¿De qué nos sirve sacar la mejor nota de la clase calculando derivadas si luego no sabemos relacionarnos con el que tenemos al lado en el metro? Más de tres millones de personas se lo están cuestionando gracias a La educación prohibida, el documental que discute los métodos y el objetivo de la educación en […]
¿De qué nos sirve sacar la mejor nota de la clase calculando derivadas si luego no sabemos relacionarnos con el que tenemos al lado en el metro? Más de tres millones de personas se lo están cuestionando gracias a La educación prohibida, el documental que discute los métodos y el objetivo de la educación en la sociedad occidental. El porqué quizá haya que observarlo en el planteamiento del proyecto, que nace de preguntarse, de experimentar con la pregunta y de ser coherente hasta el final, más que de una carísima campaña de marketing. En La educación prohibida se indaga en los más profundo del ser humano para hablar de lo que nunca se habla: del amor y del miedo, del placer y de la tortura, de la libertad y del control, pero además de una labor hermosa que por encima de todo debería de motivar a quien la hace y la recibe las ganas de vivir. El resultado de La educación prohibida es el espacio donde se va desgranando, de forma profundamente sensorial y paso a paso, cada una de las partes que conforma el interrogante. Detrás de la película hay un equipo que ha aportado su visión y su granito de arena sin pedir nada a cambio y por iniciativa propia. Hablamos de la experiencia con Germán Campos, el director de todo esto.
Después de estos días, ¿cómo valoráis la respuesta recibida?
Estamos muy contentos de que la película esté teniendo una gran repercusión, siempre esperamos que la vea mucha gente pero nunca imaginamos que sería tanto en tan poco tiempo. Nos gustaría que este debate y reflexión que esta generando se mantenga y que no solamente quede en una película. Han habido muchas críticas y en su mayoría son constructivas, esperamos que esta discusión se mantenga.
¿Qué esperáis ver crecer con la plantación de esta semilla?
Mayor interés y reflexión sobre la educación y la necesidad de replantear sus cimientos. Creemos que la película será un referente y un motor para generar propuestas reales. Muchos educadores comenzarán a replantear su formación, jóvenes solicitarán miradas más abiertas y padres buscaran otro tipo de escuelas para sus hijos. La película ayuda a reflejar una necesidad latente y creemos que con el paso del tiempo se verán cambios.
¿En qué momento surge esa pregunta dentro de ti? ¿Con qué edad?
Ya en la escuela secundaria me preguntaba sobre la estructura de la escuela, el interés siempre estuvo pero recién a los 21 años vi claramente que con la herramienta del cine podía investigar el tema como a mi me gustaba. Así me propuse recorrer experiencias educativas diferentes y grabar entrevistas.
¿Con qué medios arranca «La educación prohibida» y cuántas personas han colaborado hasta ahora?
El proyecto comienza en Agosto de 2009. Durante el primer año estuve yo solo, y realicé viajes por Argentina, Chile y España. Siempre realizando sólo el trabajo de entrevistas y cámara. Luego se sumó Verónica Guzzo al proyecto, que es mi pareja y productora. Con ella viajamos a Uruguay, Perú, Ecuador y Colombia. Con el paso del tiempo y la difusión vía Internet se sumaron personas al proyecto, algunos amigos que ayudaron, y principalmente Cintia Paz y Franco Lacomella, quienes sumaron mucho en la identidad del proyecto, el sitio web y las campañas de financiación colectiva. El equipo de trabajo es muy pequeño, no supera las 5 personas. Luego se sumaron quienes trabajaron en el rodaje, la producción artística, actores, animadores, músicos, traductores. En total suman un equipo de más de 150 personas.
El documental arranca afirmando que los colegios convencionales son un «aparcamiento de niños» que se comienzan a formar para servir al mercado más que para crecer personalmente, ¿creéis que si una generación de niños se educara libremente el mundo sería más feliz, más justo?
