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Elecciones-Iraq:

Jornada sangrienta

Fuentes: IPS

Docenas de iraquíes murieron en la jornada electoral de este domingo a causa de atentados atribuidos a organizaciones insurgentes islámicas que habían llamado a boicotear los comicios. Además de los muchos ataques que marcaron la jornada electoral de este domingo en Iraq, un misil impactó el sábado en las cercanías de la embajada de Estados […]

Docenas de iraquíes murieron en la jornada electoral de este domingo a causa de atentados atribuidos a organizaciones insurgentes islámicas que habían llamado a boicotear los comicios.

Además de los muchos ataques que marcaron la jornada electoral de este domingo en Iraq, un misil impactó el sábado en las cercanías de la embajada de Estados Unidos en Bagdad. Dos estadounidenses murieron y cuatro resultaron heridos.

Al finalizar el día, al menos 40 personas habían muerto en atentados contra circuitos electorales y contra ciudadanos que desobedecieron el llamado de los insurgentes a boicotear las elecciones.

La rama iraquí de la red terrorista Al Qaeda, liderada por el jordano Musab al-Zarqawi, se atribuyó la mayoría de esas operaciones.

Por otra parte, un avión militar británico con una cantidad no determinada de tripulantes –según distintas versiones, más de 100– se precipitó el domingo 60 kilómetros al norte de Bagdad. El gobierno de Tony Blair confirmó el siniestro, pero no brindó explicaciones sobre sus posibles causas.

Las autoridades electorales aseguraron que la asistencia a las urnas había sido superior a la prevista, de 57 por ciento de los 14 millones de votantes. Tanto el presidente estadounidense George W. Bush como Blair, principales impulsores de la invasión a Iraq que puso fin en 2003 al régimen de Saddam Hussein, emitieron este domingo al cierre de las urnas mensajes televisados contratulándose del «éxito» de las elecciones.

Sin embargo, las cifras oficiales son puestos en duda por ciudadanos comunes.

Una hora después de la apertura de las mesas de recepción de votos, a las 7 de la mañana hora local, las explosiones de los morteros comenzaron a hacerse oir por toda la capital. A veces se sintió una explosión por minuto.

La mayoría de los iraquíes permanecieron en sus hogares, en respuesta a la amenaza insurgente de «lavar las calles con sangre».

Un suicida detonó los explosivos que cargaba en un puesto de control del barrio bagdadí de Monsour, matando a un policía e hiriendo a otros dos. Otro mató a cuatro personas que esperaban en fila para votar en el área capitalina de mayoría chiita Ciudad Sadr.

Muchos iraquíes que pretendían sufragar en el centro de Bagdad debieron permanecer en sitios seguros bajo techo cuando se vieron sorprendidos por tiroteos. Los ataques de mortero contra mesas de votación continuaron durante todo el día. «Un suicida en bicicleta mató a alguien ayer (por el sábado) cerca de mi casa», dijo Ahmed Mohammed, un ciudadano iraquí de 32 años. «Nunca pensé en votar en estas elecciones ilegítimas, pero si hubiera querido no lo habría podido hacer nunca en estas condiciones.»

Las draconianas medidas de seguridad previstas para la jornada impidieron el paso a través de los puestos de control de ambulancias que procuraban atender a los heridos. El nerviosismo se debe a que los militares estadounidenses afrontan un promedio de 80 ataques diarios.

En las vísperas de la votación se han tomado medidas de seguridad sin precedentes, que incluyen un toque de queda entre las 16:00 y las 03:00 GMT en casi todas las ciudades, el cierre de las fronteras y del aeropuerto de Bagdad, y la prohibición de viajar entre provincias.

A pesar de la importancia que la comunidad internacional y los medios de comunicación asignan a estos comicios, las organizaciones que suelen enviar observadores a comicios se abstuvieron de hacerlo por razones de seguridad.

«Parece una guerra, no una jornada electoral», dijo Layla Abdul Rahman, una profesora de inglés. «Las calles está llenas de tanques y soldados. Los puentes están cerrados. Sentimos bombas todo el tiempo alrededor nuestro, y en las últimas dos noches hubo muchos largos combates.»

«No debimos haber tenido elecciones ahora, porque no resulta práctico con una seguridad tan horrorosa», agregó.

