Traducido para Rebelión por Manuel Talens (www.manueltalens.com)
A Tribute to John Lennon, Working Class Hero ( http://irelandsown.net/lennon.html). El autor, John Tomson, es miembro de http://www.worldsocialism.org
Los socialistas consideran la canción Imagine de John Lennon como un himno de esperanza universal. Pocas otras canciones, y quizá ninguna tan famosa, han descrito la visión socialista con tanta exactitud y emotividad. Aparecida originalmente en el álbum Imagine de 1971, llegó en tres ocasiones a los primeros puestos de las listas de éxitos de Inglaterra (primero entre los discos sencillos en 1975; luego en 1981 a los pocos meses de la muerte de Lennon (ocupó el número 1 durante varias semanas) y, por fin, durante las Navidades de 1999, tras haber sido votada como letra favorita nacional y elegida segunda canción preferida de todos los tiempos en una gran encuesta sobre la mejor música del milenio.Imagine es una canción humanista por excelencia, que niega a los humanos el lugar que a menudo se adjudican a sí mismos en el universo espiritual y que, en cambio, los relega a su material y exquisitamente hermoso hogar terrenal. Lennon hace esto para impulsar a sus prójimos a unirse en la creación de un mundo que valga la pena, sin países, guerras, religión ni propiedad privada. Su deseo de compartir este mundo juntos como una auténtica «hermandad de los seres humanos» ha hecho que más de un miembro del Movimiento Socialista Mundial se haya preguntado si acaso Lennon no escribiría esta canción después de haber leído el Socialist Standard, lo cual no es una idea descabellada, puesto que después de la separación de los Beatles empezó a frecuentar con avidez la prensa radical, pero no se sabe con certeza si llegó a leer el Standard, un periódico que desde 1904 también aboga por una sociedad de propiedad compartida, sin naciones, sin clases y sin dinero.
Junto con Paul MacCartney, Lennon fundó y dio nombre a los Beatles, pero a menudo se sintió incómodo de la fama y del significado que el grupo llegó a alcanzar. De hecho, fue también Lennon quien fusionó el grupo poco antes de que saliera a la venta su single en solitario Instant Karma, cuando les comunicó a los otros miembros que pensaba marcharse.
La trayectoria personal de John Lennon está mucho más cerca del espíritu de lo que más tarde se llamaría punk rock que del pop tradicional. En primer lugar, la manera en que él y miles de otros jóvenes abrazaron el skiffle [2] en Inglaterra recuerda el camino que las bandas punk siguieron en los años setenta, a menudo de un modo similar, sin ni siquiera saber tocar sus instrumentos. En segundo lugar, las famosas payasadas de John Lennon cuando los Beatles actuaron en Alemania incluían la burla del saludo nazi y su aparición en escena con una tapa de retrete en el cuello a modo de collar. Intentos como éstos de escandalizar a menudo se asocian con la posterior era del punk. De hecho, una de las travesuras de John Lennon en su juventud había consistido en orinar desde el tejado de una iglesia de Liverpool sobre las monjas que pasaban por abajo. En tercer lugar, los chaquetones de cuero y el aspecto desaliñado de los Beatles iniciales estaban también mucho más cerca los punk rebeldes y radicales de los años setenta que la limpia imagen posterior, con trajes de ejecutivo, que exhibía el grupo.
Desde luego, John Lennon expresaba su cólera y su sentido del absurdo en las mordaces letras de sus canciones. Resulta interesante constatar que, si se dejan de lado sus breves nueve años como beatle famoso, el carácter político de sus últimos años es una extensión lógica de su época anterior a los Beatles y de la de los Beatles iniciales. Lo cierto es que a menudo se encuentran rastros de su rebeldía en las entrevistas que concedió como beatle, y su declaración de que eran más famosos que Jesucristo fue un raro aunque involuntario uso de la fama para poner patas arriba el statu quo, probablemente sin parangón alguno hasta que los Sex Pistols empezaron a blasfemar en la televisión británica doce años después. Por eso resulta posible argüir que, incluso si la escritura de John Lennon contribuyó enormemente a la melodía y al márquetin de la música pop en el siglo XX, fue una especie de «capitulación» y un alejamiento de su potencial como creador y, en particular, de su auténtica naturaleza política y crítica. Quién sabe si los admiradores de los Beatles se ofenderán al leer esto que digo, pero tratemos de imaginar lo que pensarían si, por ejemplo, una banda contemporánea de grunge como Nirvana hubiese cambiado en los años noventa su aspecto agresivo y el estilo de su música por trajes bien cortados, pelo corto y relamidas canciones de amor que les garantizaran un público internacional y la cercanía de la familia real, es decir, si hubieran adoptado un aspecto de «ricos» como hicieron los Beatles en 1962.
