Traducido para Rebelión por Paloma Valverde
Actualmente existe acuerdo, prácticamente universal, respecto a que la ocupación occidental de Iraq se ha convertido en un desastre absoluto; primero por el pueblo de Iraq, segundo por los soldados enviados por políticos sin prejuicios a morir en una tierra extranjera. El discurso de mentiras utilizado por Bush, Blair y los diversos apologistas neoconservadores/neoliberales para justificar la guerra ha perdido toda su credibilidad. A pesar de los periodistas empotrados, de una propaganda sin tregua, de las imágenes sangrientas censuradas, la inmediata retirada de las tropas -de todas las tropas extranjeras- es la única solución con sentido. Las historias reales se atesoran profundamente en la memoria de un pueblo pero suponen siempre un obstáculo para los fantasiosos imperialistas: la visión de John Reid y del primer ministro Iraquí trajo los recuerdos de Anthony Eden y Nuri Said en Downing Street justo antes de la revolución de 1958 que expulsó a los británicos de Iraq.
El argumento de que la retirada de las tropas llevará a una guerra civil no es absurdo. Desde la ocupación se han acelerado y exacerbado las tensiones étnicas y religiosas en Iraq. «Divide y vencerás» es la lógica asesina del gobierno colonial – y los signos de que EEUU está planificando una salida estratégica, combinada con una presencia a largo término, son evidentes en la nueva constitución iraquí, alentada por el procónsul estadounidense Zalmay Khalilzad. Este documento es una división de facto de Iraq: el Kurdistán (un protectorado israelo-estadounidense), el sur de Iraq (dominado por Irán) y el desierto de los sunnies (controlados por ex baathist’as, en los que apenas se puede confiar, bajo el tutelaje del departamento de Estado y de la Oficina del Foreign Office) ¿Qué es esto sino una invitación a la guerra civil? La ocupación ha creado, además, un caos geopolítico. Los últimos acontecimientos en Basora están relacionados con el temor occidental de la dominación iraní. Habiendo apoyado a las milicias de Moqtada al-Sadr’s para resistir a la facción sumisa a Irán, ¿Por qué se sorprenden los británicos cuando estos piden independencia real?
Los mulás iraníes, entretanto, están – literalmente- riéndose. Hace algunos meses, cuando el vicepresidente iraní [Gholamreza Aghazadeh] visitó los Emiratos Árabes para asistir a una cumbre regional, fue preguntado por los sheikhs si temía una intervención estadounidense en Irán. El dirigente iraní rió ostentosamente: «Sin nosotros, EEUU jamás podría haber ocupado Afganistán ni Iraq. Saben esto, y que invadir Irán significaría su expulsión de esos dos países.»
Mientras, hay una guerra en casa. Una guerra civil contra las libertades civiles enmascarada como defensa contra el terrorismo. Frente a los ataques terroristas se repite un particular mantra, tejido en la mentira, «No permitiremos que esos ataques cambien nuestra forma de vida.» Pero lo hacen.
«¡Oh, ojalá nunca más pueda el rencor de un amo extranjero
con argucias legales, un tiempo futuro maldecir!» [1]
escribió Alexander Pope. Tres siglos después tenemos Guantánamo, Abu Ghraib y la propia prisión estatal de alta seguridad británica, Belmarsh, en la cual algunos de los que están encarcelados indefinidamente sin juicio han enloquecido y han sido trasladados a Broadmoor [2]. Tampoco debemos olvidar la ejecución pública de Jean Charles de Menezes y el intento de encubrir los hechos.
No habrá un camino hacia la paz mientras que Tony Blair continúe siendo Primer ministro. Fue re-elegido solo por un 35% de los votos y escasamente por un quinto del electorado – el porcentaje más bajo obtenido por ningún partido en el gobierno en la reciente historia europea. Reino Unido está sufriendo una crisis de representación: una mayoría de la población se opuso a la guerra de Iraq, una mayoría está a favor de la retirada de las tropas, el 66% cree que los ataques sobre Londres fueron un resultado directo de la decisión de Blair de enviar tropas a Iraq. Todo buenas razones por las que el sábado [24 de septiembre] nos manifestamos para exigir el fin de la guerra y la ocupación, y del terrorismo.
Tareq Ali es escritor y vicepresidente de la Stop the War Coalition (Coalición Paremos la Guerra.)
Notas
- Traducción de Manuel Talens y Paloma Valverde.
- Hospital psiquiátrico de alta seguridad situado en el sur del Reino Unido.