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Se estrena en los cines españoles “La pequeña Lola” , la última película Bertrand Tavernier

La adopción internacional de niños a debate

Fuentes: Rebelión

Muchos son los directores de cine que, obtenido un éxito de público, repiten la misma fórmula hasta que poco a poco van cayendo en el olvido. Bertrand Tavernier es un autor que demuestra que no existe mayor inspiración que nuestra realidad circundante. En su vasta y magnifica filmografía el director galo ha tratado temas como […]

Muchos son los directores de cine que, obtenido un éxito de público, repiten la misma fórmula hasta que poco a poco van cayendo en el olvido. Bertrand Tavernier es un autor que demuestra que no existe mayor inspiración que nuestra realidad circundante. En su vasta y magnifica filmografía el director galo ha tratado temas como la lucha policial contra el tráfico de drogas Ley 627 (1992), los conflictos bélicos Capitán Conan (1996), la educación Hoy empieza todo (1999), la resistencia francesa Salvoconducto (2002), el mundo del Jazz «Alrededor de la media noche» (1986) y en su última película la historia gira sobre la cuestión de la adopción internacional de niños.

No era fácil construir un argumento tratando de forma rigurosa las múltiples aristas que plantea hoy la adopción internacional, sin embargo, la visión que nos ofrece el director de esa realidad es amplia y objetiva. Para ello utiliza un formato similar a los documentales, algo que reconoce el autor pero preguntado sobre ello1, aclara: «Hay algunos planos así. Es indiscutible. Pero no creo que sea el tono dominante en toda la película, que para empezar es cien por cien ficción. Para determinados casos, era necesaria esa sensación de inmediatez y espontaneidad que te da el documental. Para otros, muchos, llegamos a repetir la misma toma tantas veces como fuera necesaria. Para mí es muy importante la palabra precisión, que no es lo mismo que verismo. En este caso, era imprescindible que cada palabra, cada gesto, estuvieran conectados con la experiencia real de esas personas. Me gusta la comparación con los músicos, donde una nota discordante puede dar al traste con toda una sinfonía. Todo debe encajar»

«La pequeña Lola», nos muestra por un lado a parejas trabajadoras o de clase media que ansían tener hijos y por otra parte la realidad de países muy pobres, como Camboya, de donde son originarios los niños adoptados, de ambos ingredientes surge la corrupción de los funcionarios o el tráfico de niños. A pesar de estos problemas, Tavernier apoya la adopción internacional pues considera que es mucho peor impedir esa posibilidad: «Francia prohibió durante un tiempo las adopciones internacionales y los efectos fueron nefastos. No sólo para las propias parejas francesas, para muchas de las cuales adoptar es una verdadera obsesión, sino sobre todo para esos mismos lugares paupérrimos. Cuando mi país tomó esa medida, tuvieron que cerrar dos orfanatos en Camboya. Yo estuve hablando con los directores de esos centros y me contaron las consecuencias: los niños se quedaron sin techo y la mayoría acabaron secuestrados por redes de prostitución y delincuencia. Así no arreglamos nada. Lo importante es encontrar soluciones precisas y concretas para que mejore el proceso y evitar tanto la corrupción como el tráfico de niños. Por mencionar sólo dos grandes males. Ya que el peor es, sin duda, el de los pedófilos que se trasladan a estos países para dar rienda suelta a sus bajos impulsos. Ahí sí que no existen controles ni regulación alguna. En el caso de la adopción, sin embargo, existe una legislación extremadamente precisa y mucho más rigurosa. Mejorable, sin duda, pero hay control».

Durante la película salen a relucir los argumentos en favor y en contra de los propios camboyanos, unos critican la salida de niños ya que empobrece más al propio país y otros la alientan pensando en que los niños tendrán un futuro mucho mejor. La búsqueda llena de obstáculos de niños adoptables en países pobres es un contrapunto paradójico a lo que esta ocurriendo estos días en los que los países del norte se están blindando ante las avalanchas de jóvenes y adolescentes que quieren trabajar y vivir aquí. El visionado de la película, también, nos puede ayudar a reflexionar lo diferentes que son las relaciones entre padres e hijo en una sociedad del bienestar frente a una sociedad agrícola. Mientras que nosotros obtenemos de nuestros hijos sólo un beneficio emocional, en los países más pobres, además de la anterior relación, los niños trabajan desde que tienen una mínima aptitud para ello ayudando económicamente a sus padres. Ocurre, en el caso de niños que están en los orfanatos, que las familias son tan pobres que ni siquiera pueden alimentar al niño hasta que llegue a la edad de cinco o seis años en los que pueden llegar a ser productivos, y menos en el caso que el niño este enfermo o tenga una malformación.

La película, además, no se limita a contar los avatares para conseguir una adopción, sino que contextualiza perfectamente esa situación, por una parte, los efectos del viaje y la estancia en un país extranjero en la relación de pareja y, por otra, una visión de la Camboya actual y de su trágico pasado más cercano. Una película recomendable como todas las del director francés.

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