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El retorno de Al-Qaeda, a la sombra de la guerra de al-Maliki con al-Sahwa

La espantosa verdad

Fuentes: Truthout

La ocupación estadounidense de Iraq, que ahora es responsabilidad total del presidente Barack Obama, vuelve a ser un baño de sangre. No es que hubiera dejado de ser violenta, brutal y despiadada, ya que desde que Estados Unidos emprendió la invasión de Iraq no ha pasado un solo día sin que varios iraquíes hayan sido […]

La ocupación estadounidense de Iraq, que ahora es responsabilidad total del presidente Barack Obama, vuelve a ser un baño de sangre. No es que hubiera dejado de ser violenta, brutal y despiadada, ya que desde que Estados Unidos emprendió la invasión de Iraq no ha pasado un solo día sin que varios iraquíes hayan sido masacrados sin sentido. Pero en vez de hablar de tres iraquíes muertos hoy o de dos docenas, volvemos a hablar de varias docenas y de más de cien heridos, como hemos visto recientemente. Cada uno de estos iraquíes ha sido asesinado como consecuencia directa de la ocupación estadounidense; su sangre ha salpicado las manos del presidente Obama, quien durante su visita al aeropuerto de Bagdad el pasado 7 de abril elogió al ejército estadounidense por sus «extraordinarios logros» en Iraq.

El 23 de abril, más de 73 iraquíes fueron asesinados en dos ataques suicidas diferentes. Uno de los suicidas se hizo estallar en el centro de Bagdad cuando un grupo de policías distribuía artículos de primera necesidad a los iraquíes que habían sido expulsados de sus casas durante las masacres sectarias promovidas por Estados Unidos desde 2006 hasta mediados de 2007. Según la policía, al menos cincuenta personas resultaron heridas y entre los muertos había al menos cinco niños y una mujer.

Aquel día también se produjo un segundo atentado suicida de envergadura cerca de Muqdadiya, a unos 80 kilómetros al norte de Bagdad. El suicida atacó a un grupo de peregrinos iraníes que estaban en un restaurante y mató al menos a 45 e hirió a más de 60. Los peregrinos chiíes visitaban los centros religiosos chiíes en Iraq.

Los atentados parecen ser obra de Al Qaeda en Iraq, cuyas operaciones llegaron a un punto muerto gracias tanto a la resistencia iraquí como a al-Sahwa ([Consejo del Despertar], la milicia sunní creada por Estados Unidos y formada mayoritariamente por ex-combatientes de la resistencia a los que el ejército estadounidense abandonó totalmente y ahora están siendo atacados por el gobierno iraquí). Los miembros de al-Sahwa han abandonado sus puestos en la seguridad en protesta porque el gobierno iraquí no ha pagado su trabajo y también en protesta por los actuales ataques del gobierno a sus dirigentes. El primer ministro al-Maliki considera que al-Sahwa supone una amenaza política para la existencia de su gobierno, así que se considera en su derecho de minar a cada momento la existencia de al-Sahwa, como ha hecho desde un principio.

Los recientes acontecimientos de espantosa violencia en Iraq son el resultado directo del abandono de al-Sahwa por parte de Estados Unidos y de la renuencia estadounidense a impedir que al-Maliki continúe con sus actuales políticas de privar al grupo de sus privilegios. Al-Sahwa fue capaz de encontrar a al-Qaeda cuando el ejército estadounidense no lo fue. Ahora que están abandonando sus operaciones de seguridad en zonas cada vez mayores de Iraq aumenta, por supuesto, la capacidad de al-Qaeda para llevar a cabo sus operaciones.

Patética propaganda

Mientras tanto, nos encontramos con la patética propaganda del impotente gobierno de al- Maliki en Bagdad. El mismo día de la masacre antes mencionada y nada más producirse el segundo atentado, la televisión estatal iraquí anunció que había capturado, al Este de Bagdad, a Abu Omar al-Baghdadi, el supuesto dirigente del Estado Islámico de Iraq, un grupo vinculado a Al Qaeda. Con anterioridad, algunos expertos en seguridad habían especulado con que al-Baghdadi fuera un personaje inventado por algunos grupos extremistas en vez de una persona de carne y hueso y, por su parte, el ejército estadounidense no cree que exista ningún dirigente de Al Qaeda con este nombre.

