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Imperialismo e Instituto Lingüístico de Verano

Fuentes: La Jornada

Es un lugar común (y para algunos, simple retórica) afirmar que el imperialismo estadunidense es el enemigo de los pueblos del mundo. Sin embargo, la infinidad de métodos y técnicas, la compleja variedad de procedimientos que el gobierno de Estados Unidos ha utilizado para imponer su hegemonía no son conocidos con la profundidad debida.

La imagen glorificada de las acciones encubiertas que el cinematógrafo y los medios de comunicación masiva se han encargado de difundir es sólo una muestra manipulada y reducida de las actividades de su enorme aparato planetario de vigilancia y represión.

El gobierno de Estados Unidos trabaja con ilimitados recursos, con un gigantesco ejército de mercenarios científicos de las más variadas profesiones, aprovechando los adelantos técnicos más sofisticados. La imagen del agente de la CIA, salvando al mundo libre de cataclismos revolucionarios, oculta un hecho fundamental: el multifacético equipo intelectual que se encuentra detrás de cada agente operativo, al igual que el abigarrado conjunto de instituciones religiosas, periodísticas, culturales que están al servicio o auxilian a las agencias castrenses y de inteligencia estadunidenses. Por ello, es importante recordar la historia del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), sus características esenciales, su accionar en un sector estratégico de nuestras sociedades nacionales: los pueblos indígenas.

El establecimiento del Lingüístico de Verano está ligado a William Cameron Townsend. Este personaje se hace misionero desde 1917, trasladándose a Guatemala con el objetivo de introducir la Biblia entre los indígenas kaqchikeles. Aquí se dio cuenta que, si este texto no era dado a conocer en la lengua nativa, el trabajo de conversión era imposible, surgiendo de esta experiencia la idea de traducir este escrito en todos los idiomas de los grupos indígenas del mundo del subdesarrollo.

En 1933 visita México y recibe el apoyo de Moisés Sáenz, antropólogo protestante que le propone repetir su experiencia guatemalteca. La estancia del misionero fue definitiva en los pasos para crear un centro de adiestramiento de lingüistas jóvenes dispuestos al trabajo religioso, que se establece primeramente en Sulphur Springs, Arkansas. En 1935, Townsend y su grupo comienzan a trabajar en las zonas indígenas de nuestro país.

En 1942, el ILV inicia su incursión en las universidades, que le dan sanción científica, primeramente, en la de Oklahoma. En unos años encontramos centros de estudio de instituto en universidades de Canadá, Australia, Alemania Occidental, México, etcétera. En 1947, se inicia otra etapa en la expansión del ILV, al formarse lo que se llamó el Jungle Aviaton and Radio Service (Jaars), servicios de radio y de comunicación aérea, con pilotos con amplia experiencia militar.

Esta compleja organización se financiaba por donaciones provenientes de iglesias, individuos, fundaciones de variados orígenes, empresas trasnacionales, tales como la Shell, así como de la Agencia internacional de Desarrollo, los departamento de Estado, Salud, Educación y Asistencia Pública de Estados Unidos.

Los métodos de operación de ILV siguieron un patrón similar en todos los países, de acuerdo con las condiciones políticas, legales y locales. Los miembros de la organización debían firmar un juramento de lealtad, que se renovaba cada seis años. Para entrenarse, trabajaban en equipo de dos personas, con frecuencia matrimonios, con estudios universitarios y una bien probada capacidad de entrega religiosa. Donde se instalaban construían una vivienda (no necesariamente modesta, como lo observamos en Chiapas) y con la infraestructura necesaria de comunicación y transporte con una base central regional. Por medio de informantes asalariados, generalmente jóvenes, los misioneros se introducían en el lenguaje y en la cultura del grupo. Los informantes eran entrenados de tal manera que se transformaban en los primeros conversos que iniciaban o auxiliaban una campaña religiosa e ideológica con los materiales preparados por el ILV. Estas publicaciones eran generalmente himnos protestantes o mitos nativos, convenientemente distorsionados, según los intereses ideológicos de los misioneros.

