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Halliburton: ¿Diseñador del verdadero Candidato Manchuriano?

Fuentes: Progreso Semanal

Los que mandan en el imperio no poseen una gran claridad o un gran intelecto. Por el contrario, tienden a no preguntarse o no preguntar a otros acerca del bien y del mal, atributo de gente sensata y autocrítica. Los imperialistas de Washington hacen un gran daño de manera tan natural y rutinaria como la […]

Los que mandan en el imperio no poseen una gran claridad o un gran intelecto. Por el contrario, tienden a no preguntarse o no preguntar a otros acerca del bien y del mal, atributo de gente sensata y autocrítica. Los imperialistas de Washington hacen un gran daño de manera tan natural y rutinaria como la mayoría de las personas respira o duerme. La obtención y el ejercicio del poder es lo que los sustenta. Es su droga, mejor dicho, su oxígeno. Dirán y harán casi cualquier cosa por mantenerlo.

Así que si Fahrenheit 11/9 no los convenció a ustedes para que voten en contra de la pandilla sedienta de poder de George W. Bush, vean El candidato manchuriano, una nueva versión del filme de 1962. La proyección de este ficticio ataque atemorizante de Hollywood contra una entidad parecida a Halliburton coincide con una demanda judicial de accionistas que acusan a los principales ejecutivos de este mega conglomerado relacionado con el petróleo y la guerra de dedicarse al «fraude contable en serie» entre 1998 y 2001. El vicepresidente Cheney dirigió la compañía de 1995 a 2000.

Al igual que los republicanos trataron de impedir la exhibición del Fahrenheit de Michael Moore, así hicieron elementos derechistas en 1962 para que El candidato manchuriano original no llegara a las pantallas. Gracias a la amistad del Presidente Kennedy con Frank Sinatra, quien protagonizó el filme original, y su aprecio por el novelista Richard Condon, quien escribió la novela en 1959, el filme logró pasar por las puertas mayormente cerradas de los censores políticos de Hollywood. Dudo de que los bushistas hicieran algo a favor de un filme en el que el villano, Manchurian Global, se parece a un collage de Halliburton/Bechtel/Enron/Carlyle Group con corruptos ejecutivos de corporaciones que manipulan la política norteamericana. La proximidad de las elecciones de noviembre combinada con El candidato manchuriano y las recientes acciones legales contra Halliburton se convierten en un claro mensaje político -para los que quieran escuchar.

A principios de agosto Halliburton, que tiene su sede en Houston, solucionó una demanda judicial que le hizo la Comisión Controladora de Acciones y Valores (SEC) al aceptar hacer un pago por $7,5 millones de dólares debido a las acusaciones de que había engañado a los inversionistas al no revelar un cambio contable que incrementaba las ganancias corporativas en 1998 y en 1999.

Pero otra reclamación, según Reuters (6 de agosto) asegura que ejecutivos de Halliburton cometieron «sistemáticamente fechorías de contabilidad de mucho mayor alcance que las contenidas en la acusación de la SEC. Según los demandantes, la compañía infló resultados, no reveló de manera oportuna un gran veredicto de asbestos y no «rindió cuentas de $3,1 mil millones en ganancias y efectivo». Ninguna de las dos acusaciones nombra a Cheney como demandado. Él no ha hecho ningún comentario acerca de estas acusaciones a sus ex asociados en los negocios: David Lesar, ejecutivo principal de operaciones y en la actualidad Director General; Douglas Foshee, ex-ejecutivo principal de finanzas, y actualmente Director General de El Paso Corp.; Gary Morris, otro ex-ejecutivo principal de finanzas; y Robert Muchmore, ex contralor.

The New York Times reportó que cuatro ex ejecutivos de finanzas y contabilidad aseguraron que «Kellogg Brown & Root (KBR), la unidad de Halliburton para ingeniería y construcción, infló sus resultados financieros al facturar de más por sus servicios, declarando en demasía sus cuentas por cobrar a clientes y minimizando sus cuentas por pagar a deudores». El Times citó la declaración de una antigua trabajadora del departamento de contabilidad de que sus jefes le ordenaron hacer «lo que hiciera falta» para crear la impresión de ganancias, de manera que se cumplieran las expectativas de Wall Street respecto a las ganancias de Halliburton. Gran parte de esto fue a expensas de los contribuyentes.

El Centro para la Integridad Pública aseguró que este gigante parecido a Enron, utilizando a KBR, ganó $11 mil 475 millones 541 mil 371 en Irak hasta julio de 2004. La unidad KBR ha facturado al Pentágono $1,8 mil millones por alojar y alimentar a las tropas en la región, algunas de las cuales protegen la industria petrolera de Irak.

Halliburton también se ha beneficiado con la reparación de la infraestructura petrolera iraquí. «Auditores del Pentágono han llegado a la conclusión de que Halliburton no facturó adecuadamente más de $1,8 mil millones en trabajos en Irak y Kuwait», reporto The Wall Street Journal (11 de agosto).

Compañías norteamericanas se aprovecharon de sus «servicios» en la Guerra del Golfo de 1991, de lo cual emerge la nueva versión «manchuriana», dirigida por Jonathan Demme. El filme viaja por oscuros callejones de la contemporánea conspiración corporativa, algo creíble después de las reclamaciones judiciales a Halliburton. La avaricia de los directores generales es un sustituto en el guión del filme original, en el cual una conspiración comunista crea sutilmente el macartismo para subvertir el sistema norteamericano y lograr el poder absoluto. Condon publicó su trama digna de Swift, en la que los conspiradores rojos planean asesinar al presidente y reemplazarlo con un agente al que han lavado el cerebro, en una época en que la idea era que la perfidia soviética y de China Roja no tenía límite.