Es curioso que la primera canción de Lennon en un álbum de los Beatles –Please Please Me (1963)- fuese Misery, que empezaba con las palabras «el mundo me trata mal». La verdad es que Lennon lanzaba a menudo estas pequeñas bombas líricas de su auténtico yo en canciones que, por otra parte, eran perfectas gemas de la música pop que se hacían eco de las sensibilidades musicales del pop estadounidense (Beach Boys, Buddy Holly, Motown). Dado que tenía el mundo rendido a su alrededor, es posible que Lennon disfrutara utilizando sus canciones como una oportunidad para ponerle el pie encima o, tal como sugiere el título de un libro que escribiría años más tarde, para «joderlo todo» (juego de palabras que terminó por convertirse en A Spaniard In The Works) [3].
Aquellas ácidas contribuciones contrastaban bruscamente con las edulcoradas de MacCartney, cuyas canciones de amor (como la mayoría de las que cantaban los Beatles) se ocupaban de las banalidades del corazón. A pesar de que casi todas las canciones de los Beatles iban firmadas por el tándem Lennon-MacCartney, la autoría de uno y otro quedó clara cuando tras la ruptura del grupo las canciones de Lennon empezaron de inmediato (ya en 1970) a explorar temas profundamente políticos, psicológicos y existenciales, mientras que el trabajo en solitario de MacCartney siguió investigando la nostalgia y el romanticismo y, en general resulta mucho menos interesante de analizar y demasiado aburrido, con las posibles excepciones de algunas declaraciones políticas como Give Ireland Back To The Irish .
En el LP Please Please Me, Misery contrastaba con Love Me Do y P.S. I Love You, que aparecían en el mismo álbum. Incluso en una canción de amor de lo más tradicional como Ask Me Why, Lennon canta: «Si lloro no es porque esté triste, sino porque tú eres el único amor que he tenido. No puedo creer que me haya pasado esto, no puedo imaginarme un sufrimiento igual.» Así, incluso en una canción en la que el objeto de su amor está conquistado, Lennon canta desde su lado oscuro, como el pobre hombre que se asombra de haber encontrado el amor, o de que lo amen, mientras deja planear una nube incierta de duda y dolor sobre su amante. La idea general de que Lennon cantaba las canciones más cortantes queda confirmada cuando éstas se analizan, y como al parecer es verdad que MacCartney y Lennon tenían tendencia a cantar las canciones que habían escrito en solitario, no queda más remedio que deducir que fue el espíritu rebelde de Lennon quien imbuyó aquella lucha y aquel malestar en sus propias creaciones y, por extensión, en el repertorio de los Beatles.
Las canciones que escribió Lennon para el álbum With The Beatles (1963) eran todas de amor y así fue generalmente en todos los LP iniciales. En el álbum de 1964 A Hard Day’s Night, (el primer «clásico» de los Beatles) Lennon declara en la canción del mismo título que ha estado «trabajando como un perro», lo cual es toda una brevísima referencia a nuestras vidas laborales, incluso si a continuación el amor de la mujer hace que «se sienta bien». En la canción Help! del álbum homónimo de 1965, John parece describir su propio dolor en el seno de los Beatles, con la pérdida de su independencia, el aumento de su inseguridad y su necesidad de alguien que lo calme y le indique una nueva dirección (resulta interesante señalar que Yoko Ono tuvo al parecer ese efecto positivo que él buscaba en una relación).
Nowhere Man, del álbum Rubber Soul (1965), trata asimismo de la alienación, incluso si no está situada en el mundo del trabajo o del poder, pero amonesta por su pasividad a quienes se permiten ser invisibles para pasar inadvertidos y los urge (a ellos y a todos nosotros, «¿acaso él no es como tú o yo?») a que tomen el control del mundo que los rodea.
