plausible. Quedé convencido.

-No sabía de esa influencia tan directa. Nunca habíamos hablado de ello.

-Creo que esta obra es fundamental, y plenamente vigente. Con este libro en la mano se tiene la ganzúa para dirimir lo que sí es Marx, lo que es obra inspirada en Marx -marxismo, si se quiere- y lo que no lo es. No es marxismo lo que no comparte la ontología antropológica de Marx, lo que no comparte el núcleo filosófico, antropológico, de Marx. No se puede ser marxista y a la par individualista antropológico o ser marxista y negar la subjetividad humana, siempre históricamente construida por interacción comunitaria -esto es Hegel-, y ser estructuralista, etc.

-¿Conoces también otros textos de Màrkus?

-Conozco también su otra gran obra, de la que en Espaimarx vamos a publicar el capítulo 5, que está traducido al castellano.

También esta otra obra es muy valiosa; no ha recibido la atención debida, y a pesar de su valía, pues, por ejemplo, no ha sido traducida al castellano a excepción del capítulo 5. El título del libro es Lenguaje y producción -el libro fue escrito en inglés; hay traducción en francés, Langage et production, Ed Denöel/Gonthier, Paris, 1982. Una obra en la que Márkus critica en primer lugar el determinismo evolutivo del ser humano, incluido el determinismo tecnológico que tiene como hipótesis del cambio histórico la acumulación por desarrollo de las fuerzas productivas.

Paso a resumir brevemente la tesis central de la misma, dado que no la tenemos traducida. Pero dejo de lado un primer capítulo magistral en el que Márkus elabora una crítica de la filosofía neopositivsta -incluye los analíticos y a Popper, privilegiadamente- y la filosofía hermenéutica; en concreto, critica sus teorías lingüísticas, que constituyen piezas fundamentales en el desarrollo de estas filosofías.

-Adelante con tu resumen.

-Toda sociedad es una totalidad cultural integrada. Cada ethos histórico -me permito el uso de este término- configura su noción de vida buena, su desiderátum, construye la subjetividad de los individuos partícipes de la comunidad, define las necesidades de cada individuo.

Esta totalidad es lo que opera en cada momento histórico como discriminante respecto del bagaje cultural recibido

Que sea considerado productivo, productor de algo positivo y positiva capacidad de producir algo -«fuerza productiva»-, que sea considerado útil -valor de uso- , es algo a evaluar dentro de una cultura material de vida. Los valores de uso pueden ser tales -usables y considerados como entes valiosos-, a partir de un determinado ethos histórico y de las normas sociales que lo ordenen. Lo mismo con las fuerzas productivas. Márkus pone como ejemplo que la tecnología elaborada por el artesanado, en relación con sus expectativas de vida y trabajo -creatividad incluida-, era la más funcional y la más productiva. Las normas de evaluación, las expectativas de vida, etc. son el elemento concreto que permite juzgar evaluativamente las reglas técnicas, los bienes de uso y las necesidades que estos generan en la antropología humana. Y en todo momento histórico, es el presente y las necesidades del presente las que dirimen qué necesidades del pasado son recogidas, qué formas de hacer y de saber hacer pueden ser consideradas adecuadas y verdaderas «Fuerzas Productivas» para el presente, y cuáles dejan de serlo. No existe, por tanto, un desarrollismo determinista que imprima una dirección a la historia y que exija la continuación de tecnologías, usos explotadores, o formas de consumo, ni se produce un «hundimiento» si éstas se abandonan unas.

Seguramente, muy seguramente, este resumen mío y de última hora, resulta pobre y podrían hacerse otras síntesis acertadas que destacasen otros elementos u otros matices. Solo espero que lo precipitado de mi presentación no sea distorsivo.

-No lo es, creo, mejor dicho, opino como diría nuestro amigo Euard Rodríguez Farré, que no.

-Me parece que este núcleo intelectual del libro de Gyórgy Márkus es muy valioso.

Quiero añadir alguna reserva mía, pequeña en comparación con la valía de la obra.

-Adelante con ella.

