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I Ciclo de Cine y Documental Político

Homenaje a Gutiérrez Alea director de «Memorias del Subdesarrollo»

Fuentes: Rebelión

Organizan: Departamento de Cambio Social (Sociología I) e Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos. Facultad de CC. Políticas y Sociología Profesoras responsables: Noelia González Adánez y Ángeles Diez Rodríguez Memorias del Subdesarrollo Director: Tomás Gutiérrez Alea Título: Memorias del subdesarrollo Año: 1968 Duración: 97 minutos (aprox.) Producción I.C.A.I.C. Cuba. Interpretes: Sergio […]

Organizan:

Departamento de Cambio Social (Sociología I) e Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos. Facultad de CC. Políticas y Sociología

Profesoras responsables:

Noelia González Adánez y Ángeles Diez Rodríguez

Memorias del Subdesarrollo

Director: Tomás Gutiérrez Alea

Título: Memorias del subdesarrollo Año: 1968 Duración: 97 minutos (aprox.) Producción I.C.A.I.C. Cuba.

Interpretes: Sergio Corrieri, Daisy Granados, Eslinda Núñez, Omar Valdés, René de la Cruz

Música: Leo Brouwer

Guión: Edmundo Desnoes y Tomás Gutierrez Alea

Idiomas: español

Tomás Gutiérrez Alea nace el 11 de diciembre de 1928 en La Habana (Cuba) y muere también allí el 16 de abril de 1996. Se graduó como abogado en 1951 pero inmediatamente después marchó a Roma para estudiar Dirección cinematográfica en el Centro Sperimentale di Cinematografía y desde entonces su actividad intelectual, profesional y política estaría enmarcada en este campo. Después del triunfo de la revolución se convirtió en una de las figuras más destacadas del nuevo cine Cubano organizando una sección de cine que sería el origen del actual Instituto nacional de cinematografía cubano (ICAIC). Su obra ha tenido reconocimientos internacionales de todo tipo llevándole a participar y ganar premios en los más prestigiosos certámenes cinematográficos.

Memorias del Subdesarrollo constituye una verdadera obra maestra seleccionada entre las cien mejores películas de la historia del cine y considerado uno de los diez mejores filmes exhibidos en los EEUU en 1973 (selección anual del New York Times) pero otras obras como «las doce sillas» «la muerte de un burócrata» y sus últimas «fresa y Chocolate» o «Guantalamera» son un claro exponente de un arte profundamente comprometido con la revolución cubana sin dejar por ello de ser reflexivo y complejo; podemos decir que sus películas son de alguna manera el fruto de las posibilidades que el proyecto revolucionario abrió al mundo de la cultura. Según sus propias palabras, «con el triunfo de la Revolución nos llega la oportunidad de desarrollar plenamente todo aquello para lo que habíamos estado preparándonos durante años. Ya no se trataba de hacer una peliculita en medio de la más tiránica mediocridad, la incomprensión y la apatía, sino de asumir la nueva realidad y encontrar la manera de expresarla y expresarnos a través del cine» (Alea, 1998:25)

En memorias del Subdesarrollo Sergio es un cubano perteneciente a la burguesía, que decide permanecen en Cuba tras el triunfo de la Revolución, mientras que toda su familia abandona la isla. La mirada distante de Sergio, coloca al espectador en los inicios del proceso revolucionario, sus dificultades, sus contradicciones, sus valores, sus ideales, la realidad compleja de un país subdesarrollado que pretende salir adelante mediante la revolución socialista. El espectador observa y, a pesar de la posición del protagonista, no puede permanecer indiferente a un proceso que le envuelve.

Anexo 1

La revolución Cubana. La lucha por la independencia y el proyecto socialista.

