Traducido para Rebelión por Germán Leyens
En vísperas de la así llamada transferencia de soberanía al nuevo gobierno provisional de Irak el 30 de junio, ex generales de Sadam Husein, convertidos en miembros de la elite del movimiento de resistencia iraquí, han abandonado por un momento sus posiciones clandestinas para explicar su versión de los eventos y hablar sobre sus planes. Según esos funcionarios del Baaz, «la gran batalla» en Irak aún no ha tenido lugar.
«Los estadounidenses han preparado la guerra, nosotros hemos preparado la posguerra. Y la transferencia del poder el 30 de junio no cambiará nada en cuanto a nuestros objetivos. El nuevo gobierno provisional nombrado por los estadounidenses no posee legitimidad desde nuestro punto de vista. No son más que títeres,»
¿Por qué han esperado tanto estos antiguos oficiales para aparecer en público? «Porque ahora estamos seguros de que vamos a vencer».
Encuentro secreto
Hotel Palestine, martes, 3 pm. Una semana después de un pedido formal, la posibilidad de hablar con la resistencia parece más remota. Llegamos a una serie de puntos muertos – hasta que un hombre al que jamás habíamos visto se acerca discretamente a nuestra mesa. «¿Todavía quieren ver a miembros de la resistencia? Habla a mi asociada, una periodista árabe que ha estado muchas veces en Irak. La conversación es breve. «Nos encontramos mañana por la mañana en el Hotel Babel», dice el hombre antes de desaparecer. Contra todas las expectativas, este contacto parece ser más fiable que los que hemos tenido antes.
Hotel Babel, miércoles, 9am. En la entrada del cibercafé, asediado por mercenarios extranjeros, el hombre que vimos el día antes presenta la situación: «Mañana, a las 10, en al-Saadoun Street, frente al Palestine. Vengan sin chofer.»
Llegamos al sitio del encuentro el jueves por la mañana, en taxi. El contacto nos espera. Después de un breve «Salam Alekum» entramos a su coche. «¿Dónde vamos?» No responde.
Conducimos durante más de dos horas. En Bagdad, incluso cuando el tráfico no está totalmente bloqueado por puestos de control militar, los embotellamientos son permanentes. En un año, más de 300.000 vehículos han sido pasados de contrabando al país. Uno de cada dos coches no tiene patente y la mayoría de los conductores ni siquiera sabe lo que significa «permiso de conducir».
«Llegaremos pronto. ¿Conocen Bagdad?», pregunta nuestro hombre. La respuesta es un no rotundo. Para orientarnos en la ciudad, crecida en total desorden, hay que circular libremente, y a pie. La criminalidad se propaga como un virus: una ola de secuestros, 50 o 60 ataques diarios contra las fuerzas de ocupación y la reacción indiscriminada de los militares de EE.UU.: no incita verdaderamente a caminar.
El coche se detiene en una callejuela, cerca de un minibús con vidrios ahumados. Una de sus puertas se abre. A bordo, hay tres hombres y un conductor que escudriñan atentamente todas las calles y casas a nuestro alrededor. Si nosotros ignoramos por completo qué es lo que nos espera, nuestros interlocutores parecen saber perfectamente con quién hablan. «Antes de cualquier discusión, no queremos que ustedes tengan alguna duda sobre nuestras identidades», dicen, mientras extraen algunos papeles de una polvorienta bolsa de plástico: tarjetas de identidad, identificación militar y varias fotos que los muestran en uniforme junto a Sadam Husein. Son dos generales y un coronel del disuelto ejército iraquí, que ahora huyen desde hace meses, perseguidos por los servicios de inteligencia de la coalición.
«Quisiéramos rectificar cierta información que circula actualmente en los medios occidentales, por eso hemos tomado la iniciativa de reunirnos con ustedes.» Nuestra discusión dura más de tres horas.
De vuelta a la caída de Bagdad
«Sabíamos que si Estados Unidos decidía atacar Irak, no tendríamos posibilidad alguna frente a su poder tecnológico y militar. La guerra estaba perdida de antemano, así que preparamos la posguerra. En otras palabras: la resistencia. Contrariamente a lo que se ha dicho, no desertamos después de que las tropas de EE.UU. entraron al centro de Bagdad el 5 de abril de 2003. Combatimos unos pocos días por el honor de Irak – no por Sadam Husein – luego recibimos órdenes de dispersarnos.» Bagdad cayó el 9 de abril: Sadam y su ejército habían desaparecido.
«Como habíamos previsto, las zonas estratégicas cayeron rápidamente bajo el control de los estadounidenses y de sus aliados. Por nuestra parte, era hora de ejecutar nuestro plan. Ya habían sido organizados los movimientos de oposición a la ocupación. Nuestra estrategia no fue improvisada después de la caída del régimen.» Este plan B, que parece haber escapado por completo a los estadounidenses, fue cuidadosamente organizado, según estos oficiales, durante meses si no años antes del 20 de marzo de 2003: el comienzo de la Operación Libertad Iraquí.
