Analizaremos algunas ideas contenidas en los tres documentos que la Bienal Internacional de Pintura de Cuenca ha difundido, como guías que orientarán su 9na. edición: 1. La Propuesta Curatorial, del Arq. Mst. Diego Jaramillo. 2.- La Tipología de la Bienal establecida para la IX Bienal de Cuenca, del Lcdo. René Cardoso, y 3.- Cuenca, contenido […]
Analizaremos algunas ideas contenidas en los tres documentos que la Bienal Internacional de Pintura de Cuenca ha difundido, como guías que orientarán su 9na. edición: 1. La Propuesta Curatorial, del Arq. Mst. Diego Jaramillo. 2.- La Tipología de la Bienal establecida para la IX Bienal de Cuenca, del Lcdo. René Cardoso, y 3.- Cuenca, contenido y continente de la 9na Bienal, del Dr. Andrés Abad.
I. Chola cuencana, mi chola…
«La convocatoria a la IX Bienal de Cuenca, es una invitación a convertirnos en topos, a usar su estrategia, a hacer de este tiempo el tiempo del topo (…). Habitar la ciudad como topos construyendo múltiples y profundas galerías en busca de sentidos…»
«Propuesta Curatorial de la IX Bienal Internacional de Pintura.» [1]
1.1. Hay una tendencia en las grandes exposiciones y encuentros de arte y arquitectura contemporáneos a tratar el tema de la ciudad. Desde la Documenta, hasta la 26ª de Sao Paulo, desde la 9ª de la Habana, a la de arquitectura de Montevideo, y ahora, también la de Cuenca, en donde, lo extraño no es tanto sumarse a la onda, sino la forma parroquial y conservadora de hacerlo y que se deduce de los lineamientos para su organización que acaban de ser publicados.
En la Propuesta Curatorial se constatan ciertos aspectos de la ciudad globalizada, pero, el lógico desacuerdo que debió haber surgido con esta neo ciudad, no ha encontrado la respuesta adecuada. Me explico: si digo que el pan está envenenado, conforme a lo que declaro, no debería comerlo.
La consecuencia lógica de la Propuesta se resiente porque, cuando se quiere mantener el statu quo, jugar a su interpretación tiene, a lo más, intenciones diversionistas. La alternativa a la globalización imperial, no es, ni de lejos, la glocalización que tal documento propone. El asuntillo es que, una vez glocalizada la cosa, la Bienal, deviene en el pretexto para una convocatoria populista que podría dejar réditos políticos regionalistas: solo así se puede interpretar el llamada a los cuencanos a conmemorar «juntos», «colectivamente» y «de identitaria manera», los 450 años de la fundación española de la ciudad.
Estos criterios asoman cuando la crisis de la categoría país-nación y la de las identidades, están dejando paso a la construcción de nuevas y diferentes autenticidades, las cuales, asumiendo el desarraigo que la mundialización en curso implica, permite, a los individuos que buscan su autenticidad, pensar y ser a su manera y explorar la satisfacción plena y conciente sus deseos, cortando con ello, las ligaduras identitarias con la tribu, la nación, el país, la tierra o la religión, que no obstante sus arcaicas raíces, siguen siendo avivadas como formas de dominio y de control en el tiempo de la globalización.
La identidad de lo glocal es la debida obediencia a algún pasado histórico, construido y fijado, por lo general, en contra de las tradiciones heterodoxas y de las ovejas descarriadas. En desacuerdo con las ideas identitarias, pensamos que la vida no puede mirarse en el espejo de la muerte que todo lo fija, sino, más bien, en el devenir de los humanos excepcionales, diversos e irrepetibles, que ven, en la inevitable socialización que se mundializa, una posibilidad de conseguir la derrota del imperio tecnofascista de las multinacionales de la destrucción y la guerra.