Las amenazas de los insurgentes seguidos por una serie de ataques en toda Bagdad redujeron la asistencia a las urnas.

El entusiasmo electoral fuera de Kurdistán pareció restringirse a los dirigentes de los 111 partidos políticos que compiten por los 275 escaños de la Asamblea Nacional (parlamento) y los 18 concejos provinciales. Pero la mayoría de los candidatos prefieren que no se conozca su condición de tales por razones de seguridad.

Se prevé que el partido chiita que lidera el ayatolá (clérigo) Alí al-Sistani obtenga la mayoría, aunque no abrumadora, de los votos emitidos.

Pocas horas antes de las apertura de las mesas de votación, la mayoría de los ciudadanos desconocían los nombres de la mayoría de los candidatos y hasta la ubicación de las urnas. Para votar les debía bastar con conocer el nombre del partido o el número de lista.

«¿Cómo podemos llamar a esto democracia si tengo miedo de salir de casa?», se preguntó Abdulla Hamid, de Bagdad. «Por supuesto que habrá muchas abstenciones con todas estas bombas.»

También hubo atentados en las ciudades de Hilla, Mosul, Kirkuk, Basora y Baquba. En Samarra, una bomba explotó al paso de una patrulla estadounidense. En esa ciudad, tanto la votación como la presencia policial fue notoriamente escasa.

«Nadie votará en Samarra debido a las malas condiciones de seguridad», dijo el presidente del concejo de gobierno local, Taha Husain.

El primer ministro interino designado por Estados Unidos, Iyad Allawi, anunció el sábado que la vigencia de la ley marcial se extenderá otro mes más. Así, se desvaneció la esperanza de que las elecciones consagraran la seguridad y la estabilidad.

Hubo buena concurrencia a las urnas en el norte de Iraq, controlado por los partidos kurdos, y en el sur chiita, pero la mayoría de los circuitos electorales en la capital y en el centro del país, de hegemonía sunita, permanecieron relativamente vacíos.

La mayoría de los iraquíes son chiitas (62 por ciento), la población hegemónica en el sur, mientras en el centro predominan los sunitas (35 por ciento), el grupo islámico dominante en el mundo árabe y también en el régimen del hoy prisionero ex presidente Saddam Hussein.

El resto de la población es predominantemente de origen kurdo. Esa comunidad constituye la mayoría de la población del norte del país, a pesar de las campañas de limpieza étnica implementadas en el área por el gobierno de Saddam Hussein.

La seguridad en Kurdistán es mejor que en el resto del país. Tras la guerra del Golfo de 1991, organizaciones nacionalistas kurdas se hicieron cargo de administrar el área, protegidas por la aviación de Estados Unidos y Gran Bretaña. El gobierno de Estados Unidos ha calificado la autonomía kurda de «modelo».

Los ciudadanos iraquíes que prefirieron no votar lo hicieron por razones de seguridad o por cuestionar la legitimidad de las elecciones.

«Están equivocados desde el principio. La Comisión Electoral fue designada por (el ex administrador civil de la ocupación estadounidense, L. Paul) Bremer. Entonces, ¿cómo podríamos tener elecciones legítimas en estas circunstancias?», se preguntó Sabah Rahwani, en el barrio bagdadí de Karrada.

«Estos comicios solo benefician a los ocupantes, no a los iraquíes. Esto es sólo propaganda para (el presidente estadounidense George W.) Bush», concluyó Rahwani.

En Kurdistán, en cambio, reina el entusiasmo. «Fuimos destruidos por los árabes, que nos deshonraron. Ahora nos sentimos vivos, sentimos que somos seres humanos. Ya no nos controlan los árabes. Somos kurdos y votamos por gente kurda», dijo Rashid Pirbal, un agricultor de 70 años.

El presidente Bush anunció en su mensaje radial del sábado que «mientras la democracia se consolide en Iraq, la misión estadounidense allí continuará». Washington sostuvo, además, que los soldados permanecerán en Iraq al menos hasta 2006.

El parlamento elegido el domingo redactará una nueva constitución nacional. Está previsto un referéndum con el fin de aprobarla para el 15 de octubre, seguido de nuevas elecciones generales para el 15 de diciembre.

(*) Con aportes de Aaron Glanz, desde Arbil, Iraq