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Las operaciones militares de los ocupantes han dañado gravemente lugares históricos

La destrucción del patrimonio cultural

Fuentes: Global Policy Forum

Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Felisa Sastre

«Las fuerzas de la Coalición han levantado campamentos [militares] en lugares arqueológicos vulnerables y han destruido ciudades históricas durante sus operaciones militares. A pesar de las muchas peticiones provenientes del mundo entero, los ocupantes han dejado los yacimientos arqueológicos de Iraq a merced de los ladrones, mostrando un grave desprecio hacia las leyes internacionales. Los saqueadores han expoliado docenas de yacimientos importantes, y el expolio continúa día tras día.»

«Ocurren cosas. […] La libertad es desordenada.»
Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa estadounidense [1]

Durante la guerra y la ocupación, la Coalición [tropas de ocupación] no ha protegido el incomparable patrimonio cultural de Iraq dejándolo a merced de saqueadores y ladrones de arte. La Biblioteca Nacional y el Museo Nacional, junto con otras muchas importantes instituciones culturales, resultaron gravemente dañadas y fueron saqueadas durante los primeros días de la ocupación. Desde entonces, las fuerzas de la Coalición han levantado campamentos [militares] en lugares arqueológicos vulnerables y han destruido ciudades históricas durante sus operaciones militares. A pesar de las muchas peticiones provenientes del mundo entero, los ocupantes han dejado los yacimientos arqueológicos de Iraq a merced de los ladrones, mostrando un grave desprecio hacia las leyes internacionales. Los saqueadores han expoliado docenas de yacimientos importantes, y el expolio continúa día tras día [2].

Advertencias antes de la invasión

En vísperas de la invasión de marzo de 2003, asociaciones profesionales y personalidades académicas se pusieron en contacto con las autoridades de Washington y Londres para advertir de los peligros [de la invasión] para el patrimonio cultural de Iraq. Ocho mil años de historia en el fértil valle de Mesopotamia han producido algunos de los tesoros culturales y yacimientos más importantes del mundo en el territorio que hoy es Iraq. Este rico legado incluye las colecciones de magníficos museos y bibliotecas, así como edificios históricos, antiguas ciudades y centenares de yacimientos arqueológicos importantes. Algunos de los principales expertos del mundo en Arqueología, Arte e Historia advirtieron sobre los daños durante las operaciones militares y, especialmente, del peligro de los saqueos en el período de posguerra [3].

En enero de 2003, una delegación de expertos, directores de museos, coleccionistas de arte y anticuarios se reunieron con responsables del Pentágono para hablar de las consecuencias de la invasión [4]. Señalaron que el Museo Nacional de Bagdad era el lugar más importante del país [5]. McGuire Gibson, uno de los miembros de la delegación de la Universidad de Chicago, volvió en dos ocasiones al Pentágono para discutir las medidas de precaución que la Coalición debería adoptar [6]. En las semanas que precedieron a la guerra, él y sus colegas enviaron varios correos electrónicos de recordatorio a los mandos militares [7]. Más tarde declaró: «[…] Creí que se me había garantizado que protegerían las excavaciones arqueológicas y los museos» [8].

Al aproximarse el conflicto, el Instituto Arqueológico de América [EEUU], el Consejo Internacional de Museos, el Comité Internacional del Escudo Azul (International Committee of the Blue Shield [de la UNESCO]) y otras organizaciones profesionales hicieron advertencias públicas y aportaron información específica complementaria sobre los tesoros culturales que había que proteger [9]. Recordaron a los dirigentes estadounidenses y británicos sus responsabilidades según las leyes internacionales, en particular según la Convención de la Haya para la protección del patrimonio cultural en caso de conflicto armado de 1954 [10]. Presionaron para que la protección de los lugares de interés cultural y de las instituciones culturales de Iraq fuera la máxima prioridad de las fuerzas de ocupación [11].

Pero para los planificadores bélicos éste era un consejo problemático. El Consejo Estadounidense del Patrimonio Cultural [The American Council for Cultural Property), fundado a finales de 2002 por anticuarios y acaudalados coleccionistas de arte y antigüedades de Oriente Medio, vieron la guerra como una oportunidad para que el patrimonio cultural de Iraq llegase a los mercados internacionales [12]. Ashton Hawkins, presidente de esta institución, declaró:

«[…] Creemos que la dispersión legítima de los objetos culturales a través del mercado es una de las mejores maneras de protegerlos» [13].

