A raíz de un nuevo post del amigo César Calderón: ¿Neutralidad tecnológica? quiero retomar en mi blog uno de los temas que más he tratado en estos últimos años, y del que espero pronto dejemos de hablar. LA NEUTRALIDAD TECNOLÓGICA NO EXISTE, y así, hace poco más de un año, el gran Juan Carlos Rodríguez […]
A raíz de un nuevo post del amigo César Calderón: ¿Neutralidad tecnológica? quiero retomar en mi blog uno de los temas que más he tratado en estos últimos años, y del que espero pronto dejemos de hablar. LA NEUTRALIDAD TECNOLÓGICA NO EXISTE, y así, hace poco más de un año, el gran Juan Carlos Rodríguez Ibarra se preguntaba lo mismo: ¿Existe la neutralidad tecnológica?
Pero es que ya hace dos, cuando todavía entrábamos en el juego de Microsoft, se planteaban importantes dudas sobre el término de marras: ¿una divinidad o una perversión? Y al final, llegábamos a la misma conclusión: La tecnología no puede ser neutral, es abiertamente estratégica, lo que si que debe ser el gobierno en su labor, es ser neutral a nivel comercial -es decir, no se pueden poner marcas concretas en los diferentes concursos-, algo que ya se recoge en la legislación española, y que… lamentablemente no se cumple si no, solo hay que leer los pliegos de los diferentes concursos y veréis infinidad de marcas comerciales, comenzando por la de M$.
Aprovecho que debo una respuesta a Héctor Montenegro, de Microsoft Ibérica, para pegarlo lo que ya decía yo hace dos años en mi propio blog:
«Lo que no apoyo y me opongo frontalmente es al concepto de neutralidad tecnológica de Microsoft y sus amigos, a ese que constantemente sacan en cada momento que una administración pública plantea una migración a software libre, y que más o menos lo que viene a decir, es que ninguna administración pública puede apostar por software libre, ya que entonces les deja fuera, pero.. como todos sabemos, apostar por software libre no es sólo apostar por futuro (ya que cualquiera puede mantener, actualizar o mejorar el software), por ahorro de costes o políticas más democráticas (garantizando que cualquier ciudadano pueda ver como están siendo tratados a nivel de aplicación sus datos y apostando por la creación de riqueza en la zona), sino que además, nadie impide que Microsoft, o cualquier otra empresa privativa que lo desee, pueda presentarse y ganar un concurso, sólo es necesario que cumplan con las cuatro libertades del software libre
En resumen, es una lucha desigual, ya que las empresas de software privativo pueden ser compatibles con tecnologías estandar pero las empresas de software libre no pueden hacer software comptible con el privativo. Por eso neutralidad no significa 50% para cada uno, y lo más fácil para definir neutralidad es cumplir con los estándares abiertos, la única forma de asegurar la neutralidad tecnológica. Por eso, la administración pública debe centrarse en que el software que contrata y/o realiza cumpla estrictamente los estándares, y así, las aplicaciones puedan ser interoperables y la competencia sea justa.»
Y por último, pero no por ello menos importante, hablamos de JUSTICIA en mayúsculas Neutralidad Tecnológica (III) vs Justicia:
«la neutralidad debe ser para el ciudadano, que es el que debe poder elegir la tecnología que desee, no para la Administración, que tiene bien claro en la legislación lo que debe comprar (los principios de la buena administración) y la forma en la que debe hacerlo (aplicando la rajatabla la Ley de Contratos del Estado), lo demás es demagogia barata pensada para confundir y seguir haciendo lo que les da la gana sin dar cuentas a nadie.» (Fernando Acero)
La tecnología es estratégica, y si no, que se lo digan a los responsables de los cientos de ejemplos como los del Ayuntamiento Marbella, Ministerio de Educación, la Comunidad de Madrid, la bolsa de Londres,… Y ante tales hechos me pregunto de nuevo, ¿cómo es posible que las administraciones públicas sigan gastando ingentes cantidades de dinero público en apostar por esta nefasta tecnología? y lo que es peor ¿cómo tras hechos tan graves como este u otros muchos, siguen pensando en hipotecar el futuro de nuestros escolares y generaciones futuras? ¿Cuando tomarán nota el resto de administraciones públicas: los ciudadanos queremos igualdad?
Algunas lecturas recomendadas, y que ya en su momento nos intentaban ilustrar sin mucho éxito:
Año 2002. Software libre y administración pública
Año 2006. Por qué la administración pública debería usar software libre
y como no, el reciente post de Matin Olivera: Abandonando la Neutralidad Tecnológica