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La oportuna muerte de al-Zarqaui

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyes

Abu Musab Saddam Osama al-Zarqaui, el cerebro terrorista extremadamente elusivo, aunque no haya sido legendario por completo, responsable por toda acción insurgente en Iraq, con la excepción de aquellas causadas por los demonios de rabo colorado en Irán y por los demonios de rabo con listones en Siria, ha sido supuestamente matado en un ataque aéreo en Hibhib, un área al norte de Bagdad, anunció el primer ministro iraquí Nuri Kamal al-Maliki.

Zarqaui, el tristemente célebre transformista quien, según evidencia borrosa en vídeo, pudo regenerar extremidades perdidas, hablar con acentos totalmente diferentes, alterar el contorno de su estructura ósea y que también sufría de un desgraciado problema de altibajos de peso que lo llevaban a cambiar de tamaño en casi cada una de sus apariciones, era jefe de una organización que por pura casualidad se apodó «Al Qaeda en Iraq», precisamente cuando la administración Bush comenzó a cambiar su pretexto para la conquista de «eliminar armas [inexistentes] iraquíes de destrucción masiva» a «la lucha contra terroristas allá para que no tengamos que luchar contra ellos aquí.»
El cambio de nombre de la banda de Zarqaui de su engorroso original -«El Grupo monoteísmo y Guerra Santa» – por la marca más mediática y sexy, «Qaeda», fue por lo tanto un obsequio de relaciones públicas para el gobierno Bush, que pudo asociar el levantamiento nativo generalizado contra la ocupación de la Coalición con los cobardes cavernícolas de la organización bin Laden. Resultó ser un instrumento invaluable para la masiva campaña de «operación psicológica» del Pentágono contra el pueblo usamericano, que tuvo éxito en oscurecer suficientemente la realidad y en desactivar las crecientes preocupaciones públicas por lo que numerosos expertos han llamado «FUBAR* real» en Iraq hasta después de las elecciones de 2004.
Sin embargo, el año pasado, incluso la presunta presencia de un tremendo tipo decapitador de Al Qaeda que deambulaba a su gusto por el país, no ha impedido una baja catastrófica del apoyo al presidente Bush en general y a la guerra en Iraq en particular. Los sondeos muestran que sustanciales mayorías – incluso las que fueron llevadas por las operaciones psicológicas a creer que la conquista tuvo algo que ver con la lucha contra el terrorismo – ahora dicen que la guerra «no vale la pena» y llaman a que las fuerzas usamericanas comiencen a retirarse.
Como el tema de Zarqaui produce menos beneficios, el gobierno ha tenido otro golpe de inusitada suerte con su presunto repentino fin. Aparte de que Zarqaui haya sido asesinado en una acción militar significa que Mr. Bush no tendrá que aflojar la recompensa de 25 millones de dólares por la cabeza del jefe terrorista. Ese dinero será otorgado ahora a la obra benéfica preferida de Mr. Bush: Imbéciles de Clase Alta Contra el Impuesto a la Herencia, dijo un portavoz del gobierno.
A pesar de su casualidad, la presunta muerte del multiforme forajido no fue una verdadera sorpresa. Después de todo, aproximadamente 376 de sus «principales ayudantes» fueron sido muertos o capturados por las fuerzas de la Coalición durante los últimos tres años, según informes en la prensa, y unos 5.997 «terroristas de Al Qaeda» de menor rango han muerto en innumerables operaciones durante el mismo período, según comunicados de prensa del Pentágono.
Las noticias de la presunta ‘liquidación’ provocaron elogios bipartidarios: «Esta enorme victoria en la Guerra contra el Terror se debe por entero al coraje y a la sabiduría del presidente,» chilló el líder de la mayoría del Senado, Lame Baba de Tennessee. «Nos llevó a buen término cuando tantos destructores de matrimonios que queman banderas querían que nos largáramos. Creo que este presidente es el mejor presidente que el mundo haya jamás visto, y si alguna vez soy suficientemente afortunado para ser escogido como presidente por el pueblo de USA – menos los tres millones cuyos votos serán descartados, destrozados o simplemente ignorados, desde luego – ¡prometo que seré un presidente como él!»
