Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Justo antes de la época de la cosecha los campos en torno a la ciudad de Kut solían estar repletos de cebada, girasol y maíz. Este año vastas zonas se han dejado sin sembrar ya que los agricultores padecen una falta de agua ha llevado al límite a la agricultura en Iraq.
«Todos estamos sufriendo, todos», afirma Falah Mohammed al Dirian, un agricultor local. «Ha habido una crisis detrás de otra. No llueve, no hay agua en los ríos, la tierra está echada a perder por la sal, no podemos pagar el combustible para los generadores y no hay ayudas del gobierno».
La familia de al Dirian ha estado trabajando la tierra durante generaciones, pero este hombre de 38 años afirma que ahora no ve futuro en ello.
«Todos los agricultores a los que conozco están animando a sus hijos a conseguir otros trabajos, fundamentalmente en la policía y fuerzas de seguridad iraquíes», afirmó. «Ahora no se consigue demasiado dinero con la agricultura. De hecho, estos días estamos perdiendo dinero».
22.000 personas viven en los 14 pueblos del distrito de al-Mzak a lo largo del río Tigris cerca de Kut, capital de la provincia de Wasit. La mayoría de ellas depende de la agricultura para vivir y ahora se encuentran amenazados por una creciente pobreza.
Según el gobierno iraquí, en el año 2007 la media de lluvias llegó sólo a un 40% del nivel habitual, lo que ha afectado a los agricultores que ya padecían enorme cantidad de problemas especialmente duros.
Altos cargos del ministerio de Agricultura afirman que Iraq está perdiendo cada año más del 5% de su tierra agrícola y calculan que el país necesitará importar tres millones de toneladas de trigo en 2008-2009 para compensar la caída del 27% de la producción interna.
Según cálculos del gobierno, también es probable que la producción de cebada caiga un 60% y se han reservado 132 millones de dólares para comprar suministros.
«Los agricultores están abandonando sus tierras, gran parte de las cuales se ha vuelto improductiva debido a la falta de agua o a la salinidad [sal en la tierra]», afirmó Latif Hamid Turfa, gobernador de Wasit. «Los agricultores están buscando trabajos alternativos y esto va a perjudicar enormemente a la producción de comida de Iraq».
Hamid Turfa afirmó que a nivel local poco se podía hacer. El consejo provincial ha establecido un comité que está evaluando la tierra con el objetivo de recuperar las tierras que están deterioradas por un creciente nivel de sal en ellas.
«La sequía está fuera de nuestra capacidad de control», afirmó. «Y los ríos Tigris y Eúfrates han reducido ambos su caudal debido a que Turquía y Siria están tomando más agua que antes. Esto quiere decir que llega menos a [la provincia de] Wasit».
Un informe elaborado este año por el departamento estadounidense de Agricultura sobre el sector agrícola iraquí señaló que un «desastre agrícola» ha reducido hasta un 80% la producción de trigo en algunas partes del país.
La situación es muy distinta de la que había en los setenta, cuando las exuberantes zonas agrícolas de Iraq entre los ríos Tigris y Eúfrates producían comida para exportarla a todo Oriente Medio. Los actuales funcionarios del gobierno culpan a los años de abandono de la agricultura bajo Sadam Husein, aunque la mayoría de los agricultores recuerdan aquellos años como una época de abundancia en comparación con la actual.
«Yo cultivaba dátiles y los vendía en toda Arabia Saudí», afirmó Barik Mahdawi, que posee un huerto en el distrito de Zafaraniya en el Iraq sud-central. «Comerciantes de diferentes países venían a comprar mis dátiles. Ahora los dátiles que se venden en el mercado local son saudíes. Si compro fruta o verdura es de Siria, Irán o Arabia Saudí. Ya no puedo conseguir un pepino o un tomate iraquí. Ni siquiera estoy seguro de que existan ya».
Este hombre de 63 años empleaba a 20 trabajadores en sus tierras; hoy tiene 4. «La sal está matando los árboles», afirmó. «Dentro de poco en Iraq no habrá más que desierto. El ministro de Agricultura tiene que ayudarnos. Necesito más fertilizantes y ellos tienen que hacer algo con el caudal de agua de los ríos».
Después de pasarse toda la vida cultivando dátiles, Barik Mahdawi, padre de ocho hijos, afirmó que estaba a punto de abandonar. «Algo tiene que cambiar, si no será imposible seguir», dijo. «Estoy pensando seriamente vender la tierra mientras pueda e irme, irme de Iraq si es posible».
En el ministerio de Agricultura en Bagdad, Saad Alwash, su vice-director, afirmó que se estaban emprendiendo acciones, pero que los problemas eran complejos y que sería difícil solucionarlos.
«Estamos proporcionando semillas, créditos de apoyo y mejores fertilizantes», afirmó. «Y hay nuevas ayudas para los carburantes para ayudar a los agricultores a afrontar la subida de precios. Hay que reconocer que la mala situación de la seguridad en los últimos año ha puesto las cosas muy difíciles a los agricultores, ha habido demasiado caos para organizarse. Pero ha habido un enorme aumento de agricultores que pedían créditos y ayudas, y esperamos que tenga un efecto positivo en la producción agrícola». Alwash también señaló que el ministerio estaba haciendo un esfuerzo para invertir la creciente tendencia de la tierra a volverse improductiva. Pero altos cargos internacionales que trabajan en el sector agrícola han sido extremadamente críticos y lo han acusado de una ineficacia y corrupción enormes.
«Lo único que ofrecen son pequeños créditos con unas condiciones absurdas», señaló un asesor agrícola que trabajaba este año para el gobierno estadounidense en el Iraq sud-central y que hablaba a condición de que su nombre permaneciera anónimo ya que no estaba autorizado a hablar a los medios de comunicación.
«Ni un solo agricultor normal puede acceder realmente a un crédito y acaban teniendo que pagar una parte a los funcionarios si quieren obtener uno» indicó. «Si uno es un agricultor iraquí, el gobierno no le sirve para nada».
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