Hace 25 años que Julio Cortázar murió. Actor fundamental de la literatura en lengua castellana con raigambre argentina, nos escribió libros que marcaron su nombre sobre el diamante del tiempo. Y sus libros, más fuertes que el diamante, se hacen a la mente del lector y le tallan de forma imborrable. Julio Cortázar, argentino, francés, […]
Hace 25 años que Julio Cortázar murió. Actor fundamental de la literatura en lengua castellana con raigambre argentina, nos escribió libros que marcaron su nombre sobre el diamante del tiempo. Y sus libros, más fuertes que el diamante, se hacen a la mente del lector y le tallan de forma imborrable.
Julio Cortázar, argentino, francés, y del pueblo latinoamericano, autor de «Rayuela», «62 modelo para armar», «El libro de Manuel», «Historias de Cronopios y de Famas», «Los autonautas de la cosmopista», «La vuelta al día en 80 mundos», «Último round», autor de una colección de cuentos en los que el género se hace nuevo y lo fantástico vive en la cotidiana realidad,… dejamos aquí la enumeración, se comprometió con la literatura como herramienta para transformar al lector; esperaba despertarle, hacerle pensar y conseguir que se introdujese por los intersticios de la realidad y se hiciese crítico social y participante en el impulso de los cambios sociales: «… decir que el compromiso del escritor es esencialmente el de la literatura, y que ésta sólo incide de veras en un proceso liberador cuando a su vez funciona como revolución literaria, entendiendo por esto cosas tales como la experimentación, invención y destrucción de ídolos, actos zen de la escritura que sacudan al lector y lo den vuelta como un guante, todo ello sin perjuicio de que el escritor incursione poco o mucho en la temática específicamente ideológica y política de la causa… Por mi parte no me quedo en abstracciones, y repito que nuestro compromiso existe, vaya si existe, y que además es doble: en la literatura llevada a sus máximas posibilidades, y en la crítica cada día más necesaria frente a la fosilización lingüística que con frecuencia mediatiza y hasta anula el mensaje revolucionario. Nuestro vino nuevo necesita odres nuevos, y no sólo hay que transformar así los viejos adagios sino las estructuras de un lenguaje que cada día me aburre más cuando escucho sus sonsonetes, sus devotos rosarios de palabras que se encadenan automáticamente unas a otras, como aquello de la Roma eterna o la India milenaria».
Éste párrafo pertenece al libro de reciente edición titulado «Papeles inesperados»; en el se recogen un gran número de materiales inéditos, reescrituras, pensamientos, y artículos, algunos de los cuales salieron en periódicos y revistas de Latinoamérica, Europa y Norteamérica. Ahora bien, el orden, o quizás desorden, en que se presentan, hay que tener en cuenta las fechas marcadas, nos muestra las evoluciones en el pensamiento y escritura del gran autor: nos sorprenden los discursos juveniles, los escritos sobre Argentina como patria que en algún acto especial leyó a sus alumnos en el centro de enseñanza donde paso sus primeros años de maestro, los apuntes, algunas «Historias de Cronopios y de Famas» que no incluyó en su libro titulado así, otras historias que no formaron parte de la edición de «Un tal Lucas», versiones distintas de algunos cuentos publicados, cartas, anotaciones, títulos tan sugerentes que por sí solos incitan a escribir, denuncias del uso que hacían de su nombre y sus trabajos periodísticos, un cuento que escribió para leer en una reunión de amigos, un escrito que, según parece, puede ser un ejercicio de calentamiento para ponerse a escribir, poemas de libritos que él mismo copiaba y grapaba como una edición privada, prólogos a libros poco conocidos, presentaciones de exposiciones pictóricas y fotográficas, entrevistas a sí mismo,…
Puede parecer un libro para coleccionistas, pero yo diría que sobre todo es para lectores de literatura en muchas de sus variadas expresiones, y desde luego para lectores de Julio Cortázar, autor imperecedero. Escritos de su puño y letra en la máquina del tiempo, cambios en el recorrido de su vida.
Si en Cortázar la literatura es un medio de reflexión sobre la enseñanza, el arte y la vida, aquí podemos saber de su mirada sobre el mundo en cada momento. En el texto publicado en una revista para los alumnos de la Escuela normal de Chivilcoy, de diciembre de 1939, dice: «La escuela normal no basta para hacer al maestro. Y quien, luego de plegar con gesto orgulloso su diploma, se disponga a cumplir su tarea sin otro esfuerzo, ese es desde ya un maestro condenado al fracaso. … El maestro debe llegar a la cultura mediante un largo estudio. Estudio de lo exterior, y estudio de sí mismo. Aristóteles y Sócrates, de ahí las dos actitudes. … La mejor prueba de cultura suele darla aquel que habla muy poco de sí mismo: porque la cultura no es una cosa, sino que es una visión; se es culto cuando el mundo se nos ofrece con la máxima amplitud; …» y concluye recordando: «… todo saber supone una larga paciencia».
Seguidamente hallamos un escrito sobre la experiencia de un viaje que hizo a India y para transmitirla se apoya en los niños que trabajan de limpiabotas, lleva la fecha de 1970. Hay escritos anteriores a 1939, y si los ordenamos por fechas y seguimos cronológicamente encontramos al gran autor siempre con ojos de aprendiz, absorbiendo toda enseñanza y creciendo y fortaleciendo algunas ideas que en todo momento tendría presentes.