Antes de la guerra, y de nuevo en abril de 2003, miembros del Consejo se reunieron con responsables del Departamento de Estado y del Pentágono [14]. El Consejo mantenía estrechos vínculos con el gobierno Bush, y uno de sus dirigentes era miembro del Comité asesor del patrimonio cultural del Presidente. El nuevo grupo de presión expuso que se deberían cambiar las leyes de Iraq para permitir nuevas excavaciones y la exportación de más objetos de arte de valor. El grupo, incluso, ofreció asistencia técnica al gobierno de Iraq y a los museos para la posguerra [15]. A las organizaciones académicas afectadas les inquietó este nuevo grupo de presión. Muchos investigadores eran de la opinión de que el comercio y el coleccionismo de antigüedades incitaban el saqueo y la destrucción de los yacimientos arqueológicos, así como el robo en los museos [16]. Dominique Collon, del Museo Británico, al comentar las presiones del grupo de presión de coleccionistas, afirma:

«[…] Esas son precisamente el tipo de actuaciones que incitan al saqueo. Una vez que tengan la bendición estadounidense, habrá un mercado para esas antigüedades y se abrirá la veda. Lo último que queremos es justificar el saqueo.» [17]

El saqueo inicial

Las tropas que tomaron Bagdad y otras ciudades iraquíes a principios de abril de 2003 no hicieron nada para proteger ni los lugares de interés cultural ni las instituciones culturales. Tampoco tomaron los lugares para protegerlos ni evitaron actos de pillaje y destrucción ni siquiera cuando ciudadanos preocupados [por la situación] se lo pidieron [18]. Puesto que las instituciones culturales más importantes se encontraban en dos zonas pequeñas, los mandos militares podrían haber tomado medidas sencillas, como las adoptadas para salvaguardar el ministerio de Petróleo iraquí. Varios [soldados en] carros de combate y destacamentos de soldados de infantería estacionados en las cercanías afirmaron que las órdenes recibidas les impedían intervenir [19]. A falta de un ejército iraquí o de una fuerza policial [local] efectiva, la Coalición expuso los tesoros culturales de Iraq a un gran peligro y a un daño casi seguro.

Los ataques contra los lugares [que conforman el] patrimonio cultural se iniciaron inmediatamente tras la caída del antiguo régimen como parte del saqueo y de la destrucción generalizada de edificios gubernamentales y de otros objetivos. Tal y como habían alertado los expertos en Arte, el saqueo se produce, por lo general, cuando el orden público se desmorona, incluso en ciudades como Montreal y Nueva York [20]. En Iraq, los saqueadores parecen haber actuado por distintas motivaciones: algunos expresaban su cólera contra el antiguo régimen; otros eran ladrones de barrio; varios saqueos parece que fueron organizados por grupos políticos (como quienes quemaron los archivos de la era Sadam Husein en el Museo Nacional); otros eran ladrones de objetos artísticos, bien organizados, que sabían lo que buscaban. Con posterioridad, el investigador jefe estadounidense especuló con la posibilidad de que los ladrones pudieran tener «pedidos» por adelantado de marchantes internacionales. Como prueba de ello, [está el hecho de que] cortaran las cabezas de esculturas de piedra muy pesadas con sierras especiales y robaran exclusivamente las piezas más valiosas [21].

Mientras los ladrones de arte se llevaron objetos de primera categoría para exposición, libros singulares y otros materiales de gran valor, los saqueadores de barrio se llevaron ordenadores, impresoras, fotocopiadoras, materiales de conservación, aparatos de iluminación, muebles, alfombras, generadores y aparatos de aire acondicionado. Algunos, incluso, arrancaron los cables de las paredes y se llevaron puertas y ventanas. Por diversos motivos, los saqueadores provocaron incendios dejando todo devastado tras de sí [22].

Muchos iraquíes sensatos se arriesgaron y se esforzaron en evitar el saqueo y proteger el patrimonio cultural en peligro. El personal de las instituciones se llevó los objetos más valiosos a almacenes subterráneos o a búnkeres especiales [23]. Mientras Bagdad sufría los ataques aéreos, e incluso después de que empezara el saqueo, se tomaron medidas de rescate de las piezas. Un imán consiguió almacenar parte de las colecciones de la Biblioteca Nacional en la mezquita local de Haq para mantenerlas a salvo [24]. Los voluntarios trasladaron miles de libros y manuscritos por las calles a pesar de que los saqueadores armados podían haberlos atacado en cualquier momento. El imán también ayudó al personal de la Biblioteca a soldar una puerta de acero contra incendios para evitar más saqueos [25].

Tan pronto como se difundieron las noticias de la destrucción cultural, las instituciones culturales internacionales y los grupos de expertos renovaron sus peticiones al ejército de la Coalición y a los dirigentes civiles. En Iraq, el personal y los responsables de las instituciones culturales también hicieron llamamientos urgentes para pedir protección, tanto a los soldados de las cercanías como a los oficiales del cuartel general ubicado en el Hotel Palestina, pero los mandos militares tampoco actuaron con rapidez. El 11 de abril, en el momento álgido del saqueo, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa estadounidense, desdeñó los informes procedentes de Bagdad considerándolos inoportunos y exagerados [26]. Los daños se prolongaron durante días [27].

