Convertido en representante mayor del cómic periodístico internacional, Joe Sacco ha relatado en sus historias los conflictos bélicos de Bosnia, Palestina, Irak o Chechenia y ha vuelto a mirar a Gaza para dibujar desde la distancia la última gran masacre sionista. Un creativo y concienciado reporterismo de información y denuncia frente al monopolio de los grandes medios.

El cómic se ha mostrado en los últimos años como un nuevo, original y eficaz instrumento de reporterismo de información e investigación. Frente a las más frecuentes lógicas de superficialidad y manipulación de otras fuentes periodísticas permite una mirada cercana y detallada de los hechos narrados en búsqueda del difícil equilibrio entre realidad y objetividad. El creador estadounidense Joe Sacco se ha consagrado como cabeza visible de esta novedosa manera de practicar reporterismo tras acumular eco social, alta acogida crítica y respeto creativo en una variada experiencia tebeística mayormente trabajada a pie de guerra y conflicto.
Ampliamente traducido y editado por todo el mundo, cuenta con títulos como “Palestina”, “Gorazde: Zona protegida”, y “Gorazde (Trazado): Zona segura”, “El mediador”, “El final de la guerra”, “La Gran Guerra”, “Notas al pie de Gaza”, “Reportajes”, “Historias de Bosnia”, “Un tributo a la tierra”, la hilarante sátira política “BUMF” o “Días de destrucción-Días de revuelta”, sobre la pobreza en Estados Unidos, con el periodista Chris Hedges.
Dibujó también en 2008 el caricaturesco cómic musical “El Rock y yo”, fantaseando con la ironía de haber soñado siempre con dinero, glamour, y chicas, sobre todo lo último. Pero habría cosechado críticas negativas en los primeros ensayos, rompió su guitarra contra el suelo y, frustrado, clamó venganza estudiando con sus dibujos «a esos depravados músicos y su enrollado mundo, aprovechando mis conocimientos para destruirlos».
Y así lo hizo, con capítulos como la gira de sus amigos grunge Miracle Workers por Europa (incluido Vigo), en la que se encargó del puesto de camisetas. O trabajando en Berlín en labores musicales gráficas muy mal pagadas. Dedicaba una de las historias a sus amados The Rolling Stones y el título original del libro era el muy stoniano “But I Like It”. Se sabe que tiene en cartera desde hace años un libro sobre el veterano grupo británico, cómic al que ha aludido constantemente, pero no se acaba de editar. Sería la cara B de su vida y obra, alejada del periodismo estricto y las tragedias.

CORRESPONSAL DE GUERRA
Sacco nació en Malta en 1960, vivió su niñez en Australia y reside en Estados Unidos desde los once años. Así que para esa edad había vivido ya en tres continentes distintos, lo que ha ayudado seguramente al carácter internacional de sus historias. Activo y prolífico, ha trabajado con una amplia lista de publicaciones como “The Atlantic”, “The Guardian”, “Harper’s Magazine”, “XXI”, “The New York Times” o “Time Magazine”. A finales del año pasado apareció el miniálbum “La guerra de Gaza” en donde recopiló impresiones sobre la última gran masacre israelí en Palestina. La editorial Astiberri, que ya tradujo “Palestina”, lo ha publicado en euskera como “Gerra Gazan” y la versión en castellano es de Reservoir Books.
Su autor ha explicado siempre que hacerse periodista fue una decisión natural desde que colaboró en el periódico escolar del instituto. Con el tiempo, le tomó gusto al reto de escribir bajo la presión de una hora límite de entrega y afirma haber sido feliz conociendo por medio mundo a gente diferente y sus vidas.