La novela de Condon, escrita antes de la separación sino-soviética, presenta a una patrulla norteamericana en Corea que cae en una emboscada, es drogada y llevada a Manchuria, donde el Sargento Raymond Shaw (entonces Lawrence Harvey y ahora Liev Schreiber) es sometido a un lavado de cerebro y convertido en agente «congelado».

Habiéndolo programado para obedecer ciertos comandos de palabra, su maquiavélica madre (Angela Lansbury entonces, ahora Meryl Streep) planea tomar el poder. El Mayor Bennet Marco (antes Frank Sinatra y en esta versión Denzel Washington), quien comandaba el pelotón capturado que los rojos (ahora programadores corporativos) sometieron a su plan de alteración de la mente, comienza lentamente a darse cuenta de la traición. El terror alucinatorio, ominoso y lleno de tensión, se mezcla con un humor grotesco. En un episodio del original, los manipuladores comunistas hacen creer a los soldados que las miembros de un club de jardinería de clase media, con sombreros de colores y manierismos que hacen juego, se han convertido en interrogadoras. Condon presenta el lavado de cerebro como una comedia del absurdo, similar al de presentar el macartismo como una herramienta de los manipuladores rojos.

Pero en la versión de Demme, el enemigo rojo da paso a los terroristas. Así que durante la Guerra del Golfo de 1991, asaltantes desconocidos le hacen una emboscada al pelotón de Marco. Al igual que el pelotón original, los soldados describen la valentía del inamistoso y desagradable Sargento Shaw, quien luego recibe la Medalla de Honor del congreso por haber salvado en solitario a su pelotón.

En la actualidad un congresista al que la ansiedad le sale por su boca apenas cubierta con una sonrisa, Shaw se ve manipulado a primeros planos de la política por su dominante madre, quien maniobra para situarlo en la Casa Blanca.

El Mayor Marco, quien sufre una pesadilla recurrente acerca de ese incidente en la guerra, se encuentra con otro miembro de su unidad que ha experimentado un terror nocturno similar. Marco comprende que la historia de la fuga, incluyendo la pregonada valentía de Shaw, ha sido inventada cuando encuentra un implante sembrado en su piel. ¿Pero por qué? ¿Sufre Marco de un tipo pernicioso de Síndrome de la Guerra del Golfo y por tanto constituye un peligro para la seguridad nacional?

Shaw es presentado como el epítome del ciudadano sólido y amante hijo cuya obediencia a la autoridad lo convierte en el candidato ideal de su Mami. Ella, una importante senadora, conspira con los Directores de Manchurian Global para obtener poder y riquezas ilimitados. Schreiber actúa en el papel de un hombre que ha sido condicionado por su madre para obedecer, incluso cuando sus más fuertes instintos le dictan lo opuesto. Por ejemplo, él amaba a la hija de otro senador, pero su madre maniobró para dar fin a la relación. Shaw resiente el hecho, pero acepta su incapacidad para enfrentarse al poder de su madre. Es más, a él le es imposible dejar de obedecerla una vez que oye las palabras secretas del lavado de cerebro.

Streep actúa como la madre de Shaw, una combinación de Hillary Clinton en sus peores momentos y Lady Macbeth sin las preocupaciones de las manchas de sangre. Ella sonríe modestamente mientras controla cada fase. ¿La hemos conocido antes? ¿O ha sido solo en filmes? ¿Son los directores generales de Halliburton, Enron, Carlyle Group y Bechtel la fuerza motriz de la guerra como su fuente de ganancias infinitas?

En el cine los malos generalmente se traicionan a sí mismos; grandes actrices como Streep ocultan el veneno del poder que inspira sus acciones hasta que se revela. El sexo y el poder se funden cuando ella besa a su hijo antes de que él realice su misión de asesinato.

Compañías como Halliburton y Enron no crean tales cualidades en la gente, pero ciertamente las canalizan. El candidato manchuriano habla directamente de un tema mucho más importante que las dudosas de la Administración Bush con los que lucran con la guerra. Llega al núcleo del poder imperial de EE.UU., como ha hecho Condon en una serie de sus novelas (Los Prizzi, Tres días del cóndor, Asesinatos en diciembre).

El imperio norteamericano y la criminalidad van de la mano. Los jefes imperiales niegan todo intento imperial mientras cubren el mundo de bases y bombardean e invaden como cosa de rutina a las naciones débiles, y luego les imponen el modelo económico de EE.UU.

Después de presenciar las trampas de las elecciones del 2000 y la inclinación directa del ex- Director General de Halliburton Dick Cheney tanto al poder como a la guerra, El candidato manchuriano adquiere un nivel de credibilidad que la mayoría de los filmes de ciencia ficción no pueden alcanzar. Al igual que los militares toman a personas normales y las convierten en asesinos profesionales, el sistema político toma a individuos ambiciosos y los convierte en criminales internacionales. Antes de George W. Bush y Dick Cheney tuvimos a Richard Nixon, Henry Kissinger y Papaíto Bush. Ellos también derrocaron gobiernos, bombardearon y asesinaron y de paso se hicieron ricos. Tales personas acumulan riquezas, pero no sabiduría o claridad. Para apreciar la perspectiva mundial de Bush, refiéranse al Secretario de Defensa Rumsfeld en una conferencia de prensa en el Pentágono el 3 de abril de 2003: «Yo no diría que el futuro es necesariamente menos predecible que el pasado -creo que el pasado no era predecible cuando comenzó».

¿Entienden?

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El nuevo libro de Saul Landau es El negocio de Estados Unidos: cómo los consumidores reemplazaron a los ciudadanos y de qué manera se puede invertir la tendencia. Landau da clases en la Universidad Cal Poly Pomona y es miembro del Instituto para Estudios de Política.