Yo creo que no es solo la libertad el factor importante, a este hay que sumarle la comunidad, el respeto, el amor, la cooperación. Una experiencia educativa que contenga en su estructura estos valores sumados a la libertad ayudará a que los niños desarrollen no solo una identidad como individuos realizados, sinó también una consciencia sobre como están inmersos en un mundo social. Creo que estos valores sin lugar a dudas nos llevarán a mejor puerto, pero por sobre todo creo que no debemos obligar a los niños a que caminen eso, sino mostrarles lo mejor que tenemos como sociedad y que tengan la libertad de cuestionar el pasado para construir un mejor futuro.
Todas las experiencias de educación alternativa que habéis visitado, ¿en qué coinciden?
En mayor o menor medida, más o menos metódicas, más o menos estrictas, todas las experiencias creen en que la educación es acompañar a los niños en sus procesos de desarrollo y respetarlos es la clave número uno. Algunas experiencias creen saber de antemano cual es ese proceso, otras confían en que los niños lo saben mejor que ellos, pero todas coinciden en la importancia de respetarlo, es decir, colocar al desarrollo del ser humano en el eje de la educación.
¿Cómo las buscábais o cómo han llegado a vosotros?
En primer lugar por Internet, luego la misma investigación, la lectura, el conocimiento sobre la historia de la pedagogía nos llevaba a buscar experiencias diferentes. La misma gente nos recomendaba escuelas, y siempre intentamos dar voz a experiencias invisibilizadas u ocultas, que hace tiempo trabajan sigilosamente al margen del sistema.
En España los niños acuden ocho horas a la escuela, y luego se van a hacer actividades extraescolares. El Plan Bolonia ha aumentado las horas de dedicación a las carreras universitarias, ¿dónde nos está llevando todo esto?
Creo que esto nos lleva a contar con muy buenos profesionales, expertos y académicos, pero que muchas veces no saben porque o para qué hacen lo que hacen. Muy pocos tienen una mirada crítica del mundo, la sociedad o sus mismas carreras. Muchos estudian y siguen el camino por que así debe ser, y no se preguntan que es lo que quieren hacer. Los sentimientos, los impulsos y las necesidades vitales han quedado fuera de lado. En ese sentido el sistema es una continua alimentación del consumo, estudiar y obtener títulos porque sí, está naturalizado de tal manera que nadie lo cuestiona.
¿Nos falta confianza en nuestros hijos?
Creo que la falta de confianza en nuestros hijos es la falta de confianza en nosotros mismos como sociedad. Tomamos las decisiones basándonos en lo que es mejor según lo que el sistema social nos dice, no en lo que es mejor para nuestros hijos. Creo que la mejor forma de confiar en los niños es conocerlos, y no nos damos el tiempo para conocerlos en profundidad. Los niños se separan cada vez más temprano de los padres.
No dejando de lado nuestros intereses, aptitudes y sueños, ¿el mundo puede seguir funcionando?
El mundo funcionó siempre así, evolucionamos y crecimos siguiendo nuestros intereses, necesidades. Esa es una decisión que hay que hacer, personalmente no creo que el hombre sea competitivo o salvaje por naturaleza, sino hubiésemos muerto hace mucho tiempo. El hombre existe porque existe la familia, la tribu, la comunidad. Porque los hombre prosperan ayudándose entre ellos. Hace mucho tiempo dejamos de ayudarnos entre nosotros. Creo que siempre hay gente dispuesta e interesada por algo que será necesario y vital para la sociedad. Seguirán habiendo médicos, arquitectos, comunicadores, maestros. Posiblemente lo que dejarán de existir son soldados o banqueros, pero creo que podemos vivir sin ellos.
«El placer no puede relacionarse con el aprendizaje» ¿Por qué creéis que estamos eliminando el placer de todas las experiencias de nuestra vida: el placer de aprender, el placer de trabajar, el placer de relacionarse…?
