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Entrevista de Silvia Cattori con Subhi Toma

Irak: «La resistencia aumenta día a día»

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Juan Vivanco

Subhi Toma, que sufrió prisión con régimen de Sadam Hussein, no aceptó que Estados Unidos derrocara a las autoridades de su país. Hoy reclama la retirada de las tropas de ocupación, alerta a la opinión pública sobre las graves vulneraciones de los derechos humanos y llama a apoyar la resistencia patriótica iraquí. S.C.
Silvia Cattori: ¿Los iraquíes lo han perdido todo?
Subhi Toma: Sí, lo han perdido todo. Su país está en una situación espantosa. La mayoría de los iraquíes padecen esta guerra como un crimen abominable. Un crimen que ha destruido una nación, ha desmembrado un país, la Mesopotamia que era su orgullo. Ya no queda estado, no queda nada. Los estadounidenses han reducido Mesopotamia a una amalgama de tribus, milicias y comunidades religiosas, han desmantelado las estructuras del estado, han aniquilado la administración. Los iraquíes están indefensos ante las enfermedades que han aparecido, mientras que antes había en Irak un sistema de salud muy avanzado. Los médicos son asesinados, se ven obligados a exiliarse. La gente sólo dispone de cuatro horas de electricidad diarias. La contaminación ambiental debida al uso por el ejército angloamericano de armas prohibidas, como el uranio empobrecido y el fósforo blanco, es tremenda. A causa del bombardeo de las depuradoras, tan sólo el 40% del agua sigue siendo potable. La ocupación ha arrojado a los niños a la calle. El 40% de los niños iraquíes ya no van a la escuela. Están expuestos a toda clase de abusos, sobre todo en las cercanías de las bases militares de los ocupantes, adonde los soldados han traído consigo drogas y prostitución.
SC: ¿Ha vuelto a Irak?
ST: Regresé a Iraq el 3 de mayo de 2003. Bagdad acababa de padecer tres semanas de bombardeos. El 1 de mayo Bush declaró: «La guerra ha terminado». Vi cómo las bandas de saqueadores asaltaban los bancos. Eran cuadrillas de árabes de todos los pelajes, entrenados en bases militares estadounidenses -de Hungría, Rumanía y Polonia- y llevados a Irak por el ejército con este fin. Vi cómo los soldados, desde los tanques, les hacían señas incitándoles a saquear y destrozarlo todo. Saquearon todos los tesoros de los museos, vaciaron las cajas de los bancos. No me estoy inventando nada, otros también lo vieron y lo han contado.
SC: ¿Eran las mismas bandas que mostraron las televisiones destruyendo los símbolos del régimen de Sadam Hussein, para hacernos creer que había iraquíes contentos con la llegada de las tropas invasoras?
ST: Esas bandas arrasaron las fábricas y han hecho que Irak retroceda a la era preindustrial. Irak era un país industrializado, en la década de 1970 era uno de los países emergentes del Sur. La fábrica de Massara, que producía el 30% de los medicamentos consumidos por los iraquíes, se ha vendido en piezas a los jordanos y los kuwaitíes. Hoy en día el 80% de los iraquíes están desempleados. El paro, entre 18 y 55 años, es del 55%. La única salida laboral es alistarse como mercenarios de los políticos curdos y chiíes o de los ejércitos ocupantes. Además de los mercenarios árabes, actualmente hay 50.000 mercenarios franceses, alemanes, ingleses, polacos, rumanos y latinoamericanos, entrenados por los estadounidenses para servir en esos «ejércitos privados».
SC: ¿Quiénes ponen las bombas que ensangrientan el país?
ST: Creemos que todos los atentados contra las mezquitas, las escuelas y los mercados son obra de estos mercenarios. Los ataques de la resistencia patriótica van dirigidos contra las tropas de ocupación y los iraquíes que colaboran con ellas. La resistencia está formada por soldados y oficiales del ejército de Sadam Hussein.
SC: En nuestros países los medios no hablan de resistencia, sino de Al Qaida y de Zarkawi.
ST: ¿Qué hay detrás del nombre de Al Qaida? ¿Quién es Zarkawi, dónde está? ¿Qué servicio secreto se esconde tras su nombre? Creemos que Zarkawi no existe. Los sicarios que cometen esos atentados para los servicios secretos occidentales tienen un salario mensual de 5.000 dólares. El propósito de esas matanzas es difundir la especie de que los que resisten en Irak son «unos bárbaros» y los estadounidenses están allí para proteger a los iraquíes. Para fabricar la mentira de «esos bárbaros» Bush nombró embajador en Irak a John Negroponte y le encargó reclutar esos escuadrones de la muerte. Es el mismo Negroponte que habían enviado a Centroamérica para organizar los escuadrones que acabaron con la vida de decenas de miles de personas. Esas milicias privadas están allí para perpetrar atrocidades que luego los ocupantes atribuyen a la resistencia patriótica, para desacreditarla y dividir a los iraquíes.
SC: ¿Por qué no lo desmiente la resistencia?
