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Iraq: Los chiíes eligen dirigente

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La Alianza Unida Iraquí ha nombrado como Primer Ministro a Ibrahim Al-Yaafari. Venía ya desempeñando el cargo de forma interina y había sido bastante criticado por el deterioro de la seguridad y los servicios públicos en el país. Los kurdos tienen reservas sobre Al-Yaafari debido a su postura sobre Kirkuk, ya que rechaza su incorporación al norte de Iraq hasta que se lleve a cabo un censo de población. El Presidente Yalal Talabani dijo en una ocasión que Al-Yaafari tiende a monopolizar el proceso de toma de decisiones.

El nombramiento de Al-Yaafari se produjo una vez que Hasan Al-Shehrestani y Nadim Al-Yabri retiraron sus candidaturas para el puesto. El parlamentario turcomano Fawzi Akaram expresó a Al Ahram Weekly que, «debido a la rivalidad entre Adel Abdul-Mahdi y Al-Yaafari, la Alianza Unida Iraquí decidió someter el asunto a votación. En la votación, que tuvo lugar en la sede del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, Al Yaafari consiguió 64 votos y Abdul-Mahdi 63… Al Yaafari tiene el apoyo del grupo de Al-Sadr, un bloque que cuenta con 30 escaños parlamentarios.»

Al-Yaafari, en una rueda de prensa celebrada tras su nombramiento, dijo que la seguridad sería la primera prioridad de su gobierno, seguida por la economía, los servicios públicos y la reconstrucción. «El próximo gobierno debería ser de unidad nacional; de forma que abarque a todos los integrantes del pueblo iraquí», dijo el Primer Ministro. Prometió que el gobierno tendría muy en cuenta las aportaciones de expertos y tecnócratas.

El nombramiento de Al-Yaafari se produjo tras una votación democrática entre los chiíes, pero, ¿resultará aceptable para el resto de bloques parlamentarios?

Ammar Al-Ameri es experto en asuntos internos iraquíes. Declaró, «una vez que las elecciones terminaron, tanto el Frente para la Alianza Naciones Iraquí de Adnam Al-Duleimi como el bloque de Iyad Allawi dijeron que los ministerios de defensa e interior no serían dirigidos por personas que tuvieran lealtades políticas y doctrinales, sino por tecnócratas. El temor ahora es que alguien de la Alianza Unida Iraquí se haga cargo de alguno de esos ministerios… Pero uno tiene que admitir que Al-Yaafari es el mejor candidato posible, porque ha conseguido mantener vínculos positivos con la mayoría de los clanes sunníes y se ha mantenido firme con la cuestión de Kirkuk.»

Sinan Al-Kobeisi, un político independiente, quiere que Al-Yaafari se manifieste con claridad sobre la presencia extranjera en el país. «No sé por qué Al-Yaafari guarda silencio sobre la ocupación y la presencia de tropas extranjeras en el país… Espero que Al-Yaafari se encargue de la cuestión de la seguridad y saque a las tropas extranjeras de las ciudades. La situación actual pone en peligro las vidas de los iraquíes que se ven afectados tanto por el fuego amigo como por los ataques a las patrullas de las tropas extranjeras. Al-Yaafari debería ser un Primer Ministro para todos los iraquíes. Su gobierno debería buscar un calendario para la retirada de las fuerzas extranjeras. Debería también hacer frente al problema de la corrupción administrativa y el latrocinio.»

Al día siguiente del nombramiento de Al-Yaafari, se reanudó el juicio contra Saddam Husein. El antiguo presidente y siete de sus ayudantes, que habían boicoteado dos sesiones de aquél, fueron llevados a la fuerza al tribunal por orden del juez que lo preside, Rauf Abdul-Rahman. Los abogados de la defensa siguen boicoteando al tribunal y piden que se sustituya al juez que preside el tribunal. Saddam parecía indignado cuando entró en el tribunal. Clamó contra los «traidores», denunció al Presidente Bush e insultó al juez. Los intentos de éste por poner orden en la sala fracasaron cuando Saddam y su hermanastro, Barzan Al-Tikriti, continuaron despotricando y desafiando la autoridad del tribunal. El abogado Mohamed Al-Omar dijo que el juez anterior, Rizgar Amin, era cortés con los acusados no porque le gustara Saddam sino porque veía que el juicio era un intento por apaciguar a la gente.

Abu Ammar, un antiguo oficial del ejército, se muestra escéptico sobre el juicio. «El castigo colectivo con el que el régimen depuesto obsequió a los habitantes de Dujail tras el atentado contra la vida de Saddam fue algo contra la ley y la humanidad. Pero déjeme decirle esto, cuando hace tres semanas un helicóptero resultó alcanzado en Tarmiya, las fuerzas estadounidenses acordonaron toda la zona de Tarmiya a Dujail y arrestaron a cientos de jóvenes. Y hasta ahora, no han conseguido aún identificar a los que derribaron el aparato. Ahí hay un modelo de conducta. Quizá deberíamos celebrar más juicios.»



Batalla de voluntades: Un desafiante derrocado presidente iraquí Saddam Husein se enfrenta airadamente al juez Rauf Abdul-Rahman, quien asumió la presidencia del tribunal el mes pasado. Los arrebatos de Saddam y sus siete compañeros de acusación han ensombrecido con frecuencia los testimonios. Se les juzga por matar a 150 musulmanes chiíes en Dujail, al sur de Iraq. El anterior dirigente iraquí habló impunemente declarando que había sido arrastrado a la sala del Tribunal Supremo Iraquí en Bagdad. Saddam y su hermanastro Barzan Al-Tikriti interrumpieron el juicio y dijeron que iban a hacer huelga de hambre por los malos tratos que habían recibido.



Texto original en inglés:

www.weekly.ahram.org.eg/2006/782/re301.htm