Tres miembros del Comité Asesor del Patrimonio Cultural de la Casa Blanca dimitieron casi de inmediato para protestar por la responsabilidad del gobierno estadounidense. «[…] La tragedia no se ha evitado debido a la dejadez de nuestra nación», escribió en su carta de dimisión Martin Sullivan, presidente del Comité [28].

Manuscritos, archivos y bibliotecas.

La Biblioteca Nacional de Iraq sufrió dos incendios -el 10 y el 12 de abril- que dañaron gravemente la parte principal de la fachada del edificio [29]. Los saqueos e incendios dañaron aproximadamente una cuarta parte del total de la colección de libros, incluidos libros y periódicos únicos. El fuego consumió hasta el 60% de los documentos de los reinos otomano y hachemí, y la casi totalidad de los archivos gubernamentales de la época más reciente se convirtieron en humo [30]. Prácticamente toda la colección de mapas y fotografías quedó destruida [31]; las cenizas y el hollín dañaron la mayor parte de las colecciones restantes [32].

Algunas bibliotecas importantes de Bagdad también sufrieron daños. El edificio de manuscritos de la Biblioteca Nacional sufrió daños muy considerables debido al fuego y al saqueo, pero los bibliotecarios y los ciudadanos del vecindario consiguieron poner a salvo sus colecciones en un búnker especial [33]. Los ladrones expoliaron y quemaron parcialmente las colecciones de manuscritos de la Beit al-Hikma (La Casa de la Ciencia) [34]. El fuego dañó gravemente la Biblioteca de Fondos Religiosos. Los conservadores del museo pusieron a salvo la mayor parte de las colecciones de manuscritos, a pesar de que [los saqueadores] robaron más de mil y quemaron más de quinientas [35].

Otras bibliotecas de Bagdad sufrieron saqueos, entre ellas la de la Academia Iraquí de Ciencias, la de la Universidad al-Mustansiriya y la de la Facultad de Medicina [36]. La biblioteca de la Facultad de Artes de la Universidad de Bagdad quedó reducida a cenizas en su totalidad [37].

Fuera de Bagdad, donde la protección ofrecida por las fuerzas de la Coalición fue igualmente inexistente, se produjeron catástrofes similares. La Biblioteca central de la Universidad de Basora ardió, con la pérdida de al menos el 70% de sus colecciones. Otras bibliotecas universitarias y municipales de esa ciudad sufrieron un destino similar [38]. Los vándalos expoliaron la Biblioteca central de la Universidad de Mosul, que perdió un tercio de sus colecciones [39]

Pérdidas en museos y daños en edificios históricos

Entre el 10 y el 12 de abril, ante la pasividad de las fuerzas de la Coalición, los saqueadores atacaron en tres ocasiones el Museo Nacional [iraquí]. En total, los ladrones se llevaron entre 14.000 y 15.000 objetos de arte, entre ellos monedas, esculturas, cerámicas, objetos de metal, fragmentos arquitectónicos, tablas cuneiformes y la mayor parte de la colección de los valiosos sellos cilíndricos de la época sumeria [40]. La famosa Dama de Warka de alabastro, datada alrededor del año 3.100 a.C. desapareció, junto a otras 40 piezas de fama mundial. El 16 de abril, cuatro días después de que terminara el saqueo, las fuerzas de la Coalición, al fin, decidieron proteger los edificios [41].

Fuera de Bagdad, saqueadores y ladrones atacaron otras importantes instituciones, entre ellas el Museo de Mosul donde robaron centenares de piezas, entre las que se encuentran 16 piezas asirias de bronce de las puertas de la ciudad de Balawat (siglo IX a.C.), así como relieves y tablas cuneiformes de arcilla provenientes de importantes lugares como Nínive y Nimrud [42]. También desaparecieron libros únicos, mapas y manuscritos [43].

Loss saqueadores, asimismo, dañaron o destruyeron algunos de los más hermosos edificios históricos de Iraq y barrios de la ciudad antigua. En Bagdad, las tropas estadounidenses fueron incapaces de poner fin a las 12 semanas de pillaje en el antiguo centro cultural y administrativo de la ciudad, una zona en la que se encuentra el palacio abasí del siglo XII; la Madrasa [escuela religiosa] de al-Mustansiriya, del siglo XIV; la mezquita Saray del siglo XVI; el zoco de al-Saray, un hermoso mercado cubierto donde se vendían libros antiguos; y el centro administrativo de al-Saray, del siglo XIX [44]. Los ladrones saquearon e incendiaron varios edificios llevándose muebles, instalaciones, puertas, ventanas, paneles de madera de las paredes y baldosas del suelo. Se lo llevaron todo, incluso los elementos arquitectónicos [45]. Durante un prolongado período de tiempo los ladrones robaron, ladrillo a ladrillo, los Qishla (cuarteles) otomanos de Bagdad [46]. Según concluye un informe de Blue Shield (Escudo azul), a lo largo de las muchas semanas de pillaje: «[…] Los llamamientos al Comité Cultural de la Autoridad Provisional de la Coalición (APC, [primera administración de ocupación]) fueron infructuosos» [47].

