Tras jurar su cargo la semana pasada el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki subrayó dos grandes prioridades: reafirmar el monopolio [de la fuerza] del gobierno sobre fuerzas criminales disolviendo las milicias y acabar con la extendida corrupción política [1]. Pero estar un día en el ministerio iraquí de Sanidad muestra lo descomunal de la tarea […]
Tras jurar su cargo la semana pasada el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki subrayó dos grandes prioridades: reafirmar el monopolio [de la fuerza] del gobierno sobre fuerzas criminales disolviendo las milicias y acabar con la extendida corrupción política [1]. Pero estar un día en el ministerio iraquí de Sanidad muestra lo descomunal de la tarea que ha asumido al-Maliki.
Una mañana, hace pocos días, seis hombres cargaban un sencillo ataúd de madera que portaba a un pariente en una destartalada camioneta Toyota, mientras una mujer de la familia, vestida con una ondulante abaya negra, contenía las lágrimas. Los guardias que estaban al lado apenas miraban una escena demasiado frecuente.
El ministerio [de Sanidad] está dirigido por el movimiento confesional chiíta del clérigo Moqtada as-Sáder, uno de los principales apoyos con los que cuenta al-Maliki. Bajo el sistema político corrupto que ha emergido en Iraq desde que EEUU invadiera el país, el ministerio ha ofrecido un programa de trabajos e ingresos para sus milicianos, que ha generado oportunidades para sus partidarios. Pero con los pistoleros chiítas que permanecen a sus puertas, el propio ministerio se ha convertido en una fuente de miedo y frustración, especialmente para los árabes sunníes.
La seguridad en el ministerio y de la morgue contigua está controlada por el Ejército del Mahdi, la milicia leal a as-Sáder, que ha sido acusada de organizar Escuadrones de la muerte sectarios. De igual manera, el ministerio del Interior iraquí, que dirige la policía y los servicios de inteligencia internos, ha estado controlado durante más de un año por un dirigente del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (CSRII) y se le ha acusado igualmente de dirigir los Escuadrones de la muerte. Sus fuerzas se nutren de miembros de la Brigada Badr, la milicia del partido que se ha visto ampliamente implicada en torturas y asesinatos [2]. «El problema reside fundamentalmente en la manera en la que las milicias se han incorporado a la policía, pero no es el único problema», afirma John Pace, que fue el director de la Misión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Bagdad hasta su partida en febrero. «Iraq tiene un ministerio de Derechos Humanos, pero eso sirve más o menos para decorar», señala.
Ministerio de Sanidad
Desde que el año pasado nombraron ministro de Sanidad a un partidario de as-Sáder, los empleados que llevan tiempo trabajando en él afirman que han incorporado a miembros de su movimiento en el servicio de protección de instalaciones del ministerio de Sanidad. Médicos y enfermeras de los hospitales de Bagdad -siempre pidiendo que no se mencionen sus nombres- se quejan de que los puestos administrativos se han adjudicado a personas de este movimiento sin cualificación. Tales problemas eran evidentes, y se informó extensamente sobre ellos, antes de que el pasado fin de semana se anunciara el nuevo gabinete. Pero as-Sáder mantuvo el control del ministerio.
Esta decisión tiene sentido dentro el cálculo parlamentario que necesitaba al-Maliki para construir una coalición parlamentaria lo más amplia posible, pero podría parecer que hacía mucho más difíciles sus objetivos de desarmar a las milicias y de acabar con la corrupción. El movimiento as-Sáder obtuvo también los ministerios de Agricultura, Transportes y Educación [3]. Al saliente [ministro del Interior del] CSRII se le concedió el codiciado ministerio de Economía.
Quienes controlan el ministerio de Sanidad no tratan de ocultar dónde están sus lealtades fundamentales. Una de las primeras cosas que ahora ven los visitantes en el edificio principal del ministerio es un cartel, de unos tres metros y medio de altura, de as-Sáder junto a su padre, el ayatolá Mohamad Sadek as-Sáder, un clérigo supuestamente asesinado por el régimen de Sadam Husein. Hay docenas de carteles más pequeños de ambos por todo el complejo, la mayoría de ellos con las famosas consignas anti-estadounidenses de as-Sáder hijo.
Los médicos y funcionarios del ministerio de Sanidad en Bagdad han demostrado una gran dedicación para preservar y mejorar la vida de sus conciudadanos, trabajando con recursos limitados y bajo la amenaza de ser asesinados. Pero el propio ministerio, situado como está junto a la principal morgue de la ciudad para las víctimas de asesinatos, es ahora la sede de rituales diarios de profundo dolor e intimidación.
Los grupos políticos se quejan de que los sunníes que tratan de recuperar los cuerpos de sus familiares en la morgue (que recibe una media de 37 víctimas de asesinato al día) han sido, ellos mismos, secuestrados o asesinados por las milicias que trabajan en el lugar. Los residentes en Bagdad a los que se entrevistó se quejan de que se exige un soborno de 100 dólares para reclamar un cuerpo para enterrarlo. «Secuestraron a mi primo; no pudimos pagar el rescate exigido, así que nos dijeron que lo recogiéramos en la morgue», dice un residente en Bagdad. «Cuando llegamos allí, [los guardas] nos exigieron 1.000 dólares y nos dieron excusa tras excusa -que era un terrorista al que habían matado los estadounidenses- para que tuviéramos que pagar más. Finalmente, conseguimos negociar hasta reducirlo a 100 dólares». Este hombre afirma que a otro grupo de amigos -también árabes sunníes- los rodearon en la morgue cuando fueron a recoger a un familiar, los encapucharon y los llevaron a un centro de interrogatorios donde los torturaron e interrogaron durante un día. Afortunadamente para ellos -dice- otro miembro de la familia tenía un buen contacto cercano a as-Sáder, quien consiguió que los liberaran.