«Debido a sus propios problemas, el Sistema Organizado sólo reacciona ante perturbaciones muy intensas y homogéneas. Una manifestación compuesta por 10.000 personas discurriendo por el mismo itinerario, coreando los mismos eslóganes y persiguiendo el mismo propósito, es un tipo de perturbación fácilmente controlada por la policía. Ahora bien ¿qué sucedería si en lugar de recibir una perturbación intensa y homogénea, a la que puede reaccionar con una señal, o serie de señales igualmente homogéneas, el Sistema recibiera 10.000 perturbaciones distintas, imprevisibles, fruto del libre albedrío de cada individuo? Sencillamente no tendría capacidad para elaborar 10.000 respuestas adecuadas y entraría en oscilación a consecuencia del desorden producido en su grado de información sobre el entorno. Su entropía alcanzaría elevadas cuotas.» [2]
La cita, aclarará más la diferencia que hay entre la comunidad de topos cegatos identificados con las ideas y la persona de su buen pastor, y la dignidad de hombres y mujeres auténticos y que piensan con su propia cabeza. La respuesta a la globalización postmoderna del capitalismo, desde los extensos espacios y tiempos del postcolonialismo, no es, entonces, el refugio en los subterráneos cubiles de comunidades gregarias, jerárquicas e identificadas con tótems arcaicos, sino la conciencia clara de que podemos y debemos atravesar el tiempo mortífero de la globalización, como individuos que ejercen su presencia, su criterio y libertad.
1.2. La Propuesta dice que la Bienal debe ser una «celebración», entre otras cosas, de los 450 años de la fundación española de Cuenca. Insinúa con esto que «Cuenca» es un espacio y tiempo que está más allá de las diferencias y fuera de las contingencias actuales y los problemas que afectan a mayoría de sus habitantes. La emigración masiva de azuayos, la incapacidad de los partidos políticos para solucionar ningún problema de la región, el deterioro ecológico, el Plan Colombia o la amenaza del TLC, son algunos de ellos. Por esto, si algo deberíamos celebrar, es el hecho de que a pesar de la politiquería y de los pastores de quienes se sirve el poder, entre los explotados y marginados, entre los condenados a muerte por hambre y abandono, han surgido individuos que rompiendo la fatalidad del mando y la unanimidad del discurso políticamente correcto, es decir, con la identidad, señalan los caminos para huir de las trampas que nos tienden ese poder mundial y sus sicarios glocales. En contra de éstos, aquellos individuos saben que con la ciudad moderna y postmoderna que los exilió, fuera del país o dentro de él, ya no hay religazón posible. No se trata, entonces y como vemos, de celebrar ninguna identidad ancestral ni el inicio del colonialismo, sino las posibilidades de ganarle la partida a la globalización, atravesándola, esto es, creando una presencia y una auténtica oposición a la ciudad global, y que se sintetiza en la realización y celebración permanentes de la otra ciudad, de la polis solidaria, igualitaria y libertaria.
Y en arte, ¿qué debemos celebrar y renovar?, pues el sueño que ha caracterizado al auténtico arte moderno, el cual, según André Bretón, no es otro sino la destrucción del sistema capitalista. Y en el arte contemporáneo, celebrar quizás y a lo mucho, algunos giros éticos que continúan con esa tradición vanguardista, porque, lo más que hoy se ve, solo es mercado, espectáculo y pasarela.
1.3 ¿De qué «búsqueda de nuevos sentidos de lo urbano» nos habla la Propuesta? ¿No son suficientes los fracasos de todos los «sentidos de lo urbano» que han querido darle quienes han mandado en su nombre?