-Es su lectura de Marx, Màrkus acepta una interpretación de El capital de Marx, no compartida por los estudiosos actuales, según la cual el Marx joven, el de los Manuscritos del 44, sería el válido, y luego habría un Marx posterior, el de El Capital, que encajaría sobre ese modelo, sin anularlo, elementos positivistas, cientifistas y trataría de justificar el devenir de la revolución como resultado del desarrollo del capitalismo, una falacia naturalista en la que habría incurrido a veces Marx.

Sabemos que esta lectura de la obra de Marx es una interpretación de época -debida a las razones que sea-, que está completamente desestimada por los actuales estudiosos de la obra de Marx. Ya antes, incluso de la aparición de la actual generación de estudiosos de la obra marxiana, los Enrique Dussel, Patrick Murray, Roberto Fineschi, Bolívar Echeverría -entre ellos, los que trabajan en la edición nueva de su obra-se había explicitado abiertamente otra lectura bien fundamentada que descubría las claves de interpretativas del propio Marx.

-¿En quién estás pensando?

-Estoy pensando en Robert Brenner y, antes, durante los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, la lectura, no marxista pero muy interesante, de Karl Polanyi, el padre de la antropología económica, y su grupo. Recuerdo que Karl Polanyi hace la recensión crítica de la obra de Murice Dobb Estudio sobre el desarrollo del capitalismo, y con mucha ironía le critica por sostener una interpretación que desconoce lo que según Polanyi es «lo mejor de Marx»: que el capitalismo no surge del feudalismo como resultado de la existencia de una institución económica ahistórica, perenne, denominada el «mercado», y de la subsiguiente acumulación secular de riqueza y técnica, sino como consecuencia de lo que Marx explica en el capítulo XXlV del primer libro, sobre los orígenes del capital.

-Manuel Sacristán solía recomendar su lectura.

-Por mi parte, me permito recordar también al lector el capítulo XlV de El Capital en el que Marx nos explica que la nueva tecnología maquinofacturera, la propiamente capitalista de su época, no «precede a», no es «la fuerza productiva que genera» las relaciones capitalistas, sino que, por el contrario, ésta es consecuencia consciente de la decisiones de los capitalistas ya existentes, y de las relaciones sociales ya establecidas; los capitalistas, dominantes, pagan a los inventores para que creen elementos técnicos que permiten eliminar el control del proceso de trabajo por parte del obrero artesano que domina la técnica y no puede ser sustituido por otro cualquiera. Son las relaciones sociales capitalistas las que aconsejan a los amos del capital el desarrollo de unas nuevas tecnologías y fuerzas productivas, no a revés -la «subsunción real del trabajo al capital». «Subsunción» es la palabra adecuada para traducir «aufhebung», dado que ella trata de traducir al alemán el término latino «subsumere», tal como nos enseña Dussel.

Allí donde la lectura evolucionista interpreta o cree encontrar a un Marx científico evolucionista que desentraña la evolución del futuro de la historia a partir de la realidad del capital, al otear la dirección del desarrollo de su dinámica -pues, por ejemplo, y según esta interpretación, mostrando el desplegarse de la mercancía por todo el mundo como motor que conduce a la revolución-, Marx lo que hace, en realidad, es hacernos saber que eso que nos parece ser «cosa» y que creemos que se despliega con independencia de nuestra voluntad, no es tal, sino resultado de una «perversión» intelectual nuestra -fetichismo- que nos impide ver que «eso» no es sino nosotros mismos y nuestro consciente querer hacer así -para decirlo deprisa-, cuando aceptamos autoconsiderarnos una mercancía; y que el cambio de la sociedad debe venir de una lucha por autocambiarnos, dado que el capital es una relación social, orgánica del mundo existente, que pasa por nosotros mismos, que operamos y activamos nosotros, construidos por este mundo. Precisamente por eso, nosotros podemos cambiar, revolucionar el mundo.

-Pues también, perdona mi insistencia, lo que acabas de señalar me recuerda a cosas del último Sacristán. En una de sus últimas conferencias, hablo de 1983, «Tradición marxista y nuevos problemas», hablaba de la necesidad de conversión del sujeto revolucionario.