En I’m Only Sleeping, de Revolver (1966), Lennon habla otra vez de nuestras vidas precipitadas y exhibe sin reparos su pereza (los socialistas promueven «el derecho a la pereza», en contraposición con el «derecho al trabajo» de los capitalistas).
En los álbumes Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y Magical Mystery Tour (ambos de 1967), las letras de John Lennon empezaron a volverse cada vez más surrealistas (I Am The Walrus) bajo la influencia de las drogas, la cultura oriental y una obvia liberación personal, reflejada en esta declaración artística. Revolution, del White Album (1968) fue la primera canción abiertamente política de Lennon, a menudo mal entendida como apolítica o conservadora, pero que es más bien una crítica sobre todo de los maoístas y otros grupos de la izquierda radical de su tiempo, defensores de una revolución que sólo «habla de la destrucción». Al fin y al cabo, una revolución triunfante no sólo trata de la destrucción de un viejo orden, sino también de la construcción de un orden nuevo.
Para entonces, la influencia de Yoko Ono ya se hacía sentir en su música y en sus acciones. A pesar de que ella a menudo ha sido retratada como una influencia negativa en su vida, un estudio de aquel periodo sugiere lo contrario, es decir, que de verdad le proporcionó la influencia intelectual, política y estética y el permiso que necesitaba para llegar a la plenitud de su potencial creativo. A partir del momento en que la encontró, sus canciones empezaron realmente a examinar el mundo interior de los dolorosos sentimientos que experimentó de niño al perder a su madre y a mostrarlo como un genio quizá obstaculizado por los Beatles y el mundo exterior que todos debemos soportar. De hecho, incluso cuando los Beatles todavía estaban juntos, él ya publicó tres álbumes experimentales con Yoko Ono (los dos Unfinished Music y el Wedding Album, en 1968 y 1969).
Tan pronto como los Beatles fueron historia, John Lennon empezó a hacer historia con sus canciones dolorosamente honradas y políticas. En 1970, el álbum John Lennon/Plastic Ono Band fue un ejemplo. Además del par de canciones que tratan de la pérdida de su madre y de Love, una de las dos melodías más hermosas que se puedan escuchar en cualquier álbum, sea o no sea de los Beatles (la otra es Oh My Love en Imagine), empezó a explorar a lo grande temas humanistas y políticos. La convicción lennoniana de que vivía en un universo ateo se revela en diferentes lugares. Por ejemplo, en I Found Out, declara: «No hay ningún Jesús venido del cielo» y en God va un poco más lejos, pues la afirmación de que «Dios es un concepto con el que medimos nuestro dolor» hunde sus raíces en la psicología humana y en el materialismo de Feuerbach [4] y Marx. La canción Working Class Hero es un clásico ejemplo de la humillación de los obreros en entornos tales como el hogar, la escuela y el trabajo. Incluso si él era multimillonario, en ella se identificó con la situación de las masas trabajadoras y tomó plenamente conciencia de clase al cantar «Te dicen que puedes llegar a la cima / pero antes has de aprender a matar sonriendo / si deseas triunfar como los de allá arriba».
La canción Imagine, seleccionada como himno oficial por Citizens of the World, pertenece al álbum Imagine (1971). Otras canciones políticas a señalar son I Don’t Want To Be A Soldier («no quiero morir») y Give Me Some Truth («ya estoy harto de leer chorradas de políticos neuróticos, psicóticos y estúpidos, lo que quiero es la verdad, ahora»).
El LP más abiertamente político de John Lennon fue la cara A de Some Time in New York City (1972). La cara B incluía extractos de un concierto con Frank Zappa). En este álbum se encuentra su famosa declaración feminista «la mujer es el negro del mundo» («hacemos que tenga y eduque a nuestros hijos y luego la dejamos porque se ha convertido en una clueca gorda y vieja. Le decimos que su lugar está en la casa y luego nos quejamos de que es demasiado ignorante para ser nuestra amiga.»). Lennon nos pide que «pensemos en eso y hagamos algo». La siguiente canción, Sisters, O Sisters, de Yoko Ono, es otra canción feminista que llama a sus hermanas de sexo a construir un mundo nuevo porque «perdimos nuestra verde tierra, perdimos nuestro aire limpio». La tercera canción, Attica State, contra el sistema carcelario y en favor de la libertad, nos incita a «liberar a los presos, encarcelar a los jueces, liberar a todos los presos de todas partes, [pues] lo único que quieren es verdad y justicia, lo único que necesitan es amor y cuidados». Sunday Bloody Sunday y The Luck Of The Irish ridiculiza al gobierno británico («deberías tener la suerte del irlandés y entonces desearías ser inglés»). Por último, John y Yoko contribuyeron con canciones sobre los presos John Sinclair (condenado a 10 años por vender marihuana a un topo de la policía) y Angela Davis, activista negra. No fue un LP musicalmente meritorio para ser de un hombre que en otro tiempo había sido capaz de escribir Strawberry Fields Forever, pero hizo posible que Lennon le dedicase un álbum a las noticias de actualidad.