La revolución Cubana es una revolución atípica en muchos sentidos pero en muchos otros constituye la mejor ilustración de revolución socialista en el espacio latinoamericano. La selección de esta película tiene que ver con estos elementos comunes que comparte el contexto cubano con el latinoamericano en el momento de producirse los movimientos de liberación, la relación entre las luchas por la independencia, la constitución de la nación independiente y, al mismo tiempo, la reivindicación de la justicia social y de un sistema político igualitario. La necesidad del desarrollo económico y social, la distribución de los recursos de forma más justa y la independencia política de las metrópolis coloniales e imperialistas es el caldo de cultivo de la mayor parte de las revoluciones que se han producido en Latinoamérica.

Pero al mismo tiempo que la revolución Cubana es un caso paradigmático, también constituye una excepcionalidad: es una revolución triunfante y viva, en un momento histórico en el que el capitalismo parece haber copado todos los espacios políticos, económicos y culturales del planeta. A excepción del caso de Venezuela, que podemos considerar también una revolución incipiente, la revolución Cubana es un proceso aún en marcha y de plena actualidad, que cuestiona de forma contundente el discurso neoliberal del fin de la historia y la necesaria expansión del capitalismo. Precisamente por tratarse de un proyecto político vivo que cuestiona, con sus aciertos y con sus errores, las bases del modelo neoliberal, ha sido uno de los países que ha sufrido más ensañamiento mediático. Las campañas anticubanas por parte de los medios de comunicación no tienen parangón en la historia de los medios y, en cualquier caso, no se corresponden ni con el tamaño ni con el peso económico, ni político ni geoestratégico de este pequeño país. De ahí que esta película, ambientada en los primeros años de la revolución, sea uno de las mejores vías para intentar hablar de la revolución cubana desde posiciones menos mediatizadas.

Contextualizar la revolución cubana sólo puede hacerse desde dos de sus características definitorias: la lucha por la independencia, -lucha por la liberación en un proceso tardío de descolonización-, y la lucha por la justicia e igualdad social. Ambos rasgos sirven aún para explicar el particular proyecto socialista que constituye la revolución cubana tanto como el acoso sistemático de la potencia estadounidense.

Tras la guerra hispano-cubana en 1998, en la que EEUU desató una campaña antiespañola en todo el mundo y participó activadamente en la guerra aparentemente para ayudar a la liberación de la colonia, el resultado fue la ocupación militar de la isla por parte de los estadounidenses (1899-1902) Cuba se liberaba del colonialismo español pero no accedía a la independencia. Las aspiraciones independentistas de los cubanos seguían estando presentes aunque fragmentadas y dispersas sin que la lucha armada hubiera permitido la cohesión de ningún proyecto nacional, pero tampoco el proyecto anexionista estadounidense tenía los apoyos suficientes -intereses encontrados por parte de los propios agricultores estadounidenses, distintas posiciones patrióticas de la burguesía cubana, oposición por parte de lo sectores independentistas, etc-, de modo que, para los EEUU quedaba claro que la opción anexionista sólo podría imponerse por la fuerza y, teniendo en cuenta que en ese momento se encontraban combatiendo en Filipinas y que iba a ser difícil encontrar una justificación internacional, la opción elegida fue la de convertir Cuba en una «neocolonia» con garantías jurídicas.

Hasta el golpe de estado del general Fulgencio Batista (1952) la situación política se caracterizó por la pugna entre la necesidad de consolidar un régimen afín al proyecto de dominación estadounidense y los esfuerzos del pueblo cubano por dar continuidad a los principios y valores nacionales que motivaron la guerra de la independencia.

Al mismo tiempo que los estadounidenses apoyaban a los sectores que creían capaces de conseguir cierta estabilidad política, articulaban la estructura económica de la isla en función de sus propios intereses -apoyándose en una parte de la burguesía agro-exportadora que sería el sostén interno de la dependencia neocolonial-. Cuba se convirtió en un país monoproductor, monoexportador y pluiimportador (de productos estadounidenses principalmente) La estructura productiva que se fue consolidando, centrada en la producción azucarera, combinaba el mantenimiento de sectores agrícolas muy atrasados (grandes latifundios muchos de ellos de propiedad de empresas norteamericanas) con el desarrollo urbano moderno en el que parte de la oligarquía podía satisfacer sus aspiraciones de consumo de productos de importación. El lujo y la suntuosidad de la oligarquía se combinaban con la marginación y la miseria dentro de las mismas ciudades.