-Recuerdo esa intervención.

-La transcribimos y la editamos en un libro: Seis conferencias. Lo editó El Viejo Topo.

-Una segunda apostilla mía aún de menor entidad, viene al caso de la enumeración que Màrkus hace de las situaciones que han inducido a la integración de la clase obrera. Entre ellas, según Márkus, las que genera el éxito de sus luchas y la subsiguiente mejora de sus condiciones de vida. Creo que la historia pone de relieve que, por el contrario, las luchas que surgen de la autoorganización de los trabajadores -y de los demás sujetos sociales- muy a menudo son auto educadoras -esta idea de la auto educación sí la defiende Márkus- y crean en el sujeto social organizado y en las individualidades que lo componen nuevas capacidades y necesidades antes inexistentes e imprevisibles, impronosticables; esto es, hace que el sujeto se vaya construyendo y vaya dejando de ser el del inicio. Por el contrario, Márkus no señala que la integración de los explotados en el mundo del capital, al menos en los casos que hemos vivido en los últimos 40 años -desde 1976- y en los últimos 70 años -desde 1946- ha sido debida, no a los éxitos generados por las luchas de los sujetos organizados, sino a que las direcciones de las instituciones organizativas han disuelto las fuerzas de masas organizadas -«la guerra e finita, tutti a casa»- para poder «representarlas» electoralmente en las instituciones; que la hegemonía de clase se produjo mediante la cooptación de las vanguardias, no debido a la falta de las mismas sumada a la existencia de una «consciencia espontánea tradeunionista» de los trabajadores y a sus éxitos económicos parciales.

El libro, sobre todo en el capítulo traducido, hace una matizada pero, no por discreta, menos clara crítica a la posibilidad de la existencia de una Teoría crítica, tal y como ésta se auto concibe, crítica con la que concuerdo: crítica de la auto concepción de la Teoría Crítica como un pensamiento teorético, fuertemente científico que es capaz de proponer a partir de la elaboración científica, y desde la teoría, pero sin caer en la falacia naturalista, las alternativas y diseñar los recursos que deben ser adoptados por sus educandos.

En un ser social, que es histórico, todo proceso de cambio ha de ser histórico, inmanente a la cultura y los recursos que en cada momento histórico tengan como punto de partida los subalternos. Incluso si estos elaboran, o recogen y reelaboran, un fin como orientación y éste opera en la actividad, esto es así debido a que tal fin ha surgido históricamente en las luchas, y las tradiciones de lucha vuelven a ser continuadas y reinterpretadas por los propios subalternos organizados. No puede ser que exista una teoría que declare que la humanidad es un ente histórico y que, hasta el presente, todo lo existente ha sido resultado del quehacer práxico, creativo, de los seres humanos socialmente constituidos, incluidas las tradiciones de liberación, incluida la filosofía, que es resultante de su malestar, de la reflexión sobre la experiencia de agotamiento de un mundo, pero que ahora, como consecuencia de la creación de una Teoría crítica epistemológicamente fundamentada como saber fuerte, ésta sustituya a la historicidad y sea la que proponga y elabore… Hubo historicidad práxica, ya no la hay, a hora hay episteme crítica. György Màrkus, por el contrario, sostiene una interpretación semejante a la del filosofar praxeológico de Antonio Gramsci.

-Creo que se entiende muy bien tu posición, tu crítica, la descripción de la paradoja que nos has explicado.

-Me detengo aquí. Este pobre resumen no es homenaje suficiente a un pensador de la talla de György Márkus, de un Maestro, pero sí excede los límites de nuestra entrevista. Sí creo, me atrevo a creer, que le gustaría, porque no insiste en el panegírico hagiográfico sobre su vida, sino que trato de explicar y hacer circular su obra, que es lo que un hombre tan discreto como él, creo, le hubiese querido.

-Me parece muy justa tu observación. Yo también creo que a Màrkus, por lo poco que sé de su obra y de su biografía, le hubiera gustado tu aproximación. Volvamos al libro.

  -Volvamos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.