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Nuevas revelaciones sobre la corrupción estadounidense en Iraq

Iraq, ‘Zona de libre-fraude’

Fuentes: IraqSolidaridad

Esta semana se dieron a conocer documentos judiciales que revelan que en febrero [de 2006] el hombre de negocios Philip Bloom fue declarado culpable de conspiración, soborno y blanqueo de dinero. Bloom reconoció haber dado más de dos millones de dólares en efectivo y en regalos a funcionarios estadounidenses para obtener la cesión de contratos […]

Esta semana se dieron a conocer documentos judiciales que revelan que en febrero [de 2006] el hombre de negocios Philip Bloom fue declarado culpable de conspiración, soborno y blanqueo de dinero. Bloom reconoció haber dado más de dos millones de dólares en efectivo y en regalos a funcionarios estadounidenses para obtener la cesión de contratos de reconstrucción a compañías de su propiedad. Nuevos informes sobre sobornos y corrupciones en los que se han visto implicados funcionarios militares, hombres de negocios y funcionarios de la ocupación estadounidenses han puesto de relieve el carácter criminal de la intervención estadounidense en Iraq [1].

El 19 de abril el diario The Washington Post informó de que las compañías de Bloom habían recibido un total de 8.600.000 dólares en contratos de reconstrucción, que fueron estructurados para dar a las compañías un margen de beneficios superior al 25%. La acusación solicita hasta 40 años de cárcel.

Los documentos judiciales detallan cómo Bloom fue capaz de aprovecharse de lo que este diario denomina el «[…] ambiente caótico, despreocupado y acaudalado» del Iraq posterior a la invasión. Bloom dio dinero en metálico, coches, joyas y billetes de avión a muchos funcionarios militares y civiles que entonces le concedieron los contratos. Algunos beneficiarios de la generosidad de Bloom estipularon minuciosamente lo que querían del empresario estadounidense. Un funcionario pidió un [coche] GMC Yukon SUV automático, blanco por fuera y de cuero con tono de arena en el interior. Otro funcionario, el jefe de personal de la Autoridad Provisional de la Coalición (APC) en Hilla [Babilonia], encargado de supervisar la reconstrucción de toda la región centro-sur de Iraq, pidió un Nissan 350z azul metálico descapotable. Los archivos judiciales incluyen correos electrónicos entre Bloom y quienes aceptaron sus sobornos. En uno de los correos un oficial de la reserva del Ejército escribió: «¡El camión es fantástico! Necesitaba uno nuevo […]. La gente con la que trabajo no puede dejar de decir lo mucho que les gusta». Los documentos también indican que Bloom proporcionó mujeres que ofrecían favores sexuales a cambio de ayuda a las empresas de Bloom.

Otro individuo, Robert Stein, un ex-alto funcionario contratista estadounidense en Iraq, también fue considerado culpable de conspirar con Bloom y otras personas para embolsarse dinero destinado a la reconstrucción. Stein fue contratado como interventor por la APC, cargo en el que actuó en connivencia con Bloom para apropiarse de dinero destinado a la construcción de una biblioteca en Hilla y otras mejoras de infraestructura, y utilizarlo para comprar joyas, coches y armas, y llevar fraudulentamente cientos de miles de dólares a EEUU. Stein fue acusado de haber cometido un grave delito cuando fue convocado en su despacho en el Iraq posterior a la invasión. A mediados de los noventa fue acusado de fraudes federales y se enfrentaba entonces a una demanda de fraude hecha por un ex-empleado cuando el Pentágono le concedió en control de 82 millones de dólares para distribuirlos en Hilla.

Stuart W. Bowen Jr., inspector general especial para la reconstrucción de Iraq, cuya oficina destapó los crímenes de Bloom, afirma que estaba investigando otros 70 casos que implicaban acusaciones criminales.

La coronel Garner y ‘Meteoric’

Otro caso, del que informa el Los Angeles Times del 19 de abril, implica a Kimberly Olson, una de las primeras mujeres piloto y coronel de la Fuerza Aérea muy condecorada. Fue llevada ante un tribunal militar acusada de utilizar su posición como segundo comandante de Jay Garner para embolsarse más de tres millones de dólares en contratos para una empresa privada de seguridad con la que estaba asociada. Garner, un general retirado convertido en contratista del Ejército, fue el primer administrador estadounidense del Iraq posterior a la invasión. Fue cesado en mayo de 2003 y sustituido por Paul Bremer.

A la empresa de Olson se le concedieron contratos para suministrar protección a altos funcionarios de los ejércitos estadounidense y británico, así como a KBR, una empresa subsidiaria de la antigua empresa del vice-presidente Cheney, Halliburton.

Olson negó las acusaciones más graves, pero el año pasado fue declarada culpable de cargos más leves. Fue reprendida y se le permitió dimitir de las Fuerzas Aéreas con una paga honorable y sin reducción en su rango. También se le prohibió recibir otros contratos del gobierno durante tres años, pero ha recurrido esta prohibición.

Según el reportaje de Los Angeles Times, Olson, que entonces era una alta funcionaria de la oficina de interventores del Pentágono, fue elegida por Garner como su «mano derecha» cuando a principios de 2003 éste estaba preparando encabezar la ocupación estadounidense de Iraq. Hay que indicar que esto sucedió casi tres meses antes del inicio de la guerra, cuando el presidente Bush insistía en que todavía no se había tomado ninguna decisión de invadir el país. Garner contrató un destacamento de seguridad integrado por ex-miembros de las fuerzas especiales de Sudáfrica. Por aquella misma época Olson ayudó a crear delegaciones estadounidenses para Meteoric, una compañía de seguridad sudafricana en la que posteriormente obtuvo un puesto como directora.

