Iraq obtuvo su independencia en 1932. En los últimos trece años, sin embargo, ha estado sometido a una intervención internacional, que ha incluido sanciones económicas y ataques armados, y que ha culminado con una guerra en su territorio y finalmente en Mayo de 2003 con la ocupación de éste por parte de potencias extranjeras. Aunque […]
Iraq obtuvo su independencia en 1932. En los últimos trece años, sin embargo, ha estado sometido a una intervención internacional, que ha incluido sanciones económicas y ataques armados, y que ha culminado con una guerra en su territorio y finalmente en Mayo de 2003 con la ocupación de éste por parte de potencias extranjeras.
Aunque resulta difícil definir como colonialismo o neo-colonialismo esta ocupación, no hay duda sin embargo de que el sistema educativo de Iraq, al igual que el resto de la estructura y organización política nacional, ha dejado de estar en manos de los iraquíes para pasar a manos extranjeras. Las pasadas elecciones no cambian sustancialmente la situación.
Las medidas que tomó la autoridad de ocupación se manifiestan a tres ámbitos principales: asumir el gobierno del sistema educativo, cambiar el currículo nacional y controlar el funcionamiento de la enseñanza.
Los antiguos altos cargos del Ministerio de Educación, tanto en la sede central de Bagdad como en las 18 Direcciones Generales en que se divide administrativamente el territorio iraquí, han sido relevados. Este relevo ha incluido además a los directores de los centros académicos y de investigación, a los rectores de las veinte universidades, a los decanos de las facultades y a muchos directores de departamentos universitarios.
Los ocupantes controlan el personal de los nuevos nombramientos mediante sus propios consejeros y «especialistas», que son «importados» a Iraq una vez seleccionados entre iraquíes que no viven en el país y entre los propios ciudadanos estadounidenses. Éstos pertenecen a organismos oficiales y a empresas privadas y aunque no pasan a ocupar los puestos reservados a los iraquíes, son los que en realidad dirigen la política educativa.
Con esta medida, los ocupantes toman en sus manos las riendas del sistema educativo iraquí. En consecuencia, la supresión del control del partido Ba’az sobre la educación iraquí no ha dado paso a que la sociedad iraquí tome el mando en su lugar. El proyecto de reconstrucción no ha surgido como respuesta a una iniciativa nacional, sino que son extranjeros con sus propios intereses los que asumen el mando. Esto deja muchas dudas sobre la legitimidad, los objetivos y los previsibles resultados de la operación.
El currículo escolar nacional
La abolición de un currículo escolar nacional es una tarea que se realiza con facilidad y en poco tiempo: basta con firmar un decreto como el que firmó el máximo dirigente de la ocupación en Julio de 2003, por el que se extinguió el que estaba en vigor. Ahora bien, la elaboración de un currículo escolar nacional es tarea de varias generaciones y en Iraq eso es algo queda por hacer.
El currículo eliminado estaba hecho según los dictados del partido Ba’az y era de aplicación en todos los centros escolares. Después su elaboración pasó a depender del ocupante, que nombró a un equipo para re-escribirlo. Este equipo lo encabeza personal extranjero e iraquí sin residencia en Iraq. Los redactores de los contenidos -más de sesenta profesores iraquíes que sí son residentes- están trabajando en los textos considerados más controvertidos: historia, geografía, literatura, estudios sociales. La materia más controvertida de todas es la única que se ha salvado de la re-estructuración: la enseñanza de la religión. La Autoridad ha decidido por el momento no intervenir en esta enseñanza para no dar lugar a protestas y quizás a algo peor. Las materias de ciencias puras, matemáticas, física, dibujo, han quedado como estaban salvo por la eliminación de las fotos y frases del presidente de los libros de texto.
Está previsto que agencias internacionales y empresas privadas jueguen un papel decisivo en la elaboración del currículo en los próximos años. La UNESCO, sin lugar a dudas, la primera. No obstante, como cabe esperar de una institución subsidiaria de la ONU, ya ha advertido en su más reciente análisis de la situación educativa en Iraq, hecho público en Abril de 2003, que «aunque los agentes externos jugarán un papel vital de apoyo, sus acciones han de basarse en el principio de la soberanía nacional».
