Decenios de sanciones de la ONU tras la ofensiva contra Kuwait en 1990 y más de siete años de invasión y ocupación han puesto de rodillas a la que fuera potencia regional. Pese a que tras el anuncio del final de las misiones de combate de EEUU en Irak, el primer ministro, Nuri al-Maliki proclamó […]
Decenios de sanciones de la ONU tras la ofensiva contra Kuwait en 1990 y más de siete años de invasión y ocupación han puesto de rodillas a la que fuera potencia regional.
Pese a que tras el anuncio del final de las misiones de combate de EEUU en Irak, el primer ministro, Nuri al-Maliki proclamó tajante que su país volvía a ser «soberano e independiente», la realidad se impone, como recuerdan los analistas.
El politólogo Ihssan al-Chammari, de la Universidad de Bagdad, considera un sarcasmo considerar independiente a un país donde permanecerán en bases estratégicas 50.000 soldados estadounidenses.
«La retirada ha sido simbólica», insiste este experto, situándola en el marco del compromiso adquirido en su día por el presidente Obama. «Y eso queda claro cuando hace el anuncio oficial. Su discurso desde la Casa Blanca está destinado a los americanos, no a los iraquíes», dijo.
Hamid Fazel, profesor de Ciencias Políticas en la misma universidad, coincide en que la supuesta soberanía iraquí se contradice con el papel preponderante que Washington sigue jugando en el país, y pone el acento en la cuestión de la seguridad. «Irak sigue necesitando el escudo americano. El país es incapaz de protegerse de eventuales ataques exteriores», apunta.
Aziz Jabr, profesor en la Universidad Mustansiriya, insiste en la debilidad de Irak en la región. «Irak no tiene capacidad de disuasión alguna frente a Irán, Turquía, Siria o Arabia Saudí», recuerda, para citar al jefe del Estado Mayor iraquí, Babaker Ebari, quien ha señalado recientemente que sus soldados no estarán preparados antes del año 2020.
En el plano interior, y oficialmente, el fin de la misión de combate cede al Gobierno de Bagdad la lucha conta la resistencia en un contexto de impasse político en ausencia de gobierno medio año después de las elecciones.
Jabr destaca la ineficacia de los servicios de inteligencia, «capaces de recoger información pero no de analizarla».
Más allá de la influencia estadounidense, la soberanía de Irak está asimismo comprometida por el hecho de que el país sigue bajo el régimen de sanciones del Capítulo VII de la ONU.
20 años después de la guerra contra Kuwait, Irak sigue pagando sanciones draconianas a instancias del Consejo de Seguridad. Así, continúa abonando el 5% de sus beneficios petroleros en un fondo especial de la ONU como reparaciones de guerra, que se elevan a 50.000 millones de dólares.
Todo ello en una economía arruinada tras siete años de ocupación y con un vasto proceso de privatización del sector petrolero que puede ser, en caso de que la ley de hidrocarburos se apruebe, la puntilla para el otrora pujante país árabe.