(Es que lo urbano, como lo humano, no tiene sentido, es decir, no es un proceso finalista. Nunca tuvo ninguno y esperar encontrarle alguna finalidad, es hacer el papel del gato que quiere atrapar un reflejo. El «sentido» de las cosas, de lo urbano, o de la vida misma, es una creencia de que «algo» hay más allá de las cosas, de lo urbano o de la vida. En un artículo sobre Las trampas de la ilusión, un libro de Clément Rosset, se decía: «no hay un orden secreto detrás de las cosas que haya que rescatar limpiando de maleza la selva, sino que selva somos y desde ahí habrá, por tanto, que tomar la palabra.» [3]
Y el mismo Clément Rosset señala: «Lo que angustia al hombre en la experiencia del absurdo, no es que lo que le ha sido dado deba serle arrebatado rápidamente (el sentido, la madre, la naturaleza, el mundo, el instante, la circunstancia), sino que se pueda considerar que ese «algo» le ha sido dado verdaderamente: es esa parquedad de sentido, esa parquedad de madre, esa parquedad de naturaleza quienes suscitan la angustia en tanto constituyen los objetos destinados a la pérdida y a la contradicción.» [4]
Las discrepancias que señalo con la Propuesta Curatorial, son determinantes cuando hablamos de arte contemporáneo. En su seno, como se sabe, existen opiniones que señalan los sentidos, las identidades y los diversionismos, como coartadas de las estéticas naturalistas, escatológicas o fundamentalistas, todas ellas, en el fondo, de raíz animista y contrarias, desde luego, a la tradición del pensamiento artificialista que siempre habla de la permanente invención de lo humano y nos permite una mejor percepción de los artificios del arte.
1.4. Para variar, la Propuesta Curatorial termina con un llamado a «crear imágenes… que expresen una experiencia urbana, como experiencia vital, íntima; condensación de memoria colectiva con acciones personales y presentes. Por tanto, imágenes performáticas, realizativas, instalativas de un nuevo mundo, de una nueva forma de habitar lo urbano.» Con esto, se remacha la intencionalidad de la Propuesta y sus limitaciones conservadoras y acomodaticias, mismas que, se apuntan a la estetización de lo que hay y a la realización de obras o ficciones que no se salgan del marco tempo-espacial vigente. Con otras palabras, lo que dice, es que tales imágenes en ningún caso romperán los muros de este laberinto, pues, en su línea de pensamiento la prisión no es horrible, si somos capaces de encontrar una nueva imagen del encierro. Pero, «La imagen mata», decía Lefevbre, porque «el mundo de la imagen es el enemigo de la imaginación.» [5]
(La crítica sería y consecuente a la ciudad global, a diferencia de la Propuesta, no se hace ilusiones respecto a las imágenes de éste presente, ni espera que la creación de más imágenes vaya a producir nada nuevo, dada, desde luego, su fantasmal condición e hipersaturación: «No es que las imágenes hayan acabado por desplazar a las cosas sino que las cosas mismas, renovadas a una velocidad incompatible con el uso y con la mirada, se vuelven todas ellas imágenes: imágenes de sí mismas que desfilan y sucumben -aparición/desaparición- a un ritmo acelerado, como en una secuencia de cine.» [6])
1.5. Hasta aquí he realizado algunas objeciones a lo que dice la Propuesta. Ahora veamos lo que debiendo decir, no dice.
Una bienal de artes visuales en los tiempos de la globalización y sobre todo si el evento tiene lugar en Ecuador, debería aprovechar los resquicios críticos que en los últimos tiempos se han producido inclusive en las artes que el Sistema Organizado tolera, o no puede evitar.
La ciudad, si bien se ha puesto de moda, su tratamiento y tematización artísticos no se caracterizan, como quiere la Propuesta, por la estrategia del topo ciego que busca sentido a su túnel, sino por la de los individuos lúcidos que critican el sentido de la ciudad globalizada y que se sintetiza en el consumismo, la idiotización inducida por la publicidad o los políticos, y el miedo a que pase algo en su inacabable medio día, gracias, precisamente, a que en ella no pasa nada o por lo menos, sus dueños quieren que así parezca. Tal crítica a tal sentido, no significa buscar otros sentidos o alternativas, imposibles por lo demás dentro del territorio y tiempo de la globalización, sino, el desmontaje de los viejos o los nuevos sentidos y de las alternativas reformistas o populistas, en un permanente descubrir que la vida y sus entornos, no tienen sentido alguno y que son, como dijo Sartre, una pasión inútil. Pasión, que se despliega, negando los sentidos y las alternativas, en un inacabable constituirse cosmopolita y humanista, en la invención constante de su universalidad y de su polis solidaria, igualitaria y libertaria.
