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Fotografía-EEUU

La imagen contra la espada

Fuentes: IPS

El artista Jim Lommasson odia la guerra. Su muestra de 1.500 fotografías, tomadas por soldados de Estados Unidos que combatieron en Iraq, trae al frente doméstico esas imágenes en una forma que, él espera, podría ayudar a poner fin a la invasión.

El artista Jim Lommasson odia la guerra. Su muestra de 1.500 fotografías, tomadas por soldados de Estados Unidos que combatieron en Iraq, trae al frente doméstico esas imágenes en una forma que, él espera, podría ayudar a poner fin a la invasión.

«Se trata de la vida de los soldados después de volver a casa. Quiero que la gente los escuche, que apoyen a los veteranos, presten atención a lo que tienen que decir sobre Iraq y lo que han hecho a los civiles», dijo Lommasson a IPS.

Las fotografías, seleccionadas entre miles archivadas en las computadoras personales de soldados que prestaron servicio en Iraq, están exhibidas en dos muros. Collages de imágenes rodean a fotos más grandes de los soldados que las tomaron, acompañadas con citas de las entrevistas que Lommasson tuvo con ellos durante el último año.

«Mamá, no le desearía la guerra ni a mi peor enemigo», dice una de esas citas. Cerca de ella pueden verse fotos de bombas explotando, niños iraquíes observando a quien tomó la imagen y otra foto que muestra lo que ve un francotirador a través de su mira telescópica, en la que aparece la cabeza de un iraquí parado frente a una puerta.

Mientras miraba esta foto, firmada «ex infante de marina John», Mary Geddry, la madre de ese soldado, señaló que «él me dijo los mismo, cara a cara».

«Mi hijo está totalmente incapacitado ahora, con un severo estrés postraumático y daño cerebral», agregó Geddry, miembro de la organización no gubernamental del estado de Oregon Las Familias de los Soldados se Hacen Oir.

Lommasson señaló que la intención de la muestra es exponer a la luz temas que tienen que ver con una generación de soldados que se está volviendo crecientemente invisible para el público estadounidense.

«Pienso que todos creen en la honestidad de los soldados, lo que están diciendo. Todos deben escucharlos», dijo Lommasson.

Mientras él hablaba, una mujer se le acercó, limpiando sus lágrimas. «Mi hermano me mostró fotos como éstas cuando volvió de Iraq. Lo traje a esta muestra para que las viera. Le agradezco mucho que haga esto, él necesita verlo para saber que no está solo», dijo.

«Mi objetivo con este proyecto es mostrar lo devastadoras que han sido estas guerras, lo que se ha hecho en nuestro nombre y los reales efectos de largo plazo en términos económicos y humanos para todos nosotros», afirmó Lommasson.

«Quiero hablar con la gente que está en la otra vereda. Ellos no me escucharán. Pero han construido un fetiche acerca de ‘las tropas’, por lo que estarán obligados a prestar atención a los soldados. Si lo hacen, escucharán una historia diferente a la que recibieron de los medios de comunicación tradicionales», agregó.

Lommasson conoció las historias de guerra de boca de los soldados. «Me hablaron de actos inhumanos que cometieron o de los que fueron testigos y lo que habían hecho a los civiles de Afganistán e Iraq. El público estadounidense no ha tenido mucha información sobre esto. Simplemente nos han dicho que fuéramos a comprar al supermercado o a las tiendas», dijo.

«La mayoría de los estadounidenses no conocen a un soldado y no tienen una conexión personal. Me temo que desde que la guerra de Iraq se ha vuelto muy impopular habrá una desafortunada confusión entre la guerra y el guerrero. Son dos cosas muy diferentes», señaló Lommasson.

La muestra incluye varias «fotos de trofeo»: cuerpos eviscerados, pies calcinados, un trozo de brazo en medio de una carretera.

Hay fotografías que muestra una mezquita, un vehículo militar estadounidense completamente destruido, charcos de sangre sobre el asfalto y el cañón de un tanque en el que se escribió la leyenda «el tamaño sí importa».

Cerca de esas imágenes aparece el testimonio de un soldado-fotógrafo.

«Cuando volví a Estados Unidos bebía mucho, tratando de ahogarlo todo. Me despertaba dando golpes a mi almohada. Gritaba en mi habitación. Colocaba armas en puntos estratégicos de mi casa. Si alguien rompía una ventana iba a estar preparado», relató.

Tanto las fotos como las citas transmiten la angustia que los soldados llevan en sus mochilas cuando regresan al hogar.

«Ahora he asumido la enloquecedora tarea de recordar a mis apáticos conciudadanos civiles que hay guerras en curso, gente que muere, que nadie hace nada para que su gobierno suspenda esta atrocidad».

Los ingresos de la muestra, que estará en exhibición hasta el 30 de este mes, se destinarán a los veteranos estadounidenses y los niños iraquíes. Lommasson está invitando a otros ex combatientes a agregar sus fotos.

«Espero llevar la muestra por todo el país. Creo que es una terapia para los veteranos cuyas fotos y palabras están en exhibición, al igual que para nuestro país», afirmó Lommasson.