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Julian Assange, México y el derecho de asilo

Fuentes: CLAE

El fundador de Wikileaks permanece detenido en una prisión londinense de máxima seguridad a la espera de que la Corte Suprema del Reino Unido decida sobre una apelación de la defensa para impedir su extradición a EE.UU.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, exigió a Estados Unidos que sea «humanitario» con Julian Assange, el australiano fundador de WikiLeaks, quien está preso en Reino Unido y es requerido por la justicia estadounidense acusado de espionaje por difundir información “secreta” de actos de terrorismo, torturas y muerte de las fuerzas estadounidenses y sus aliados en el exterior. 

El mandatario reiteró la oferta de asilo político en México a Assange y reveló que antes de que Donald Trump dejara la presidencia de Estados Unidos, en enero de 2021, le envió una carta para que «perdonara» a Assange, que fuera exonerado de los cargos que fabricó en su contra la justicia de Estados Unidos y reiteró el ofrecimiento de su gobierno de brindarle asilo. Pero nunca recibió una respuesta.

Asimismo, consideró que Washington debe actuar con humanismo ante el hecho de que Assange está enfermo y sería una muestra de solidaridad prestarle asilo en el país en el que él decidiera vivir. «Assange está enfermo y sería una muestra de solidaridad, de fraternidad, el permitirle que recibiera asilo en el país en el que Assange resolviera vivir, incluido México», apuntó.

AMLO aseguró que el derecho de asilo es parte de la política exterior de México. Y recordó que ésta tiene una reglamentación en el sentido de que quien recibe el beneficio de asilo debe actuar con respeto a las leyes del país y no puede intervenir en asuntos externos. Frente a esa situación, el mandatario consideró que Assange cumple con los requisitos y «no representa ningún peligro en México«.

El fundador de Wikileaks permanece detenido en una prisión londinense de máxima seguridad a la espera de que la Corte Suprema del Reino Unido decida sobre una apelación de la defensa para impedir su extradición a EEUU, donde enfrentaría 18 cargos que podrían traducirse en una condena de 175 años de cárcel y donde podría ser sometido a condiciones carcelarias que su quebrantada salud no podría resistir.

Desde distintos medios de prensa en el mundo se insiste que aunque en el tramo actual del proceso los alegatos se han centrado en las condiciones en las que Assange tendría que enfrentar el encarcelamiento y en otros aspectos humanitarios, el fondo del juicio es de naturaleza distinta.

A diferencia de lo que pretende hacer creer el gobierno de Washington, Assange procesado no es ni un espía ni un ciberdelincuente, sino un individuo que decidió sacar a la luz los secretos más sórdidos de diversos gobiernos con información obtenida mediante filtraciones digitales.

Por qué tanta saña

Así, en 2010 Wikileaks dio a conocer al mundo documentos que probaban la comisión de crímenes de lesa humanidad por las fuerzas estadounidenses y de sus aliados en las guerras de Afganistán y de Irak. Al año siguiente entregó a varios medios informativos del mundo los llamados cables del Departamento de Estado que permitieron conocer las inescrupulosas e injerencistas prácticas diplomáticas de Washington en diversos países.

La persecución de Assange por parte del gobierno –anterior, actual-  de EEUU  no responde a un celo de combatir delitos comunes sino a un designio de venganza por el descrédito que sus instituciones experimentaron debido a las revelaciones de Wikileaks, así como al propósito de dar un escarmiento como advertencia a periodistas que pretendan dar a conocer lo que el poder estadounidense esconde en sus sótanos, editorializa el diario mexicano la Jornada.

Tras más de una década de persecución judicial, siete años de estar refugiado en la embajada de Ecuador en Londres, casi tres de cárcel en la prisión de alta seguridad de Belmarsh y la amenaza latente de la extradición a Estados Unidos, Julian Assange enfrenta una circunstancia en extremo peligrosa para su salud y su vida.

El ofrecimiento de refugio por el gobierno mexicano resulta más que pertinente: no sólo se trata de solidarizarse con un informador injustamente perseguido por la mayor potencia del planeta sino también de ejercer una de las más nobles y edificantes tradiciones de la política exterior mexicana.

Washington quiere juzgar al fundador de WikiLeaks por la publicación desde 2007 de unos 700 mil documentos diplomáticos y militares calisifcados como secretros por EEUU, acusándolo de  haber cometido 18 delitos que incluyen espionaje. Pero amparándose en el derecho a la libertad de expresión, WikiLeaks y Assange argumentan que tienen los mismos derechos que otros medios a publicar material secreto, si es de interés público.

Según su esposa Stella Moris, Assange habrái sufrido un pequeño derrame cerebral el 27 de octubre, cuando se examinaba una apelación de Estados Unidos en el juicio de extradición. Moris aseguró que este «accidente isquémico transitorio» fue producto del «constante juego de ajedrez» y el «estrés extremo» (tortura sicológica continua) al que es sometido a diario.

Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)