Parece que su fijación con los conflictos militares le vendría de chaval, cuando en Australia los amigos europeos de sus padres contaban sus experiencias en la Segunda Guerra Mundial. En su nuevo libro de 2024 sobre Palestina ha dibujado incluso recuerdos de su madre bajo las bombas nazis en Malta. Sobresale en sus historias periodísticas una especie de humanismo y cercanía afectiva no tan habituales en un “corresponsal de guerra”, y ha aclarado que pretende examinar lo que le preocupa del mundo, pero desplazándose a sitios fuera del foco temático e incluso incómodos para las cámaras. Y en sus viajes sin prisa ha conocido la realidad de los martirizados pueblos palestino o bosnio, la pobreza en la India y en su propio país, el problema migratorio europeo, los restos de colonialismo en Canadá…
Fue así como elaboró su potente documento histórico “Palestina” (2002), recopilación en formato de libro de nueve entregas periodísticas. Había viajado a Gaza en 2001 para documentar la segunda Intifada y descubrió el relato de la matanza de civiles palestinos de 1956 en los campos de refugiados de Rafah y Khan Younis, un capítulo particularmente sangriento desde la violenta ocupación sionista de Palestina de 1948.
Sorprendido por el silencio oficial sobre las raíces violentas del proyecto colonial, regresó en 2002 y 2003 para analizar al detalle lo acontecido, reconstruirlo y situarlo en paralelo con las nuevas masacres palestinas de nuestro siglo. Le ayudó su conocimiento rudimentario del árabe por la similitud con su maltés nativo. En 2009 amplió su denuncia con “Notas a pie de página en Gaza”. En una entrevista con la cadena televisiva Al Jazeera explicó que «los medios estadounidenses habían retratado muy mal la situación. Quería ir y dar una voz a los palestinos, una lente a través de la cual la gente pudiera ver sus vidas».
ALZA LA VOZ, POR FAVOR
Parece que los conflictos violentos le atraen como un imán, aunque no sean directamente bélicos. Algunos proyectos periodísticos que tiene entre manos desde hace años son sobre el motín rural de Uttar Pradesh, en la India, y la teología de la liberación en América Latina, ambos envueltos en violencia comunitaria. Y, cuando intentó adentrarse en temas menos guerreros, realizando un libro sobre desastres ambientales en Canadá, se topó con una violencia que no conocía: la de los colonizadores blancos sobre la población autóctona, que reflejó en 2020 en “Paying the Land-Un tributo a la tierra”.
En comunicación con 7K, le preguntamos de entrada sobre ese deseo de no volver a dibujar conflictos bélicos, que se ha visto roto por la agravación del genocidio palestino, que ha vuelto a tratar en la mini recopilación “La guerra en Gaza”, aunque desde la distancia física. «Es cierto. Preferiría no pensar más en zonas de guerra y esperaba haber dejado atrás la escritura tan directa sobre la violencia. Pero, ¿cómo podría quedarme quieto mientras se estaba produciendo un genocidio, facilitado por Estados Unidos y gran parte de Occidente? Además de eso, tengo una fuerte conexión con Gaza. A los periodistas extranjeros no se les ha permitido la entrada, así que mi respuesta tuvo que ser de alguna manera diferente. Dejé de reflexionar y comencé a dibujar cuando un amigo mío en Gaza me pidió que levantara la voz». Ocurrió además que, cuando publicó “Palestina” en 2002, no tuvo gran éxito. Pero tras los sucesos de octubre de 2023 el libro se agotó y hubo que encargar nuevas ediciones.

¿QUÉ HACER?
El reciente mini álbum es una contundente crítica al genocidio que está cometiendo Israel y, paralelamente, al papel cómplice de su país. En sus dos primeros libros sobre Palestina, Sacco practicó su reconocido periodismo de investigación in situ. Ahora ha dibujado desde la distancia, sin pisar las tierras ocupadas, aunque quizás con más rabia.
El libro se publicó primero por entregas en la web “The Comics Journal”. Arranca con imágenes del propio autor, que siempre se ha autorretratado con los ojos vacíos tras sus gafas porque «me dicen que ocultar mis ojos facilita a la gente ponerse en mi lugar. Soy una figura anodina; en cierto nivel, soy una cifra y no quiero emocionarme demasiado cuando me dibujo. Las historias son sobre otras personas, no sobre mí». Y desde ese “anonimato” explica la llamada del amigo palestino (“por favor, alza la voz contra estos crímenes”) y su respuesta dibujando impresiones sobre la agravación de la agresión colonial israelí.
En la segunda página recuerda una muy significativa vivencia de años anteriores: «cuando estuve en Gaza, le dije a un amigo qué es lo que deberían hacer. Tomar ejemplo del manual de Gandhi y manifestarse masiva y pacíficamente ante la barrera que cerca el territorio. Mi amigo se quedó de piedra: ‘Joe, ellos nos dispararían’».
