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Presente en Faluya

Informe de un testigo presencial sobre el horror en Faluya

Fuentes: The Ester Republic

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Historias de horror -incluyendo el uso de napalm y de armas químicas por los militares de EE.UU. durante el sitio de Faluya- continúan a salir poco a poco de los escombros de la ciudad demolida, portadas por refugiados agotados que han tenido la suerte de escapar de su ciudad.

Un camarógrafo de la Corporación Libanesa de Difusión (LBC, por sus siglas en inglés) que fue testigo de los primeros ocho días de combate relató lo que consideraba como atrocidades. Burhan Fasa’a ha trabajado para LBC durante toda la ocupación de Irak.

«Entré a Faluya cerca del barrio Julan, que queda cerca del Hospital General», dijo durante una entrevista en Bagdad. «Había francotiradores estadounidenses sobre el hospital disparándole a todo lo que se movía».

Fuma, nervioso, durante toda la entrevista, estremecido todavía por lo que presenció.

El 8 de noviembre, los militares permitieron que mujeres y niños abandonaran la ciudad, pero a ningún hombre. No se le permitió que entrara a la ciudad a través de uno de los numerosos puntos de control, así que navegó alrededor de la ciudad y logró entrar, peligrosamente, caminando por un área rural cerca del hospital principal, tomando luego un pequeño bote a través del río para filmar desde el interior de la ciudad.

«Antes de encontrar el bote, me encontraba a 50 metros del hospital desde el que francotiradores estadounidenses disparaban a todo lo que veían», dijo, «pero logré entrar».

Contó que los bombardeos de aviones estadounidenses eran tan intensos y constantes que raramente transcurría un minuto sin que el suelo temblara por los estallidos.

«Los estadounidenses utilizaron bombas muy pesadas para quebrar el espíritu de los combatientes en Faluya», explicó, luego, alzando los brazos, agregó: «¡Bombardeaban todo! ¡Quiero decir todo!»

Lo mismo continuó durante los dos primeros días, dijo, luego en el tercer día, columnas de tanques y otros vehículos blindados entraron en acción. «Inmensas cantidades de tanques y vehículos blindados y soldados trataron de entrar al lado norte de Faluya», dijo. «Pero filmé por lo menos doce vehículos de EE.UU. que habían sido destruidos».

Sin embargo los militares no habían logrado penetrar en Faluya, y recomenzaron los bombardeos.

«Vi a por lo menos 200 familias cuyas casas habían caído sobre sus cabezas por causa de las bombas estadounidenses», dijo Burhan mientras baja la vista y un trozo largo de ceniza cuelga de su cigarrillo. «Los faluyanos ya necesitaban de todo. Quiero decir que no tenían ni alimento ni medicinas. Vi una inmensa cantidad de gente muerta en la parte norteña de la ciudad, y casi todos eran civiles.»

Ahora comienza a contar una historia tras otra de lo que vio durante la primera semana del sitio.

«Los muertos fueron enterrados en jardines porque la gente no podía abandonar sus casas. Había tanta gente herida, y sin suministros médicos, la gente moría debido a sus heridas. Toda persona en la calle era un objetivo para los estadounidenses; incluso vi a tantos civiles que habían muerto a tiros.»

Mira por la ventana y respira profundamente varias veces. Luego dice que a la mayoría de las familias ya se les había acabado la comida. Las familias iban furtivamente por las casas cercanas buscando alimentos por doquier. Hace tiempo que habían cortado el agua y la electricidad.

Los militares exhortaban por altavoces a las familias a que se rindieran y salieran de sus casas, pero Burhan dijo que todos tenían demasiado miedo para abandonar sus hogares, así que los soldados comenzaron a volar las puertas de las cosas y realizaron allanamientos.

«¡Los estadounidenses no llevaban intérpretes, así que entraban a las casas y mataban a la gente porque no sabía inglés! Entraron a la casa en la que estaba yo con 26 personas, y mataron a algunos sólo porque no podían comprender una palabra de inglés. Noventa y cinco por ciento de las personas muertas en las casas que vi fueron matadas porque no podían hablar inglés.»

Sus ojos se entrecerraban, así que encendió otro cigarrillo y continuó hablando.

«Los soldados pensaban que la gente rechazaba sus órdenes, así que le disparaba. ¡Pero la gente no los comprendía!»

