Cada vez existe un consenso mucho más amplio acerca del acceso a internet como un derecho fundamental, sin embargo a pesar de este consenso y de las políticas públicas en el mundo encaminadas a darle cumplimiento, parece que en otros terrenos sigue creciendo la brecha digital ya no por el acceso sino por las limitaciones […]
Cada vez existe un consenso mucho más amplio acerca del acceso a internet como un derecho fundamental, sin embargo a pesar de este consenso y de las políticas públicas en el mundo encaminadas a darle cumplimiento, parece que en otros terrenos sigue creciendo la brecha digital ya no por el acceso sino por las limitaciones a éste, al interior de la ONU se ha impulsado la visión del internet como derecho fundamental, así también países como España y Finalandia han declarado el acceso a la banda ancha dentro de su cartera de derechos, en las metas de la agenda digital europea se contempla como meta el acceso universal.
Lo anterior suena muy bien y la mayoría de los comentócratas-expertos se han focalizado en los beneficios del acceso a la banda ancha, y no los culpo, siempre hay que recordar la importancia de los temas en los que creemos. Sin embargo existen por lo menos dos aspectos mucho menos alegres, el primero tiene que ver con los desconectados (el lado oscuro de la ley de Metcalfe) pues no el tema de exclusión, en palabras de Tongia y Wilson: «entre más personas dentro de la red disfruten sus beneficios, los costos de exclusión crecen de manera exponencial para los excluidos». El segundo se puede identificar como el reconocimiento que no toda la conectividad es creada igual ni genera las mismas oportunidades; dónde, cómo y qué dispositivos y tecnología uses determinará tu experiencia de acceso.
La verdad encuentro cada vez más compleja la igualdad digital. El acceso por sí mismo es condición necesaria pero no suficiente para lograr una cancha igualada en las oportunidades digitales. Es incluso paradójico pues la revolución que ha significado el internet (más información para más personas) supondría la abolición de las desigualdades sin embargo nuestra red, en su edad media está sufriendo una especie de involución cuyo motor es el principio de querer controlar lo incontrolable.
Estas desigualdades provienen no del acceso sino de los dispositivos, las tecnologías usadas, el precio pagado, las funciones permitidas etc.
Brecha digital 101
La cosa es la siguiente, tradicionalmente la brecha digital se entiende como: «dos clases de personas: las que están conectadas y las que no» es decir, el acceso; pero es tanto como decir que la cobertura universal del seguro popular (es decir al 100%) realmente garantiza un sistema de salud eficiente para todos, es mucho más complejo que ello, pero es importante.
De acuerdo a la ITU el promedio de penetración de banda ancha es de 23% en los países desarrollados, mientras en los países en vías de desarrollo es de 4%. Con cifras de la OCDE en el rubro de penetración Dinamarca, Países Bajos y Suiza se encuentran en los primeros lugares y México en uno de los últimos
A continuación unas gráficas de la OCDE sobre la penetración:
Sobre penetración de banda ancha móvil:
Digamos que esta parte de la brecha se puede acortar con infraestructura y una política pública integral y adecuada al respecto, lo preocupante es la otra brecha digital que no tiene que ver «con los tubos» sino con lo que pasa adentro de éstos. Muchos proveedores de servicios de internet a lo largo de Europa, Reino Unido o EEUU; han ido transformando su oferta de manera que no todos pueden acceder a lo mismo a través de bloqueo a sitios que pudiesen generar tráfico alto como los P2P (como el ISP Free en Francia) o como la segmentación de precios de acuerdo a los servicios (como lo hacen KPN en Alemania y PlusNet en Reino unido) hasta el corte de servicio al exceder «X» número de GB (EEUU).
Existen diversas prácticas que acentúan esta nueva brecha. Una de ellas es el Subsistema Multimedia IP (IMS por sus siglas en inglés) este herramienta en evolución reconfigura el principio de extremos de internet y «rompe» la red para asignar costos distintos a los servicios y aplicaciones que accede el usuario (otrora ilimitados). Otra herramienta es la Inspección Profunda de Paquetes (DPI por sus siglas en inglés) que se usa para monitorear, identificar e incluso bloquear tipos específicos de paquetes de datos (violando el principio de neutralidad de la red) esta herramienta no sólo es usada por distintos operadores en Europa sino por gobiernos autoritarios para bloquear a los usuarios como da cuenta OpenNet Initiative.
Sumado a lo anterior los entornos de desarrollo cerrado como iPhone no ayudan, han vuelto a los equipos terminales no programables y que sólo ejecutan apps determinadas. Con ello se pone en desventaja a aquellos usuarios que sólo son capaces de pagar una conexión móvil a través de su iphone vs. contra quienes pueden pagar una conexión terrestre con su computadora. A diferencia de los «padres del internet» y su espíritu innovador, hoy los proveedores están enfocados a vigilar y controlar cada fase de «su» red.
¿Entonces?
Por un lado tenemos a los gobiernos reconociendo el papel del internet para una sociedad más informada, igualitaria y con pleno ejercicio de su ciudadanía y por el otro la tendencia de controlar lo que allí pasa a través de los proveedores de servicio, recientes innovaciones han demostrado que se puede transitar a modelos híbridos entre ISP’s y modelos de control de usuarios localizados, por ejemplo:
- Serval Project: plataforma para usuarios de android que permite comunicación gratuita a través de los dispositivos usando distintas redes, de manera que sea posible la comunicación sin importar las circunstancias.
- GNURadio: software de desarrollo que permite procesamiento de señales para generar radio a bajo costo.
- OpenBTS: plataforma open source que usa GSM para potencialmente construir redes de celular gratuitas o de bajo costo.
En conclusión podemos notar la necesidad de reducir la compleja brecha digital surgida a partir de la exclusión de los no conectados y la desigualdad en los servicios de los conectados. Si bien el acceso universal es una meta deseable y necesaria no es suficiente si las otras brechas digitales siguen creciendo. Se debe garantizar un internet parejo e igualitario a través de respetar sus principios fundamentales, de lo contrario de nada servirá estar conectados universalmente si el flujo de información es asimétrico, controlado y censurado.