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Iraq y la traición a un pueblo

¿Impunidad perpetua?

Fuentes: Brussells Tribunal

Traducido para Brussells Tribunal por Bea Morales

La historia reciente de Iraq incluye dos acontecimientos trascendentales: la invasión de Kuwait por parte de Iraq el 2 de agosto de 1990 y la invasión de Iraq por parte de Estados Unidos y Reino Unido el 19 de marzo de 2003. En el mejor de los casos sería cuestionable si los dirigentes políticos van a obtener alguna lección de estos acontecimiento. Se sigue cometiendo una gran injusticia con los iraquíes. A principios de 2013 el peligro para la vida humana y el caos siguen siendo una parte cruel de la realidad de Iraq. El sufrimiento colectivo de una nación es a todas luces completamente generalizado. No se puede ocultar.

El rompecabezas iraquí de la vida confirma una cantidad interminable de tragedias

Desde la invasión británico-estadounidense de 2003 la tensión étnica y el sectarismo se han convertido en un elemento fundamental de la política iraquí, una polarización de las relaciones entre los grupos que los iraquíes nunca habían conocido antes. Esto explica gran parte de la espantosa criminalidad existente, entre la que se incluye el asesinato, los secuestros, la destrucción de la propiedad y, lo que es más notable, las deterioradas relaciones entre Bagdad y los tres gobernorados kurdos del norte del país.

Desde la época de la guerra, las sanciones y la ocupación del antaño puntero sistema sanitario de Iraq prácticamente se ha venido abajo. Han vuelto a aparecer a gran escala la desnutrición y enfermedades que casi se habían olvidado en Iraq, como las infecciones respiratorias, el sarampión, la fiebre tifoidea y la tuberculosis. La planificada destrucción de las instalaciones de agua y de servicios sanitarios, en especial durante la guerra de 1991, así como la recurrente falta de medicamentos durante todo el periodo de las sanciones y después de la invasión de 2003 hizo que el malestar, la morbosidad y la mortalidad aumentaran significativamente en todo el país (OMS).

El uranio empobrecido (la munición capaz de perforar y radiactiva) y el fósforo blanco utilizados por el ejército estadounidense en 1991 y 2003 han provocado graves peligros sanitarios y medioambientales en Iraq. A principios de 2000 el gobierno estadounidense trató de impedir que la OMS investigara zonas del sur de Iraq en las que se había utilizado uranio empobrecido. También rechazó que hubiera causalidad alguna en el incremento del cáncer de pulmón, la leucemia y de los defectos de nacimiento congénitos. Afortunadamente, los esfuerzos nacionales e internacionales no han impedido la recopilación de más pruebas para mostrar la relevancia de esos contaminantes de guerra.

Un informe sobre salud mental elaborado por el gobierno iraquí en 2009 concluía que los desplazamientos masivos, un clima de miedo, la tortura, la muerte y la violencia habían contribuido a la elevada proporción de enfermedades mentales en el país. Esto refleja lo que había observado un anciano en Mosul: «Primero destruyeron nuestra economía y ahora están tratando de matar nuestras mentes».

Se afirma que Iraq posee las terceras reservas de petróleo más grandes del mundo. Sin embargo, sus actuales exportaciones de petróleo permanecen por debajo de la media de exportación de 2,2 millones de barriles al día que Iraq había logrado comercializar en los años de las sanciones. Entre las causas de ello están el sabotaje de los oleoductos, la corrupción, la incapacidad para rehabilitar las instalaciones de petróleo en la era posterior a la invasión y la resistencia iraquí a entregar la explotación de petróleo a los intereses extranjeros (PSAs).

Es un país inmensamente rico en petróleo, pero el 22.9% de los aproximadamente 33 millones de iraquíes han estado viviendo en la pobreza y muchos más tienen que sobrevivir en unas condiciones de vida cercanas a la pobreza. El PIB per capita al año (2011) ascendía a solo 2.640 dólares (Banco Mundial). Transparencia Internacional clasificaba la corrupción del sector público de Iraq entre las más altas del mundo, en el puesto 169 de 176 países (2012).