ST: Todos los días se publican en la internet comunicados de la resistencia que denuncian las matanzas de civiles y responsabilizan a los servicios especiales de los ocupantes. Pero los medios occidentales no se hacen eco de estas denuncias.
SC: ¡Cuesta creer que unos estados democráticos se dediquen a organizar bandas de asesinos de seres inocentes!
ST: ¿Por qué cuesta creerlo? Es evidente que los servicios secretos occidentales se infiltran en los grupos locales y los manipulan para que hagan lo que ellos llaman «el trabajo sucio». Es lo que ha hecho siempre el colonialismo. Esa es la verdadera barbarie. Los estadounidenses quieren hacernos creer que los resistentes iraquíes son unos lunáticos. En Vietnam hicieron lo mismo. La fuerza de Estados Unidos radica en el hecho de que su propaganda se difunde en los medios y la opinión pública acepta sus atrocidades. Su democracia es una verdadera estafa. Sus actos hacen que los iraquíes aborrezcan la democracia. Hoy se sabe que los servicios secretos estadounidenses organizaron el golpe de estado de 1973 en Chile que llevó a Pinochet al poder. En Vietnam, con la operación Fénix, el ejército estadounidense degolló a unos campesinos vietnamitas y expuso sus cabezas para hacer creer que los resistentes comunistas eran unos bárbaros. Es la misma estrategia. ¿Por qué cuesta creer que EEUU y Gran Bretaña fomentan esta clase de atrocidades para justificar su agresión a Irak y ocultar que hay una resistencia, a la que tachan de «terrorista»?
SC: No parece que la devastación de Irak y la miseria del pueblo iraquí hayan impresionado mucho a Bush. A mediados de diciembre declaró que su ejército está ganando la guerra.
ST: Nosotros lo hemos perdido todo, pero ellos no han ganado. Es terrible, es terrible. Irak era un país moderno, bien organizado y estructurado. Un país secularizado. En 1930 ya había mujeres jueces y en 1950 mujeres ministras. Lo que han hecho es un verdadero desastre, ya no queda país. Todas las provincias están devastadas, sometidas a bombardeos desde hace tres años. Lo han destruido todo. Pero no han logrado su propósito. Paul Wolfowitz, uno de los doce ideólogos de la «guerra preventiva», decía que el ejército norteamericano había alcanzado un nivel de competencia tecnológica que permitía a EEUU luchar en varias guerras a la vez. Pero en Irak han fracasado por completo. Su estrategia de mandar tropas y carros de combate es un fracaso. Ya no cometerán el mismo error. No podrán ocupar Irán ni Siria.
SC: ¿No han alcanzado ninguno de sus objetivos?
ST: En lo económico, no han rentabilizado lo que han invertido. Aún no han firmado el contrato para explotar el petróleo. Y han tenido de 30.000 a 40.000 muertos y heridos. Creemos que EEUU va a perder la guerra, que hoy están empantanados en esta guerra. Todas las maniobras políticas -elecciones, constitución- van encaminadas a instalar un gobierno dócil, dispuesto a firmar los contratos y entregarles la explotación del petróleo y el gas iraquí, un gobierno que acepte las bases estadounidenses en suelo iraquí para controlar el 80% de Oriente Próximo. Si lo consiguen se van de allí.
SC: De todos modos ¿no hay ya un ganador, Israel, que siempre ha estado interesado en debilitar Irak?
ST: Sí, se puede decir que estratégicamente el ganador ha sido Israel. No podía tolerar la existencia de un estado organizado como Irak. Los israelíes están presentes en el país, con distintas misiones. Puede decirse que Israel ha alcanzado uno de sus objetivos. Pero lo que hace Israel en Oriente Próximo -imponerse con la brutalidad y el desprecio- no es una solución. Cincuenta años de atropellos contra los palestinos no han conseguido doblegarlos. Tampoco les va a resultar con los iraquíes. Mientras prevalezca esta lógica de guerra sufriremos todos, porque sobrepasa el ámbito de Oriente Próximo.
SC: Si los dirigentes árabes se hubieran unido para condenar la guerra, ¿se habría podido evitar? ¿No cree que la han facilitado y son cómplices de la opresión de sus pueblos?
ST: Sin duda. Cuando se produce un desastre de tal magnitud no se debe a un solo factor. La degeneración de los regímenes árabes nos ha llevado a esto. Estoy totalmente de acuerdo. Esos gobiernos árabes son aliados estratégicos de EEUU.
SC: ¿Cree que la sumisión de los dirigentes árabes a Washington se volverá en su contra? ¿No se vengarán sus pueblos? ¿Qué piensa de esto?
ST: Hay una sentencia occidental que dice: «Si la necedad abofetea la inteligencia, la inteligencia no debe comportarse como la necedad». El odio no es la solución. Debemos lograr que Occidente adopte una actitud igualitaria con nosotros. De lo contrario se impondrá la ideología de la violencia.
SC: ¿Cómo van a reaccionar las víctimas que Occidente ha humillado?
