Desmontar una dictadura desde dentro no es fácil, y todavía es más difícil hacerlo sin demasiada sangre. Normalmente no es tarea de «hackers«, sino de «insiders» que conocen a la perfección la maquinaria del sistema, y son capaces de desmontarla con la paciencia de un relojero. Ir «de la ley a la ley a […]
Desmontar una dictadura desde dentro no es fácil, y todavía es más difícil hacerlo sin demasiada sangre. Normalmente no es tarea de «hackers«, sino de «insiders» que conocen a la perfección la maquinaria del sistema, y son capaces de desmontarla con la paciencia de un relojero. Ir «de la ley a la ley a través de la ley» partiendo de los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional es algo que sólo podían hacer aquellos que habían ocupado el cargo de Secretario General del Movimiento. Como Torcuato Fernández-Miranda y Adolfo Suárez.
El 23 de febrero de 2011 se cumplen 30 años de un golpe que fracasó. Durante tres décadas, se han sucedido decenas de golpes blandos que hemos ido aceptando con toda normalidad democrática. Los ajustes eran necesarios: por la crisis del petróleo, para entrar en Europa, por la crisis del 93, por el cambio al euro, porque lo decían los mercados. Sindicatos, partidos políticos y medios de comunicación se han empleado a fondo durante estos 30 años para desmovilizar completamente a una sociedad civil cada día más precarizada y apática, cada día más recluida en su caverna doméstica. La libertad era esto, así que consume: no queda nada que cambiar, porque la Constitución es robusta y a todos nos ampara.
La Constitución, el sistema de partidos, la ley electoral: las tres piezas fundamentales de una maquinaria que ningún hacker osaría desmontar. Los arquitectos del sistema hicieron bien su trabajo en la Transición. Se buscaba un sistema parlamentario que propiciase gobiernos de mayoría estable, huyendo de parlamentos muy fragmentados, así que se decidió penalizar mediante la Ley d’Hondt a los partidos minoritarios. Una democracia blindada, donde jueces, fiscales y militares no pudiesen afiliarse a partidos políticos o sindicatos, y donde la reforma de la Constitución o de la ley electoral requiriese el acuerdo de las dos fuerzas mayoritarias. Un sistema inmune a los hackers.
Y sin embargo es posible: una democracia no tiene nudos gordianos. «De la ley a través de la ley», toda reforma es posible si existe voluntad política para llevarla a cabo. Y eso es lo primero que hay que comprobar: ver hasta donde ha llegado nuestro hartazgo. Formatear el sistema, hacer nuevas particiones e instalar un nuevo sistema operativo no es imposible, si se sabe exactamente qué es necesario cambiar.
Nolesvotes.com no es un jaque al sistema, por la sencilla razón de que en una democracia el sistema somos todos. Si las cosas se han corrompido hasta niveles insostenibles, es porque nosotros lo hemos permitido. Si estamos de acuerdo en que la corrupción de nuestra clase política es el principal problema al que se enfrenta este país, es a nosotros, los votantes, a los que nos corresponde la principal responsabilidad para cambiar las cosas.
Una revolución destructiva no construye un wiki donde debatirlo todo, incluso los propios fundamentos del movimiento. Un movimiento sin jerarquías, sin líderes, autoorganizado y horizontal. Como la red de la que todos formamos parte.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/jaqueperpertuo/2011/02/22/jaque-al-sistema.html