En la producción artística contemporánea hay tendencias que se han desplazado desde posiciones esteticistas, hacia otras, en las cuales lo principal pasa a ser el tema del conocimiento o los aspectos éticos. En dicha producción, hasta lo izquierdista ha subido a las tarimas, lamentablemente no para ser escuchado, sino para que haga el papel del ratón a quien el gato del mercado del arte atrapa en sus garras.
Pero lo que pasa, es que en esta Propuesta conservadora no podía haber percepción crítica del presente atroz, peor ningún atisbo de que otros mundos son posibles. Tampoco, podía valorar la trascendencia de lo pasado, ni cuestionar sobre la inexistencia del futuro, tiempo en el cual, supuestamente cuajarían las identidades y los nuevos sentidos de lo urbano que dice orientarán la muestra.
II. Arte o revolución
» El arte local como principal eje (…) en especial del que se pueda generar en los imaginarios estéticos de la ciudad sede del certamen visual, es decir Cuenca;…»
«Lo sencillo sería seguir insistiendo en temáticas importadas de circuitos diferentes a nuestras propias construcciones culturales»
«Tipología general establecida para la IX Bienal de Cuenca»
2.1. Hablar de arte ecuatoriano, ya es aventurado. Pero, hablar de arte cuencano como resultado de «el nuevo contexto cultural que vive la ciudad» a partir de la declaratoria como patrimonio de la Humanidad y de los 450 años de su fundación española, asoma como un ingenuo programa, aunque correspondiente a las ideas contenidas en la Propuesta Curatorial.
Con el evento en curso, pero ignorando por dónde va el arte contemporáneo, se dice, en este segundo documento, que buscarán «embellecer la ciudad con proyectos de arte en los espacios públicos e indagar las formas cómo el arte podría ayudar al enriquecimiento de un sentido de ciudadanía con una mayor conciencia de lo contemporáneo, …». ¿Pero es que aún existen organizadores de bienales que crean posible «embellecer» la abundancia de la miseria -y la miseria de la abundancia- que imperan mano a mano también en Cuenca, ciudad capitalista? Tal esteticismo, en arte contemporáneo, ha sido cuestionado porque, tradicionalmente se usó el arte como maquillaje de situaciones aberrantes, dándose paso a formas que pusieron énfasis en lo cognitivo y lo ético, que quizás, caracterizan algunas de las obras actuales. ¿Cómo es posible que a estas alturas se siga pretendiendo usar el arte para maquillar lo atroz y lo banal de la ciudad globalizada para, y en última instancia, tratar de evitar la rebelión social? (La tesis de «arquitectura o revolución», que asimismo buscaba anestesiar a la sociedad con una arquitectura de pasarela, fue refutada, como se sabe, ya en los años Veinte.)
2.2.- ¿Qué significa el toque glocal y propio de la nueva Bienal? Pues esto: «…una Bienal que establezca como prioridad la promoción del arte contemporáneo del país y en especial del que se pueda generar en los imaginarios estéticos de la ciudad sede del certamen visual, ( … ). Desde esta perspectiva fortaleceremos una nueva tendencia: mostrar mejor lo que se produce en el país y, en consecuencia, construir la mejor vitrina internacional del arte ecuatoriano, procurando indagar los cúmulos de sugerencias que la ciudad de Cuenca inspire en la creación contemporánea de visualidades y por qué no, también de experiencias acústicas.»
Cuenca: ¿eje del mundo…?
La IX Bienal: ¿creadora por decreto de una «nueva tendencia» artística…?
Las artes visuales ¿»propias» y útiles «para la construcción de renovado concepto de pertenencia a una ciudad»…?
(«¿Por qué no?» pueden preguntarse algunos: los mismos que gritan ¡Viva Cuenca y el Deportivo Cuenca! ¡Viva Quito y el barrio de Chaupicruz!, o ¡Ecuador! ¡Ecuador! ¡Sí se puede!)