En su calidad de presidente de la Comisión de Integridad iraquí Rahim Hassan al-Uqailee escribió en una carta abierta al Comité Anticorrupción del Parlamento iraquí (2011): «La lucha relacionada con el robo de dinero al Estado y a sus propiedades es la parte tácita de la lucha de poder en Iraq hoy».

A pesar del despreciable abismo existente entre pobres y ricos, las autoridades iraquíes firmaron en 2011 un acuerdo con el gobierno estadounidense para comprar 18 aviones de combate F-16 ¡a un coste de 3.000 millones de dólares! En aquel momento casi una cuarta parte de la población iraquí vivía en la pobreza y la tasa de paro superaba el 28% (ONU).

En Oriente Próximo existe el siguiente dicho: «Los egipcios escriben, los libaneses imprimen y los iraquíes leen». Antes de la invasión de Kuwait por parte de Iraq en agosto de 1990, Iraq tenía una de las tasas de alfabetismo más altas de Oriente Próximo.

Las sanciones cambiaron esto

Un informe del Banco Mundial y del gobierno de Iraq (2007) demostraba que «casi el 23% de los iraquíes eran analfabetos», 5 millones de niños y niñas en edad escolar no asistían a la escuela y las diferencias de género en la educación se habían vuelto graves. Desde 2003 se han producido otros hechos graves en el sector educativo: el factor sectario ha encontrado la manera de introducirse en el sistema escolar, lo que ha afectado fundamentalmente a los estudiantes sunníes y chiíes, y, lo que es más preocupante, como señala una publicación de la Universidad de Gante y del Tribunal Brussels: «La clase intelectual y técnica de Iraq ha sido objeto de una campaña sistemática de intimidación, secuestro, asesinatos aleatorios y selectivos». Las condiciones en Iraq «recuerdan a las de un ‘educidio’ o genocidio de los sectores educativos de la sociedad iraquí».

En los últimos años los iraquíes se han enfrentado a otros peligros graves y que suponen una amenaza para sus vidas:

«[…] Desde la invasión dirigida por Estados Unidos en 2003 Iraq se ha convertido en un lugar de tránsito del tráfico de hachís y heroína desde Irán y Afganistán», según la ONU. El ministerio de Sanidad iraquí confirma que los «índices locales de adición están aumentando a ritmo constante» mientras que antes Iraq estaba libre del problema de consumo de drogas.

Durante los trece años de las sanciones y en los años posteriores fue difícil obtener materiales de construcción para construir más viviendas, lo que tuvo como resultado que la cantidad de hogares superpoblados aumentara de manera pronunciada lo que, a su vez, fomentó la violencia doméstica, de la que a menudo eran víctima las mujeres. Un informe de la ONU calcula que «una de cada cinco mujeres iraquíes padece malos tratos domésticos».

Las guerras y la violencia han cambiado de forma sustancial el perfil demográfico y social de Iraq

El ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales iraquí señala (2011) que aproximadamente 4.5 millones de niños iraquíes han perdido a sus padres (¡la espeluznante cantidad del 14% de la población iraquí son huérfanos!). Un 70% de estos niños y niñas quedaron huérfanos a raíz de la invasión de 2003. Se nos dice que unos 600.000 de estos niños y niñas viven en las calles y solo unos pocos en los dieciocho orfanatos que existen en el país. Hay que recordar que tradicionalmente Iraq no ha necesitado orfanatos ya que las amplias familias se hacían cargo de quienes habían perdido a sus padres.

La dictadura, las guerras, las sanciones y el crimen han cambiado esto

Se calcula que en Iraq aproximadamente un millón de hogares tiene como cabeza de familia a una mujer, la mayoría de las cuales son viudas, víctimas del conflicto armado y de la violencia sectaria (ICRC/2010).