Habrá más ataques como éste, pero tienen que ver menos con la fecha del próximo mes de junio, en que se cumple el plazo previsto para la retirada de las tropas estadounidenses de las ciudades de Iraq (aparte de Mosul y de cualquier otra que el ejército estadounidense considere que no se debe retirar), que con los intentos por parte del ejército estadounidense y del gobierno iraquí para acabar con al-Sahwa. Mi cinismo se debe a que el gobierno de al-Maliki no cesa sus ataques contra al-Sahwa ni hay el menor indicio de que el gobierno estadounidense le vaya a obligar a hacerlo.

Ni el ejército estadounidense ni el ejército iraquí han sido capaces de encontrar a al-Qaeda ni de acabar con los ataques. De hecho, la agencia France-Presse informó el 22 de abril de que el ejército estadounidense era quien dirigía de hecho las operaciones «llevadas a cabo por iraquíes». El informe señala:

«[…] Las tropas [estadounidenses e iraquíes] se reunieron a la luz de las antorchas en [la base militar estadounidense] Camp Falcon para una misión en el pueblo agrícola de Owessat, que las fuerzas estadounidenses e iraquíes creen que se utiliza como base para los atentados bomba en la capital y sus alrededores. Como en casi todas las operaciones que se producen en Iraq en estos días, los estadounidenses insisten en que los iraquíes estaban al mando y dirigen la lucha contra Al Qaeda y otros grupos armados, y que las fuerzas estadounidenses desempeñan un papel de apoyo. Sin embargo, la escena de Camp Falcon relataba una historia diferente: seis años después de la invasión que derrocó a Sadam Husein, los [soldados] estadounidenses no sólo superan ampliamente en número a los [soldados] iraquíes, sino que dan las órdenes y suministran un apoyo logístico vital.

«Según un acuerdo de seguridad firmado en noviembre, alrededor del 30 de junio las fuerzas iraquíes asumirán la total responsabilidad de la seguridad mientras que las fuerzas estadounidenses se retiran de las ciudades y pueblos, y de todo el país, para finales de 2011. Los dirigentes y mandos militares iraquíes y estadounidenses han afirmado repetidamente que los 560.000 policías y 260.000 soldados de Iraq podrán mantener la seguridad mientras los estadounidenses se retiran y han prometido cumplir con los plazos del plan de seguridad. Pero en la operación de Owessat de este mes a los 600 soldados estadounidenses respaldados por helicópteros se les unió un grupo de 40 soldados iraquíes que durante el tiempo del ataque de 21 horas siguieron continuamente el ejemplo de los estadounidenses».

Sin «cambios» prometidos

Muchos estadounidenses que votaron a Barack Obama el pasado mes de noviembre siguen pensando que él hará lo correcto en Iraq. La realidad es que, a menos que se le obligue a hacerlo desde abajo, en la política exterior estadounidense no habrá ninguno de los «cambios» prometidos. Quienes sufren las consecuencias de la política estadounidense en Oriente Próximo, Iraq en particular, lo saben mejor que la mayoría de los estadounidenses.

En abril de 2004, cuando estuve en Faluya durante el primer ataque importante del ejército estadounidense a la ciudad, hablé con Maki al-Nazzal, que dirigía una pequeña clínica provisional de urgencias. Hablamos mientras llevaban a la clínica a docenas de mujeres y niños, la mayoría de los cuales habían recibido disparos de los francotiradores del ejército estadounidense. «Durante toda mi vida creí en la democracia estadounidense», me dijo con una voz exhausta. «Durante 47 años he creído la ilusión de que Estados Unidos y Europa eran buenos para el mundo, los portadores de la democracia y de la libertad. Ahora me doy cuenta de que me ha costado 47 años ser consciente de la espantosa verdad. No están aquí para traer nada parecido a democracia o libertad».

Maki, que ahora es un refugiado en Amán, Jordania, continuó: «Ahora me doy cuenta de que todo han sido mentiras. A los estadounidenses la libertad o los derechos humanos no les importan absolutamente nada. Son incluso peores que Sadam». Le pregunté si le importaba que citara su nombre. «¿Qué me van a hacer que no me hayan hecho ya?», contestó.

 

Nota de IraqSolidaridad

1. Maki al-Nazzal fue también interlocutor de la delegación de la CEOSI que en 2005 visitó Faluya. Véase en IraqSolidaridad: Una delegación de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq viaja a Iraq y enlaces relacionados.

Traducido del inglés para Iraq Solidaridad por Beatriz Morales Bastos

(www.truthout.org)

IraqSolidaridad (www.iraqsolidaridad.org