De modo que el proyecto neocolonial estuvo atravesado por importantes dificultades internas – políticas y económicas- que se fueron agravando con las crisis internacionales, tras la primera y luego la Segunda Guerra Mundial. La dependencia de la producción de azúcar, de las cuotas del mercado estadounidense y, en general, de las inversiones y condicionantes que imponía el vecino del norte, no hicieron posible el desarrollo de una economía diversificada e independiente.

Las crisis económicas se sucedían, se incrementaban los problemas sociales y los partidos políticos se mostraban incapaces de trasladar las demandas de la población, las aspiraciones nacionales de independencia -económicas y políticas- no disminuyeron sino que se fueron agravando. En este contexto, las dificultades de la república cubana tutelada por EEUU fueron empeorando: sometida a intervenciones constantes (desembarco de los marines en 1912 y 1918, segunda ingerencia militar, presencia constante de los políticos norteamericanos en Cuba, compra de bancos y tierras), incapacidad de los sucesivos gobiernos para estabilizar la situación política y afrontar las crisis económicas sucesivas. La búsqueda de la estabilidad política se hizo combinando las políticas represivas con la utilización de las fuerzas armadas para controlar a la población. Fue en este marco en el que el 10 de marzo de 1952 Fulgencio Batista encabeza un golpe de Estado militar.

En 1953 Cuba era un país con casi seis millones de habitantes, con una fuerte emigración que aumentaba (fundamentalmente hacia Estados Unidos), con un 23,6% de población analfabeta, con un 51,6% de población urbana viviendo en casas de mampostería y un 37,2% en viviendas de hoja de palma, la agricultura concentraba al mayor número de población ocupada y los desniveles en la renta eran espectaculares. Al calor de las tendencias internacionales tras la segunda guerra mundial, se habían permitido en Cuba el desarrollo de grupos de intelectuales, partidos y sindicatos de tendencias marxistas pero con Batista, Cuba se alinearía con la política estadounidense de guerra fría: se ampliaron las facultades del personal militar norteamericano en la isla, se rompieron relaciones con la URSS y se creó el Buró Represivo de Actividades Comunistas 8BRAC) asesorado por la CIA. En el campo económico la situación no mejoró porque los planes de desarrollo económico y social (1955) supeditados a los intereses norteamericanos, a las restricciones a la industria azucarera y a una política de gasto público destinada a obras improductivas, no fueron capaces de recomponer la situación de dependencia económica.

La revolución cubana se fue gestando liderada por grupos de jóvenes que provenían de la ortodoxia marxista pero también gracias a la recomposición de fuerzas nacionales que recuperaban los valores de la lucha por la independencia; y, fundamentalmente, por su capacidad para integrar a los sectores populares en un proyecto de objetivos nacionales, de independencia y justicia social.

El primer hito de la revolución se sitúa en el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 (los asaltantes tuvieron alrededor de ocho heridos y tres muertos pero tras la detención fueron asesinados ochenta de los asaltantes) Entre mayo y junio de 1955 surgió el Movimiento Revolucionario 26 de julio a partir de los moncadistas en el que confluyeron miembros de otras organizaciones; la salida de los moncadistas de prisión se debió a la fuerte presión popular por la amnistía aunque los moncadistas tuvieron que exiliarse. A esta fuerza revolucionaria se uniría el movimiento estudiantil de José Antonio Echeverría en 1954 creando el Directorio Revolucionario. El 2 de diciembre de 1956 se produjo el desembarco de ochenta y dos expedicionarios procedentes de México en el yate Granma al mando de Fidel Castro. Se había iniciado la guerra revolucionaria. El primero de enero de 1959 la ciudad de Santa Clara, en las provincias centrales, era tomada por los rebeldes y esa misma madrugada, el dictador Batista huía de Cuba. El 31 de diciembre había tenido lugar en Washington una conferencia con representantes de los departamentos de Estado y Defensa, del Estado Mayor Conjunto, de la CIA y del presidente cuyo tema había sido el futuro de Cuba, la necesidad de intervenir por medio de la OEA, la creación de una tercera fuerza para derrotar políticamente a Fidel Castro, etc.