2.3. La bienal como el «espacio para las identidades» glocales, a saber: «Cuenca Andina», «culturas populares», «mundo rural» y «culturas contemporáneas urbanas», es entendida en términos regresivos y conservadores porque solo esperan «diferenciarla y destacarla mejor» de la homogeneidad cultural de la globalización. Cortos alcances, porque con un poco de suerte, con ello solo traerán más turistas a disfrutar de su mundillo glocal folklorizado, pero, en ningún caso, son ideas útiles para articular dichos elementos diferenciadores a las dinámicas del conocimiento que se mundializa apoyándose en la socialización que la informática hace visible, y que, afloran, como una nueva sabiduría del cuerpo que se espacializa y habla de una época diferente de la moderna. (Si alguien espera algo de aquellas identidades indígenas imaginarias y arcaicas, más le conviene desengañarse: la conciencia política de los indígenas en América está desamericanizándose, y a muchas de sus comunidades las vemos, aquí mismo, enfrentar con éxito a la TEXACO y la AGIP, a la minera I’ AM GOLD y otras organizaciones maffiosas. Con Evo Morales, lo principal no son las shamanerías ni las identidades, sino su proyecto político que insiste en la posibilidad del socialismo. Hugo Chávez, no retira los depósitos venezolanos de los bancos gringos porque él sea mulato, sino porque está llevando a su modo, una gestión antiimperialista a la cual, el socialismo parece tentar.)
2.4. La institucionalización de la Bienal es ahora presentada por su presidente de turno, sin máscara. Los aparatos ideológicos del Estado buscan, con ello, el control de las artes visuales. Quieren recuperar, para el Estado, las diferencias, y en su lugar, controlar los foros en donde presentar tales diferencias como modas, o solo como envases novedosos de los mismos contenidos. Andan detrás de la asimilación de las individualidades, la orientación de la producción artística y visual por sendas política y estéticamente correctas y, la exclusión de aquello y aquellos que no compartan sus dogmas. Lo que ambiciona con esta abierta institucionalización del evento es anudar la expresión con los sebos del premio, de la promoción, la fama y la riqueza: valores sobre los cuales se sustenta el llamado sistema de la igualdad de oportunidades y que tanta dicha nos ha aporta. En resumen, todo un Plan Colombia y un TLC en los terrenos de las artes del Ecuador globalizado.
III. El desvarío fundamentalista
«…cuando nuestra civilización andina crezca, las penetrará a todas y muchas cosas se estarán poniendo en duda.»
«Cuenca, continente y contenido de la IX Bienal»
3.1. ¿Qué es «nuestra civilización andina»? ¿Qué tan importante y superior es ésta «civilización andina» para que les «penetre a todas» las demás? ¿En qué se diferencia la «civilización andina» de la civilización, como el espacio y tiempo de los humanos? ¿Están los tiempos para andar reivindicando diferencias civilizatorias, mesianismos, chauvinismos e identidades? ¿O es que acaso se quiere agitar y crear más miedo con base en la aberrante teoría del «choque de civilizaciones», de Samuel Huntington?
La visión mística de un pasado andino, y su mitificación, desde hace algún tiempo tratan de constituirse en la ideología conductora de las acciones del Departamento de Cultura del ex Banco Central en Cuenca. «El pensamiento andino», como lo denominan, cree que antes de la llegada de los españoles esto era un edén. Que incas y cañaris, «descifraban conocimientos tan antiguos como el mundo contenidos en aquellas infinitas redes de nudos y cuyos mensajes aún desconocemos: los quipus.» [7] Se dice, que en aquella edad de oro, en la cual, como se ve, afirman que hubo un conocimiento revelado, existía «el respeto al otro diferente», «el diálogo y la reciprocidad», «la redistribución que permite la justicia y el reconocimiento», que aquel, era un mundo «equilibrado», y en fin, otras maravillas sobre las cuales supuestamente esta bienal debe «recuperar una estética acorde al equilibrio ambiental y humano». Ojalá fuera así, porque la información seria de la cual sí se dispone, nos habla en cambio de un mundo andino en donde el dominio despótico de los grupos teocráticos, era brutal. De que las deportaciones masivas y las masacres de poblaciones no beligerantes, era común. Y de que, cuando la empresa de la conquista desembarcó, las facciones dominantes junto con los caciques regionales, se aliaron con los capitanes hispánicos para mantener privilegios ancestrales y estructurar con los recién llegados, el nuevo estado colonial.