Abundan las conjeturas sobre el porqué del asesinato de John Lennon. En febrero de 2002, Klint Finlay afirmó en el sitio web www.technocult.net que Sean, el hijo de Lennon, había declarado que «quien se crea que Mark Chapman era sólo un loco que mató a mi padre debido a sus problemas personales es un idiota. O un ingenuo. O no se ha parado a pensar. A Estados Unidos le interesaba sobremanera que asesinasen a mi padre. Sin la menor duda.»
Existen diversas teorías, que van desde la conspiración al loco solitario. Las de la conspiración señalan la hipótesis de que John Lennon había sido considerado varias veces como una amenaza para la seguridad nacional, primero con Nixon y más tarde con el nuevo presidente Reagan. Varios casos documentados de vigilancia por parte del FBI y de arrestos bajo acusaciones falsas en los años setenta sirven para sostener dicha teoría. Desde luego, es verdad que John Lennon fue una figura nacional de importancia que en diferentes momentos de su vida se implicó públicamente en diversas causas políticas radicales, incluido su apoyo al IRA, un grupo trotskista, y en la defensa de varios presos.
Otros muchos también apoyan la teoría del loco solitario, pues desde niño Mark Chapman había estado recibiendo tratamiento para su esquizofrenia paranoide y sufría asimismo de numerosas ideas delirantes sobre John Lennon y Todd Rundgren. Cabe preguntarse lo siguiente: ¿Y si en realidad Mark Chapman no hubiera sido un «candidato manchurio» para un grupo secreto de funcionarios gubernamentales? [5]
La explicación más probable es otra: Lennon y los Beatles aparecieron en el momento en que acababa de interrumpirse la ceremonia de la posguerra y de la guerra fría dirigida por Kennedy de Camelot, en la cual los estadounidenses se habían unido como una piña tras un presidente mística y míticamente considerado como uno de los suyos, a la espera del futuro glorioso lleno de programas sociales que les había prometido. Y, justo cuando la nación estaba de luto por la pérdida no sólo de un hombre, sino también de sus sueños, los Beatles sirvieron de bálsamo para calmar el dolor de aquella sociedad y ayudarla a olvidar, como sólo puede hacerlo el poder del espectáculo.
Durante los años que siguieron al asesinato de Kennedy, el oponente más visible y escuchado en aquella tierra hasta entonces unida fue John Lennon. Él había sido el arcángel de la nueva sociedad y ahora se había convertido en el archienemigo, cuyos discos ardían en la hoguera de los cristianos en castigo por sus declaraciones sobre Jesucristo y que más tarde apoyó a las diversas fuerzas de oposición y de aparente destrucción. Para un joven esquizofrénico que ya sufría de ideas delirantes paranoides, John Lennon pudo haber representado el símbolo obvio de la ruptura histórica dentro de su mundo y, desde luego, es posible que todas las ideas delirantes paranoides no sean más que la proyección contra los demás «malvados» del rencor que quien las padece experimenta contra sí mismo ante la vulnerabilidad de su propia ruptura mental. La proyección hacia el exterior de dicho rencor evitaría así asumir responsabilidades personales. Todas las ideas delirantes paranoides se basan en algo de verdad. Por ejemplo, John Lennon era, de hecho, tanto el principal creador de la música pop como su mayor crítico. Él la elevó a dimensiones que incluso empequeñecieron a Elvis y luego ayudó a destruirla. Él se convirtió en una figura pública con quien se identificaban millones de seres, pero también enajenó a otros muchos millones. Él convirtió a la estrella del rock en una figura que expresaba las palabras y los sentimientos de toda una generación y llegó a ser su rostro y su objetivo, su liberador y su maldición. Una vez que entró en los hogares de cien millones de jóvenes como el símbolo del espectáculo de los nuevos medios de comunicación, también introdujo en el recinto de los padres -hasta entonces sacrosanto- la ruptura generacional, el movimiento pacifista y la amenaza comunista. Encarnó más que nadie la dialéctica de los años sesenta -por un lado la tensión entre el liberalismo y la libertad para explotar y por el otro el anticapitalismo y la libertad frente a la explotación, entre el principio del placer de Estados Unidos (ejemplificado en los Beatles) y su principio de la realidad (el mundo de la desinformación, de la riqueza imposible y del todavía más imposible poder), entre la música como entretenimiento y la música como el coro para la revolución.