1.2. La continuidad de la ingerencia estadounidense y el bloqueo a Cuba

El bloqueo de un país soberano constituye un hecho insólito en el campo de las relaciones internacionales. En el caso del bloqueo decretado por EEUU hacia la isla hay que enmarcarlo en la política de continuidad de la intervención una vez lograda la independencia con la revolución cubana.

Después del nombramiento del nuevo embajador, Phillip Bonsall, tras el triunfo de la revolución cubana, las primeras medidas de EEUU serán acoger y proteger a figuras señaladas de la dictadura batista. Con la complicidad de la CIA y el FBI se fundó el 28 de enero de 1959 la primera organización contrarrevolucionaria (terrorista) en territorio norteamericano: la Rosa Blanca, cuyo jefe fue Rafael Díaz Balart (figura pro batista). Antes incluso de dictarse la primera Ley de Reforma Agraria en Cuba ya se iniciaron las actuaciones de EEUU contra Cuba como la solicitud del Departamento de Estado de intervenir con tropas en la isla, la propuesta de rebajar la cuota azucarera, el intento de asesinato de Fidel Castro por el ciudadano norteamericano Allen Rober Mayer (2 de febrero de 1959). Durante 1959 se incrementaron las violaciones del espacio aéreo cubano por aviones procedentes de territorio norteamericano, se efectuaron sabotajes en centros económicos, se ametralló la ciudad de La Habana provocando dos muertos y cincuenta heridos (21 de octubre de 1959), el 4 de marzo de 1960 explotaba en el puerto de La Habana el barco francés La Cubre que traía un cargamento de armas procedente de Bélgica. Durante esos primeros años de revolución la política estadounidense fue el apoyo a las acciones de ingerencia y las amenazas al resto de los países latinoamericanos para evitar la «penetración del comunismo internacional» en lo que consideraba su área de influencia (el famoso patio trasero latinoamericano)

Entre 1961 y 1975 la relación Cuba-EEUU está marcada por los continuos intentos norteamericanos por desestabilizar y revertir el proceso revolucionario. Entre ellos destaca la invasión armada a través de Playa Girón, la «Operación Mangosta» que culmina con la Crisis de Octubre y el inicio del bloqueo económico.

En marzo de 1961 EEUU anunció la posible aplicación a Cuba de la Sección 5, inciso B, de la Ley de Comercio con el Enemigo que prohibía todo comercio de importación y exportación. En febrero del año siguiente se decretó un «embargo total» (Decreto nº 3447) , más tarde se anunció la prohibición de entrada a territorio norteamericano de cualquier producto elaborado, en todo o en parte, con materias primas de origen cubano, el Departamento de Comercio daba a conocer que podría negar ayuda económica o asistencia técnica a todos los países cuyos barcos transportasen a Cuba los productos que el Departamento de Estado había establecido, todas las medidas suponían la imposición de políticas de carácter extraterritorial. Todas las administraciones que sucedieron a Kennedy hasta 1975 continuaron con la política de bloqueo económico e ingerencia en los asuntos de terceros países, especialmente los latinoamericanos intentando en todo momento bloquear y aislar a Cuba.