En la tercera página recuerda que, años después, en 2018 y 2019, hicieron algo similar a lo que él proponía: la Gran Marcha del Retorno, apostándose semanas frente a la valla a manos desnudas, salvo algunas pedradas. Los israelíes mataron a unas 200 personas y miles resultaron heridas. Amnistía Internacional sospechó que se apuntó directamente a las extremidades para forzar amputaciones de miembros. «El mundo bostezó y siguió a lo suyo», escribe ahora Sacco. «Tras aquello, no hice más sugerencias sobre qué es lo que deberían hacer los palestinos».

AUTODEFENSA GENOCIDA
La agresión israelí, ¿es genocidio o autodefensa?, se pregunta el autor, que se contesta: «Vamos a contentar a todos y decir que son ambas cosas. Y en ese caso necesitaríamos nueva terminología. Yo propongo “autodefensa genocida”». “La guerra de Gaza” se convierte así en una crítica demoledora sobre los masivos crímenes israelíes y la complicidad de Estados Unidos. Hay un tono de rabia en el relato, pero narrar desde lejos y casi semanalmente le ha dado muchas veces a sus viñetas cierta sátira y hasta humor negro.
Como cuando, a propósito de la ayuda humanitaria, escribe que «América acaba de inventar un Genocidio más Amable y Delicado. Ya han solicitado la patente». Cuando implanta “la nueva letra escarlata” de G de guerra en la frente de Joe Biden, celebra el “Milagro de la Alucinación” del expresidente que vio «terroristas decapitando niños» o sus conversaciones con Benjamin Netayanhu.
Cuando relaciona sus deberes fiscales con las ayudas sociales, pero sueña que su cheque a la Agencia Tributaria va directamente al envío de armamento a Israel («haremos que ese capullo se arrepienta por sus putos dibujos sobre Gaza»). O cuando condecora a Biden escribiendo que «sabemos cómo termina esto: los belicistas pasarán a ser pacificadores y presentarán humildemente su candidatura al comité del premio Nobel de la Paz».
En nuestra comunicación con el combativo dibujante planteamos el tópico de que lo primero que desaparece en las guerras es la verdad, sustituida por la manipulación, y si queda algún resquicio de objetividad en la prensa tradicional y mayoritaria. «Yo me baso en fuentes independientes para mis noticias sobre Gaza. En Estados Unidos, la prensa dominante está en su mayoría alineada con el poder de uno u otro tipo. Ciertamente, pocos periodistas convencionales cuestionan la narrativa sobre Israel y Palestina que ha perdurado durante décadas. Suelo leer los titulares de “The New York Times”, por ejemplo, pero no me baso en ese periódico para nada más que para tener una idea de lo que el establishment quiere que creamos».
¿Durante este último año, ha mantenido conexiones directas con Palestina? ¿Ha perdido amigos y contactos, muertos o desaparecidos? ¿Qué queda de vida urbana y social en los lugares donde antes convivió son sus habitantes y sobre los que dibujó?
«No puedo decir con certeza cómo son ahora los lugares que visité y en los que me quedé. La casa de mi amigo en Khan Younis quedó destruida. Afortunadamente, él y su familia escaparon a Egipto después de los dos primeros meses. La mayor parte de Rafah ha desaparecido. Imagino que queda poco que pueda reconocer. Mi amigo de esa ciudad se ha estado mudando de un lugar a otro con su familia. Al principio me contaba quiénes de su familia amplia (un tío y numerosos primos) habían muerto en los bombardeos. Sus mensajes eran un poco descriptivos. Después fueron cada vez menos frecuentes y con apenas una frase. No sé cómo ha sobrevivido mentalmente en esas condiciones. Él no lo dice. Todo lo que sé es eso: que ha sobrevivido».

SIN REGLAS
¿Qué ha cambiado en Palestina-Israel desde sus anteriores visitas? ¿Lo que era una masacre permanente es hoy un directo genocidio de personas y tierras? ¿No queda ya casi gente humanista en Israel? ¿No hay esperanza internacional para Palestina? ¿Es un símbolo casi apocalíptico de este momento mundial?