El objetivo era «liberar Irak y expulsar a la coalición. Recuperar nuestra soberanía e instalar una democracia laica, pero no la impuesta por EE.UU. Irak siempre ha sido un país progresista, no queremos volver al pasado, queremos avanzar. Tenemos gente muy competente», dijeron los tres estrategas. Desde luego no habrá nombres ni números precisos respecto a la red clandestina. «Tenemos la cantidad necesaria, una cosa que no escasea son los voluntarios».
Faluya
La letal ofensiva de las tropas de EE.UU. en Faluya en marzo fue el momento crucial en cuanto a la resistencia. El saqueo indiscriminado realizado por los soldados estadounidenses durante sus misiones de allanamiento de casas (según numerosos testigos) y la humillación sexual infligida a prisioneros, incluyendo a Abu Ghraib en Bagdad, sólo han servido para multiplicar la furia sentida por la mayoría de los iraquíes. «Ya no hay confianza, será muy difícil de recuperar». Según estos dirigentes de la resistencia: «Hemos llegado al punto de no retorno».
Es exactamente el mismo punto de vista de una mujer chií que habíamos encontrado dos días antes – una ex militante clandestina de la oposición contra Sadam: «El mayor error de las fuerzas de ocupación fue despreciar nuestras tradiciones y nuestra cultura. No se dan por contentas con haber bombardeado nuestra infraestructura, trataron de destruir nuestro sistema social y nuestra dignidad. Y eso no lo podemos permitir. Las heridas son profundas que tardarán en cicatrizar. Preferimos vivir bajo el terror de uno de los nuestros que bajo la humillación de la ocupación extranjera».
Según los generales de Sadam: «más de un año después del comienzo de la guerra, la inseguridad y la anarquía siguen dominando el país. Debido a su incapacidad de controlar la situación y mantener sus promesas, los estadounidenses han antagonizado al conjunto de la población. La resistencia no se limita a unos pocos miles de activistas. Un setenta y cinco por ciento de la población nos apoya y nos ayuda, directa e indirectamente, ofreciendo información, ocultando a combatientes y armas. Y todo eso a pesar de que muchos civiles sufren como daño colateral en operaciones contra la coalición y los colaboracionistas».
¿A quiénes consideran como «colaboracionistas»? «Todo iraquí o extranjero que trabaja para la coalición es un objetivo. Empleados de los ministerios, mercenarios, traductores, empresarios, cocineros o criadas, no importa el nivel de su colaboración. Si firmas un contrato con el ocupante firmas tu certificado de defunción. Iraquíes o no, son traidores. No olviden que estamos en guerra».
Los medios de disuasión de la resistencia llevaron a una lista cada vez más limitada de candidatos a los puestos clave en el gobierno propuestos por la coalición, y esto en un país arrasado por 13 años de embargo y dos guerras, en el que el desempleo ha sido un problema crucial. El caos general no es la única razón por la que la gente no reinicia su actividad profesional. Si los estadounidenses, rápidamente abrumados por toda la situación, tuvieron que tomar la decisión de restituir a sus cargos a antiguos baazistas (policías, agentes del servicio secreto, militares, funcionarios del ministerio del petróleo), esto no vale para todos. La mayoría de las víctimas del decreto del administrador L. Paul Bremer del 16 de mayo de 2003 en el que aplica la des-Baazificación del país continúa en la clandestinidad.
La red
Esencialmente compuesta por baazistas (sunníes y chiíes), la resistencia agrupa actualmente «a todos los movimientos de lucha nacional contra la ocupación, sin distinción confesional, étnica o política. Contrariamente a lo que se imaginan en Occidente, no hay una guerra fratricida en Irak. Tenemos un frente unido contra el enemigo. De Faluya a Ramadi, incluyendo Najaf, Karbala y los suburbios chiíes de Bagdad, los combatientes hablan con una sola voz. En cuanto al joven líder chií Muqtada al-Sadr, él está, como nosotros, a favor de la unidad del pueblo iraquí, multi-confesional y árabe. Lo apoyamos desde una perspectiva táctica y lógica».
Cada región iraquí tiene sus propios combatientes y cada facción es libre de escoger sus objetivos y sus modus operandi. Pero a medida que pasa el tiempo, sus acciones son crecientemente coordinadas. Los generales de Sadam insisten en que no hay rivalidades entre estas diferentes organizaciones, con la excepción de un punto: cuál eliminará el mayor número de estadounidenses.
Las armas preferidas
«Los ataques son meticulosamente preparados. No deben durar más de 20 minutos y operamos de preferencia de noche o muy temprano por la mañana para limitar el riesgo de afectar a civiles iraquíes.» Anticipan nuestra próxima pregunta: «No, no tenemos armas de destrucción masiva. Por otra parte, tenemos más de 50 millones de armas convencionales». Por iniciativa de Sadam, un verdadero arsenal fue ocultado en todo Irak mucho antes del comienzo de la guerra. No se trata de artillería, ni de tanques, ni de helicópteros, sino de Katyushas, morteros (que los iraquíes llaman haoun), minas anti-tanque, lanza-granadas impulsados por cohetes y otros lanza-cohetes de producción rusa, misiles, rifles automáticos AK47 y reservas importantes de todo tipo de munición. Y esta lista está lejos de ser completa.