Seguramente no es ninguna coincidencia que con el advenimiento de la era de Reagan, que quizá más que cualquier otra sirvió para ocultar las matanzas en el exterior y los excesos estéticos y políticos en el interior, las libertades fuesen amputadas al mismo tiempo que la mano que había ayudado a derribar el castillo de naipes. A menudo hacen falta locos para ver con extrema agudeza la locura que los rodea. Sí, Mark Chapman estaba probablemente loco, pero el asesinato de John Lennon expresó de manera inconsciente el deseo social de asesinar a otros como él (en el mundo real o sólo en la fantasía). Por eso, en la actualidad es tan fácil caer en la (a menudo falsa) teoría de la conspiración, pues la clase dirigente conspira a diario para proteger sus dominios y la clase obrera todavía no conspira para subvertirlos con más de unos pocos miles de activistas por aquí y otros pocos miles por allá. Por muchas razones, John Lennon era el objetivo perfecto, incluso si su asesinato no fue un esfuerzo concertado por el poder para quitárselo de en medio.
Lo que dejó tras de sí fue la imaginación utópica que todos compartimos, que todavía existe en un millón de cerebros y que se niega a que nadie la silencie. La canción Imagine fue incuestionablemente el momento más elevado de Lennon. Su claridad lírica y conceptual arrojó luz sobre nuestro mundo oscuro y violento. Nos impulsó a imaginar un mundo sin propiedad, sin religión, sin naciones, que viva en paz. Postuló un orden económico en el que tanto la avaricia como el hambre serían algo imposible.
Los socialistas también comparten dicha visión. Apoyan todas las causas que acercan a la humanidad hacia el objetivo de un orden económico sin clases en donde el trabajo asalariado, el dinero y la compraventa sean substituidos por personas libres que trabajan juntas para subvenir a sus necesidades, sin las coacciones impuestas por el sistema de mercado, en pocos palabras, un mundo de paz, de igualdad, de abundancia y de ecología sostenible: «Podrás pensar que somos unos soñadores, pero no somos los únicos. Ojalá un día te unas a nosotros. Y el mundo será de todos.»
Notas del traductor
[2] Skiffle, amalgama del folk estadounidense, el jazz y el rock.
[3] En el original inglés, a spanner in the works, juego de palabras intraducible. Es de señalar que la expresión popular británica to throw a spanner in the Works, literalmente «tirar una llave inglesa en el curro» -o «en el laburo», para que me entiendan en América Latina-, significa en realidad «joderlo todo». Lennon utilizó las similitudes fonéticas entre spanner y Spaniard para alterar la expresión en el título de este libro que publicó en 1965.
[4] Ludwig Feuerbach (1804-1872) , filósofo alemán situado entre Hegel y Marx. Teórico del ateísmo y crítico de la religión.
[5] Se refiere a la película The Manchurian Candidate (1962), de John Frankenheimer, con Frank Sinatra y Lawrence Harvey, rodada en plena guerra fría y basada en la novela homónima de Richard Condon, que estuvo retenida y sin estrenar durante casi veinticinco años tras el asesinato del presidente Kennedy .
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Addendum del traductor
Sobre personajes y discursos
Cuando inicié la traducción de este artículo, cuya lectura me había parecido de interés por el sesgo poco habitual con que estudia al personaje, estuve tentado por el deseo de cambiarle el título en castellano, y ello para no herir la susceptibilidad de algunos lectores de Rebelión, pues no cabe duda de que vestir la imagen pública de John Lennon con el traje de héroe de la clase obrera puede parecer no sólo excesivo, sino incluso una provocación. Al final, se impuso el respeto por el autor y traduje literalmente el título original A Tribute to John Lennon, Working Class Hero , pero deseo añadir ahora un breve comentario.