«No generalizaré sobre toda la población israelí, pero parece claro que una gran parte está de acuerdo con lo que sucede a los palestinos en Gaza o lo han olvidado. Eso habla de cómo han sido deshumanizados en la sociedad israelí durante décadas. En Estados Unidos, la marea se volvió lentamente contra lo que está haciendo Israel, pero hablo del pueblo, no del Gobierno. Aun así, muchas personas que conozco votaron por Kamala Harris, ignorando su culpabilidad en el genocidio. Era un tema secundario, le tenían demasiado miedo a Trump. Hemos llegado a un momento decisivo en el que el llamado “Estado de Derecho” y otras normas y convenciones internacionales, por muy injustamente administradas que hayan sido en el pasado, han sido trastocadas casi por completo. Israel goza de impunidad y gran parte de Occidente la encubre y es igualmente responsable de este genocidio. El período posterior a la Segunda Guerra Mundial ha terminado básicamente. Podríamos estar entrando en una nueva fase con nuevas reglas o sin ninguna regla».
NO OBJETIVO, PERO SÍ HONESTO
El estilo comiquero de Sacco bebe de la exageración caricaturesca del underground estadounidense de los años 60-70, con pioneros como Robert Crumb. En lo temático, de maestros como Art Spiegelman y su sátira animalista “Mauss” sobre el genocidio nazi. Y cita influencias literarias mayores como Louis-Ferdinand Céline, Hunter S. Thompson, Michael Herr y, sobre todo, George Orwell. Tuvo también una fuerte influencia primera de la imaginería cinematográfica de los spaghetti westerns.
A esa pasión por lo visual se unió la segunda gran atracción narrativa: entrevistar a la gente y propagar sus historias vitales, geográficas y políticas. Prefiere la simple expresión de “cómic” a la ahora asentada “novela gráfica”, quizás porque siempre se ha considerado un caricaturista. Piensa que el dibujo hace de filtro ante imágenes tan duras como las de la guerra y puede ser más aceptable para la visión y el cerebro humanos que la crudeza de las fotos o los reportajes filmados.
Pionero mayor y referencia mundial de su particular género periodístico, se le considera un buen ejemplo de reporterismo exigente con la objetividad y la honestidad. Unos términos definitivamente resbaladizos ante los que Sacco suele afirmar que no es objetivo, pero sí honesto porque quiere contar la verdad de lo que ve. Subraya que dibujar un hecho (como editar un documental o elegir una foto) supone tomar decisiones y elecciones, siempre subjetivas. En su caso, pretende conseguir ese difícil equilibrio sin ocultar su empatía por los pueblos martirizados que retrata. «Encontrar la verdad incluso desde un punto de vista subjetivo. Aunque veas cosas que no se ajustan a tu visión del mundo, tienes que denunciarlas». No tener más reglas fijadas que una cierta integridad que intenta alcanzar una verdad o una honestidad sobre lo que se analiza e informa.
Preferir el reportaje, construido con más cercanía y rigor, al periodismo habitual de los grandes medios. Y huir del autoconvencimiento de la mayoría de periodistas standard que se creen su propia fantasía de que son objetivos. Sacco cree que contar visualmente tiene muchas ventajas sobre hacerlo en prosa. No tanto las fotografías sueltas, sino una opción como la del cómic que ofrece muchas imágenes detalladas y crea una atmósfera que introduce al lector en el lugar de los hechos y lo familiariza con las personas que los protagonizan. Sobre todo, si lo narrado gráficamente es atractivo e incluso entretenido.
Suele Joe acabar sus libros sin respuestas, como el clásico “continuará” del género. En esta última obra tira de alta ironía para decir que no deberíamos esperar a que el tribunal del Premio Nobel, o de otras distinciones similares, condecoren a los nuevos genocidas, sino que deberíamos montar un crowdfunding para resucitar a Dante Alighieri. «Porque solo un poeta puede evocar un infierno digno de aquellos que incitaron al genocidio y lo armaron, y los muertos de Gaza deben saber que la única justicia con que pueden contar residirá en la esfera de la ficción. Por favor, Dante, comience».