Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Un cuarto de millón de personas inundó las calles de las calles de la capital el fin de semana pasado, mientras Mr. Bush se fue convenientemente a visitar el cuartel general del Comando Norte de EE.UU., en Colorado Springs.
Veteranos del actual desastre en Irak y numerosas familias de militares que se oponen a la junta de Bush se unieron a la multitud de manifestantes en Washington DC para expresar su disenso. Al mismo tiempo sucedían otras cosas relacionadas con Irak cuando Bush realizaba su sesión con los fotógrafos en Colorado.
Un contratista que conozco, que trabaja en Irak, me escribió recientemente. Me pone al día periódicamente sobre cómo es la vida en la base en la que trabaja apoyando a los militares. Escribió:
«Otro convoy sufrió un duro ataque – 3 conductores muertos y muchos más heridos – no sé todavía si se trataba de mis amigos. No gustan de hablar mucho sobre este tipo de cosas por aquí porque llevan a que los aviones que salen se vayan llenos – el único problema es que hay más aviones llenos esperando en Houston [para venir aquí]: Los ingenuos que esperan su posibilidad por el anillo de bronce pulido. [Yo y mis amigos estamos de acuerdo en que la política del petróleo de este país nos ha llevado por el camino del Apocalipsis.»
Por lo menos 1.917 soldados estadounidenses han muerto en Irak hasta ahora. 16 en la semana pasada. Por lo menos diez veces ese número han sido heridos para toda la vida, física y psicológicamente.
Por lo tanto, no puede sorprender que tanta gente haya marchado en la capital este fin de semana, ni que tantos de ellos hayan sido veteranos y familiares, que simplemente dicen: ¡basta! La gente con la que hablé en la manifestación expresó sentimientos de cólera e impaciencia hacia está así llamada administración.
Tampoco puede haber sorprendido que haya habido un letrero en la manifestación con un pequeño dibujo de un pretzel [galleta salada en forma de 8], que decía: «¡Denle otra oportunidad al pretzel!»
Las recientes noticias de unos pocos soldados valerosos de la 82ª Aerotransportada que se pronunciaron bajo condición de anonimato (en un informe de Human Rights Watch) sobre cómo «dieron rienda suelta a su frustración torturando sistemáticamente a detenidos iraquíes desde 2003 a 2004, golpeándolos con bates de béisbol y empapándolos con productos químicos» podrán haber chocado a algunos aquí en EE.UU. Sin embargo, no es nada nuevo para los soldados en Irak, desde luego o, en realidad, o para los iraquíes.
Un soldado que está actualmente en Irak, que trabaja como enfermero, me escribió hace unos pocos días:
«Llamo a presentarse a la enfermedad a los detenidos. Pienso que tenemos mecánicos que vigilan a los detenidos. He hablado con ellos un par de veces y han hecho comentarios como «si fuéramos detenidos, es porque probablemente son malos… «Un par de veces señalé que: 1) es perfectamente posible que sean inocentes y 2) que a pesar de todo son humanos. Los guardias parecieron aceptarlo realmente. Pero es casi como si todos supieran que el emperador va desnudo, pero tratan de aferrarse a la idea de que lleva ropas nuevas. Cuando alguien subraya que podría estar desnudo, les da la libertad de reconocer también ese hecho. La verdadera travestía, pienso, es el pueblo estadounidense. Sin conocer a los iraquíes, lo que ve en las noticias es que estamos matando a los malos, y ellos no ven los campos de refugiados, o cómo destrozamos las ciudades (daño colateral parece ser una linda frase, porque no son sus casas las que están siendo destruidas. Ni son los hijos y las hijas de sus amigos los que están siendo muertos.) No ven el modo casual que siente la mayoría de los soldados sobre la destrucción de propiedad. Todo lo que ven es lo que se les dice, y a menos que tenga el sello de una corporación, carece de legitimidad a sus ojos y es relegado a una ‘posición extremista’.»
