Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
El sexto aniversario de la invasión de Iraq es una triste ocasión de hacer balance: durante seis años de ocupación, han muerto 1.200.000 ciudadanos y 2.000 médicos, 5.500 profesores e intelectuales han sido asesinados o encarcelados. Hay 4.700.000 refugiados: 2.700.000 desplazados internos y dos millones huidos a los países vecinos; entre estos refugiados hay 20.000 médicos. Según Cruz Roja, Iraq es ahora un país de viudas y huérfanos: dos millones de viudas a consecuencia de la guerra, el embargo, la guerra otra vez y la ocupación, y cinco millones de huérfanos, muchos de los cuales (unos 500.000) no tiene casa. Casi una tercera parte de los niños iraquíes sufre desnutrición. Aproximadamente el 70% de las niñas ya no van al colegio. Los servicios médicos, hasta hace poco tiempo los mejores de la región, están completamente colapsados: el 75% del personal médico ha dejado su trabajo, la mitad de ellos han abandonado el país y tras seis años de «reconstrucción», los servicios sanitarios en Iraq sigue sin alcanzar unas condiciones mínimas.
Debido al uso de munición de uranio empobrecido por parte de la ocupación ha aumentado drásticamente el número de casos de cáncer y de abortos naturales. Según un reciente informe de Oxfam, la situación de las mujeres de absolutamente preocupante. El estudio afirma que a pesar de los optimistas comunicados publicados en la prensa, la situación de las mujeres se sigue deteriorando. Siguen sin haber los artículos más elementales. En enormes partes de la población el acceso al agua potable es un problema y la electricidad sólo funciona entre tres y seis horas al día, y ello en un Estado que una vez fue una nación de ingenieros. Más de cuatro de cada diez iraquíes viven bajo el umbral de pobreza y el paro es inmenso (28.1% de la población activa). Además de 26 cárceles oficiales, hay unas 600 secretas. Según el Sindicato Iraquí de Presos Políticos, más de 400.000 iraquíes han sido detenidos desde 2003, de los cuales 6.500 son menores y 10.000 mujeres. La tortura se practica a gran escala y cerca de un 87% de los presos continúan detenidos sin cargos. La corrupción es inmensa: según Transparencia Internacional, Iraq es, tras Somalia y Myanmar, el país más corrupto del mundo. El departamento de Asuntos Exteriores estadounidense califica a Iraq de «Estado fallido». Esto lo simboliza el hecho de que Iraq, un Estado que tiene las terceras reservas mundiales más grandes de petróleo, tiene que importar a gran escala petróleo refinado. Las autoridades están a punto de hacer concesiones petrolíferas por 25 años a compañías internacionales (incluyendo europeas), a pesar de que carecen del mandato o de la autoridad legal para hacerlo. En vez de que se paguen a Iraq reparaciones por la descomunal destrucción producida en las infraestructuras del país, que suponen miles de millones de pérdidas en ingresos del petróleo, Iraq está de nuevo a punto de ser robado. Se está produciendo una limpieza étnica a gran escala contra los turcomanos, cristianos, asirios y chebaques. Kirkuk está siendo «kurdizado» por medio de una migración masivas y de asentamientos ilegales (inspirados en Israel) y se está falsificando su historia.
Estos datos, avalados por numerosos informes, estuvieron presentes durante una sesión informativa en el Parlamento Europeo organizada por el Tribunal BRussell el 18 de marzo y presentada por especialistas iraquíes. El 19 de marzo hubo una sesión en el Parlamento belga donde tras las declaraciones del doctor Omar Al-Kubaissi, un prestigioso cardiólogo iraquí y experto en salud, un representante nacional admitió francamente que no tenía ni idea de las dimensiones del desastre humanitario. ¿Quién puede culparlo? En la prensa europea hemos oído poco o nada referente a este desastre humanitario. En los periódicos se habla de las elecciones, de alguna bomba ocasional, del proceso político, de los positivos resultados de la «oleada» [de tropas], etc., pero prácticamente nada referente al sufrimiento del pueblo iraquí. Nos hemos dormido y nos consolamos: Obama retirar a las tropas estadounidense, por consiguiente, la cuestión de Iraq está fuera de agenda. La verdad es que queremos olvidar este desastre humanitario porque Occidente es responsable de él. Desde luego, lo son en primera y última instancia las administraciones de Bush y Blair, pero también los Países Bajos, Dinamarca, Hungría, Polonia e Italia pertenecieron a la coalición y, por lo tanto, fueron cómplices, mientras que Amberes fue un puerto de tránsito vital para la invasión. Por consiguiente, Europa también tiene una grave responsabilidad. ¿Cómo es posible que a pesar de la gran cantidad de impresionantes informes podamos ocultar el impacto de la guerra, que en un primer momento agitó a la opinión pública mundial? «Darfur» llama la atención (y correctamente) como una especie de Holocausto africano, pero los crímenes contra la humanidad a escala casi «genocida» en Iraq los barremos bajo la alfombra. Si la prensa no hace su trabajo, ¿cómo es posible llegar a la opinión pública? Tampoco los activista y políticos con buenas intenciones están a la altura. Podríamos considerar este tipo de desinformación y la indiferencia que lleva aparejada una forma de negacionismo o, cuando menos, un tipo de ignorancia moral. Wir haben es nicht gewusst*, diremos. Pero, que quede esto bien claro, los pueblos de la región árabe no nos perdonarán.
Lieven De Cauter es filósofo e iniciador del Tribunal BRussell
* «No lo sabíamos» (N de la t.).
Enlace con el original: www.brusselstribunal.org/