Queda por ver si este propósito concierne también a las empresas privadas que el ocupante ha contratado para la «reconstrucción» del sistema educativo. Las acciones previstas y emprendidas hasta ahora en el sistema educativo de Iraq por estas empresas, en coordinación con organismos oficiales estadounidenses y asesoradas por universidades igualmente estadounidenses, lleva inevitablemente a pensar que Estados Unidos está situándose en una posición preferente para controlar el sistema en el porvenir tanto si sigue en el territorio como si lo abandona. La privatización de la provisión educativa es una de las primeras consecuencias de esa participación. El ocupante reproduce en Iraq los modelos de gestión que son propios en su país de origen. Sin embargo, la sociedad iraquí está acostumbrada a recibir enseñanza gratuita desde el nivel primario hasta el universitario.
Situación general y sistema educativo
A los problemas del sistema educativo hay que añadir los que padecen el resto de instituciones nacionales. La situación general de Iraq la pone de manifiesto un indicador internacionalmente reconocido: el Índice de Desarrollo Humano del Programa para el Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, que mide entre otros los logros nacionales en salud y educación. En el Índice de 1990 ocupaba el puesto 50 de un total de 130 países, o sea, cerca de lo más alto del grupo desarrollo humano medio. Cinco años más tarde había bajado al puesto 106 de 174 y en el Índice del año 2000 al 126, o sea, cerca de lo más bajo de ese mismo grupo.
Cabría pensar en una mejora de esta situación general una vez que las sanciones han sido levantadas por la ONU, pero si se produce una mejoría desde luego no será en el porvenir cercano. Terminadas las sanciones, otros problemas nuevos pero íntimamente relacionados con aquellas y desde luego unidos a la intervención extranjera, toman su lugar. El primero de Octubre de 2003 dieron comienzo las clases en la enseñanza primaria y secundaria para casi seis millones de alumnos. A finales del mismo mes la Autoridad ordenaba el cierre indefinido de las escuelas debido al clima de violencia generalizada.
Los enfrentamientos militares, las acciones de la resistencia, la inseguridad y la violencia en las poblaciones, se suman a los cortes constantes de suministro eléctrico, la falta de servicios fiables y la confusión reinante. Los padres tienen miedo de que en el camino a la escuela se produzca una operación militar o haga explosión un coche-bomba que convierta a sus hijos en víctimas. Por ello muchos prefieren que sus hijos, en especial las niñas, se queden en casa hasta que la seguridad esté garantizada.
La falta de orden público y el deterioro del nivel de vida y de las condiciones materiales que se precisan para la convivencia social hacen que la población apenas pueda pensar más allá de cómo sobrevivir en el día a día. La ocupación militar extranjera, lejos de contribuir a la pacificación, es la causa principal de la resistencia, estimula sus acciones y también el resentimiento del resto de la población, que ve que su nivel de vida no mejora mientras que su seguridad disminuye hasta desaparecer.
En estas condiciones no resulta razonable esperar, incluso con la asistencia al centro escolar, que la situación psicológica de los alumnos, especialmente de los más pequeños, les permita participar con provecho en actividades de aprendizaje y educativas. Por otro lado, el profesorado, que no ha recibido formación para actualizar sus conocimientos y su didáctica al menos en la última década, la mayor parte en las dos últimas, apenas tiene herramientas para hacer su trabajo con dignidad.
A la hora de analizar los acontecimientos actuales resulta muy útil recordar la antigua política colonial británica a través de la exposición realizada en el parlamento británico en Diciembre de 1938, por el Ministro para las Colonias Malcolm MacDonald: «El propósito primordial del Imperio Británico es la propagación gradual de la libertad entre todos los súbditos de Su Majestad cualquiera que sea el lugar del mundo en el que habiten. (…) En algunos lugares del Imperio puede que tenga que pasar generaciones, incluso siglos, para que sus poblaciones alcancen el auto-gobierno».
En definitiva: Iraq se ha visto sometido a una intervención exterior desde hace más de catorce años. Los efectos de la misma sobre su sistema educativo, en palabras de la propia ONU, han sido devastadores. Esta intervención, con otro nombre, sigue su curso en la actualidad y aunque sus efectos están por ver, lo ocurrido hasta ahora y el ejemplo de anteriores políticas coloniales, hace pensar que el uso de expresiones como «reconstrucción», «democratización», «reforma curricular» y otras relacionadas, en realidad no son sino sustitutos de «formación de indígenas», «misión civilizadora en territorios salvajes» y «regeneración moral y material del país».