Hay muchas razones, tradicionalmente el placer ha sido estigmatizado por las religiones y la cultura del esfuerzo o trabajo. Es innegable que hay nueva vida porque hay placer, que hay descubrimientos porque alguien fue apasionado y dedicado a sus intereses. Creo que hemos definido las palabras placer y trabajo como si fueran opuestas, cuando son bastante complementarias. María Montessori hace 100 años ya decía que los niños aprenden sin esfuerzo, pero que siempre con mucha dedicación y trabajo. Es decir, aprender implica tiempo, trabajo, interés, pero no necesariamente sufrimiento.
Decís que el amor y el juego son cimientos fundamentales del aprendizaje, ¿qué parte de amor y juego habéis puesto en vuestro trabajo?
Amor entendido como reconocimiento del otro, como legitimación del yo ajeno. Hay amor porque en cada entrevista, en cada relación de trabajo, en cada equipo se ha respetado los intereses, ideas, convicciones de los otros. No hemos querido ni intentado imponer una idea a la fuerza, siempre se trabajo desde la armonía y el espacio para que todos se desarrollen.
Juego porque nunca supimos como iba a terminar, estos tres años fueron una gran lotería para nosotros. No tuvimos nunca un guión hasta que terminamos de montar la película, siempre disfrutamos de agregar o quitar cosas, de imaginar como podría contarse una cosa u otra, y nunca pensamos en el resultado, sino en que el proceso sea un descubrimiento.
¿El documental es libre, es decir, cualquiera puede verlo, organizar una proyección e incluso hacer una obra derivada… Es una forma coherente de trabajar en función del mensaje del proyecto, pero ¿de dónde habéis sacado los recursos económicos para hacerlo?
Hacer una película hoy en día es mucho más sencillo de lo que parece. Se han democratizado las cámaras profesionales de video, y ni hablar el aprendizaje de montaje y postproducción. Nosotros sabíamos que luego de los viajes (que financiamos de nuestro bolsillo) íbamos a terminar la película de una forma u otra, con o sin dinero. Pero desde luego queríamos hacerlo lo más profesional posible, queríamos incluir animaciones, ficción, música, queríamos algo grande. Por eso nos animamos a publicar el presupuesto de la película online y optamos por la financiación colectiva. Las licencias libres ya nos quitaban de la industria comercial del cine, por lo que esta forma de financiación resultaba ideal. A través de nuestro sitio aquellos interesados podían colaborar económicamente a partir de los 2 euros y obtenían a cambio un certificado de coproductor, una especie de título honorífico que los reconocía por haber colaborado. Al cerrar la financiación colectiva tuvimos 704 coproductores, algunos aportaron 2 euros, otros 2.000, pero todos están en los créditos de la película.
¿Hubiera sido posible este proyecto sin la existencia de Internet?
No, este proyecto es una realidad gracias a las redes sociales, a las plataformas de conocimiento compartido y a la financiación colectiva. Esta película fue pensada desde y para Internet. Mismo desde su estructura episódica la diseñamos para que la gente la pueda detener y ver de a pequeños episodios. Justamente para su exhibición en salas realizamos otra versión porque creímos que la original no era material de cine.
¿Y cuál es el siguiente paso que váis a dar?
Continuaremos difundiendo y alimentando la discusión sobre educación. A lo largo del próximo año liberaremos las entrevistas de la película completas sin cortes, de tal manera que se podrá conocer el discurso de cada persona en profundidad, además de tener la posibilidad de montar toda una versión nueva de la película. Además de esto, estamos trabajando en el desarrollo de una plataforma web llamada REEVO, para nosotros es una Red de Educación Viva, un espacio donde se encontrarán contenidos abiertos y producidos colaborativamente por los usuarios, que a su vez podrán ser parte de una red social. Creemos que Reevo será una herramienta que posibilitará el surgimiento y fortalecimiento de experiencias pedagógicas renovadoras.
La Educación Prohibida puede verse íntegramente o descargarse en la web educacionprohibida.com. También puedes organizar una proyección en tu ciudad -de momento se han organizado más de 600 proyecciones alrededor del mundo- o colaborar, entre otras cosas, como distribuidor o subtitulador.