«Debemos reconocer el mérito donde es debido,» dijo el senador demócrata Joe Biden, en una rara aparición en la televisión. «Tengo algunas diferencias con el modo como el gobierno conduce esta guerra, pero la eliminación de Zarqaui es, considero, un momento decisivo comparable con la captura de Sadam Husein, las primeras elecciones iraquíes, las segundas elecciones iraquíes, la formación del primer gobierno iraquí y la formación del segundo gobierno iraquí. No es el fin, ni siquiera el comienzo del fin, pero es, considero, el fin del comienzo. Y no, no es un plagio, lo inventé yo mismo.»
El presunto fin del reino del terror de Zarqaui viene sólo cuatro años después de que las fuerzas de USA identificaron su escondite y estaban listas para destruir toda su operación, sólo para que la Casa Blanca se lo impidiera. Antes de la guerra, Zarqaui y su banda de extremistas islámicos no-iraquíes tenían un campo en el norte de Iraq, en territorio controlado por las fuerzas kurdas patrocinadas por USA, que lo habían arrebatado de manos de Sadam Husein. Las Fuerzas Especiales de USA, agentes de la CIA y otro personal usamericano, tenían mano libre para operar allí; por cierto, exiliados iraquíes contrarios a Sadam realizaban reuniones abiertas en ese territorio, fuera del alcance del dictador.
En junio de 2002, fuerzas usamericanas habían ubicado el emplazamiento de Zarqaui. Prepararon un detallado plan de ataque que habría destruido la banda terrorista. Pero su solicitud de permiso para atacar fue rechazada no una, sino dos veces por la Casa Blanca. Funcionarios del gobierno temían que un tal ataque complicaría las cosas en su esfuerzo de relaciones públicas por fomentar la histeria bélica contra el régimen de Sadam.
En todo momento, el equipo de Bush había pintado un cuadro de Sadam Husein como un poderoso dictador capaz de amenazar a todo el mundo. Habían implicado, insinuado y a veces declarado abiertamente, que estaba asociado con Al Qaeda. Pero esa operación psicológica de éxito tan inmenso habría sido debilitada por un ataque contra Zarqaui, que hubiera sacado a la luz del día la verdad: que Sadam era un déspota discapacitado, sin dientes, que había perdido el control sobre gran parte de su propio país y que ni siquiera podía amenazar a vastos ejércitos enemigos dentro de sus propias fronteras – menos todavía a sus vecinos o al resto del mundo. También habría puesto al descubierto que los únicos terroristas islámicos que operaban en suelo iraquí se encontraban en áreas controladas por USA y sus aliados – lo que, ahora cuando la invasión de Mr. Bush ha abierto todo el país al terror extremista, sigue siendo el caso.
Con el supuesto fin de la libertad de Zarqaui, otorgada por Bush, el Pentágono se movilizó rápidamente para confirmar la identidad del hombre asesinado hoy en Hibhib. En una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro Maliki, el general de USA, George Casey, dijo que el cadáver de Zarqaui había sido identificado por «huellas digitales, reconocimiento facial y cicatrices conocidas» después de un esmerado examen forense por el teniente Gil Grissom y la mayor Catherine Willows.
En otra sorprendente coincidencia, el anuncio de la muerte de Zarqaui, o de alguien que se le parecía, ocurrió precisamente cuando el primer ministro Maliki presentó por fin sus candidatos para los puestos de los ministros de defensa e interior, en disputa durante tanto tiempo, que luego pasaron por el parlamente sin problemas después de meses de impasse. La fortuita muerte también ocurrió después de lo que fue probablemente la peor semana de malas relaciones públicas que el gobierno Bush haya sufrido durante toda la guerra, con un torrente de informaciones referentes a una serie de horribles atrocidades cometidas por los soldados de USA en los últimos meses.
