La comisión estadounidense que investiga los atentados del 11 de setiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington anunció en un informe preliminar presentado el pasado miércoles que no hay pruebas de que el ex presidente iraquí, Saddam Hussein, hubiera colaborado con la organización Al Qaeda, tal y […]
La comisión estadounidense que investiga los atentados del 11 de setiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington anunció en un informe preliminar presentado el pasado miércoles que no hay pruebas de que el ex presidente iraquí, Saddam Hussein, hubiera colaborado con la organización Al Qaeda, tal y como han repetido en multitud de ocasiones los dirigentes estadounidenses, con el propio Bush a la cabeza.
La administración estadounidense que preside George W. Bush recibió ayer un duro golpe al perder otro de los argumentos que utilizó para justificar la agresión contra Irak: las supuestas relaciones entre Saddam Hussein y Al Qaeda, campaña en la que también participó el ex presidente español José María Aznar repitiendo las mentiras de Bush.
Al igual que ocurrió con las armas de destrucción masiva que EEUU decía que poseía el país árabe nadie las ha encontrado, ayer fue la comisión creada para investigar los atentados del 11-S la que dejaba a Bush sin otro de sus argumentos favoritos, pues dicha comisión, compuesta por senadores demócratas y republicanos, determinó en su informe preliminar que no hay ninguna «prueba creíble» que relacione al ex presidente iraquí con Al-Qaeda y los atentados del 11-S en Nueva York y Washington.
El informe preliminar hecho público ayer el definitivo se conocerá el 26 de julio por una comisión que comienza sus dos últimos días de audiencias, dice que Osama Bin Laden estudió la posibilidad de cooperar con Irak en la época en la que vivía en Sudán «pese a su oposición al régimen laico de Saddam». De hecho, Bin Laden apoyó en el pasado a los movimientos islamistas opuestos al régimen baazista de Saddam.
La comisión también afirma que «hay informaciones según las cuales hubo contactos entre Irak y Al Qaeda tras el retorno de Bin Laden a Afganistán, pero estos contactos no desembocaron en colaboración».
Estas afirmaciones vienen a desnudar a Bush y a su régimen, cuyos principales dirigentes han repetido de forma machacona la existencia de esta nueva fabulación. El propio Bush y el vicepresidente Dick Cheney ambos testificaron ante la comisión de forma conjunta afirmaban esta misma semana que existen lazos entre Saddam y Al Qaeda. El presidente dijo el martes que «Saddam Hussein tenía vinculaciones con organizaciones terroristas… en otras palabras, estaba afiliado al terrorismo».
Sin embargo, las mentiras de la administración Bush han calado hondo en la sociedad estadounidense. Así, varias encuentas de opinión mostraban en su día que la mayoría de los ciudadanos estadounidenses creía que Saddam Hussein tuvo alguna responsabilidad en el 11-S.
Los atentados fueron la excusa perfecta para agredir a Irak. Al respecto, el ex asesor presidencial en «antiterrorismo» Richard Clark destacó el interés de Bush por buscar lazos entre el 11-S y Saddam Hussein pese a que las investigaciones no conducían precisamente hacia Irak. Clarke escribió un libro en el que acusa de Bush de «manipulador e irresponsable».
Sobre esta escandalosa manipulación también se pronunció ayer el llamado grupo de «Diplomáticos y Comandantes Militares por el Cambio», que calificó de «cínica» la campaña emprendida por el régimen de Bush para persuadir a la sociedad estadounidense y mundial de que Saddam estaba vinculado con Al Qaeda y el 11-S.
Diplomáticos y militares contra Bush
Un grupo de 27 antiguos embajadores y jefes militares de EEUU hizo ayer un llamamiento a favor del cambio y en contra del «desastre político y moral» del Gobierno de Bush en política exterior y defensa. En una declaración, el llamado grupo de «Diplomáticos y Comandantes Militares por el Cambio» acusa a Bush de aislar internacionalmente al país, poner en peligro su seguridad, mantener una posición dominante, arrogante y autócrata, y actuar por ideología más que por razones fundadas.