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Iraq hacia la encrucijada

Fuentes: Gara

La exacerbada y no casual cobertura de la expansion de la gripe aviar al orondo Occidente, ha mitigado, mas aun si cabe, la tendencia a tratar el drama iraqui como un nuevo conflicto cronico que ha derivado en mera rutina informativa. Pero si bien es cierto que durante meses ha habido acontecimientos de primer orden […]

La exacerbada y no casual cobertura de la expansion de la gripe aviar al orondo Occidente, ha mitigado, mas aun si cabe, la tendencia a tratar el drama iraqui como un nuevo conflicto cronico que ha derivado en mera rutina informativa. Pero si bien es cierto que durante meses ha habido acontecimientos de primer orden en el Irak ocupado, no es menos razonable pensar que por primera vez desde la invasion se esta gestando un momento clave en el devenir del conflicto.

Tras el fracaso práctico, que no publicitario, de los comicios que organizó la ocupación en enero de este mismo año, de hecho no ha habido desarrollo institucional que pudiera invertir la situación de caos generalizada, el referéndum constitucional era por imperativo ocupante un paso ineludible que había de abordarse con éxito. Públicamente así ha sido. Al margen de la inhomologable democráticamente constitución de los censos, algo que ya de por sí deslegitima toda consulta, la alta participación era el argumento base que afianzaba el éxito del referéndum. Los resultados finales, publicados bastante más tarde que en el tiempo pronosticado, han dejado a las claras que la ratificación constitucional, en función de los parámetros que los mismos constituyentes habían sancionado, ha salido por los pelos. Es más, son bastante contundentes las denuncias que hablan de un solemne pucherazo en la provincia de Níneve, en la que a pesar de ganar el no ha sido la única de las tres de mayoría suní en la que «casualmente» el rechazo no ha superado la barrera de los dos tercios.

Pero al margen de la «ingeniería electoral» colaboracionista y ocupante, lo cierto es que la heterogénea «comunidad suní» ha demostrado ser un bloque compacto de rechazo al ilegal statu quo, por lo que la consulta ha sancionado una constante que la ocupación ha sido incapaz o no ha deseado nunca superar, el de la ruptura definitiva «intercomunitaria», que hoy es un hecho consolidado.

«CHECHENIZACION»

El agravio comparativo entre sunies y chiies o kurdos es en estos momentos uno de los elementos que mejor alimentan la desvertebración del estado iraquí. Tanto kurdos como chiies han estructurado, en sus zonas de control, sus propios paraestados. Teniendo en cuenta que el estado iraquí no existe ni por definición ni en la práctica, el Kurdistán y el sur chií y todas las zonas donde estos son mayoritarios, Ciudad Sadr en Bagdad etc, están bajo control de los pesmergas del UPK y el PDK, las milicias Bader del CSRII o AII u otras milicias chiies menores, y son estos partidos y organizaciones los que vertebran en la práctica los paraestados.

Por el contrario, en las tres provincias mayoritariamente suníes, Nínive, Saladino y Al Anbar (la más extensa de Irak), así como en Bagdad, Diyala o Tamín de fuerte presencia suní , o sea en más de la mitad del país, el estado no existe como tal, el enfrentamiento a la ocupación es abierto y la represión indiscriminada tanto de tropas ocupantes como de tropas colaboracionistas es brutal y desconocida. La activación creciente de los escuadrones de la muerte y paramilitares colaboracionistas, proclamada como vital por el experto en el tema Negroponte en su llegada a Irak hace menos de un año, es una de las apuestas de la ocupación, si bien es bastante desconocida en Occidente, por el tratamiento de totum revolutum de «la violencia en Irak» que nos llega. Son centenares las ejecuciones diarias y las desapariciones en todas las zonas mencionadas. Junto a la falta de perspectivas políticas de los suníes, el «castigo» económico que sufren y la represión en forma de ataques militares en toda regla, lo cierto es que en estos momentos el agravio comparativo intercomunitario es extremo. La «chechenización» de las condiciones generales de vida de la «comunidad» suní es un hecho indiscutible.

No podemos obviar en este contexto de callejón sin salida al que han abocado a la comunidad chií el juicio a los dirigentes del BAAZ, con Sadam Hussein a la cabeza, como proceso político a toda la comunidad. La falta absoluta de legitimidad del Tribunal y las oscuras intenciones ocupantes son tan nítidas para cualquier observador que el debate sobre las condiciones jurídicas de los reos y su defensa en el proceso pasan a ser meramente anecdóticas. Pero no es menos cierto que este juicio parcial, con el que se intenta evitar un proceso global que agrupe todos los cargos, lo cual permitiría a las defensas implicar a altos cargos ocupantes con cargos de la acusación (Rumsfeld, por ejemplo, está involucrado en el gaseamiento de poblaciones kurdas en 1988, de hecho tras el ataque a la ciudad de Halabja, EE.UU acusó formalmente a Irán ), puede acabar siendo el catalizador definitivo que adelante acontecimientos. En el caso de que el falaz proceso a la dirección del estado bazzista se dilate en exceso y se convierta en un escaparate de las esencias patrióticas y de dignidad resistente de Sadam Hussein y sus compañeros, tanto su ejecución como otra condena menor serán un verdadero dilema para los ocupantes.

Entre las falacias acusatorias, la estrategia de identificar al regimen del BAAZ exclusivamente con la comunidad suní, y estrictamente con el «clan tikriti», simplifica en exceso las posibles proyecciones públicas del proceso. De hecho si observamos la procedencia de un importante número de altos cargos bazzistas, muchos de ellos son chiies, incluso durante los años 70-80 el primer ministro de Irak fue chií. Pero no importa, la imagen del proceso es que los suníes en su conjunto son los que van a ser juzgados y condenados por «haberse beneficiado durante décadas» de la acción de gobierno baazista.

Por otra parte, la capacidad operativa de las insurgencias (los últimos atentados tras la mítica «línea verde» demuestran, además del poder destructivo, un importante nivel de infiltración), es un elemento determinante en el escenario descrito. La superación de la barrera psicológica de las 2.000 bajas norteamericanas así como los esfuerzos operativos que dos años y medio después deben de hacer aún los ocupantes demuestra que la iniciativa es en estos momentos de la insurgencia, y que la guerra, en estos parámetros, va para largo.

Es por ello que la encrucijada se acerca y, o se adelanta una retirada e inicia un nuevo proceso de reconstrucción y normalización soberano que iguale a las comunidades en cuanto a posibilidades, o se precipita el enfrentamiento intercomunitario abierto, que, por cierto, puede ser el escenario táctico que busca al final el ocupante para poder retirarse, dejando Irak convertido en un Afganistán fratricida. Si no, ¿qué otra explicación tienen las decenas de atentados indiscriminados cometidos por los servicios de inteligencia ocupantes? –

(*) Gabirel Ezkurdia es analista intenacional.