El escritor Luís Mateo Díez es un gran creador de geografías, de territorios y ciudades con carga alegórica; con un estilo, provisto de ensoñaciones y realidades, que advierte del apego autorial al expresionismo, hace circular en «La gloria de los niños» temas como la búsqueda y el aprendizaje desde la incapacidad física, elemento de superación […]
El escritor Luís Mateo Díez es un gran creador de geografías, de territorios y ciudades con carga alegórica; con un estilo, provisto de ensoñaciones y realidades, que advierte del apego autorial al expresionismo, hace circular en «La gloria de los niños» temas como la búsqueda y el aprendizaje desde la incapacidad física, elemento de superación en la lucha por la vida de algunos personajes, la desorientación, el peso de la responsabilidad y la búsqueda del afecto, del calor humano, con la entrega a los demás. Seguimos al protagonista, un niño, en su enfrentamiento contra las circunstancias que le aprisionan deshace los «porque», las causas que le han maldecido, usted lector maldecirá a los causantes. En el camino marcado ante la lucha del hijo de la pobreza el entorno social que se cierra se deshace; todo su esfuerzo esta volcado contra las circunstancias sobrevenidas, tanto personales como sociales.
La narración en tercera persona comienza con el encargo que hace un padre, que está en un hospital de desahuciados en la posguerra, a su hijo mayor de pocos años: debe buscar a sus dos hermanos y a su hermana, más pequeños que él, y procurarles un sitio donde estén lo mejor posible. La madre muerta a consecuencia de una bala perdida quedó en tierra, de ahí que los niños se verían repartidos entre los vecinos que escapaban de un bombardeo. La pobreza familiar y la incapacidad del padre han venido impidiendo cualquier recuperación. El niño al que el padre ha hecho el encargo se adentrará en el cumplimiento de este, así iremos encontrando gentes cuya actividad para sobrevivir resalta su situación tras la posguerra; entre éstas encontramos las que se identifican con el niño que parece impulsado por el instinto. El encargo del padre, los sueños en los que la madre interviene, la Madrina que le repite en la conciencia palabras que le fortalecen y le hacen sentirse en el camino del cumplimiento de su deber, le impulsan. Uno de los personajes, con el calor del conocimiento le dirá: «Tienes la decisión y el empeño de los chicos que se hicieron hombres antes de tiempo, o mejor todavía, de los hombres que conservan el arrojo de cuando fueron niños».
Mateo Díez recorre lo habido en la memoria para reflexionar sobre la diferencia entre lo racional y lo irracional, entre la comprensión de las circunstancias y el pasado que habita dentro y es impulsado por los sentimientos y la racionalidad como proveniente de un esfuerzo, lo irracional es situado en lo más oscuro del comienzo, fuera del pensamiento.
La novela es un homenaje a los niños que en medio de la desgracia causada por la guerra sobreviven con energía de adultos que, sin doblegarse, aprenden y no se adaptan al comportamiento general de la sociedad decaída; nuestro personaje ni pide ni espera nada a cambio, su objetivo es cumplir el encargo de su padre, que es principio y fin de su conciencia, la solidaridad con sus hermanos, aunque la destrucción social esté instaurada y sus causantes reinen como autoridades.
La salida que de la novela, la vuelta del protagonista a la ciudad cuando es adulto y su mirada a la memoria de los sentimientos puede empañar lo que dio lugar al disparate de la guerra. A pesar de lo cual hay que subrayar el interés en lo tratado: «La gloria de los niños» es una novela que pone en primer plano la capacidad de resistencia que tiene la convicción pura de la defensa de la justicia, la fuerza de la inocencia. No está nada mal recelar de la madurez de los adultos.
Título: La gloria de los niños.
Autor: Luis Mateo Díez.
Editorial: Alfaguara.