EL CONOCIMIENTO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA …
… le aportó claridad en lo que buscaba, esa «amplitud máxima» de la visión del mundo de la persona culta.
Al comenzar estas páginas encontramos un escrito donde cuenta por qué se dejó entrevistar para la revista Life, las actividades de la CIA entre los intelectuales, lo que esconden revistas como Life y cómo son utilizadas de lanzaderas del capitalismo más sutil, enamoradizo y cínico, cuenta su relación con la revolución cubana, su pensamiento sobre el socialismo, los motivos que le llevaron a ponerse a trabajar en la escritura de algunos de sus libros como «Rayuela»; continua con los escritores que le han influido y por qué, las discusiones mantenidas con alguno muy importante y razona sobre diversas preguntas que desde la revista le hacen.
En otro escrito se lee: «El creador es un continuo toque de alarma, y su dura pero siempre maravillosa tarea se resume ejemplarmente en la frase que Platón o Jenofonte le hacen decir a Sócrates: «Los dioses me pusieron sobre vuestra ciudad como un tábano sobre un noble caballo, para picarlo y tenerlo despierto. Y al creador, nos dice, le asiste lo no convencional, la búsqueda permanente, la capacidad de la sorpresa ante lo que aparece, …, atributos de creador como Marx, Lenin o Fidel Castro.»
«El creador es el que se adelanta …» declara, y desde ese trampolín pone en paralelo «El capital», de Marx, y «El Ulises», de Joyce: » … la influencia de estos libros ha sido tan enorme que la historia y la literatura contemporánea serían inconcebibles sin ellos»; pero también se detiene en el problema que supone en ciertas revoluciones tomar al creador, al que se adelanta, por «un maestro en ejercicio».
Encontramos un texto titulado «Nuevo itinerario cubano», es del año 1976, que abre de par en par las puertas a su pensamiento político-artístico; las páginas viajan sobre ruedas por la isla y Cortázar se fija en las construcciones de antes de la revolución, las conversaciones de las gentes en Cuba, la sorpresa de la actividad cultural de los niños cubanos, el deporte como elemento de superación constante en los jóvenes, el trato afectuoso que encuentra en todas partes, los cambios que comprueba de un viaje a otro en el cuidado del campo, las plantaciones, los riegos, las cosechas, la construcción de centros de asistencia, colegios, gimnasios, la educación de adultos, servicios médicos, el trabajo en las comunidades, la creación de las «microbrigadas» y el trabajo en las fábricas, el cine que ve en Cuba, el arte pictórico, … participación, compromiso, todo lo que hace a Cuba una esperanza para América Latina.
A su vuelta a Francia escribe de la mirada huera de los periodistas sobre lo que en la isla caribeña está ocurriendo, la visión tan limitada que manifiestan, la concepción tan servil que les ocupa la cabeza.
En diferentes escritos trata las dictaduras argentina, chilena, uruguaya, se detiene con espanto su mirada ante ellas, recuerda a los desaparecidos, su actividad como miembro del Tribunal Russell, la política llevada a cabo por el gobierno de EEUU, Reagan, las falsedades periodísticas y la censura continua de semejante gobierno; entra en detalle en algunos casos que recuerdan la actualidad de Honduras.
Hay también un escrito para el recuerdo del gran Lezama Lima al poco tiempo de su muerte, en él repiensa el trabajo poético del amigo dirigido a descubrir «las raíces del presente cubano», y Cortázar se declara relector futuro de «Paradiso», la obra cumbre de Lezama.
Se van juntando pequeños escritos sobre el tango, Gardel, Susana Rinaldi; sobre un amigo brasileño al que apenas conocía pero del que recibía noticias en forma de botella de licor, sobre un encuentro fortuito con Beckett y su amistad con Neruda, sobre la defensa pública que hace del profesor y crítico Ángel Rama al que el gobierno de EEUU le negaba su permanencia como profesor , a él mismo, a Cortazar, le negaron la entrada en EEUU acusado de «comunista», lo que hizo que se riese delante del embajador yanqui.
Y entre los últimos escritos aparecen entrevistas hechas a sí mismo sobre aquello que necesita decir. En una de ellas, «Entrevista ante un espejo», critica a los revolucionarios cubanos por no hacerse oír más, aunque no olvida el bloqueo también informativo; la entrevista es extremadamente jugosa, leemos su subrayado sobre la participación del pueblo cubano en la crítica y en la formación de una opinión propia basada en datos concretos, extraídos de la colaboración social en pos de la construcción de la convivencia y del futuro socialista, de la forma de enfrentar los problemas y de la búsqueda de soluciones. Termina con estas palabras: » … se oye cada vez más hablar a la gente por sí misma, lo que no significa distancia con respecto a las consignas revolucionarias ni micho menos, pero si la capacidad de aplicarlas con más espontaneidad, yo diría que con mayor personalidad».
La vida en letra de un gran maestro.
Título: Papeles inesperados. Inédito.
Autor: Julio Cortázar.
Editorial: Alfaguara.