Según vemos en este tercer documento habilitante de la IX Bienal, las ideas que comentamos han subido el tono. «Sin una Propuesta Andina -dicen ahora- el Planeta no tiene futuro». Así, como suena. Y esto, porque Edgar Morín, habría dicho «que si de América Latina y particularmente de los Andes, no sale la nueva propuesta humanista mundial el planeta no tendrá futuro.» (Esto, nos recuerda, queridos lectores o lectoras, aquello que Caldas dijo acerca de la torre de la Catedral Vieja de Cuenca: nada menos que «es más célebre que las pirámides de Egipto». Para colmo, dicha ironía la escribieron en piedra y está colocada en la fachada del edificio.)
3.2. (Pachacámac, Dios del Universo, sentado sobre Guapondelig o Tomebamba, lo mismo da, nos habló la otra noche acerca de las bondades de la pacha. Él, dijo: «…el pasado es realmente el futuro, la senda ya recorrida por los antepasados antes que nosotros, quienes han trazado el camino y nos han dejado señas claras de cómo debemos caminarlo y con qué posibilidades nos podemos encontrar. Mirar y comprender este camino ya realizado, y la forma cómo se ha construido esta realidad que heredamos, nos ayudará a seguir recreando el mundo en el presente convergente y preparar el futuro-pasado previendo resultados para quienes apenas comienzan su transitar por el mundo en el pacha que les corresponde. En este caso, la Cuenca Andina, de este nuevo siglo.»)
¡Viva el determinismo del pasado y nuestro irremediable destino «en la pacha que nos corresponde»! Todo está escrito, nada queda por hacer, estamos en la vida para cumplir con los designios de los dioses. Semejante letanía, repetida por los yachac del ex Banco Central, no es nueva: por creer en estas cosas, se perdió el Tahuantinsuyo.
No es lo mismo decir «el pasado es el futuro», que: el futuro no existe. Quien afirma la primero reconoce que el futuro sí existe, con lo cual, acepta una de las ficciones mayores del paradigma tempocultural del occidente juedeocristiano, aunque sea disfrazado de idea andina ancestral.
¿Que el futuro es el pasado? Muy bien Dr. Abad, si eso es lo que Usted afirma, sospecho que, conforme a la pacha que le corresponde, terminará como en el Viaje a la semilla de Alejo Carpentier: en vez de envejecer se aniñará, y después de cuarenta años cuando el Lcdo. Cardoso y el Arq. Mst. Jaramillo le vayan a visitar en su oficina, no les dirá: «¡pasen, pasen compadritos! ¡tomémonos un roncito!, sino: «¡agú! ¡teta!¡teta!»
3.3. Solo esto nos faltaba: el surgimiento del fundamentalismo andino con la bendición del Sr. Morín, y como si eso fuera poco, con la de unos cuantos burócratas de la ONU y la de un ex Director Regional de la UNESCO que deambulaba por estas latitudes mirándose el ombligo. Tales eminencias, reunidas con sus pares del Área Cultural del ex Banco Central en Cuenca y luego de escuchar lo que éstos últimos han hecho y dicho conforme a la pacha que les corresponde, concluyeron -nos lo cuenta el autor del documento sobre el cual estamos opinando- que la afirmación de Morín es un gran descubrimiento del pensamiento complejo. Debió ser, digo yo, en esas horas de la tarde en las que lo más urgente es almorzar. Lo grave es que terminado el postre, el Sr. Director del Departamento de Cultura del ex Banco Central, en Cuenca, creyó que lo dicho iba en serio y, considerando suficientes los argumentos del grupo de sabios, se sintió el shamán del nuevo culto.
Investido con los nuevos atributos, dice ahora que el Banco Central no solo salvará al Ecuador, como ya lo hizo en los tiempos heroicos de la Armijos, sino que, ¡salvará al mundo! Y su cruzada ya comenzó, y con pie firme: la ampliación, reconstrucción y modernización de los vestigios arqueológicos de Pumapungo, está dándole el fundamento físico a sus creencias. Por esto, y soñando en una Bienal «identitaria» , ha felicitado al presidente de la misma por haber incluido «de manera categórica (…) el espacio para las identidades», felicitación reciprocada con el pedido de que ayude a orientar la IX Bienal, lo cual, él lo ha aceptado como la posibilidad de seguir aplicando el pensamiento andino.