Desde mediados de los setenta la política agresiva continuaría con puntos especialmente dramáticos como la explosión de un avión comercial cubano el 6 de octubre de 1976 en el que murieron 57 cubanos, 11 uruguayos y 5 coreanos. Los autores materiales que colocaron las bombas fueron arrestados y condenados por tribunales venezolanos demostrándose que se trataba de agentes de la CIA. Durante los años ochenta con el gobierno del republicano Ronal Reagan (1981-1988) las relaciones empeoraron, se recrudeció el bloqueo y el uso de los medios de comunicación como armas de desestabilización (se creó Radio Martí, estación de radio adjunta a la Voz de los Estados Unidos de América, con el objetivo de promover la subversión interna), se organizó la Fundación Nacional Cubano Americana (que acoge a la extrema derecha terrorista de Miami). George Bush dio continuidad a la política de Reagan y posteriormente Clinton, aparentemente trató de mejorar las relaciones pero lo cierto es que el bloqueo económico no ha dejado de intensificarse. En 1992 se aprobó la Ley Torricelli que, entre otras cosas, autoriza al presidente de EEUU a aplicar sanciones a los países que comercien con Cuba, se prohíbe el comercio con la isla a filiales norteamericanas, se prohíbe a todos los barcos que arriben a Cuba que entren en puertos norteamericanos en seis meses, y se restringen las remesas de dinero que pueden entrar a Cuba por parte de los emigrantes o de familiares. En 1995 se pone en marcha una nueva vuelta de tuerca de la ingerencia norteamericana con la ley Helms-Burton que incrementa aún más el bloqueo y establece las bases para lo que se pretende sea el futuro capitalista de la isla.

Angeles Diez Rodríguez

Anexo 2

Capitulo III de la Ley Helms-Burton (denominada por los EEUU Ley Libertad). Política hacia Cuba e Iniciativa para Nueva Cuba (Hoja informativa del Secretario de Prensa de la Casa Blanca)

El 16 de julio, el presidente Bush, mediante la suspensión del Capítulo III de la Ley de Libertad y Solidaridad Democrática Cubanas (LIBERTAD) de 1996, generalmente conocida como la Ley Helms-Burton prorrogó la prohibición de los procesos judiciales emprendidos por ciudadanos norteamericanos cuyas posesiones fueron confiscadas en Cuba.

El Capítulo III de la Ley Helms-Burton autoriza a los demandantes de Estados Unidos enjuiciar a personas o empresas que usen propiedades confiscadas en Cuba.

A continuación una traducción extraoficial de la hoja informativa de la Casa Blanca sobre el Capítulo III y de la carta del presidente Bush a los líderes congresionales:

LA CASA BLANCA

Oficina del Secretario de Prensa

16 de julio de 2002

HOJA INFORMATIVA

Política de Estados Unidos hacia Cuba y la Ley de Libertad y Solidaridad Democrática Cubanas (LIBERTAD)

Antecedentes del Capítulo III

— El Capítulo III de la Ley de Libertad y Solidaridad Democrática Cubanas (LIBERTAD) establece el derecho privado de autorizar a los peticionarios de Estados Unidos que reclaman por propiedades confiscadas en Cuba de demandar a personas o empresas (incluyendo a personas y compañías extranjeras) que «trafiquen» con esas propiedades. El «tráfico» se define ampliamente en la Ley para incluir casi todas las operaciones comerciales.

— El capítulo incluye la autoridad para dispensar la medida, si el presidente determina que la suspensión de esta provisión sirve el interés nacional de Estados Unidos y acelerará la transición a la democracia en Cuba.

— En uso de su autoridad, el presidente suspendió la aplicación del Capítulo III por seis meses adicionales, a partir del 1 de agosto de 2002. Ha informado de su determinación a las comisiones congresionales apropiadas.

Comentarios sobre la política

–El presidente se mantiene firme y plenamente comprometido a favorecer una transición rápida y pacífica a un gobierno democrático caracterizado por el completo respaldo a los derechos humanos y a la economía de libre mercado. La Iniciativa para una Nueva Cuba, emprendida por el presidente, ofrece una guía para el mejoramiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

— El presidente también permanece comprometido a emplear el embargo comercial y la restricción de los viajes como herramientas para favorecer una transición rápida. Como reiteró el 20 de mayo de 2002, la administración se opone firmemente a aflojar las sanciones contra el régimen cubano, mientras este no aplique reformas políticas, económicas y laborales de importancia y respete los derechos humanos.