Durante los días que siguieron al asesinato de John Lennon (acaecido el 8 de diciembre de 1980, hoy hace veinticuatro años), la prensa aireó los aspectos más diversos de la vida privada del músico, entre ellos la aparente contradicción de que un activista como él, que había puesto su carrera al servicio de causas consideradas radicales en EEUU, hubiese elegido domicilio en el Dakota, uno de los edificios más caros y emblemáticos de Nueva York, junto al Central Park. Se supo también que no sólo poseía allí un apartamento, sino dos, y que el segundo estaba refrigerado y servía para guardar los abrigos de pieles del matrimonio. En cuanto a la fortuna personal de los Lennon, fue estimada en unos trescientos millones de dólares.
Con tales datos en la mano, es verdad que resulta embarazoso calificar de héroe de la clase obrera a un artista que, desde su acceso al estrellato a principios de los años sesenta, no padeció nunca las vicisitudes de dicha clase social, pues no es lo mismo ser pobre que rico, y Lennon era muy, muy rico. Sin embargo, dicho razonamiento, de tufo ético, moral, humanista o religioso, poco o nada tiene que ver con el análisis materialista que a mi entender busca el autor en su texto. El mundo en que vivimos nos ha acostumbrado subliminalmente a meter en un mismo saco la vida y la obra de los personajes públicos -una prueba de ello es el equívoco título de este artículo-, como si ambas coincidiesen siempre, tuvieran igual importancia ante la historia y se pudiesen juzgar según idéntico rasero, lo cual es un rasgo típico del pensamiento burgués. El materialismo histórico está en las antípodas de dicha tendencia, pues se interesa única y exclusivamente por las consecuencias sociales de cada acto humano y deja a un lado las consideraciones personales, que sólo incumben al individuo… y a nadie más. Por eso, a ningún marxista debería importarle si Marx dejó embarazada a su sirvienta, si Althusser asesinó a su mujer, si Picasso era un hombre insufrible o si los hijos del Che sufrieron psicológicamente a causa de la ausencia de un padre que los abandonó por la revolución, pues todo eso pertenece a la esfera de la vida privada, que cada cual gestiona como quiere… o como puede.
El caso de John Lennon no escapa a dicha lógica. Por eso, me atrevo a pedir a los lectores que se hayan sentido incómodos ante el título que por un momento olviden al personaje y se centren en Working Class Hero, esa maravillosa canción de aire dylaniano cuya letra es a mi entender mucho más valiosa desde el punto de vista político que el utópico canto a la bondad de Imagine, musicalmente hermosísima pero de un angelismo ineficaz. En Working Class Hero, muy al contrario, el cantante de Liverpool plasmó a la perfección los males del mundo y ofreció el único remedio que parece posible, la lucha. Por eso, aunque él no fuese de ningún modo un héroe de la clase obrera -a lo sumo se lo podría etiquetar de rebelde útil, en el estilo de Michael Moore-, el «discurso» de su canción sí que es, sin duda alguna, una pequeña obra maestra de arte revolucionario y, como tal, perdurará junto a otros himnos destinados a unir a las masas contra la opresión, a la misma altura que La internacional, Bella ciao, Le temps des cerises o Nicaragüita.
Working Class Hero | Héroe de la clase obrera
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As soon as you’re born they make you feel small By giving you no time instead of it all Till the pain is so big you feel nothing at all A working class hero is something to be They hurt you at home and they hit you at school When they’ve tortured and scared you for twenty-odd years Keep you doped with religion and sex and TV There’s room at the top they’re telling you still |
Ya desde que naces hacen que te sientas pequeño Porque no te dan tiempo en vez dártelo todo Hasta que el dolor es tan grande que no sientes nada Podrías ser un héroe de la clase obrera Te hacen daño en casa y te pegan en la escuela <> Después de veinte años de horror y tortura <>Te drogan con la religión, el sexo y la televisión <>Te dicen que puedes llegar a la cima Podrías ser un héroe de la clase obrera |