La opinión de mis amigos respecto a la desinformación del pueblo estadounidense por los medios corporativos sobre la horrible realidad en Irak se aplica también a otros países. La presión del gobierno Bush sobre los medios no se limita a EE.UU.
En un weblog anterior, describí cómo un periódico en Turquía fue presionado por la embajada de EE.UU. para que por su parte presionara para que publicara menos noticias sobre Irak de periodistas como yo, Robert Fisk y Naomi Klein.
Anoche, aquí en Washington, hablé con Stelios Kouloglou, periodista de la Corporación de Radiodifusión Helénica. Su programa en el canal de televisión pública ha ganado varios premios de periodismo investigativo y sigue siendo extremadamente popular en el país.
En el primer aniversario de la caída de Bagdad, en abril de 2004, su emisora transmitió un documental producido por él intitulado «25 mentiras para vender la guerra», un título que no requiere explicación para cualquiera que no esté totalmente encapsulado en el negacionismo.
«Descubrí gracias a una filtración que la embajada de EE.UU. en Grecia estaba aplicando presión política sobre nuestro gobierno para que presionara a mi canal de televisión por haber presentado mi documental», me dijo en su hotel.
«Quedó claro, después de su elección en 2004, cuando Bush permaneció en el poder, que su gobierno pasó a ser mucho más agresivo», explicó. «La embajada de EE.UU. comenzó a solicitar que se discontinuara nuestro programa. Lo decían no sólo a nuestro representante de programas, sino directamente a nuestro gobierno. Su protesta tomó un carácter mucho más oficial, y ni siquiera trataron de ocultarla.»
Después de haber sido periodista durante 25 años y de haber cubierto la guerra en Yugoslavia, así como de trabajar en Moscú durante la Perestroika, dijo que este tipo de presión política abierta era algo nuevo para su persona.
«Nunca he experimentado una presión política semejante, ni siquiera en Rusia cuando criticaba a Gorbachov, ni en Yugoslavia cuando era extremadamente crítico hacia Milosevic,» agregó.
Más recientemente y un poco más cerca de casa, aquí en EE.UU. Doug Ireland escribe:
«El corresponsal internacionalmente reputado de The Independent – el gran periodista [y ciudadano] británico – Robert Fisk, se vio ante la prohibición de entrar a Estados Unidos. Fisk ha estado cubriendo zonas de guerra durante décadas, pero es sobre todo conocido por sus incisivos reportajes sobre Medio Oriente durante más de 20 años. Su cobertura crítica de la invasión anglo-estadounidense de Irak, y la ocupación continua que la ha seguido, ha denunciado repetidamente las campañas de desinformación de los gobiernos de EE.UU. y Gran Bretaña. También ha sacado a la luz cómo el grueso de los informes en la prensa provenientes de Irak han sido «periodismo hotelero» – una frase acuñada por Fisk.»
Continúa diciendo:
«El periódico New Mexican informa que «funcionarios de inmigración de EE.UU. se negaron el martes [20 de septiembre] a permitir que Robert Fisk, corresponsal de tantos años en Medio Oriente del periódico londinense The Independent, subiera a un avión de Toronto a Denver. Fisk iba en camino a Santa Fe para presentarse en una serie de lecturas y conversaciones de la Fundación Lannan, con localidades agotadas, el miércoles por la noche. Según Christie Mazuera Davis, funcionaria de programas de Lannan, le dijeron a Fisk que sus papeles no estaban en regla. Davis hizo modificaciones de último minuto el miércoles para que Amy Goodman, presentadora del programa diario de noticias de Pacifica Radios, «Democracy Now!», entrevistara a Fisk via satélite desde un canal de televisión en Toronto… «Una grabación de la entrevista satelital será presentada pronto en el sitio en la Red de la Fundación Lannan.»
Cuando nos preparábamos para abandonar su hotel anoche, mi colega Stelios Kouloglou me ofreció medio en broma: «Puedes venir a Grecia cuando quiera, sea de vacaciones o como asilado político».
Sólo pude reír a medias cuando le di la mano.
http://dahrjamailiraq.com/weblog/archives/dispatches/000279.php#more