Se las arregló para seguir filmando batallas y escenas del interior de la ciudad, algunas de las cuales logró vender más tarde a Reuters, unas pocas secuencias de su material. LBC, explicó, no quiso mostrar ninguna de las cintas que les presentó. Había logrado pasar clandestinamente la mayoría de sus grabaciones fuera de la ciudad antes de que le quitaran su equipo.

«Los estadounidenses me quitaron todo mi equipo de filmación cuando lo encontraron. Vi a un soldado que le quitaba dinero a un niño delante de todos en nuestra casa.»

Burhan dijo que cuando los soldados se dieron cuenta de que era periodista, lo trataron peor que a los demás que estaban en la casa en la que se habían refugiado. Lo detuvieron, junto con varios hombres, mujeres y niños.

«Me golpearon y me maldijeron porque trabajo para LBC, y luego me interrogaron. Estaban tan furiosos por las emisoras al-Yazira y al-Arabia.»

Lo retuvieron tres días, durmiendo en el suelo, sin frazadas, como a todos los prisioneros en un campo de detención dentro de un campo militar en las afueras de Faluya.

«Arrestaron a más de 100 en mi área, incluyendo a mujeres y niños. Teníamos un solo servicio higiénico que estaba frente a donde estábamos todos, y todos se avergonzaban por tener que usarlo en público. No había privacidad y los estadounidenses nos obligaban a usarlo con las esposas puestas.»

Dijo que quería hablar más sobre lo que vio dentro de Faluya durante los nueve días que estuvo allí.

«Vi bombas de racimo por todas partes, y tantos cuerpos que habían sido quemados, muertos sin que hubiesen balas en sus cuerpos. Así que definitivamente usaron armas incendiarias, especialmente en el distrito Julan. Vi tantas veces a francotiradores estadounidenses disparando contra civiles. Vi a un francotirador estadounidense en el minarete de una mezquita disparando a todo lo que se movía.»

También presenció algo de lo que han hablado numerosos refugiados de Faluya:

«Vi a civiles tratando de nadar al otro lado del Éufrates para escapar, y a todos los mataron los francotiradores estadounidenses desde el otro lado del río.»

La casa en la que estuvo antes de que lo detuvieran se encontraba cerca de la mezquita en la que el camarógrafo de NBC filmó la ejecución de un anciano iraquí herido.

«La mezquita en la que le tiraron al hombre herido que filmó el camarógrafo de NBC – está en el barrio Jubail – yo estuve en ese barrio. Gente herida, desarmada, utilizaba esa mezquita para salvarse. Puedo asegurarle que no había armas de ningún tipo porque yo estuve en esa mezquita. La gente sólo se escondía allí para protegerse. Es todo.»

Presenció personalmente otro evento horrible sobre el que informaron muchos de los refugiados que llegaron a Bagdad.

«El martes 16 de noviembre, vi a tanques que pasaban por sobre los heridos en las calles del barrio Jumariyah. Hay allí una clínica pública, así que la llamamos la calle de la clínica. Había habido una dura batalla en esa calle, así que había unos veinte cuerpos de combatientes muertos y algunos civiles heridos frente a esa clínica. Yo estaba ahí en la clínica, y a las 11 de la mañana del día 16 vi a tanques que pasaban por sobre los heridos y los muertos que estaban allí.»

Después de otra larga pausa, mira afuera por la ventana durante un momento. Mirando todavía por la ventana, dijo: «Durante los nueve días que estuve en Faluya, todos los hombres, mujeres, niños y ancianos heridos… ninguno de ellos fue evacuado. Todos sufrieron hasta morir, o sobrevivieron de alguna manera».

Según la Media Luna Roja Iraquí, que logró llevar tres ambulancias a la ciudad el 14 de noviembre, por lo menos 150 familias quedaron atrapadas en la ciudad. Una familia sobrevivía colocando arroz en agua contaminada, dejándolo ahí durante dos horas, y comiéndolo después. No ha habido electricidad o agua potable durante un mes en Faluya.

La gente que está allí está enterrando trozos de cuerpo de personas que han sido destrozadas por las bombas, así como esqueletos de muertos porque los perros se han comido su carne.

Los militares calculan que 2.000 personas fueron muertas en Faluya, pero afirman que la mayoría eran combatientes. El personal de ayuda y la gente local, sin embargo, creen que la vasta mayoría de los muertos fueron civiles.

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