Pero las armas más eficaces siguen siendo los kamikazes. Unidad especial, compuesta en un 90% de iraquíes y un 10% de extranjeros, con más de 5.000 hombres y mujeres bien entrenados, no precisa más que una orden verbal para conducir un vehículo cargado de explosivos.
¿Qué sucederá si las reservas de armas disminuyen? «No existe preocupación al respecto, hace tiempo que producimos nuestras propias armas». Es todo lo que están dispuestos a revelar.
Reivindicación de responsabilidad
«Sí, ejecutamos a los cuatro mercenarios estadounidenses en Faluya en marzo pasado. Por otra parte, los soldados estadounidenses esperaron cuatro horas antes de retirar los cuerpos, mientras que lo hacen normalmente en menos de 20 minutos. Dos días antes, una joven mujer casada había sido arbitrariamente arrestada. Para la población de Faluya, ésta fue la última gota, así que expresaron toda su cólera contra los cuatro cadáveres. Los estadounidenses, hicieron cosas mucho peores con prisioneros iraquíes vivos.»
El ataque suicida que provocó la muerte de Akila al-Hashimi, diplomático y miembro del Consejo Gobernante de Irak el 22 de septiembre de 2003, fue también perpetrado por la resistencia, así como la autobomba que mató al presidente el organismo ejecutivo iraquí Ezzedin Salim el 17 de mayo a la entrada de la Zona Verde (que los iraquíes llaman la Zona Roja, debido a la cantidad de ofensivas de la resistencia).
También son responsables de secuestros de extranjeros. «Nos damos cuenta de que los secuestros de nacionales extranjeros afecta nuestra imagen, pero traten de comprender la situación. Nos vemos obligados a controlar la identidad de la gente que circula por nuestro territorio. Si tenemos pruebas de que son humanitarios o periodistas los liberamos. Si son espías, mercenarios o colaboradores los ejecutamos. Al respecto, seamos claros, no somos responsables de la muerte de Nick Berg, el estadounidense que fue decapitado».
En cuanto al ataque contra la central de la ONU en Bagdad el 20 de agosto de 2003: «Jamás hemos dado una orden de que se ataque a la ONU y teníamos en gran estima al brasileño Sergio Vieira de Mello [representante especial de la ONU que murió en el ataque], pero no es imposible que los autores del ataque suicida vengan de otro grupo de la resistencia. Como hemos explicado, no controlamos todo. Y no debemos olvidar que la ONU es responsable por los 17 años de embargo que hemos sufrido».
¿Y el ataque del 27 de octubre de 2003 contra la Cruz Roja en Bagdad? «Eso no tuvo nada que ver con nosotros, siempre hemos tenido mucho respeto por esa organización y la gente que trabaja en ella. ¿Cuál podría ser nuestro interés en atacar a una de las pocas instituciones que han estado ayudando a la población de Irak durante años? Sabemos que gente de Faluya ha reivindicado este ataque, pero podemos asegurarles que no forma parte de la resistencia. Y también tenemos que agregar: por razones políticas y económicas, hay muchos que tienen interés en desacreditarnos».
Después del 30 de junio
«La Resolución 1546 adoptada el 8 de junio no es más que otra red de mentiras desde el punto de vista de muchos iraquíes. Primero, porque termina oficialmente la ocupación por tropas extranjeras mientras autoriza la presencia de una fuerza multinacional bajo comando estadounidense, sin estipular la fecha de su partida. Segundo: porque se rechazó el derecho iraquí a vetar operaciones militares importantes, exigido por Francia, Rusia y China. Washington concedió sólo una vaga noción de asociación con la autoridad iraquí y no pensó en nada en caso de desacuerdo. Los iraquíes no son estúpidos: el mantenimiento de tropas de EE.UU. en Irak después del 30 de junio y el dinero de ayuda que recibirán del Congreso de EE.UU. no dejan dudas sobre la identidad de quien gobernará realmente el país.»
¿Y sobre un posible rol de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)? «Si la OTAN interviene, no es para ayudar a nuestro pueblo, es para ayudar a que los estadounidenses se salgan de este atolladero. Si quisieran nuestro bienestar, lo hubieran hecho antes», dicen los tres oficiales mientras controlan sus relojes. Es tarde y hemos sobrepasado en mucho el tiempo acordado.
«Lo que las tropas de EE.UU. no pueden hacer actualmente, las de la OTAN no lo podrán hacer más tarde. Todos deben saberlo: Las tropas occidentales serán consideradas por los iraquíes como ocupantes. Es algo en lo que George W Bush y su fiel aliado, Tony Blair, harán bien en pensar. Si han ganado una batalla, todavía no han ganado la guerra. La gran batalla no hace que comenzar. La liberación de Bagdad no está lejos.»
www.globalresearch.ca 25 de junio 2004