Recomiendo:
0

Bombardean estaciones de ferrocarril en Iraq

La perfecta onda (sinusoide)

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

 

Iba tranquilamente en el metro camino al trabajo leyendo la primera plana del Washington Post Express del miércoles pasado, y recibí un choque. Mostraba una estación de ferrocarril en Iraq, destruida recientemente por un ataque aéreo estadounidense. ¿Así que ahora bombardeamos estaciones de ferrocarril en un país que ocupamos? ¿Qué vendrá ahora? ¿Bombardearemos las plantas eléctricas y las refinerías de petróleo de Iraq? ¿Y la Zona Verde? Si el parlamento iraquí no aprueba la legislación que queremos, podemos lanzarle un par de JDAM [siglas en inglés de: Munición de Ataque Directo Integrado (paquete de guía de bajo costo que convierte las bombas de caída libre existentes en bombas inteligentes) N. del T.].

 

Resulta que el bombardeo de la estación de ferrocarril no fue algo fortuito. Un artículo en AP de Charles J. Hanley, con fecha 5 de junio, informó que:

 

«Aviones de EE.UU. han vuelto a incrementar sus ataques en Iraq, lanzando más del doble de bombas que hace un año. Y parece que van acompañadas por un aumento en el número de víctimas civiles iraquíes.

 

«En los primeros cuatro meses y medio de 2007, aviones estadounidenses lanzaron 237 bombas y misiles en apoyo a las fuerzas terrestres en Iraq, lo que ya sobrepasa las 229 lanzadas en todo 2006, según cifras de la Fuerza Aérea, obtenidas por The Associated Press

 

Nada podría testimoniar de modo más categórico del fracaso de los esfuerzos de EE.UU. en el terreno en Iraq que un aumento de los ataques aéreos. El pedido de apoyo aéreo es la última, desesperada, y usualmente fútil acción de un ejército que está perdiendo. Si alguien todavía se pregunta si la «elevación» funciona, el aumento de los ataques aéreos ofrece una respuesta definitiva: no funciona.

 

Peor todavía, el número creciente de ataques aéreos muestra que, a pesar de lo que los Marines han logrado en la provincia Anbar y de los mejores esfuerzos del general Petraeus, nuestro alto comando sigue siendo tan incapaz como siempre de comprender la guerra de Cuarta Generación. Para decirlo de modo terminante, no hay una manera más segura y más rápida de perder en la guerra de Cuarta Generación que pedir ataques aéreos. Son un desastre desde todo punto de vista. Físicamente, es inevitable que maten a más civiles que enemigos, enfureciendo a la población en contra nuestra y llevándola a los brazos de nuestros oponentes. Mentalmente, dicen a los insurgentes que somos cobardes que sólo se atreven a combatirlos desde 6.000 metros de altura. Moralmente, nos convierten en Goliat, un monstruo que tiene que ser combatido por todo hombre. Tan negativos son los resultados de los ataques aéreos en este tipo de guerra que sólo es posible imaginar una cantidad aceptable: cero (a menos que estemos empleando el «modelo Hama*,» lo que no hacemos).

 

¿Qué explica esta demencia militar, aparte de la simple desesperación? Parte de la respuesta, sospecho, son los generales de la Fuerza Aérea. Su «Jointness» (Expresión acuñada por las fuerzas armadas de EE.UU. (y aceptada por muchas otras, incluyendo las israelíes) para describir la cooperación a través de los servicios en todas las etapas de los procesos militares, desde la investigación, a la adquisición, hasta las operaciones. N. del T.] exige que obtengan su parte de boletas de comando en Iraq, y con pocas excepciones son simples técnicos militares. Saben como colocar bombas en los objetivos, pero no saben nada más. Así que hacen lo único que saben hacer, sin comprender las consecuencias.

 

En los hechos, la Fuerza Aérea de EE.UU. anunció recientemente que desarrolla su propia doctrina de contrainsurgencia, precisamente porque «hay gente» que sugiere que los ataques aéreos son contraproducentes en tales conflictos. Bueno, sí, es lo que sugeriría cualquiera que tenga alguna idea de contrainsurgencia. A la Fuerza Aérea, desde luego, no le importan un pepino las realidades de la contrainsurgencia. Le importa sólo la protección de su territorio burocrático, su mito de «vencer a través del poder aéreo» y sus caza-bombarderos de alto rendimiento, que en realidad son sus caballeros en su armadura brillante, útiles sólo en los torneos.

 

Una vez más, vemos a los militares de EE.UU. montados en la perfecta onda sinusoide. Primero parece como si comenzaran a entender algo, sólo para volver a caer por la onda hasta las profundidades de la ignorancia. Me recuerda uno de mis sketchs satíricos preferidos de Bob Newhart. Newhart camina lentamente detrás de una fila de una cantidad infinita de monos, sentados ante una cantidad infinita de máquinas de escribir, tratando de escribir los grandes libros del mundo. Bob se para detrás de uno de los monos y dice: «Oye, Fred, ven acá un minuto. Creo que éste tiene algo. ‘Ser o no ser, ésa es la gzrbnklap.’ Olvídalo, Fred.»

 

En este caso, la gzrbnklap son los ataques aéreos en la guerra de Cuarta Generación, y el mono lleva azul de la Fuerza Aérea.

 

——-

William S. Lind, que expresa su propia opinión personal, es director del Centro de Conservadurismo Cultural de la Free Congress Foundation.

 

*En la matanza de Hama en Siria fueron detenidos miles de presuntos miembros o partidarios de la Hermandad Musulmana, así como muchos familiares suyos, y centenares de ellos «desaparecieron». [N. del T.]

 

 

http://www.counterpunch.org/lind06132007.html