ST: Cuando estaba allí vi cómo los soldados estadounidenses golpeaban a los iraquíes por la calle, cómo les tiraban al suelo, les ponían la bota encima, les metían la cabeza en bolsas de plástico. Comprendí que con ese proceder humillante y brutal los ocupantes empujaban a los iraquíes a unirse a la resistencia. Acabo de volver de Damasco. Los sirios también están desesperados. Me da la impresión de que también ellos, como usted dice, están profundamente dolidos por las humillaciones permanentes de EEUU e Israel. Están convencidos de que a ellos también les va a tocar y de que deben prepararse para resistir.
SC: A pesar de lo que usted acaba de decir, cuesta creer que en Irak haya una resistencia bien organizada. Si así fuera, ¿por qué los iraquíes han participado masivamente en unas elecciones que sirven los intereses de la ocupación?
ST: Los dirigentes iraquíes sabían que no podrían resistir los bombardeos. Pero también sabían que cuando las tropas ocupantes entraran en las ciudades las cosas se les complicarían. La resistencia aumenta día a día. Al principio los explosivos artesanales que usaban los iraquíes contra los blindados de los ocupantes mataban a un soldado diario, hoy matan a cinco. Si no hubiera una resistencia fuerte, ¿por qué, a pesar de la presencia masiva de soldados estadounidenses, en tres años no han logrado reducir los ataques? Esa es la prueba de que la resistencia cuenta con apoyo popular. Irak es un país extenso. La población está exhausta, pero aún le quedan arrestos. En cuanto a las elecciones, la participación de los chiíes y los curdos se daba por sentada. También cundió la idea de que contribuir al proceso político podría acelerar la partida de los ocupantes. La resistencia no es sólo militar, también es política.
SC: Cuando Bernard Kouchner, hace poco, responsabilizaba a Sadam Hussein de la muerte de 2,5 millones de iraquíes, ¿decía la verdad?
ST: No. Había una represión política que eliminaba a sus oponentes políticos. Yo sufrí cárcel en Irak. Me torturaron. Puedo comparar lo que pasaba cuando estaba Sadam Hussein con lo que pasa ahora. El señor Bernard Kouchner exagera los crímenes de Sadam Hussein, amplifica sus defectos para justificar su adhesión al embargo y a la guerra abominable de EEUU. El señor Kouchner y sus amigos de izquierda apoyaron el embargo que ocasionó la muerte de medio millón de niños y arruinó a toda la sociedad. Para justificar su participación en semejante crimen el señor Kouchner se empeña en convertir a Sadam Hussein en un personaje mucho más monstruoso de lo que era en realidad.
SC: ¿Quiere decir que las tropas norteamericanas cometen actos más abominables en Irak que los que cometía Sadam Hussein?
ST: Desde luego que sí. Lo que pasaba con Sadam Hussein, lo han hecho muchos gobiernos latinoamericanos. Correspondía a los iraquíes solucionar sus problemas. Eso no justificaba que se destruyera un país, un pueblo. Todos los que deseaban esta guerra mintieron. Utilizaron la religión para dividir a los iraquíes. Dijeron que el régimen de Sadam Hussein estaba contra los chiíes. ¿Cómo iba a estar Sadam contra ellos, si el 80% de los militantes del partido Baaz y de los miembros del ejército iraquí eran chiíes? Otro ejemplo: ¡de las 55 personalidades a cuya cabeza puso precio EEUU, 35 eran chiíes! Eso de que los chiíes estaban perseguidos por Sadam es un gran embuste.
SC: En los años ochenta, cuando ciertos políticos progresistas decían que había que intervenir en nombre de la «injerencia humanitaria» en la zona curda de Irak, ¿no estaban allanando el camino a la guerra?
ST: Ese derecho a la injerencia humanitaria es muy discutible. El ministro francés de Asuntos Exteriores, Hubert Védrine, reconoció que ese «derecho a la injerencia» era una nueva forma de colonización. Viajé a Irak durante el embargo. Vi cómo morían los niños. Cuando comprobé que ciertos demócratas defendían el embargo me di cuenta de que la política y la democracia no eran tan nobles como imaginaba; comprendí que esos políticos, de todas las tendencias, que no hacían nada para impedir el embargo, eran cómplices de un crimen imperdonable. La guerra se podía haber evitado. Pero los promotores de la guerra ya habían tomado partido. No era el partido de la paz ni el de la democracia. Cuando se les pedía que hicieran algo a favor de los niños iraquíes que morían a causa del embargo, esos «demócratas» contestaban: «Ayudaremos a los demócratas». ¿Cómo se les puede preguntar a las víctimas si son demócratas?
SC: Entonces ¿los responsables políticos y mediáticos que han promovido esta guerra son cómplices de crímenes?
ST: Sin duda alguna. Hay participación activa y participación pasiva. Creo que todos los que han justificado el embargo y apoyado la guerra contra el pueblo iraquí han participado de una u otra forma en crímenes contra el pueblo iraquí.