Durante los años de las sanciones los iraquíes se enfrentaron a una nefasta realidad de limitaciones financieras punitivas, además de a unos daños físicos, mentales, económicos y sociales extremos. Desde 1990 hasta 1996, año en que entró en funcionamiento el Programa Petróleo por Alimentos, se congelaron todas las cuentas bancarias extranjeras de Iraq y no se le permitió vender petróleo en el mercado internacional. El pueblo iraquí se volvió casi completamente dependiente de la escasa ayuda exterior, algo muy distinto de una supervivencia digna.

El Programa Petróleo por Alimentos (1996-2003), que supuestamente era una exención «humanitaria» pero que se financiaba completamente (¡!) con el dinero del petróleo iraquí limitado por las sanciones, era poco más que un programa de suministros infradotado de fondos. De un total de 64.000 millones de dólares procedentes de los ingresos del petróleo, 19.000 millones de dólares se transferían a una Comisión de Indemnización de la ONU (UNCC, por sus siglas en inglés) en Ginebra. En aquel momento la tasa de mortalidad infantil de 130 casos por 1000 era una de las más altas del mundo. Esta transferencia [de dinero] a la UNCC era para indemnizar a individuos, compañías y gobierno, especialmente el gobierno de Kuwait, por las reclamaciones resultantes de la invasión de Kuwailt por parte de Iraq. Si hubiera habido alguna autoridad moral en el Consejo de Seguridad de la ONU, se hubieran pospuesto gran parte de estas indemnizaciones, ¡lo que habría evitado que murieran muchos niños y niñas iraquíes!

Durante seis años y medio solo se pudo disponer de 43.000 millones de dólares para hacer frente a las necesidades de 23 millones de iraquíes, ¡una miseria! De esta cantidad, en realidad solo 28.000 millones de dólares [1] se dedicaron a este fin. Las causas principales de ello fueron la microgestión y la extrema burocratización del Programa Petróleo por Alimentos del Consejo de Seguridad de la ONU, además del bloqueo deliberado por parte de Estados Unidos y Reino Unido de la mayor parte de los artículos que necesitaba el pueblo de Iraq.

¡El programa humanitario de la ONU no se creó para que funcionara!

El resultado final de ello fue que el valor en bienes humanitarios per capita al día del que en realidad se beneficiaron los iraquíes ascendió a 51 céntimos de dólar, una ignominiosa realidad de la que en gran parte fueron responsables los gobiernos estadounidense y británico.

A fecha de octubre de 2012 Iraq ha pagado 38.700 millones de dólares en indemnizaciones a las tres partes señaladas antes. Hasta la fecha la comunidad internacional ha ignorado la justa reivindicación actual de los iraquíes de que es el momento de que ellos, a su vez, obtengan indemnizaciones del extranjero por la devastación provocada por la guerra, por la contaminación del aire, el agua y la tierra, y por la destrucción de las tierras cultivables, de las infraestructuras físicas, de las instalaciones de agua potable, sanitarias y eléctricas.

Esto constituye un intolerable e inaceptable doble rasero

En marzo de 2003, al final del gobierno de Saddam Hussein, la carga total de la deuda de Iraq se calculaba entre 50.000 y 80.000 millones de dólares. Los 19 miembros del Club de París, la mayoría de ellos europeos, identificaron la deuda de Iraq para con ellos en 38.900 millones de dólares. Otros acreedores de Iraq son fundamentalmente países árabes (GCCC).

Los detractores de la prueba de la destrucción voluntaria de la herencia de Iraq, de su cultura, del saqueo; de las enormes violaciones del derecho nacional e internacional, de la desinformación e informaciones erróneas, del crimen, la brutalidad, el desprecio de las preocupaciones humanas fundamentales y de los principios éticos o bien rechazarán estas acusaciones por ser absurdas, ideológicas y estúpidas, o permanecerán callados. ¡Aun siendo lamentable, no tiene nada más que ofrecer! En nombre de la democracia insisten en que el infame panorama general, su panorama general, justificó los medios.