Saqueo de yacimientos arqueológicos

Los yacimientos arqueológicos de Iraq incluyen más de 150 ciudades y antiguos poblados sumerios, así como las últimas grandes capitales de Babilonia, Nimrud y Nínive. Los especialistas señalaron a las autoridades de la Coalición que el saqueo tuvo como consecuencia la destrucción de los restos arqueológicos, fundamento de la comprensión de la historia antigua. Los restos sólo pueden interpretarse tras una excavación cuidadosa y la conservación de los hallazgos llevada a cabo por arqueólogos profesionales [48]. La Coalición apenas ofreció protección significativa en los yacimientos por lo que los saqueadores se pusieron a ‘trabajar’ de inmediato. Miles de iraquíes de la zona, muchos de ellos a sueldo de ladrones de objetos de arte, bajaron a los yacimientos armados con palas e incluso con excavadoras para buscar monedas valiosas, sellos cilíndricos, cerámicas, tablas de arcilla, piedras talladas y otros objetos [49]. Los saqueos más intensos tuvieron lugar en la zona sur donde se encuentran los yacimientos más antiguos [50].

En octubre de 2003, un oficial del ejército bien informado comentó que aunque la APC había contratado a 1.675 vigilantes iraquíes para proteger 3.000 yacimientos: «[…] Estaban mal entrenados y equipados» y «[…] Tenían escasa formación en materia de seguridad, en instrumentos de comunicación y en vehículos» [51]. En noviembre de 2003, el Dr. John Malcolm Russell, uno de los consejeros culturales de la APC, declaró sin rodeos que: «[…] La protección de los yacimientos arqueológicos no es una prioridad» [52]. Con el tiempo, los saqueadores se fueron organizando cada vez mejor y en alguno de los principales yacimientos trabajaron centenares de personas. En septiembre de 2006, McGuire Gibson declaró a The Washington Post: «[…] En algunos yacimientos se ha producido un saqueo a escala industrial; han desaparecido algunos de los yacimientos arqueológicos sumerios más importantes» [53]. El Fondo para los Monumentos del Mundo comentó amargamente que los yacimientos arqueológicos de Iraq: «[…] Están devastados por saqueadores que trabajan día y noche para abastecer un mercado internacional de arte hambriento de antigüedades» [54].

Ocupación y destrucción cultural

Las operaciones militares de la Coalición han dañado gravemente lugares históricos, edificios emblemáticos y cascos antiguos de las ciudades. [Las operaciones militares] han tenido un particular impacto negativo en los barrios antiguos, entre ellos la mayoría de los de la zona centro de la ciudad santa de Nayaf, destruida en un enfrentamiento entre las fuerzas de la Coalición y el Ejército del Mahdi en agosto de 2004. En noviembre de 2004, los bombardeos de [las fuerzas de] la Coalición destruyeron más de un centenar de mezquitas en el ataque contra Faluya; los ataques aéreos y terrestres redujeron a escombros edificios antiguos en Tal Afar, Ramadi, Samarra y otras muchas ciudades.

En algunos casos, las fuerzas de la Coalición han causado daños graves e irreparables en importantes yacimientos arqueológicos. El ejército estadounidense ha construido bases [militares] en las ruinas de la antigua Babilonia y de Ur. En Babilonia, los constructores utilizaron maquinaria pesada para el movimiento de tierras para la construcción de un helipuerto, instalaron depósitos de combustible y muros de hormigón, cavaron al menos una docena de zanjas profundas; llevaron toneladas de grava para hacer aparcamientos de vehículos militares cerca de un teatro griego construido por Alejandro de Macedonia [55].

El Dr. John Curtis, conservador del Departamento de Oriente Medio del Museo Británico, publicó un informe muy cáustico sobre la totalidad de los daños ocasionados [56]. Halló sacos terreros llenos de materiales arqueológicos procedentes de las excavaciones en los que había fragmentos de piezas, huesos y ladrillos antiguos. Partes de los edificios antiguos se han venido abajo [57]. Especialistas internacionales y dirigentes iraquíes, intentaron convencer a los mandos militares estadounidenses pero el campamento no se evacuó hasta el 15 de enero de 2005. Posteriormente, el gobierno polaco pidió perdón por su complicidad [en los hechos] [58].

