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Acusado de haber penetrado, después del 11/9 las redes del Pentágono, de la US Navy y de la NASA, un inglés se expone a una condena de 70 años de prisión…

La informática, hoy en día, lleva a todo inclusive a Guantánamo

Fuentes: Rebelión

«FUENTES americanas indicaron que el individuo podría ganarse un pasaje para Guantánamo Bay, destino funesto». Un viaje sin regreso. ¿De quién se trata? De Solo. Un inglés de unos cuarenta años. A expensas de ser condenado por la justicia de Estados Unidos, se arriesga a 70 años de prisión y a 1,75 millones de dólares […]

«FUENTES americanas indicaron que el individuo podría ganarse un pasaje para Guantánamo Bay, destino funesto». Un viaje sin regreso.

¿De quién se trata? De Solo. Un inglés de unos cuarenta años. A expensas de ser condenado por la justicia de Estados Unidos, se arriesga a 70 años de prisión y a 1,75 millones de dólares de multa… si fuese declarado culpable. Pero hasta ahora, Gary McKinnon es un acusado en libertad en Inglaterra, desde el 2002, a pesar de su inculpación por la justicia federal de los Estados Unidos de 8 cargos de crímenes cometidos en 14 Estados. Sin embargo, McKinnon es un tipo cool, incluso se espera que ofrezca próximamente una conferencia en Londres coincidiendo con una reunión sobre seguridad… informática.

Porque ¿de qué crímenes se trata? Pues, de crímenes informáticos.

Solo -un hacker entre muchos otros, pero muy talentoso, programador londinense desempleado, antiguo administrador de un sistema informático- ha sido considerado como «el más grande pirata de todos los tiempos»… Nada más que eso.

Se aprenden muchas cosas increíbles en los sitios especializados francófonos, como www.vulnerabilite.com, www.silicom.com, o www.pcinpact.com

Por el momento, la gran disyuntiva es saber si Gary McKinnon será extraditado a Estados Unidos. La decisión podría tomarse durante el próximo mes de mayo.

El caso viene desde finales del 2001 y 2002. Las autoridades norteamericanas descubrieron que un pirata logró penetrar el sistema informático del Pentágono, de la Fuerza Naval y de la NASA. Cincuenta y tres computadoras del Pentágono fueron afectadas. Aquel día se trataba del mayor ataque conocido a ordenadores militares. En esa época, durante más de un año, 92 redes militares norteamericanas fueron blanco de «piratas», a lo largo de 14 Estados.

Durante tres años, los Estados Unidos han buscado a esos «piratas» que habían ocasionado, según sus estimaciones, 900 mil dólares en roturas de los servidores y dejado inoperable el sistema informático «de una base naval militar durante un período crítico». A pedido de la justicia norteamericana, Scotland Yard localizó a Solo en el 2005, quien organizaba sus «proezas» desde su oficina enclavada en algún lugar de Inglaterra. Fue al fiscal norteamericano, Paul McNulty, del distrito Este del Estado de Virginia, a quien se encargó el caso «McKinnon». «El señor McKinnon está acusado de la mayor piratería de todos los tiempos, en la informática de la defensa», consideró McNulty. Scotland Yard tiene la misma opinión. Ocho cargos (uno de los actos de inculpación indica que las informaciones adquiridas podrían ser «directa o indirectamente útiles a un enemigo»), fueron notificados al audaz pirata, acompañados por un pedido de extradición. De las 92 redes afectadas, 6 tendrían a Solo como único responsable. El joven informático fue detenido en Londres y presentado ante la justicia británica.

Marc Rees (de pcinpact) escribió el 14 de abril último: «En el tribunal, la acusación presentó una carta del Gobierno norteamericano, enviada a través de la embajada en Londres, afirmando que el dispositivo Military Order No.1, procedimiento reservado a los terroristas, no le sería aplicado si fuese extraditado a los Estados Unidos. Sus abogados, sin embargo, replicaron que el documento no estaba firmado, lo que les hacía presentir una vil maniobra».