No comprenden lo que verdaderamente implican la democracia y la humanidad. No se trata de patatas fritas y cocacola, sino de la seguridad humana y de la oportunidad de modelar la propia vida en el derecho a tener las necesidades básicas cubiertas y a vivir sin temor.

Iraq, uno de los mayores propietarios de petróleo y gas del mundo, no debería tener problema alguno en ofrecer esta vida a su pueblo. En vez de ello, Iraq se ha convertido en un Estado fallido, que rivaliza en mayor nivel de misera con otros países desfavorecidos como Afganistán, Somalia y, por supuesto, el Estado de Palestina.

El impacto global de estos elementos en la vida en Iraq constituye un drama humano indescriptible. Sin embargo, no se va a permitir a quienes lo han perpetrado descansar eternamente y asumir que sus crímenes simplemente van a esfumarse en el lejano horizonte de ninguna parte. Prevalecerá la responsabilidad por estos crímenes.

Los esfuerzos de la Comisión de Crímenes de Guerra de Kuala Lumpur (KLWCC, por sus siglas en inglés) fundada en 2005 por Tun Dr. Mahathir, primer ministro de Malasia entre 1981 y 2003, son un paso en esta dirección. La Comisión ha estado trabajando durante varios años para elaborar un impresionante volumen de pruebas a partir de documentos legales y de testimonios de víctimas. Este material, cuidadosamente revisado por el Tribunal de Crímenes de Guerra de Kuala Lumpur, permitió al Tribunal sentenciar en noviembre de 2011 y mayo de 2012 que existe culpabilidad a los niveles más altos de gobierno en Estados Unidos y Reino Unido por crímenes de guerra y crímenes de tortura. ¡Posiblemente esto no sea una sorpresa para George W. Bush y Anthony Blair!

El veredicto del Tribunal fue que ambos dirigentes y sus asesores de más alto nivel habían cometido graves crímenes contra la paz «ya que planearon, prepararon e invadieron la soberanía del Estado de Iraq en violación del derecho internacional y cometieron crímenes de tortura y crímenes de guerra ignorando las Convenciones de Ginebra y la Convención contra la Tortura de la ONU» [2].

¡Lo visto, visto está! ¿Cuánto puede soportar un pueblo?

El año 2013 debe convertirse en el año en el que estos perpetradores vean como acaba su impunidad, especialmente aquellos que fueron determinantes en la creación de décadas de sufrimiento iraquí. El debido proceso tiene que ser para todo el mundo, iraquíes y no iraquíes, ¡el enfrentarse a la justicia, sin embargo, no debe ser solo para los perdedores!

El público internacional, como «poder desde abajo», intensificará sus esfuerzos durante este décimo aniversario de la ilegal invasión de Iraq para asegurar al pueblo iraquí que no está solo en su búsqueda de reparaciones.

Notas:
[1] Se calcula que durante los años de la ocupación estadounidense de Iraq el coste mensual del mantenimiento de las tropas [estadounidenses] en Iraq era de 12.000 millones de dólares. En otras palabras, el dinero del Programa Petróleo por Alimentos del que dispusieron los iraquíes para sobrevivir durante seis años y medios ¡equivalía al coste de menos de tres meses de mantenimiento de las tropas estadounidenses en Iraq!
[2] Véase Kuala Lumpur War Crimes Tribunal – Case 1 and Case 2: Judgements of 22 November 2011 and 11 May 2012 (ISBN 978-937-10817-1-6 and ISBN 978-967-10817-2-3)

Hans von Sponeck fue asesor del Secretario General de las Naciones Unidas y Coordinador de la Ayuda Humanitaria para Iraq.
Fuente original: http://www.brussellstribunal.org/article_view.asp?id=759#.USVFd_Lf-i9