Negligencia y carencia de medidas

Durante los primeros días de la ocupación, y como respuesta a las críticas públicas al saqueo, los gobiernos de EEUU y Reino Unido anunciaron que iban a tomar medidas contundentes para recuperar las piezas robadas del Museo Nacional, para restaurar los daños sufridos en la Biblioteca Nacional y para revitalizar la cultura iraquí que había estado tan abandonada durante la época de Sadam Huseín. El Departamento de Estado, la Agencia de Ayuda al Desarrollo de EEUU [USAID, en sus siglas en inglés], la Biblioteca del Congreso, el Museo Británico y el British Council,

El 15 de abril de 2003, tres días después de las primeras noticias sobre el saqueo, el Museo Británico convocó una rueda de prensa para prometer apoyo internacional y de Reino Unido para el expoliado Museo Nacional [iraquí]. Irónicamente, durante la conferencia de prensa una llamada telefónica por satélite hecha al presidente del Consejo de Antigüedades iraquí, revelaba que el Museo seguía sin protección y expuesto a más saqueos [59].

Más tarde, Washington envió agentes del FBI y responsables del servicio de aduanas a Bagdad para seguir la pista de los objetos robados en el Museo Nacional. Matthew Bogdanos, coronel del Cuerpo de Marines estadounidense, se hizo cargo de la campaña de recuperación que comenzó en las barriadas vecinas. Entretanto, los clérigos iraquíes denunciaban el expolio cultural e insistían en que se restituyeran los objetos robados. Al final, gracias al esfuerzo internacional -se volvieron a comprar o se confiscaron en las aduanas-, se recuperaron más de cinco mil objetos [60].

Asimismo, durante los primeros días de la ocupación la APC designó consejeros especiales para asuntos culturales. John Agresto, el nuevo responsable de la enseñanza superior de la APC, pidió que se destinaran 1.200 millones de dólares para revitalizar las universidades iraquíes pero, al disminuir rápidamente el entusiasmo oficial, en el presupuesto de 2004 sólo consiguió nueve millones de dólares [61]. Cuando en 2005 se marchó, su puesto no se cubrió [62]. René Teijgeler, un holandés nombrado consejero ejecutivo de cultura, con responsabilidad en bibliotecas y museos, corrió un destino similar. El presupuesto de la APC era tan insignificante que Teijgeler no pudo ni siquiera empezar a afrontar los asuntos urgentes. Está claro que Paul Bremer, presidente de la APC, tenía poco interés en la materia. Cuando en 2005 Teijgeler se marchó tampoco fue sustituido [63].

La Biblioteca del Congreso [de EEUU] propuso un plan de ampliación para una nueva Biblioteca Nacional así como un programa de formación para bibliotecarios iraquíes que se elaboró durante una misión especial a Bagdad en octubre de 2003 [64].

En diciembre de 2003, Saad Eskander tomó posesión como nuevo director de la Biblioteca Nacional. Habían transcurrido ocho meses desde los incendios y saqueos y el edificio se encontraba todavía «en un estado ruinoso». «[…] No había dinero ni agua ni electricidad; no había papel ni lápices ni muebles,» informó posteriormente [65]. En 2004 la APC asignó a la Biblioteca Nacional un presupuesto de sólo 70.000 dólares para cubrir todos los gastos, incluidas las reparaciones, la compra de mobiliario y de los nuevos equipos [66]. Tras un año en el puesto Eskander afirmó: «[…] El equipo de la Biblioteca del Congreso parece haber olvidado sus promesas» [67].

En 2003, USAID, la agencia de desarrollo [estadounidense], lanzó con gran fanfarria cinco proyectos para dar su apoyo a las bibliotecas iraquíes, museos y a los programas de antigüedades. Con la financiación de USAID varias universidades aceptaron colaborar en la formación de los bibliotecarios iraquíes, y el personal de los museos en la promoción de la investigación sobre aspectos legales, en la organización de los recursos en Internet para los especialistas y otros proyectos.

Tras unos inicios prometedores y con los proyectos de formación ya en marcha, USAID fue incapaz de seguir financiando el programa después del primer año y la mayoría de los proyectos fracasaron [68]. Con el embajador John Negroponte, las prioridades cambiaron a favor de la «seguridad». La cultura, insuficientemente financiada como estaba, sufrió algunos recortes del presupuesto. Los británicos hicieron unos cuantos alardes para impresionar pero en la práctica apenas hicieron nada para solventar la catástrofe cultural. Como respuesta a las protestas públicas por la primera oleada de saqueos, el ministro de Cultura [británico] prometió que su gobierno aportaría 12 millones de libras esterlinas [algo más de 17,6 millones de euros] para la protección de los yacimientos arqueológicos, pero la promesa enseguida se olvidó y el gobierno de Reino Unido nunca llevó a cabo tal programa.