La distribución mundial de este organismo, en la década de los setenta, era la siguiente: en 1977, reunía 3 mil 700 personas trabajando en 675 lenguas en 29 países de África, América Latina, Asia y Oceanía. Se instaló en Guatemala, Perú, Bolivia, Venezuela, Brasil, Honduras y Panamá. Trabajó intensamente en Vietnam, Kampuchea y Filipinas, precisamente en los tiempos en que estos pueblos libraban luchas de liberación; un misionero afirmaba mesiánicamente: Hemos reforzado nuestras líneas con nuevos miembros; hemos entrado en nuevas tribus y miramos hacia Dios para poder comprar un nuevo cuartel general en Saigón y nos confiamos en Él para avanzar en Kampuchea y otras nuevas tribus. Él nos guía.El contenido ideológico de los materiales elaborados y distriubuidos por el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), así como su acción en los ámbitos económico, político, y social, conformaban una estructura coherente, cuyo sustrato ideológico era de carácter religioso, aunque respondía a una concepción política definida. El énfasis de su ideología se ubicaba en: 1) inculcar y reforzar el individualismo y el voluntarismo recalcitrantes, desterrando toda idea de organización comunitaria y solidaridad social; 2) fomentar la sumisión y el desinterés por la lucha política. Un misionero del ILV condenó en Chiapas la lucha por la tierra, aduciendo que era pecado de envidia.

El ILV se estructuraba hacia fines de la década de 1940 en tres secciones complementarias; una en Estados Unidos, Canadá y Alemania Occidental que publicaba los materiales religiosos; otra sección o Instituto Lingüístico de Verano, que llevaba al cabo los trabajos técnicos, lingüísticos, y la preparación de misioneros; la tercera, de transporte y comunicación.

El ILV era claro en sus mensajes ideológicos respecto de la lucha social: Si alguno de ustedes es asesinado por los caciques, la responsabilidad de los que sobreviven es enterrar a los muertos. No deben ejercer venganza. Dios es quien estableció autoridad de los caciques sobre nosotros. Por tanto, debemos rezar por ellos. Forman parte de un plan divino… Dios tiene el control de las cosas y siempre trabaja por el bien de nosotros. No es posible que alguien nos mate antes de que Dios ordene nuestro regreso a su reino. Si somos muertos, debemos pensar que ello forma parte de los deseos del Señor, puesto que Él está sobre todas las cosas.

También los misioneros trataban de reforzar el papel del trabajador ideal para el capital: una frase de un material aconseja a los niños indígenas: “Siempre que uno quiere trabajar con gusto sino con desgano le pasan las cosas… obedezcan siempre, para que sean buenos trabajadores cuando sean grandes”.

Otra tarea que cumplían los misioneros de ILV era apoyar e idealizar los aparatos políticos, administrativos y representativos de los estados huéspedes. El Estado mexicano era representado como democrático, soberano, protector, misericordioso con los pobres.

El ILV también cooperaba en la introducción de productos de las trasnacionales a las regiones indígenas, fomentando el consumismo superfluo. El ILV distribuía un cuadernillo dedicado a madres indígenas que incluía 36 recetas, de entremeses a postres, con ingredientes fáciles de conseguir, como camarones, champiñones, crema de leche y otras delicadezas.

En su inocente trabajo de evangelización de los nativos del mundo, la única mención que se hace de un país extranjero es la de Estados Unidos, representado como el paraíso hecho realidad en la Tierra, la sociedad ideal del pueblo escogido por Dios.

La influencia y la penetración cultural eran evidentes en los conversos de las zonas que visitamos en México, durante la investigación del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales AC, así como constatamos las tareas de investigación, recopilación de información, vigilancia y comunicación, en el campo de entrenamiento para la sobrevivencia en la selva.

Los lingüistas investigaban cómo cruzar ríos en épocas de crecidas, los alimentos y las formas de vida adecuadas, las medicinas locales, rutas, etcétera. La utilización de esta indagación para la lucha antiguerrilla era evidente, así como la participación del ILV en la represión de movimientos populares. El caso más conocido es el de Planas, en Colombia, región ocupada por los guajibos, quienes organizaron un amplio movimiento de masas para defender sus tierras en 1970, ante el despojo violento de sus recursos por parte del Estado colombiano y la Agencia Internacional del Desarrollo. El ILV tuvo una participación muy destacada en el apoyo aéreo y de radio a las tropas encargadas de limpiar de indígenas la zona.

Por otro lado, el ILV jugó un papel para las trasnacionales de los recursos naturales y estratégicos. Incluso en mapas era notoria la sobreposición de regiones controladas por el Lingüístico de Verano y los proyectos extractivos de las compañías trasnacionales. En Ecuador, ocupaba las mismas regiones que la Georgia Pacific y la Texaco-Gulf. En Colombia, el ILV fue asociado al tráfico y la producción de mariguana, al tráfico de diamantes y minerales, a la exportación de flora y fauna hacia Estados Unidos. Los misioneros, paralelamente, llevaban al cabo compañas de otro tipo, como la esterilización de mujeres ­indígenas.

Así, hemos sido testigos de la multifacética utilización del ILV para los fines estratégicos y tácticos del imperialismo. Este organismo invadió los territorios de pueblos originarios y coordinó sus actividades con los gobiernos locales de acuerdo con un proyecto global. No está de más recordar esta historia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.