Servicio de Provisiones de Seguridad
La creación por EEUU del Servicio de Provisiones de Seguridad (SPS), a finales de 2003, con el que se pretendió proteger las infraestructuras iraquíes e instalaciones del gobierno de los ataques de la resistencia, parece haber proporcionado una puerta falsa para la infiltración de las milicias incluso en aquellos ministerios -como el de Sanidad- que obviamente no tienen nada que ver con la seguridad [4].
A principios de mayo, el ministro del Interior saliente Bayan Jabr Solagh afirmó que los comandos que estaban bajo su control habían sido acusados injustamente de dirigir los Escuadrones de la muerte y afirmó que la mayor parte de la culpa es del SPS. Su partido, el CSRII, y el movimiento de as-Sáder son encarnizados enemigos. Fuentes del ministerio del Interior indicaron que durante una redada conjunta estadounidense-iraquí en la que se había liberado a diez hombres secuestrados en Jan Bani Saad, una ciudad sunní al norte de Bagdad, se pudo comprobar que algunos de los secuestradores eran chiíes con insignias del SPS del ministerio de Sanidad. Un alto funcionario de as-Sáder, el jeque Abbas al-Zubaydi, confirma el incidente, pero afirma que se ha distorsionado su significado: «En aquella ciudad hubo un combate entre terroristas y residentes inocentes. Nuestra gente fue a ayudar y capturó a algunos de los criminales. Estaban cumpliendo con su deber -me gustaría haber estado yo mismo allí», afirma.
Actualmente, en el ministerio de Sanidad la protección de sus servicios de seguridad parece ir mucho más allá de controlar si los visitantes llevan armas o cinturones suicidas. Lo que hasta finales de 2005 era una información rutinaria sobre las visitas a la morgue -la mejor manera de darse cuenta del nivel de muertes violentas en Bagdad- ahora se ha convertido en un campo de minas de frustración y de amenazas implícitas. Cuando una persona obtenía un permiso de la oficina del ministerio de Asuntos Públicos, la presentaba a la secretaria del director de la morgue. Pero ahora ésta manda inmediatamente a la persona a la oficina de seguridad del complejo [sanitario]. «El director está allí, pero hay que hablar primero con el mayor Kassem». «¿Por qué? Simplemente hay que hacerlo».
Fuera, el mayor Kassem está en una pequeña caravana con aire acondicionado. Tiene una amplia sonrisa y no lleva uniforme ni insignias. Cuando se le pregunta cuál es su papel, explica: «Trabajo para el ministerio del Interior, pero se me ha destinado aquí para ayudar a coordinar el SPS». Entonces explica que no es necesario hablar con funcionarios del ministerio, que él dará toda la información que esté disponible. Proporciona las cifras totales de asesinatos desde principios del año, aunque funcionarios de NNUU y políticos árabes sunníes dicen que el ministro da una cifra a la baja, presionado por las milicias chiíes. Cuando se le pregunta si es posible visitar la morgue, Kassem dice que no lo recomendaría: «¿Quién sabe? Si vas ahí alguien te puede disparar por la espalda». Todo el complejo puede ser un lugar peligroso, afirma. Pregunta si los visitantes han visto cuando llegaron al iraquí de mediana edad que estaba sentado en una silla. «Bien, es un peligroso terrorista y acabamos de detenerlo». El hombre no está ni esposado ni hay armas apuntándolo. Kassem explica que había venido a reclamar el cuerpo de un pariente asesinado en Dora, un violento barrio sunní [de la capital], y que así fue como lo capturaron. «A su hermano lo mataron ayer cuando atacaba a la policía en Dora y cuando vino a reclamar el cuerpo, lo detuvimos», afirma. Cuando se le pregunta cómo sabe que este hombre es culpable, contesta. «¡Oh, nosotros sabemos esas cosas!».
Omar al-Jiburi, el director de la Oficina de Derechos Humanos del Partido Islámico Iraquí, un importante grupo político árabe sunní, afirma que la violencia por parte de las milicias chiíes en la morgue y en los hospitales de Bagdad se ha convertido en algo cotidiano. Afirma que desde principios de año han asesinado a 275 civiles, secuestrados en las instalaciones sanitarias:
«Uno pudiera decir que es el ejército Mahdi. Pero ahora los propios Ministerios tienen milicias dentro. Llevan insignias y reciben salarios oficiales. Así que no estoy seguro de cómo se les debería llamar.»
Notas de IraqSolidaridad:
1. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Nuevo gobierno en Iraq: inestable reparto sectario – La lista del nuevo gobierno 2. Véase en IraqSolidaridad: Andrew Buncombe y Patrick Cockburn: Miles de personas han sido asesinadas en los últimos meses por los ‘Escuadrones de la muerte’ – Carlos Varea: El pueblo iraquí considera mayoritariamente que la ocupación empeora la situación interna Max Fuller: Tortura y asesinatos extrajudiciales en Iraq Mahan Abedin: Badr, Irán y los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes 3. Véase en IraqSolidaridad: Pedro Rojo y Carlos Varea: ¿Está jugando Irán a la ‘resistencia’ en Basora? 4. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Iraq, Estado de terror. 146.000 iraquíes integran ejércitos privados sin control alguno – Amenazados de muerte 461 intelectuales en una nueva lista negra.
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Beatriz Morales.