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Una furia comedida

Iraq recuerda su Día de la Ira

Fuentes: Deutsche Welle

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Coincidiendo con el primer aniversario del «Día de la Ira de Iraq», tras la llamada Primavera Árabe, Deutche Welle vuelve al escenario de la revolución que nunca ocurrió.

«Queremos electricidad, agua y trabajo» era una de las consignas coreadas por los miles de manifestantes que se reunieron en la plaza Tahrir de Bagdad en lo que se llamó «Día de la Ira de Iraq», el 25 de febrero de 2011. Un año después, las consignas eran las mismas, pero la cantidad de manifestantes era sensiblemente menor.

«Los iraquíes siguen lealtades sectarias, así que es imposible dar juntos ningún paso adelante. Carecemos de sentido de ciudadanía», afirmó Ahmed al Moussawi, miembro del Partido Comunista Iraquí y periodista del diario Tariq al Shaab. Este hombre de 23 años apenas podía ocultar su consternación mientras miraba a las escasas cien personas que se habían reunido en la plaza Tahrir el fin de semana.

«La revolución está en marcha en Iraq, pero obviamente a una velocidad mucho más lenta que en los países vecinos», añadió al Moussawi. «Con todo, la corrupción galopante, una alta tasa de paro y el pésimo estado de nuestras infraestructuras todavía arrastrarán a la gente a salir y a manifestarse».

«¿Ha mirado a nuestro alrededor? Hay muchos más soldados y policías que manifestantes. Esta ha sido la tónica casi cada viernes desde el día de la ira del año pasado», añadió Ahmed al Baghdadi, un estudiante de secundaria.

En un informe publicado un mes después de que el ejército estadounidense abandonara el país, el grupo Human Rights Watch con base en Nueva York afirmó que las autoridades iraquíes habían suprimido la libertad de expresión y de reunión, pegado y detenido a manifestantes en contra del gobierno y que dirigían una prisión secreta en la que se torturaba a los detenidos.

«Me secuestraron unos miembros de la milicia y me arrastraron a una ambulancia el 27 de mayo. Me torturaron durante doce días en una cárcel que está en el aeropuerto acusándome de pertenecer al partido Baath», declaró a DW al Baghdadi (que tenía 11 años cuando fue derrocado Saddam Hussein).

DW también consiguió un raro testimonio de Maan Thamer, un estudiante de 19 años que afirmaba haber sido detenido en 7 de marzo de 2011 y encarcelado dos días. «Compartía la celda con un miembro de al Qaeda. Las fuerzas de seguridad me acusaban de ser un espía y me golpearon casi en cada parte del cuerpo», declaró Thamer a DW.

«La gente ya no va a las manifestaciones porque está cansados o bien asustados, o ambas cosas», concluyó.

Hablar de política

Desde su despacho en el centro de Bagdad Hassan Shaban (abogado y activista de derechos humanos) también culpó del fracaso del movimiento a las divisiones dentro de la sociedad iraquí. Con todo, era optimista respecto al futuro.

«El sectarismo no tendrá éxito en Iraq porque está siendo alimentado por los partidos políticos y la gente ordinaria no seguirá su ejemplo», declaró Shaban a DW.

Sea cierto o no, muchos iraquíes también han denunciado un deterioro cada vez mayor de las libertades personales en el Iraq posterior a Saddam.

«Tanto las milicias como las fuerzas de seguridad acosan constantemente a los periodistas», declaró a DW el periodista independiente Hamid al Saady told DW. «El uso del móvil e incluso de internet puede ser comprometedor y meterte en problemas», afirmó y admitió que también tiene miedo de la intención del gobierno de aprobar una ley que tomaría medidas enérgicas contra los «crímenes de información».

Este tipo de malestar parece estar extendiéndose también al ámbito político. Un alto cargo del ministerio de Defensa, que deseaba permanecer en el anonimato, habló a DW acerca de la cada vez mayor crisis política de Iraq.

«El primer ministro Nuri al-Maliki abusa constantemente de su autoridad. El episodio más flagrante y reciente ocurrió cuando acusó a Tarek al Hasemi (vicepresidente de Iraq) de participar en un complot terrorista. Solo una persona inculta como él haría algo así», declaró el alto cargo del ministerio.

Al-Maliki desencadenó una crisis política en diciembre cuando mandó detener al vicepresidente sunní de Iraq y trató de destituir a uno de sus principales ayudantes sunní. El dirigente chií [al-Maliki] ha negado repetidamente que estas medidas tuvieran una motivación política, pero algunos sunníes afirman que cada vez están siendo más marginados del poder político.

Al-Maliki detenta, además, las carteras de Interior y Defensa, lo que le da un poder directo sobre el ejército y la policía. También tiene el control exclusivo de las fuerzas de seguridad desplegadas en Bagdad por medio del Comando de Operaciones de Bagdad Operations, un cuerpo de elite que es independiente de los ministerios.

«Al-Maliki se vio obligado a asumir estas responsabilidades porque ninguno de los candidatos de la oposición era aceptable» declaró a DW Saad Al-Muttabili, un veterano miembro de la coalición de al-Maliki’s State.

«Uno era ex miembro de los servicios de inteligencia de Saddam Hussein’, otro era miembro de al-Qaeda. También había un candidato sin experiencia, otro que era un bien conocido ladrón, etcétera», afirmó Al-Muttabili, que pasó varios años en el exilio tanto en Irán como en Gran Bretaña mientras gobernaba Saddam Hussein.

Cuando se le preguntó por los supuestos abusos cometidos contra los manifestantes denunciados por destacadas ONG, Al-Muttabili reconoció que algunos manifestantes habían sido «maltratados verbalmente y que se les había abofeteado» durante las manifestaciones del año pasado.

«Al cabo de unos días todos ellos recibieron un disculpa formal de la oficina del primer ministro y se castigó en consecuencia a varios altos cargos», afirmó Al-Muttabili.

Sin embargo, para muchas personas estas disculpas no van muy lejos. «No se trata solo de la falta de libertad ni de la mejoría en general. De hecho, en realidad vamos hacia atrás en muchos aspectos», declaró a DW Allah Kahtan, profesor de Bellas Artes en la universidad de Bagdad.

«Nos hicimos ilusiones de esperanza tras la caída de Saddam, pero ahora estamos empezando a darnos cuenta de que era falso», afirmó, una voz de las muchas que han perdido toda esperanza en los vientos de cambio procedentes de la plaza Tahrir de Baghdad.

Fuente original: http://www.dw.de/dw/article/0,,15773319,00.html