Los laboratorios han desarrollado fármacos que prolongan la vida y reducen la mortalidad por VIH y sida, y por tanto tienen una gran responsabilidad social en la lucha contra la pandemia. Así lo afirmó Javed Jabbar, ex senador y ex ministro de Información de Pakistán, al participar del Noveno Congreso Internacional sobre el Sida en […]
Los laboratorios han desarrollado fármacos que prolongan la vida y reducen la mortalidad por VIH y sida, y por tanto tienen una gran responsabilidad social en la lucha contra la pandemia. Así lo afirmó Javed Jabbar, ex senador y ex ministro de Información de Pakistán, al participar del Noveno Congreso Internacional sobre el Sida en Asia y el Pacífico, que comenzó el domingo y continuará hasta este jueves en la isla indonesia de Bali.
Jabbar llamó a gobiernos y comunidades a recordarles a las empresas farmacéuticas la diferencia fundamental que existe entre poseer patentes sobre bienes –como objetos de diseño o teléfonos celulares– y sobre medicamentos para el tratamiento del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida), que pueden salvar vidas. «Éstas son medicinas que hacen la diferencia entre la vida y la muerte», sostuvo Jabbar, también vicepresidente mundial de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Al aplicar el sistema de patentes al fármaco y al proceso que conduce a él, «creamos monopolios injustos y bloqueamos la transferencia de conocimientos» que pueden salvar muchas vidas en todo el mundo, dijo.
Es tiempo de reescribir las reglas de los derechos de la propiedad intelectual, un pilar del sistema del comercio mundial, opinan críticos como él. «En el contexto del VIH y el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), necesitamos un nuevo concepto sobre los derechos de propiedad de la gente en vez de derechos de la propiedad intelectual», planteó Jabbar.
Varios activistas que promueven la eliminación de las patentes de los fármacos se amontonaron frente al lugar donde Jabbar formulaba sus declaraciones con pancartas que rezaban «no a las patentes de los medicamentos para el sida». Arremetiendo contra varios laboratorios por negarse a permitir que se desarrollen versiones genéricas de los fármacos utilizados en las terapias del VIH, clamaron: «¡Avergüéncense!».
Jabbar expresó su apoyo a una propuesta de Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, de reconocer los derechos de propiedad intelectual de la población. Sugirió crear un fondo para pagar a los científicos que logren la fórmula para curar enfermedades clave, tras lo cual los fármacos pasarán al dominio público en vez de convertirse en «propiedad» de las compañías farmacéuticas. En una entrevista, Jabbar dijo que la idea de los derechos de propiedad de la población incluiría pagar a los laboratorios para que continúen produciendo la medicación necesaria. Reiterando las críticas formuladas por muchos activistas en el Congreso, citó estudios según los cuales apenas 15 por ciento del costo de los medicamentos se destina realmente a su desarrollo. El resto se usa en mercadotecnia.
Remitiéndose a investigaciones académicas, Jabbar dijo que la protección de patentes hace aumentar los precios de los fármacos en promedio 400 por ciento, y a menudo supera 1.000 por ciento. «Ellos pueden ganar dinero, pero no tienen que obtener 400 por ciento de ganancias. Eso es codicia, y es vergonzoso», opinó. Al mismo tiempo, Jabbar dijo que hay señales de que el «concepto de voluntad de la gente» gradualmente se abre camino a la hora de presionar a las firmas farmacéuticas. En julio, el laboratorio GlaxoSmithKline concedió una licencia gratuita y voluntaria a una empresa sudafricana para producir la versión genérica del abacavir, compuesto activo de un medicamento antirretroviral. A comienzos de este año liberó varias de sus patentes para medicinas utilizadas en el tratamiento de enfermedades tropicales, pero excluyó a las usadas en casos de VIH y sida.
Hay ejemplos como Brasil, India y Tailandia, que asumieron roles clave en la producción de tratamientos más accesibles para el VIH. «Estas corporaciones (farmacéuticas) son forzadas a reconocer que hay una demanda pública, que hay hostilidad», dijo Jabbar. Irónicamente, son los grandes problemas de la ciencia y la medicina –entre ellos el VIH/sida– los que han conferido a los laboratorios un peso tan importante que prácticamente da forma a las políticas mundiales de salud pública. Aunque las reglas de la Organización Mundial del Comercio brindan espacio para infringir patentes y recurrir a las licencias obligatorias en nombre de las necesidades de salud pública, incluidos el VIH y el sida, muchos activistas señalan que esto dista de ser suficiente. El régimen comercial mundial también implementó un sistema donde los derechos corporativos sobre la propiedad intelectual –especialmente los de las firmas farmacéuticas– se aplican fuertemente, a expensas del bien público, sostuvo Jabbar.
Quienes violan patentes o desarrollan versiones genéricas de los medicamentos movilizan a las empresas que los registraron mucho más que cuando se hacen copias de películas o libros, aunque esté claro que en el caso de los fármacos hay un interés de salud pública en juego, agregó. Aunque la idea de los derechos de la propiedad de los individuos no es algo que los laboratorios abrazarán, «eso no significa que no debamos hacer campaña por ella», dijo Jabbar. «Las fantasías de hoy son los hechos del mañana», enfatizó.