— Estados Unidos sigue trabajando con sus amigos y aliados en todo el mundo para promover la libertad y la democracia para todo el pueblo de Cuba.

— El régimen cubano es un anacronismo en una región donde prevalecen la democracia y los mercados abiertos. La actual crisis política y económica en Cuba es reflejo de las cuatro décadas de políticas fallidas de Castro. La reciente movilización impuesta por el gobierno, que codificó la condición inmutable del comunismo cubano, es un reflejo de debilidad institucional y política.

— El gobierno cubano está correctamente incluido en la Lista de Terroristas del Departamento de Estado, debido a su continuo apoyo al terrorismo, incluyendo el hecho de que sigue albergando a prófugos de la justicia de Estados Unidos por delitos relacionados con el terrorismo.

— No obstante los esfuerzos de la actual ofensiva del gobierno de Castro para presentar a sus políticas de autoritarismo marxista leninista, sus tácticas de policía estatal y el completo control económico, como el resultado aceptable de la Revolución Cubana, y de alguna manera beneficiosas, el régimen cubano, debido a esas políticas, sigue siendo hostil a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos.

Iniciativa para una Nueva Cuba

–El presidente está determinado a alentar y profundizar nuestros contactos con el pueblo cubano, especialmente con los valientes activistas independientes en favor de la democracia y los derechos humanos.

— El 20 de mayo el presidente anunció en Washington, D.C. y en Miami, la Florida su Iniciativa para una Nueva Cuba. La Iniciativa pide elecciones libres, transparentes y justas en Cuba, reformas políticas y económicas genuinas, y un mayor contacto con la sociedad civil de Cuba.

— El gobierno de Estados Unidos ha creado de inmediato oportunidades de becas en Estados Unidos para los jóvenes cubanos que tratan de fortalecer la sociedad civil y/o que son miembros en desventaja socioeconómica de familias de prisioneros políticos y disidentes.

— A pesar de los obstáculos y la creciente hostilidad del régimen cubano, la Sección de Intereses de Estados Unidos ha ampliado en La Habana sus contactos con el pueblo cubano de manera novedosa.

— Estados Unidos ha solicitado formalmente el reinicio de los servicios de correo directo entre Estados Unidos y Cuba. Esto aumentará mucho el intercambio de persona a persona y favorecerá los contactos humanitarios. Estamos esperando una respuesta del gobierno cubano.

–El Departamento de Estado trabaja con la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento de Hacienda (OFAC) para ampliar los verdaderos contactos entre pueblo y pueblo, simplificar y abreviar el proceso de otorgamiento de licencias y asegurar que solamente los viajeros legítimos reciban licencia para visitar Cuba.

(Distribuido por la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://usinfo.state.gov/espanol/)

Anexo 2

Presentación en Karlov y Vary de la película Memorias del Subdesarrollo. T.G. Alea, Checoslovaquia, 1968

Creo que esta es una buena ocasión para señalar algunos aspectos de la realidad de nuestro país que pueden ayudar a la mejor comprensión del filme que van a ver.

Al cabo de casi diez años de Revolución hemos aprendido que nuestra condición de país subdesarrollado (explotado durante cuatrocientos años, primero por España y después por los Estados Unidos) no se supera, sino a costa de mucho trabajo y muchos sacrificios.

No ha sido fácil llegar a esta conclusión, pues durante los primeros años, la alegría del triunfo nos hizo creer que el paraíso estaba al alcance de la mano. Cuando hablo del paraíso no me refiero, desde luego, a la llamada sociedad de consumo; en los últimos meses, los jóvenes, que no quieren convertirse en instrumentos de la burguesía, que rechazan la alienación a través de los objetos, nos han demostrado que la sociedad de consumo no es la más indicada para rescatar los verdaderos valores humanos, para que cada hombre pueda realizarse como tal.