(La identidad andina, como toda identidad, es animista, por eso, los vínculos de los fundamentalismos postmodernos son ante todo religiosos, escatológicos y, como tales, proclaman el declive de los conflictos económicos e ideológicos mientras atizan la hoguera de los enfrentamientos étnicos, civilizatorios y de cultos.)
Espero que el lector o la lectora que han tenido la gentileza de seguirme hasta aquí, liguen por su cuenta las nuevas ideas que los teóricos de la IX Bienal proponen: la identidad de Jaramillo con la ciudad andina de Abad, la civilización andina de éste último, con los nuevos sentidos urbanos del anterior, el pastel con 450 velitas de los dos, con la bienal propia de Cardoso. «Propia», porque como él afirma, la 9ª va a «potenciar un espacio bienalístico que sea plataforma para los propios creadores locales.» (¡Ojo con el nepotismo!)
3.4. En mutuo acuerdo con los otros mentalizadores del evento, el Dr. Abad dice que Cuenca, «ciudad con una heredad llena de gloria e hidalguía» se «enfrenta a una nueva edición de la Bienal de Pintura y las autoridades de cultura deben sumarse con todo su potencial espiritual y cultural para contribuir al éxito del certamen plástico (…) Comprometernos -continúa- a impulsar las nuevas políticas que orientan a la organización de la Bienal en Cuenca y sus planteamientos, nos involucran más con la fisonomía de la ciudad, su arte y su cultura. También con la identidad cultural de una ciudad patrimonial (…) Solamente así, podremos construir un modelo propio de Bienal, como evento dinamizador del quehacer artístico y cultural local, donde la ciudad esté presente.»
Si toda esta retórica la contextualizamos en la crítica que hemos pretendido ensayar, entonces y con motivo de la bienal que se viene, colegiremos que siempre es posible algo peor.
3.5. La bienal del topo será llevada a la práctica con nuestro dinero, con lo cual, se confirma que la práctica es el criterio de la verdad: así se forjan la realidad y la certeza que, según ellos, es y será la única posible.
Por estos caminos y al cabo de 18 años, su bienal ha terminado convertida en una nueva academia, y como se la anuncia por confesión de parte, también bajo tierra. No por ello ha tocado fondo en su desgracia: en esta oportunidad, solo ha recalado en las más pobres elaboraciones ideológicas de la globalización.
Pero y finalmente, ¿qué importa? Alguien ha dicho que mientras haya un solo individuo dispuesto a reírse con gusto de los altos vuelos identitarios, institucionales y escatológicos que planean proyectando su sombra helada sobre las artes, el dominio, no está asegurado. (Porque, cuando esto sucede, la unanimidad queda rota, la diferencia marcada y la duda insomne, sucesos éstos últimos, siempre memorables y provechosos y que, de suceder en los tiempos atroces que corren, no es poquita cosa.)
Cuenca, 10 de abril de 2006
[1]. Los tres documentos sobre la IX Bienal que aquí se analizarán, han sido difundidos por la Bienal Internacional de Pintura de Cuenca en abril de 2006.
[2]. Pérez, José A. Manual práctico para la desobediencia civil. Ed. Pamiela, Pamplona 1994.Pág. 182.
[3]. Rojo, José Andrés.
[4]. Rosset, Clément. La Antinaturaleza. Taurus ed. Madrid, 1974. pág.75.
[5]. Lefevbre, Henry. La producción del espacio. Anthropos, París, 1974.
[6]. Alba Rico, Santiago. «La miseria de la abundancia». VII Conferencia Internacional de Psicología Social de la Liberación. Liberia, Costa Rica. 2006.
[7]. Pensamiento andino. Una red de conocimientos del pasado al servicio del futuro. Dirección Cultural del Banco Central Cuenca. 2002.