En 2003, el British Council, el servicio cultural británico, anunció que estaba recogiendo libros con destino a Iraq para sustituir algunas de las colecciones dañadas. Las universidades inglesas donaron miles de libros y revistas, pero no se hizo ningún esfuerzo para evaluar lo que se necesitaría en Iraq ni en cómo hacer llegar los materiales a las bibliotecas iraquíes [69]. Finalmente el [British] Council envió a Bagdad 25 toneladas de libros vía Amman donde, durante muchos meses, languidecieron en un depósito. Todavía no está claro dónde terminaron los libros o si fueron útiles para los lectores iraquíes o para las bibliotecas arrasadas por el saqueo [70].

Últimos acontecimientos

El Museo Nacionalha recuperado algunas de sus colecciones pero la institución nunca se ha recuperado. Donny George, presidente del Consejo Estatal de Antigüedades y del Patrimonio de Iraq y director del Museo Nacional, huyó a Siria en agosto de 2006 y desde allí envió su dimisión. Antes de marcharse, ordenó que las puertas del Museo Nacional se sellaran con hormigón para protegerlo de futuros saqueos. George consideró «intolerable» la permanente incapacidad de los dirigentes iraquíes y del ejército estadounidense para proteger los yacimientos arqueológicos [71]. En la actualidad trabaja en calidad de profesor visitante en la Stony Brook University, Departamento de la Universidad del Estado de Nueva York. En Bagdad, el ministerio de Cultura no ha anunciado sus planes para reabrir el Museo. Rodeado de hierbajos, ahora se esconde tras unas puertas metálicas, sacos de arena y rollos de alambre de espino, otro símbolo más de la enmarañada ocupación [72].

La historia de la Biblioteca Nacional es triste y poco esperanzadora. Saad Eskander, su director, ha intentado reconstruir la institución a pesar de la negligencia estadounidense y británica. Con pequeñas ayudas de la República Checa y de dos ONG, y con el apoyo presupuestario del gobierno iraquí, Eskander consiguió reparar los daños del edificio de la biblioteca, aumentar el personal y empezar la difícil tarea de rehacer el catálogo y de restaurar los objetos dañados [73].

En su equipo de trabajo, multiétnico y apolítico, hay sunníes, shiíes y kurdos, entre otros. La biblioteca consiguió ordenadores y acceso a internet gracias a la ayuda italiana y japonesa y ha sido capaz de mantenerla abierta al público de manera regular [74]. Pero la Biblioteca no ha escapado a la violencia del Bagdad ocupado ni ha tenido una protección adecuada. Eskander ha colocado en internet un escalofriante blog en el que narra el asesinato de varios miembros de su equipo y del atentado con coche bomba de una importante editorial [75].

Conclusión

Según las Convenciones de Ginebra, las fuerzas de ocupación deben garantizar el orden público y evitar el saqueo. Más concretamente, las Convenciones de La Haya y de Ginebra exigen que se proteja el patrimonio cultural de la destrucción y del expolio, y prohíbe que [éste] se utilice como apoyo de las acciones militares. La Convención para la protección del patrimonio cultural en caso de conflicto armado (1954) especifica, además, que la potencia ocupante debe tomar las medidas necesarias para proteger y preservar los bienes culturales del país ocupado y debe evitar o poner fin a «[…] Cualquier tipo de robo, pillaje o apropiación indebida, y a cualquier acto de vandalismo dirigido contra los bienes culturales». La Coalición ha ignorado y violado esas leyes internacionales lo que ha provocado un daño enorme e irreparable al patrimonio cultural de Iraq y de toda la humanidad..

Notas de los autores y de IraqSolidaridad:

1. US Department of Defense, News Briefing by Secretary of Defense Donald Rumsfeld and GeneralRichard Meyers, 11 de abril de 2003; véase, Sean Loughlin, «Rumsfeld on Looting in Iraq» CNN, 12 de abril de 2003. Véase en IraqSolidaridad: Harvey Thompson: Dañado el sitio arqueológico de Babilonia. Ocupación y vandalismo cultural en Iraq .
2. Aquí se han utilizado los nombres más habituales en inglés para nombrar estas instituciones. Sus nombres formales son: Biblioteca Nacional de Iraq y Archivo y Museo de Iraq.
3. Donald MacLeod, «Scholars Move to Protect ‘Priceless’ Iraqi Heritage» Guardian, 21 de marzo de 2003.
4. Andrew Lawler, «Impending War Stokes Battle Over Iraqi Antiquities», Science, 31 de enero de 2003.
5. Ibid.
6. McGuire Gibson es profesor de Arqueología Mesopotámica. Véase: «Cultural Tragedy in Iraq: A Report on the Looting of Museums, Archives, and Sites» en Art Loss in Iraq: An Update, Ed. IFAR Evening, 28 de octubre de 2004.
7. Guy Gugliotta, «Pentagon Was Told of Risk to Museums: US Urged to Save Iraq’s Historic Artifacts», Washington Post, 14 de abril de 2003.
8. Ibid.
9. Véase, por ejemplo, la declaración del Comité Internacional del Escudo Azul [International Committee of the Blue Shield], 7 de marzo de 2003, «Open Declaration on Cultural Heritage at Risk in Iraq», 21 de marzo de 2003, firmada por 13 sociedades profesionales y programas de investigación así como por 180 investigadores; y la declaración del Instituto Arqueológico de EEUU y la Asociación Estadounidense para la investigación en Bagdad, 9 de abril de 2003.
10. Ibid.; véase también «Concern for Cultural Heritage in Iraq», Instituto Arqueológico de EEUU, 18 de diciembre de 2002; además véase Instituto Arqueológico de EEUU, «Resolution Regarding War and the Destruction of Antiquities», Archeology Magazine, enero-febrero de 2003; y Guy Gugliotta, «Iraq War Could Put Ancient Treasures at Risk«, Washington Post, 3 de marzo de 2003.
11. David Tresilian, «‘
Cultural Catastrophe’ Hits Iraq», Al Ahram, 24-30 de abril de 2003.
12. Parece que la nueva organización se fundó teniendo en mente sobretodo la guerra; véase, Lawler, op.cit.
13. Citado por David Darcy, «Legal Group to Fight ‘Retentionist’ Policies», Art Newspaper, 24 de octubre de 2002.
14. Lawler, op. cit.
15. Donald MacLeod, «US Lobby Could Threaten Iraqi Heritage», Guardian, 10 de abril de 2003.
16. Zainab Bahrani, «Looting and Conquest«, The Nation, 26 de mayo de 2003.
17. Citado en MacLeod, op. cit.
18. Parece que la primera medida para la protección [de los bienes culturales] se adoptó el 16 de abril en el Museo Nacional, ocho días después de que las fuerzas de la Coalición tomaran Bagdad.
19. Existe mucha información respecto a que las unidades de la Coalición se negaron a proteger lugares de interés cultural incluso cuando estaban desplegadas en las cercanías. Véase, por ejemplo, Nabil al-Tikriti, «
Iraq Manuscript Collections, Archives & Libraries Situation Report«, 8 de junio de 2003, Instituto Oriental de la Universidad de Chicago.
20. Jeffrey B. Spurr, «
Iraqi libraries and Archives in Peril«, Asociación de bibliotecarios de Oriente Medio, abril de 2007, p. 9.
21. Matthew Bogdanos, Thieves of Baghdad, Nueva York, 2005.
22. Ibid.
23. Stephen Farrell y Rana Sabbagh-Gargour, «For Sale: A Nation’s Treasures» Times, Londres, 2 de julio de 2005.
24. Jeffrey B. Spurr, «Indispensable yet Vulnerable: The Library in Dangerous Times, Preface to a Report on the Condition of Iraqi libraries and Efforts to provide assistance to them»,
Asociación de bibliotecarios de Oriente Medio, Iraq Crisis website, mayo de 2005.
25. Ibid.
26. Loughlin, op. cit.
27. Al-Tikriti, op. cit., ofrece ejemplos concluyentes.
28. Robert K McCartney, «Expert Thieves Took Artifacts, UNESCO Says», Washington Post, 18 de abril de 2003.
29. Saad Eskander, «The Tale of Iraq’s ‘Cemetery of Books’,» Information Today, diciembre de 2004; véase
también, Spurr, «Iraqi Libraries», op. cit., pp. 16-18.
30. Eskander, op.cit.
31. Ibid.
32. Jeffrey B. Spurr, «Indispensable yet Vulnerable: The Library in Dangerous Times, Preface to a Report on the Condition of Iraqi Libraries and Efforts to Provide Assistance to Them», Asociación de bibliotecarios de Oriente Medio, Iraq Crisis website, mayo de 2005; véase asimismo, May Jane Deeb, et al, «The Library of Congress y the U.S. Department of State Mission to Baghdad: Report on the National Library and the House of Manuscripts», 27 de octubre-3 de noviembre de 2003.
