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Y uno no sabe si reir o llorar

Joaquín Sabina: ese tipo que tanto admiró la moral estilo soviet

Fuentes: Rebelión

Hay que empezar a desconfiar de todo. De los artistas mucho más. Ellos son hijos de sus triunfos y están atados a las disqueras. A las disqueras no les importa la política ni nada. Vender y vender es su único interés. Saben que hay un gran sector de gente que compra música contestataria, y que […]

Hay que empezar a desconfiar de todo. De los artistas mucho más. Ellos son hijos de sus triunfos y están atados a las disqueras. A las disqueras no les importa la política ni nada. Vender y vender es su único interés. Saben que hay un gran sector de gente que compra música contestataria, y que para ese mercado debe de tener su gente. Allí están los Serrat, las Sabinas, los Pablos Milanés, las Ana Belén, los Víctor Manuel y todo esa pléyade de gente, que llena de expectación el espíritu de los inconformes, de los que saben que «nuestra sociedad es gran proyecto para el mar».

Los artistas tienen un gran compromiso con su gente, porque en sus canciones imponen una tesis cultural y una posición política determinada. Cuando se suscita un cambio en una posición, es normal que llenen de indignación la consciencia de tantos seguidores que han empeñado su espíritu siguiendo a falsos profetas.

El cambio de posiciones es entendible en los seres humanos ambivalentes, porque es normal que su naturaleza se decante por el confort, pues a cada segundo cambian sus células y su composición química consciencial. Lo reprochable en los cambios, es que no habiendo desaparecido las condiciones que nos hicieron adoptar una determinada posición política, cambien sin más la consciencia de las personas que nos hicieron soñar y se coloquen en una posición cómoda.

Por ejemplo: «El pirata cojo con pata de palo» se ha convertido en un grumete y un consejero de la reina, y a sus «cuarenta y diez» sabe que la jubilación se acerca, y que las trasnochadas dejan los bolsillos en rojo, por ello resultaría ilógico ahora, ser «comunista en las Vegas» y peor aún en Miami, donde el mercado es excelente para mantener el jaleo y una vida consagrada a la aventura urbana.

Cuba es un proyecto histórico fracasado -dijo Sabina. ¿y los siameses de España serán la gloria ahora con Bankia y el deshumanizante despojo de hogares? La salvación neoliberal tiene un precio y son las fuerzas de ocupación de la OTAN que civilizan con masacres humanas.

Así es la vida Sabina, de pronto te puedes ver «como un perro de nadie ladrando en las puertas del cielo», y «librándote de los tontos por cientos del cuento del bisnes», porque es lógico que en «el santo matrimonio que forma -Don Joaquín y Doña Sabina- en la ciudad prohibida, pone una vela a Dios y otra al demonio». En todo caso esa es la moral del su «vuelva usted mañana y su sálvense quien pueda», ahora que «la pensión es un palacio donde nunca falta espacio para más de un corazón». Esta es la lógica para sobrevivir el embate de la madre sobre vivencia, porque «si lo que quieres es vivir cien años cómprate un mascara antigás y mantente dentro de la ley», y pide a los soñadores que se callen, ahora que sabemos que no te gusta invertir en quimeras «porque lo que te ha traído aquí son sus caderas no su corazón».

Fue a Israel y de paso hizo lobby para que su amigo y autor preferido Antonio Muñoz Molina un jinete no tan polaco ganara el Premio Jerusalén como pago por sus conciertos cantando a la paz dulzona de una noche de copas, que se rompería al día siguiente con los cañones azotando el dolor de los niños palestinos.

De Serrat ni digamos, quien para hacerse famoso copió versos de Miguel Hernández, de Antonio Machado y hasta del propio Bennedetti quien sabía que el sur también existe. Ay muchachos les quedó grande la camisa de la contracultura, ahora ni modo a cantarle a la Monarquía y al PSOE o a vender vinos para la bancarrota que causaràn los decepcionados. Pero en todo caso no se preocupen, los que creemos en la utopía no compramos discos originales, así que pueden seguir triunfando con sus ambigüedades.

Solo le faltó saber a Sabina que la Bancarrota estadounidense lo llevará a recibir dólares en papel moneda sin respaldo financiero ni en las reservas internacionales, y acaso solo en las balas con que se asesinan las pobres familias de Libia y Afganistán.

«Ese tipo que canta canciones -de burdel- si lo hubieras visto ayer, dando gritos de Yanqui go home, coreando slogan de Fidel. Hoy tiene un adoquín en su despacho del muro de Berlín. Ese mismo que tanto admiró la moral estilo soviet, por un catorce por ciento cambió la imaginación al poder. Y uno no sabe si reír o si llorar viendo a – Joaquín Sabina en Israel- fumar la pipa de la paz».

 

Milson Salgado es Escritor hondureño.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.