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Los USamericanos no tienen la menor idea de lo mal que van las cosas

Iraq es irreparable

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Durante las Guerras del Opio entre Gran Bretaña y China en el Siglo XIX, los eunucos en la corte del emperador chino tuvieron el problema de informarle sobre la repetida y humillante derrota de sus ejércitos. Manejaron su delicada tarea diciéndole simplemente que sus fuerzas ya habían vencido o que estaban a punto de lograr victorias en todos los frentes.

Durante tres años y medio, los funcionarios de la Casa Blanca han manejado las malas noticias desde Iraq del mismo modo. Los periodistas fueron repetidamente acusados por el gobierno de USA de no informar sobre el progreso político y militar en el terreno. La información sobre el fracaso de la aventura USamericana fue ignorada o suprimida.

La manipulación de los hechos fue a menudo muy burda. Como un ejemplo de la distorsión sistemática, el Grupo de Estudio de Iraq reveló la semana pasada que en un día de julio pasado los funcionarios de USA informaron sobre 93 ataques o actos importantes de violencia. En realidad, «un estudio cuidadoso de los informes… trajo a la luz 1.100 actos de violencia.»

La reducción por un factor de 10 de la cantidad de actos de violencia oficialmente registrados fue lograda por la no información sobre el asesinato de un iraquí, o de una bomba al borde de la ruta, de ataques con cohetes o morteros contra soldados de USA que no produjeron víctimas. Recuerdo la visita en enero de 2004 a una unidad de ingenieros de combate de USA acampados en las afueras de Faluya, que me dijeron que habían dejado de informar sobre ataques de los insurgentes en su contra a menos que sufrieran pérdidas, ya que los comandantes sólo querían oír hablar de una disminución de la cantidad de ataques. Mientras me iba, un sargento nos rogó que no le atribuyéramos lo que nos dijo: «Si lo hacen me meto en un buen lío.»

Pocos emperadores chinos fueron tan impermeables a las malas noticias del frente como lo ha sido el presidente George W Bush. Sus funcionarios fueron tan perseverantes como esos eunucos en Beijing hace 170 años, en su protección contra las malas noticias. Pero incluso Mr. Bush dio poca importancia a los funcionarios familiarizados con la situación en Iraq que lograron romper el cordón sanitario burocrático alrededor de la Oficina Oval, En diciembre de 2004, el jefe de estación de la CIA en Bagdad dijo que la insurgencia se estaba expandiendo y que «en gran parte no era enfrentada» en las provincias suníes. La respuesta de Mr. Bush fue: «¿Qué es, es una especie de derrotista?» Una semana después, el jefe de estación fue asignado a otra tarea.

Unos pocos días más tarde, el coronel Derek Harvey, el oficial superior de la Agencia de Inteligencia de la Defensa en Iraq, planteó prácticamente el mismo punto a Mr. Bush. Dijo sobre la insurgencia: «Es robusta, está bien dirigida, es diversa.» Según el comentarista político USamericano Sidney Blumenthal, el presidente se volvió hacia sus asistentes y preguntó: «¿Es demócrata el tipo este?»

Es posible que su pregunta dé una clave sobre las prioridades de Mr. Bush. El propósito político predominante del gobierno de USA al invadir Iraq fue conservar el poder en casa. Lo logró al retratar a Mr. Bush como «el presidente de la seguridad,» manipulando y exagerando la amenaza terrorista en el interior y pretendiendo que lo combatía en el exterior. Lograría victorias baratas en Afganistán e Iraq. Realizaría «elecciones caqui» en las que los demócratas serían retratados como miedosos y poco patrióticos.

La estrategia dio resultados – hasta las elecciones de mitad de período de noviembre. Mr. Bush fue victorioso presentando un cuadro falso de Iraq. Es lo que ha sido denunciado como un fraude por el Grupo de Estudio de Iraq.

Los mitos mantenidos durante mucho tiempo se derrumban. Por ejemplo, el discurso político estándar de Mr. Bush o Tony Blair desde el inicio de la insurgencia ha sido acentuar la importancia de al-Qaeda y el terrorismo internacional en Iraq. Pero el informe del grupo declara que «al-Qaeda es responsable por una pequeña porción de la violencia,» y agrega que ahora es en su mayor parte dirigida por iraquíes. Los combatientes extranjeras, cuya presencia es tan a menudo pregonada por la Casa Blanca o Downing Street, son calculados en sólo 1.300 hombres en Iraq. En cuanto al fortalecimiento del ejército iraquí, cuyo entrenamiento parece ser el núcleo de la política de USA y Gran Bretaña, el informe dice que la mitad de las 10 divisiones planificadas está compuesta de soldados que sólo servirán en áreas dominadas por sus propias comunidades. Y en cuanto al ejército en su conjunto, es incierto «que realice misiones por cuenta de los objetivos nacionales en lugar de un orden del día sectario.»

En vista de este realismo es triste que sus autores, presididos por James Baker y Lee Hamilton, compartan un gran malentendido con Mr. Bush y Mr. Blair. Se trata de la aceptabilidad de cualesquiera tropas extranjeras en Iraq. Las tropas de combate de USA serán supuestamente retiradas y cambiadas de frente como un fortalecimiento y refuerzo de unidades militares iraquíes. Formarán fuerzas de reacción rápida capaces de intervenir en casos de crisis.

«Simplemente no funcionará,» me dijo un antiguo Ministro del Interior iraquí: «Los iraquíes que trabajan con los USamericanos son considerados como desacreditados por sus familias. A menudo nuestros soldados tienen que negar su contacto con USamericanos ante sus propias mujeres. Algunas veces equilibran sus conexiones USamericanas manteniendo contacto al mismo tiempo con los insurgentes.»

Mr. Bush y Mr. Blair siempre se han negado a reconocer la simple impopularidad de la ocupación entre los iraquíes, aunque comandantes militares USamericanos y británicos han explicado que constituye el principal alimento de la insurgencia. El informe Baker-Hamilton señala áridamente que los sondeos de opinión muestran que un 61% de los iraquíes están a favor de ataque armados contra las fuerzas de USA. Considerando que los kurdos apoyan abrumadoramente la presencia de USA, esto significa que tres cuartos de todos los árabes quieren acción militar contra soldados USamericanos.

El otro gran defecto en el informe es que implica que es posible volver a unir a los iraquíes. La realidad es que el país ya se ha despedazado. En Bagdad, los suníes ya no se atreven a visitar la morgue principal para buscar a parientes asesinados porque está bajo control chií y podrían ser asesinados ellos mismos. El futuro de Iraq podría ser una confederación en lugar de una federación, con chiíes, suníes y kurdos disfrutando de una autonomía, cercana a la independencia.

Hay ciertos aspectos en los que la Casa Blanca y los autores del informe están peligrosamente de acuerdo. Es en que el gobierno iraquí de Nouri al-Maliki puede ser intimidado para que aplaste a las milicias (esto quiere decir usualmente sólo una milicia anti-USamericana, el Ejército Mahdi), o que se aparte de la alianza chií. A los ojos de numerosos iraquíes esto simplemente confirmaría su condición de peón de USA. En cuanto a hablar con Irán y Siria o que actúe respecto a la crisis Israel-Palestina, es seguramente imposible que Mr. Bush se retire tan abiertamente de sus políticas de los últimos tres años, por desastroso que haya sido el resultado.

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Patrick Cockburn es autor de «The Occupation: War, resistance and daily life in Iraq», que será publicado por Verso en octubre.

http://www.counterpunch.org/patrick12132006.html