33. Spurr, «Iraqi Libraries» op.cit. pp. 29-30.
34. Ibid., p. 29.
35. Ibid., pp. 28-29.
36. Al-Tikriti, op. cit.
37. Spurr, «Iraqi Libraries» op. cit.
38. Spurr, «Iraqi Libraries» op. cit. p. 32.
39. Al-Tikriti, op. cit.
40. Véase: John F Burns, «Pillagers Strip Iraqi Museum of its Treasure», New York Times, 12 de abril de 2003.
41. McGuire Gibson, «Cultural Tragedy in Iraq: A Report on the Looting of Museums, Archives, and Sites» en Art Loss in Iraq: An Update, Ed. International Foundation for Art Research, 28 de octubre de 2004; véase también, Milbry Park y Angela M.H. Schuster, The Looting of the Iraq Museum, Baghdad: The Lost Legacy of Ancient Mesopotamia, New York, Harry N. Abrams, 2005.
42. Mark Fisher, «Tomb Raiders», Guardian, 19 de enero de 2006.
43. Douglas Birch, «In North Iraq, and Ancient Past Falls Victim to a Modern War» Baltimore Sun, 18 de abril de 2003.
44. Comité Internacional del Escudo Azul, Heritage at Risk 2004/2005, Capítulo sobre Iraq, p. 120.
45. Ibid.
46. Ibid.
47. Ibid.
48. Véase, por ejemplo, la declaración efectuada por muchos de los especialistas más renombrados en el seminario «The Threat to Iraq’s Cultural Heritage,» celebrado en el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago el 23 de julio de 2005 y accesible en http://oi.uchicago.edu/OI/IRAQ/ws_statement.html .
49. Guy Gugliotta, «
Looted Iraqi Relics Slow to Surface«, Washington Post, 8 de noviembre de 2005.
50. Comunicación personal de la experta Elizabeth Stone, quien ha estudiado fotografías tomadas desde satélite de una zona del Sur [de Iraq] y ha descubierto un total de 17 km2 de yacimientos saqueados.
51. Coronel Matthew Bogdanos, citado en Cindy Ho, «Heritage Lost: looting of archeological sites continues in Iraq», Savingantiquities.org , 2004.
52. Ibid.
53. Sumedha Senanayake, «Iraq: Antiquities Continue to be Pillaged, Destroyed», Radio Free Europe/Radio Liberty, 12 de octubre de 2006.
54. Stephen Farrell y Rana Sabbagh-Gargour, «For Sale: A Nation’s Treasures», Times, Londres, 2 de julio de 2005.
55. Mark Fisher, «Tomb Raiders», Guardian, 19 de enero de 2006.
56. John Curtis, «Report on Meeting at Babylon 11-13th December, 2004», British Museum, 2005; véase también, Joanne Farchakh Bejjaly, «History Lost in Dust of War-Torn Iraq», BBC, 25 de abril de 2005, y Rory McCarthy y Maev Kennedy, «Babylon Wrecked by War», Guardian, 15 de enero de 2005.
57. Ibid.
58. «Poland Apologizes for Damage Troops Inflicted on Babylon», History News Network, 3 de agosto de 2005.
59. Martin Bailey, «After the Looting Was Over», Apollo, mayo de 2004.
60. Mark Rose, «A Conversation with Matthew F. Bogdanos», Archaeology Magazine, 16 de octubre de 2003; Mary Wiltenburg, «‘Pit Bull’ Dogs Iraq Looters», Christian Science Monitor, 20 de febrero de 2004.
61. Spurr, «Iraqi Libraries», pp. 34-35.
62. Ibid., p. 21.
63. Ibid., p. 34.
64. Mary-Jane Deeb, et al, «Report on the National Library and the House of Manuscripts», Biblioteca del Congreso [estadounidense], noviembre de 2003.
65. Eskander, «The Tale» op.cit.
66. Ibid.
67. Ibid
.
68. Spurr, «Iraqi Libraries», op.cit., pp. 38-45.
69. Ibid., pp. 52-53.
70. Ibid., p. 53. Véase en IraqSolidaridad: Sandy English: El Director del Museo Nacional de Bagdad se exilia. Donny George denuncia la corrupción oficial y el expolio del patrimonio de Iraq .
71. Ellen Knickmeyer, «Iraq’s Head of Antiquities Quits After Looting of Ancient Treasures», Washington Post, 28 de agosto de 2006.
72. Ellen Knickmeyer, «Iraqi Museum Sealed Against Looters», Washington Post, 27 de agosto de 2006.
73. Eskander, «The Tale» op.cit.
74. Ibid.
75. «Diary of Saad Eskander», disponible en inglés en www.bl.uk/iraqdiary.html . Parcialmente traducido en IraqSolidaridad: Saad Eskander: Defender la cultura frente al terror sectario. Diario del Director de la Biblioteca Nacional y el Archivo de Iraq . Véase además Fernando Báez: Ocupación y ‘memoricidio’ en Iraq. «La memoria es el vínculo fundamental de la identidad: no hay identidad sin memoria».