En efecto, uno de los abogados de McKinnon, Me Edmund Lawson, estimó que los Estados Unidos reclaman la extradición «para imponer una pena mucho más sustancial que aquella que pudiera ser inflingida en Inglaterra». Porque se trata de un caso de «amenaza a la seguridad de Estados Unidos», no de «los conocimientos» de un informático.

«La frontera entre un terrorista que manipula C4 y aquel que domina las técnicas más primitivas de la piratería informática se reduce considerablemente», comentó el experto, Vincent Hermann. En esas condiciones se puede esperar lo peor para McKinnon, ex Solo. ¿Estará dotado este inglés para escapar de su delicada situación -dicho de otra forma, afilar su sistema de defensa- como para entrar en las computadoras secretas de defensa norteamericanas? Ese es el punto.

«¡Solo adoptó una línea de defensa poco ortodoxa, a la manera de los X Files!», ironiza Yves Grandmontagne. McKinnon -es él mismo quien lo dice- no es otra cosa que un fanático de las investigaciones sobre la existencia de vida extraterrestre. Tiene una pasión: los OVNI (objetos volantes no identificados). Fue buscando los OVNI que cayó por azar entre los datos ultra confidenciales norteamericanos. Es muy sencillo. McKinnon confió al diario The Guardian que así pudo acceder a la red del US Space Command, donde habría encontrado todas las pruebas de una misión extraterrestre. «Encontré una lista de suboficiales con el título «Non Terrestial Officers»… Lo que interpreté como la presencia de los suboficiales en bases no terrestres. También encontré una lista correspondiente a transferencias entre flotas asociadas a una lista de nombres de naves que, luego de investigar, no formaban parte de la flota norteamericana. Entonces deduje que se trataba de naves espaciales no registradas».

«Sin embargo, está comprobado que él tuvo acceso a documentos sensibles», según la redacción de silicon.fr.

McKinnon debe haberse divertido mucho demostrando su talento, suficiente para provocar la extinción a distancia de computadores y por haber expuesto la vulnerabilidad de los sistemas informáticos militares norteamericanos. Y si eliminó «algunos ficheros por error», fue porque puso el dedo, desafortunadamente, sobre la tecla equivocada.

De todas formas, los «cacharreos» de Solo no serán revelados aquí, no sea que algún (os) lector (es) malintencionado (s)…

El actual presidente de los Estados Unidos, ha tenido todas las oportunidades de implicar al ejército de su país en una serie de mentiras bien conocidas; pero que un súbdito de su Majestad venga a destapar las fallas y debilidades de los sistemas informáticos de la armada norteamericana… ¡eso sí que no!

La historia de McKinnon se parece a la de Kevin Mitnick, otro pirata, éste norteamericano, muy mediatizado, que cargó con cinco años de cárcel estricta en 1995, cuando tenía 31 años. Fue liberado en el 2000. Hoy, hacker retirado, se convirtió en presidente-director general de la Mitnik Security Consulting. En marzo pasado, clausuró en Johannesburgo el ITWeb Security Summit, con un discurso sobre las técnicas de «ingeniería social» y los consejos para prevenirse de ella. «Existen muchos agujeros en el firewall humano», declaró. Y la atracción principal… para demostrar cuán experto es recuperando informaciones personales: Kevin Mitnick reveló en 15 segundos el número de la licencia de conducción de George Bush padre, a partir del sitio Web PublicData.com.

Cédric Messeguer, de vulnerabilité.com, ha denominado a Solo «un pirata principiante» (en francés, «en herbe», juego de palabra que significa también marijuana), para lo que no tiene nada que ver con su edad, sino con su sistema de defensa: el casi cuadragenario Solo ha afirmado que ya no recuerda cuántos pitos de marihuana se fumó frente a su ordenador, mientras realizaba sus diversas intrusiones (sic).

McKinnon está en riesgo de encarcelamiento severo. Hasta 70 años. Es infinitamente demasiado para, en última instancia, desintoxicarse de la piratería; pero, sobre todo, «de los cigarrillos que hacen reír».

Traducido por Navil Garcia (Cuba)