Después de que Garner fuera reemplazado por Bremer los miembros del destacamento de seguridad de Garner empezaron a trabajar para Meteoric. Según el Times:

«Olson se quedó para trabajar para el Programa del Consejo Inspector de la APC, que era responsable de aprobar los contratos que utilizaban fondos destinados a Iraq. La investigación del Pentágono afirma que Olson empezó a ayudar a que Meteoric obtuviera los contratos e hizo otros trabajos para la compañía.»

Ente los contratos concedidos a Meteoric había uno para proporcionar seguridad a Bernard Kerik, que entonces estaba encargado de crear una fuerza de policía iraquí leal a EEUU. Kerik, un ex-jefe de policía de Nueva York, era la primera opción del presidente Bush para suceder a Tom Ridge como secretario del Departamento de Seguridad Interior. Kerik retiró su candidatura cuando aparecieron en la prensa unas revelaciones acerca de acciones dudosas y asociaciones de negocios en las que había estado implicado cuando formaba parte de la plantilla de Nueva York y después, cuando emprendió negocios privados.

Ex-funcionarios estadounidenses relacionados con la ocupación de Iraq se han unido en defensa de Olson. Garner la califico como «[…] una de las personas más honestas que he conocido nunca». El Times escribió:

«El certificado de penales de Olson está lleno de avales y cartas de recomendación de Garner y de su sucesor como administrador estadounidense de Iraq, Paul Bremer III, así como de altos funcionarios civiles y militares en Iraq y Washington. Algunos temen que las acciones contra ella sean una acción judicial excesivamente minuciosa que puede incidir en los esfuerzos de reconstrucción.»

Magnitud de la corrupción

El diario Boston Globe de 17 de abril publicaba un artículo que daba algún sentido a la magnitud de la corrupción en el Iraq ocupado por EEUU. Citando a investigadores del Congreso, el periódico informaba de que «[…] constructores estadounidenses estafaron cientos de millones de dólares de los fondos destinados a Iraq». El artículo describe cómo inmediatamente después de la invasión funcionarios estadounidenses se apoderaron de los ingresos petrolíferos de Iraq y del dinero que había en las cuentas de los bancos y colocaron el dinero, un total de 20.700 millones de dólares, en el llamado Fondo de Desarrollo para Iraq (DFI, en sus siglas en ingles) [2]. Este dinero fue entonces repartido a los contratistas, especialmente a empresas estadounidenses, sin ningún tipo de control elemental o de contabilidad.

El Globe citaba una auditoria del Congreso que mostraba que en 154 contratos de unos doscientes no había ninguna prueba de que se hubieran suministrado ninguno de los servicios o productos prometidos. «En algunos casos se pagaba a los contratistas dos veces por el mismo trabajo», informaba el Globe, «En otros se les pagaba por un trabajo que no habían hecho». El periódico continuaba:

«Entre los contratos pagados fuera de los fondos iraquíes estaba el controvertido contrato Halliburton para restaurar la infraestructura petrolífera de Iraq por valor de 2.400 millones de dólares. Los auditores del Pentágono encontraron 263 millones en excesivos o no fundamentados costes de importar gasolina a Iraq, pero el Pentágono declaró en febrero que había accedido en pagar a una subsidiaria de Halliburton todo el dinero cuestionado excepto 10 millones de dólares.»

Estos contratistas gozan de protección legal contra acusaciones criminales porque unos días antes de entregar formalmente la soberanía al gobierno iraquí respaldado por EEUU en junio de 2004, la APC impuso una ley que concedía a los constructores estadounidenses inmunidad judicial.

Alan Grayson, un fiscal de Virginia involucrado en juicios archivados contra constructores, declaró al Globe que esta ley «[…] en efecto […] convierte a Iraq en una zona de libre-fraude». Al hablar sobre el efecto que tiene el robo masivo sobre las riquezas iraquíes, Grayson afirma que «[…] igual que un poder colonial, el gobierno de Bush se apropió del dinero iraquí del petróleo y lo gastó. Lo iraquíes lo saben bien. Esa es una de las razones por las que disparan a los soldados estadounidenses».

Estos escándalos de corrupción no son meras aberraciones o productos secundarios de la invasión de Iraq. Más bien reflejan la esencia criminal de una guerra imperialista injustificada, preparada por medio de provocaciones y mentiras, y emprendida con el propósito de apoderarse de las riquezas petrolíferas y obtener ventajas estratégicas sobre potencias rivales. No pocos de quienes se han aprovechado personalmente todo lo posible de la devastación desatada en Iraq (incluyendo la muerte y mutilación de miles de estadounidenses y de cientos de miles de iraquíes) son compinches de empresa de Cheney y Bush y el resto de la camarilla militar que dirige el gobierno estadounidense.

Notas de IraqSolidaridad:

1. Véase sobre este tema en IraqSolidaridad: Dave Whyte: El pillaje de las corporaciones empresariales de EEUU en Iraq Nicole Colson: Despilfarro, pillaje y miseria: El coste de la guerra para EEUU e Iraq. La malnutrición entre los niños iraquíes se ha duplicado desde el inicio de la ocupación Zaid al-Ali: La corrupción y la mala administración están detrás de la quiebra de la economía La catástrofe económica de Iraq 2. Establecido por el Consejo de Seguridad de NNUU inmediatamente después de culminada la invasión. A esta cuenta fueron destinados los fondos del Programa Petróleo por Alimentos.

Traducción del inglés para IraqSolidaridad de Beatriz Morales

www.iraqsolidaridad.org.