Hoy nuestra Revolución no pretende presentar una imagen de abundancia y mucho menos de lujo. Los valores de la Revolución no son los automóviles y los aire acondicionados, sino el hombre que lucha porque ha alcanzado un alto grado de conciencia, porque sabe que la única manera de ser libre, de salir de la explotación y del atraso es redoblando sus esfuerzos. Los valores de la Revolución son valores morales, y nuestro pueblo los tiene y sabe servirse de ellos.

El filme, creo yo, contribuye a afirmar esa conciencia -es decir, la conciencia del subdesarrollo-, premisa indispensable para construir la sociedad que queremos construir, sobre bases firmes, sin mentiras, sin engaños, sin mistificaciones. Es un filme doloroso, un filme crítico. Y si el enemigo cree que puede aprovecharse de la crítica, estamos convencidos de que más nos aprovecharemos nosotros, porque en el dolor y en la crítica se afilan nuestras armas, porque nos hacemos más sólidos, más auténticos, y nos acercamos aún más a la verdad.

Mario Benedetti. Sobre «memorias del subdesarrollo», en Marcha, Montevideo, 1968

Memorias del subdesarrollo… es una película que trata sobre el individualismo elevado al cubo, sobre la incapacidad de un individuo para adaptarse a circunstancias sociales, colectivas, pese a que tanto las motivaciones patrióticas como las socialistas, en sí mismas, podrían bastar para incorporarlo a la lucha por la reconstrucción del país y contra la amenaza de invasión en Bahía Cochinos (1961) y la Crisis del Caribe (1962). Oscilando entre dos actitudes, el protagonista se sume en un vacío que poco a poco parece devorarlo y destruirlo por completo. Por una parte, odia el pasado, representado por Batista, y cuando acompaña a sus familiares al aeropuerto -ya que se marchan del país- parece como si los escupiera del fondo de sí mismo; por otra parte, no participa en lo que está ocurriendo en Cuba. Una larga tradición individualista se lo impide. Esta no se basa únicamente en la educación habitual de la jungla capitalista, sino también en una determinada formación cultural. Se trata a la vez de un parasitismo práctico y de una tradición cultural que obliga al aislamiento. Probablemente las huellas del parasitismo sean más fáciles de borrar que las de una cultura que desconoce el significado de las palabras colectividad y solidaridad. […] La película de Alea trata, pues, de la incapacidad de un individuo para participar en una empresa colectiva. En ese sentido, es individualista, aunque en realidad nos ofrece, por decirlo así un mensaje colectivo desde una óptica individual. Es decir, la película no reitera las exigencias colectivas de la sociedad revolucionaria, sino que las aborda desde un ángulo diferente.

Películas y documentales complementarios recomendados

Viva Zapata 1952, Elia Kazan (disponible en la Biblioteca)

Queimada (1969) Gilo Pontecorvo, Italia-Francia

La muerte de un burócrata ( ) Gutierrez Alea

Dios y el diablo en la tierra del sol (1964) Glauber Rocha (Brasil)

Lucía (1968) Humberto Solás,(Cuba)

Fresa y Chocolate, Gutierez Alea

Bibliografía seleccionada

Sobre el tema:

  • Alarcón de Quesada, R. (2004) Cuba y la lucha por la democracia, ed. Hiru

  • González Casanova, P. Roitman Rosenmann, M. (Coord.) (1992) La democracia en América Latina, ed. Complutense

Sobre la película:

– Galiano, C. y Rufo Caballero, (comp.) Cien años sin soledad. Las mejores películas latinoamericanas de todos los tiempos, Editorial letras cubanas

– Forret, A. Alea, una retrospectiva crítica, cap. 5, Secuencia cinco: memorias del subdesarrollo, Ed. Letras cubanas