Por extraño que parezca, Zarqaui saltó a la conciencia usamericana por primera vez precisamente después de la denuncia pública de anteriores atrocidades de USA: las torturas en la prisión de Abu Ghraib en la primavera de 2004. Mientras una historia tras otra sobre horribles abusos aporreaban al gobierno durante un año electoral, Zarqaui, o alguien muy parecido, repentinamente apareció con una producción del Grand Guignol: la decapitación del civil usamericano Nick Berg. La atrocidad fue agarrada instantáneamente por los partidarios de la guerra para justificar el «interrogatorio intensivo» de «terroristas», a pesar de que la Cruz Roja había determinado que entre un 70 y un 90 por ciento de los cautivos usamericanos de la época no habían cometido ningún crimen en absoluto, y menos todavía habían estado involucrados con el terrorismo, como informó el tristemente célebre periódico contrario a la guerra Wall Street Journal. Abu Ghraib desapareció en gran parte de la visión del público – por cierto, no fue mencionado por un solo orador en la Convención Nacional Demócrata unas pocas semanas después, o presentado como un tema durante la campaña presidencial de ese año.
La noticia de hoy también ha expulsado de las primeras planas las nuevas afirmaciones sobre atrocidades, para ser reemplazadas por historias reconfortantes de cómo, como informa el New York Times, la muerte de Zarqaui «parece marcar un hito importante en la guerra.» Por lo tanto, en su presunto fin como en su presunto inicio, el Pimpinela Escarlata de Iraq ha rendido, por extraordinaria coincidencia, un gran servicio a las necesidades de publicidad inmediata de su enemigo mortal, el gobierno de Bush.
Todavía no se sabe quién tomará el lugar de Zarqaui como el todopoderoso chivo expiatorio, para todo uso, el único responsable por todo lo malo que ocurre en Iraq. Hubo indicaciones recientes de que se consideró al propio Maliki para el puesto, después de que denunciara en público las atrocidades usamericanas y la tendencia de los ocupantes al gatillo fácil contra civiles, pero parece que ahora volvió a participar en el programa. Se rumorea que los que conocen el gobierno están divididos entre los que quieren echar la culpa a la cabeza ya tan demonizada del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, y los que quieren culpar al clérigo extremista chií Muqtada al-Sadr, o elevar a algún talento local aún desconocido a ese rango – o tal vez acusar por todo el ‘asunto’ a Fidel Castro, para no perder la costumbre.
Se espera el anuncio de quién será el nuevo chivo expiatorio para dentro de las próximas semanas.
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ACTUALIZACIÓN: Parece que, después de todo, es posible que los Imbéciles no reciban la recompensado. El primer ministro Maliki dijo que los que ayudaron a ubicar a Zarqaui, o a alguien parecido, en Hibhib, recibirán más tarde su recompensa: «Creemos que hay que honorar nuestros compromisos.» Sin embargo, el hombre del Times de Londres en Iraq, Ned Parker, nos dice que Zarqaui podría haber sido entregado a los usamericanos por la insurgencia iraquí.
«Una de las cosas más interesantes respecto a las noticias de su muerte es su oportunidad. Ha habido conversaciones desde la elección en diciembre pasado entre funcionarios de USA e Iraq para tratar que la insurgencia interior vuelva al proceso político. Ciertamente hubo tensión entre la insurgencia iraquí interior y los combatientes extranjeros de Zarqaui. Así que es posible que finalmente se haya llegado a un acuerdo con alguna parte de la insurgencia iraquí para eliminar a al-Zarqaui y así librarse de su torpe influencia.»
De manera que si Bush decide pagar a los informantes – y es su dinero, después de todo, no el de Maliki; en realidad, en Iraq actual, cualquier dinero que la pueda quedar al gobierno de Maliki después de tres años de rapiña de la ocupación es también dinero de Bush – pero si pagan a los descubridores de Zarqaui, es probable que Bush vaya a desembolsar 25 millones de dólares a los insurgentes suníes de Iraq. Eso les asegurará numerosos IED (siglas inglesas para Artefacto Explosivo Improvisado) durante un buen tiempo. Es FUBAR*, no importa como lo mires en la Babilonia de Bush,
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Chris Floyd es un periodista usamericano. Escribe una columna semanal en The Moscow Times y es un colaborador regular de CounterPunch. Su blog, Empire Burlesque, en encuentra en www.chris-floyd.com.
* FUBAR – The Game es un juego tipo arcade, de acción en estado puro. Encabezas un grupo de militares armadas, con la misión de acabar con las alienígenas que ponen en peligro el devenir de la especie humana.
http://www.counterpunch.org/floyd06082006.html
Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.