Diecisiete meses después de la invasión angloestadunidense con la que el presidente George W. Bush prometió llevar la democracia a Irak, el primer ministro aprobado por Washington, Iyad Allawi, introdujo hoy una legislación que permite a las autoridades iraquíes imponer la ley marcial, el toque de queda, prohibir manifestaciones, restringir la libertad de movimiento, intervenir […]
Diecisiete meses después de la invasión angloestadunidense con la que el presidente George W. Bush prometió llevar la democracia a Irak, el primer ministro aprobado por Washington, Iyad Allawi, introdujo hoy una legislación que permite a las autoridades iraquíes imponer la ley marcial, el toque de queda, prohibir manifestaciones, restringir la libertad de movimiento, intervenir teléfonos, abrir correspondencia ajena y congelar cuentas bancarias.
Líderes militares podrán ser nombrados para gobernar ciertas partes de la nación. También es probable la reinstalación de la pena de muerte adoptada por Saddam Hussein. Con todo esto, Irak ya empieza a verse como un país ára-be cualquiera.
Pero la insurgencia, la cual se supone que estas leyes deben de-rrotar, estalló hoy en el centro de Bagdad, justo cuando se anunciaba la nueva legislación. Increíblemente, un combate se destacó en la ca-lle Haifa, una de las más concurridas y aledaña al río Tigris.
Pistoleros atacaron a la policía y tropas iraquíes. Las balas silbaron a lo largo del río y al menos tres soldados, que se cree son todos iraquíes, murieron cerca de la ribera.
Este miércoles la violencia en la capital fue imposible de evadir. Comenzó con una serie de ataques con mortero en la zona amurallada, donde los funcionarios gubernamentales viven bajo protección de estadunidenses.
Uno de los morteros cayó cerca de la residencia de Allawi, y otro estalló junto a una clínica cercana a la sede de su partido. Las explosiones hicieron eco en toda la ciudad.
Una bomba en el interior de una camioneta, retacada de metralla y granadas, fue hallada esta mañana en los cuarteles centrales del go-bierno interino, y desactivada.
Hoy, mientras conducía a las 11 de la mañana por Bagdad, vi otra tremenda explosión que arrojaba humo y desechos al aire cerca de un convoy estadunidense.
Las tropas de Washington ce-rraron todos los puentes de carretera cerca de la zona en un desesperado intento de proteger su largo convoy de camiones cargados de aprovisionamiento, que venía del este a la capital.
Muchos iraquíes recibieron en principio con beneplácito las nuevas leyes. La seguridad, o más bien su ausencia, ha sido su mayor preocupación desde que el ejército es-tadunidense permitió que miles de saqueadores desvalijaran Bagdad tras la invasión del año pasado.
De cualquier forma, ellos padecieron draconianas leyes de «seguridad» durante las dos décadas del gobierno de Saddam.
Pero la nueva legislación puede haber llegado demasiado tarde pa-ra salvar al «nuevo» Irak de Ayad. Porque amplias zonas del país, incluidas al menos cuatro de las más grandes ciudades, están ya en manos de los insurgentes.
Se cree que cientos de pistoleros están controlando la ciudad de Samarra -al norte de Bagdad-, Fa-llujah y Ramadi, donde otros cuatro marines estadunidenses fueron muertos el martes; son ya prácticamente repúblicas autónomas.
Bakhityar Amin, nuevo «ministro de Justicia y Derechos Humanos» de Irak (en lo que es una combinación de cargos que no existen en otro lugar del mundo) fue elegido para anunciar la nueva legislación de ley marcial.
«Las vidas del pueblo iraquí pe-ligran debido a fuerzas del mal, a pandillas y terroristas -señaló-. Somos conscientes de que esta ley restringe algunas libertades, pero a cambio hay numerosas garantías. Hemos tratado de garantizar la justicia y los derechos humanos».
Agregó que la legislación era necesaria para combatir a insurgentes que «estaban impidiendo que los empleados del gobierno asistieran a sus lugares de trabajo y que funcionarios extranjeros ingresaran al país para ayudar a la re-construcción del país, y para descarrilar las elecciones generales».
Ahí está, desde luego, la contradicción. La ley marcial está siendo impuesta por un gobierno no elegido, en interés de la «democracia».
Y si es cierto lo que muchos iraquíes piensan, que es la vasta presencia de tropas estadunidenses lo que está detrás de la violencia, el apoyo que el ejército de Estados Unidos da a la ley seguramente enardecerá a la insurgencia.
El lunes anterior, por ejemplo, el gobierno de Allawi admitió que ha proveído de «inteligencia» a la fuerza aérea estadunidense, poco antes de que un avión bombardeara una casa en Fallujah y matara a 15 personas.
Como de costumbre, los estadunidenses afirmaron que los muertos eran «terroristas». La ma-yor parte de los cuerpos estaban hecho pedazos, pero los cadáveres de tres mujeres y un niño eran visibles entre ellos. De inmediato hubo llamados desde Fallujah pidiendo derrocar a Allawi.
Así, Irak entró este miércoles a un nuevo capítulo fatal de su historia, y éste no se parecía mucho a la democracia.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca.