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La Oposición Leal: 19 de marzo, protestas contra la Guerra

Fuentes: uruknet.info

Traducido para Rebelión por Paloma Valverde

Contra todo pronóstico, George W. Bush se aseguró una victoria en las elecciones presidenciales de noviembre de 2004. Las malas noticias sobre la economía estadounidense, la situación militar en Iraq, el resentimiento -mayor que nunca antes en la historia- contra Estados Unidos (EEUU), las atroces violaciones de los derechos humanos en Abu-Ghraib y Guantánamo, y el debut de EEUU como un estado policía emergente, nada de esto impidió que Bush obtuviera el segundo mandato de la Casa Blanca. Bush ni siquiera se vio obligado a poner en la campaña habitual de mentiras promesas vacías para derrotar a sus oponentes. Habló claramente y sin reservas para ir más a la derecha en sus planes actuales de asesinato por beneficio.

Por tanto, ¿Por qué ganó Bush? La simple respuesta es que la influencia del largo adoctrinamiento sobre lo que EEUU es y lo que está siendo en el mundo supera por sí mismo la oposición al propio Bush. La «oposición» en EEUU rechaza a Bush superficialmente pero le proporciona un apoyo vital a sus políticas, extremadamente racistas. Rechazan al mentiroso, pero aceptan la mentira.

En la semana del 19 de marzo, para conmemorar el Segundo aniversario del inicio de la Guerra de EEUU contra Iraq, muchos estadounidenses de buena voluntad acudieron a varias convocatorias de varios grupos, por diversas razones, para mostrar la oposición a Bush protestando contra la guerra. Los organizadores y los manifestantes siguieron un esquema familiar: la batalla para obtener el permiso para reunirse, el drama de los permisos concedidos en el ultimo minuto, la movilización para una «marcha» (que implica militancia y pacifismo) encendidos discursos en apoyo de los oprimidos, canciones sobre la revolución, enfrentamientos con los que apoyan al gobierno, posibles detenciones voluntarias, cobertura mediática cero, vendedores de comida capitalizando las masas, la policía capitalizando donuts y horas extra, un número patético de manifestantes y todo el mundo regresando a sus casas con un sentimiento de superioridad moral.

Nada de esto que ha ocurrido ha movido la maquinaria de guerra ni un centímetro

El efecto de tales manifestaciones es enviar un mensaje de cuán insignificante es en realidad el movimiento estadounidense contra la guerra. Si estas protestas representan algo, representan a Bush y al sistema democrático siendo tolerantes y permitiendo un espacio a la disidencia. Y después de todo, ¿Cómo continua el liderazgo? [Bush] Anuncia que el poderoso [EEUU] ha dado un buen golpe y coloca encima de la mesa los planes para otra manifestación nacional para machacarles otra vez durante dos meses en la calle

Cuando la protesta terminó ese día y los manifestantes volvieron a sus casa, Bush y sus matones, los miembros del Congreso, los banqueros y presidentes de corporaciones estaban relajados en sus sillones de cuero en los clubes de golf tomando un cóctel. Si oyeron algo sobre las manifestaciones lo hicieron con tal seguridad en que ellos y la guerra que crearon continuará al día siguiente y al otro y así todo el año. De hecho, el mismo día [de las protestas] tampoco fue una pérdida en sí mismo- el mundo ha visto a la democracia en acción. General Motors podrá vender más autobuses para transportar a los manifestantes.

La maquinaria de guerra

La maquinaria militar de EEUU, pese a no estar de acuerdo con Bush en quien culpar por el número de muertes entre los soldados estadounidenses, comprende lo que está en juego si pierde. No es posible abandonar cuando el mundo entero, incluyendo la maquinaria militar de la competencia en Rusia y China, está esperando noticias de EEUU – la alta tecnología, el poder imbatible- siendo humillado por «insurgentes» que llevan sandalias y turbantes. El ejército de EEUU ha decidido que los miles de soldados estadounidenses asesinados son un sacrificio aceptable, incluso para obtener nada. Están, después de todo, en el negocio de la Guerra y sus pérdidas no son tantas comparadas con las pérdidas en otras aventuras como en la guerra de México, en la guerra con España, en la Primera y Segunda guerra mundial, en Vietnam y en Corea. No es el momento de «aterrorizarse»

La falta de acciones propias de la oposición similares a las protestas en los 60 contra la Guerra de Vietnam, tales como bloquear los centros de reclutamiento militar, o las entradas a las bases militares, fortalecen la imagen y los esfuerzos de reclutamiento de la maquinaria militar estadounidense. El movimiento [contra la guerra] ha fracasado en mostrar alternativas al alistamiento mediante educación política en todos los rincones y apoyo a los potenciales reclutas- el mismo pueblo que el ejército paga a tiempo completo para que inicie su carrera como asesinos. El alistamiento en EEUU solo ha empezado a decaer como resultado de los esfuerzos de miembros de la resistencia en Iraq a miles de kilómetros. Son ellos quienes aportan las pruebas a los estudiantes estadounidenses del daño y las heridas de las que probablemente los reclutas que están entre ellos ahora sean conscientes de lo que podría venir en el «pack» que están firmando. Y esas pruebas tienen que ser lo suficientemente poderosas para saltarse todas las barreras que las noticias que se emiten en EEUU levantan.

Normalmente, los opositores [a la guerra] apoyan públicamente a los soldados y a sus familias para influir en el cambio del ejército y de la opinión pública. Esto ayuda a minimizar el sistema del gobierno animando a otros soldados y sus familias a desertar. Pero, el movimiento contra la guerra en EEUU ha utilizado a los padres de los soldados que han muerto en Iraq para, en primer lugar, dar a conocer sus propia pérdida y la injusticia del cruel sistema económico que permite que sus hijos se unan al ejército, no el crimen de guerra en sí mismo y desde luego no el crimen perpetrado en el que sus hijos están implicados.

Bush y sus generales de Guerra no podrían haber pedido otra consigna mejor al movimiento contra la guerra que «tropas fuera ya». El mensajes aquí es «termina la Guerra pero apoya a los soldados» como si una guerra pudiera ser mala pero la gente implicada en ella pudiera, de alguna manera, ser inocente. Esta es una consigna política que ha confundido a muchos espectadores de la política internacional, incluidos los iraquíes. Los estadounidenses situados en la barrera en relación a la guerra e incluso los soldados estadounidenses atrapados entre la lealtad a la maquinaria de guerra y la lealtad a su propia humanidad. No hay duda de que el Pentágono pareció este mensaje ambiguo lo utilizó de forma efectiva para hacer que pareciera, sí, que podría haber desacuerdo político respecto a la guerra en Iraq pero el apoyo patriótico a las tropas era universa, incluso en la izquierda.

La «oposición» en EEUU apoyó a Bush rechazando más al hombre que mostrando oposición a su política. Así, los elementos más débiles de la oposición fueron pagados para apoyar a John Kerry, cuyas políticas no eran distintas. Al gran electorado que estaba indeciso sobre a quién debía votar no le dieron opciones – otro logro. A pesar de que muchos no estaban de acuerdo con Bush como persona o como presidente, Kerry, el embalsamador, no era sino la otra cara de la misma moneda. Los liberales en EEUU sabían que Kerry estaba de acuerdo con Bush en temas como Iraq, Afganistán, la guerra contra el terrorismo, la guerra israelí contra Palestina, el acoso en EEUU contra los árabes y los inmigrantes, la destrucción de la economía estadounidense, la ley general de las corporaciones, o la ley patriótica, pero ellos, sin embargo, lanzaron el mensaje de «nadie más que Bush.» El truco de quienes manejaban a Bush fue que lograron que mucha gente se fijara en su marioneta y no se diera cuenta de la mentira del ventrílocuo. El mensaje estaba bien ordenado bajo la mesa.

El fracaso del movimiento estadounidense contra la guerra por hacer una campaña política en apoyo, no solo de las tropas, sino del pueblo iraquí, también ayudó a reforzar la posición de Bush. Los iraquíes luchando por su supervivencia no entienden por qué este movimiento vigoroso fracasó en proveerles dinero, voluntarios, medicinas, comida y apoyo político en su derecho a resistir. La mayoría pacifista del movimiento limita su reconocimiento a los iraquíes que han sido «víctimas de la violencia». La resistencia iraquí debería haber sido considerada un aliado del movimiento estadounidense contra la guerra, pero esto casi nunca se menciona o aprueba. Gritos condenando la violencia a ambos lados – la ocupación estadounidense y la resistencia iraquí. Utilizando sin pensar las palabras «terrorismo», «insurgente» o «atentado-suicida» aplicadas a la resistencia y sin hacer nada respecto a la propaganda de los medios de comunicación que niegan el derecho de la resistencia iraquí siquiera a existir, también ha sido de gran ayuda para Bush. ¿Qué dirigente del movimiento contra la guerra estadounidense está deseoso de que le fotografíen en Iraq a punto de disparar una granada propulsada por cohete (RPG) contra un tanque Abrahams estadounidense mientras [este]
esparce el terror por las calles de Faluya? No, en este punto, la oposición está muy ocupada lamentando y con suaves palabras asesinatos masivos para hacer algo de verdad para detenerlo.

En las elecciones de 2004, Bush tuvo el apoyo del grupo político más organizado, poderoso y disciplinado de EEUU: los cristianos sionistas. Actuando pausadamente y con mucha eficacia, el ala fundamentalista de la derecha en EEUU posee una infraestructura sólida y un alto número de miembros devotos. Bush y los republicanos son solo la portada del grupo. Hay tres razones para su fuerza: son políticamente ambiciosos, no hay oposición que trabaje contra ellos o que advierta contra ellos en relación al control [que ejercen]sobre los designios políticos en Washington DC y no actúan por ellos mismos, sino creyendo que han sido personalmente elegidos para poner en práctica la profecía bíblica y salvarse [sus almas].

Este grupo debería ser el objetivo de cualquier movimiento que se tome en serio el cambio de política de destrucción global que ahora impera en Washington. Se necesita una fuerza con una agenda política clara para representar a los sectores -en aumento- de la sociedad estadounidense que se oponen a la escalada del imperialismo y del sionismo que está por venir. Esta fuerza debe ser el movimiento contra la guerra, pero no lo es. La gente que dice trabajar por la paz y la justicia en EEUU ni siquiera utiliza la palabra «imperialismo» y «sionismo» -un síntoma no sólo de incapacidad para hacer algo respecto a la guerra, sino de su propia falta de implicación en esas causas.

En lugar de trabajar para construir y liderar una fuerza política seria, el movimiento contra la guerra se sienta a esperar como si estuviera en estado de parálisis. De vez en cuando, durante un día, reacciona. Su función en la sociedad estadounidense es la de servir al maestro discutiendo con él en el gran espectáculo de las objeciones, al tiempo que tácitamente acepta la premisa que se esconde tras su brutalidad- que él tiene razón y la prueba de ello es que ostenta el poder. En realidad, cuando más audaz sea el uso del poder más se atemoriza el movimiento [contra la guerra] Su función es también la de sacar a la luz a los disidentes de la comunidad mediante bonitas manifestaciones y mítines cada pocos meses, sin disgustar al maestro eligiendo un día de trabajo para tomar las calles, intentando molestar los negocios y el tráfico lo menos posible. También [el movimiento contra la guerra] realiza un buen trabajo en la propia política, en conseguir los permisos [para las manifestaciones] tanto para aumentar su propio poder como para evitar las manifestaciones de rabia acordes con los crímenes del horrible aparato del maestro- crímenes tales como el reciente genocidio de Faluya.

Cuando iraquíes y árabes miran a EEUU, ven una oposición que juega en manos del odiado Bush y le hace parecer el representante de todo el espectro de la opinión pública estadounidense. Las protestas del 19 de marzo muestran que prácticamente no se está hacienda nada en un terreno [EEUU]
que el resto del mundo sabe que es imprescindible y donde la oposición corre un menor riesgo [que en Iraq], en lugar de cargar de mentiras a la resistencia iraquí y palestina que se ha pasado ya la vida bajo el castigo y la tortura de EEUU.

Amer Jubran es un conocido activista palestino que vivió en Boston, donde fue detenido ilegalmente el 4 de noviembre de 2002, tras lo cual, y como respuesta inmediata de sus compañeros, se creó el Comité de Defensa de AMER Jubran. Tras el juicio, denunciado por los activistas estadounidenses por carecer de las mínimas seguridades jurídicas exigibles, fue deportado de EEUU y actualmente vive en Jordania.

Texto original:
http://www.uruknet.info/?p=10564