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Entrevista a Rosemari Mealy autora del libro Fidel y Malcolm X: memorias de un encuentro"

«La rendición nunca ha estado en mi mente»

Fuentes: Habanero Digital

La activista social estadounidense siente a los cubanos parte de su familia. Sus héroes y ancestros le renuevan las fuerzas para persistir en las batallas por las causas justas. Afirma que asumir riesgos es parte de la lucha

Abogada, profesora universitaria, exmiembro del movimiento Panteras Negras, tenaz defensora de los derechos humanos, incansable amiga de Cuba, escritora, periodista, poetisa… Pero más que todo, un ser humano sensible, una persona honesta, digna, valiente, marcada por las heridas de las injusticias contra las que lucha en la sociedad norteamericana, y siempre optimista.

Rosemari no deja de sonreír. Tiene un rostro noble y ojos de esperanza. Es increíblemente comunicativa. Desborda simpatía y donde se encuentra ocupa todo el espacio con sus ingeniosidades y carisma. Y con su historia. Tal vez la explosividad de su personalidad proviene de sus orígenes, de una parte nativo-americana y de otra afro-americana.

* Rosemari Mealy, destacada activista política afro americana y Doctorada en Ciencias Jurídicas, nació en Richmond, Virginia en 1940. Creció en el Sur segregado de los Estados Unidos

Cuando conversé con ella, la humildad y sencillez que expresaba la hacían crecer a medida que pasaba el tiempo. Esta mujer desde su adolescencia se levantó contra las injusticias. «Asumir riesgos es parte de la lucha, siempre estuve consciente del peligro pero nunca me dejé intimidar pues sabía que el trabajo que hacia era importante. Nunca he pensado en rendirme, la rendición no está en mi mentalidad», y subraya esta afirmación con la gestualidad de sus manos como queriendo apartar del ambiente hasta la pregunta de si en algún momento la rindió el cansancio ante las dificultades, tropiezos o reveses.

* Desde muy temprano fue instruida por sus padres en el desafío al oprobioso racismo y en el valor de la educación como arma en la lucha contra la segregación racial y toda forma de injusticia. Por su actividad revolucionaria en su país ha sido víctima de espionaje, siendo objeto ella y sus familiares de presiones y acoso policial.

Dice Rosemari que el ímpetu permanente de lucha lo encuentra en los héroes, en sus hermanos de causa, en sus ancestros: «Yo no soy religiosa pero sì espiritual, cuando se tiene confianza en uno mismo, internamente, cuando se cree en lo que se lucha, no hay razón para detenerse», y agrega «la historia es muy importante para mí, me alienta».

Su amor por Cuba es infinito, «los cubanos son también mi familia», apunta, y esa es la razón por la cual adonde quiera que llega saluda a todos de forma natural, abierta y franca, con alegría y sonriente, como si los conociera de siempre, y recibe a cambio cariño, amistad y agradecimiento por su apoyo a la Revolución.

 

* Alrededor de 1972 comenzó su trabajo por Cuba, dedicando más y más de su tiempo a esta misión, convirtiéndose en líder de la Brigada de Venceremos. Fue fundadora de la primera Brigada de los Venceremitos, su hijo Marc estuvo entre ellos. Brindó sus servicios como periodista en Radio Habana- Cuba. Estuvo entre los organizadores de la visita del líder cubano Fidel Castro a Harlem en el año 2000. Publicó el libro Fidel y Malcolm X: Memorias de un encuentro,1993. Rosemari es reconocida entre los amigos de la solidaridad como la Embajadora de Harlem ante Cuba.

Admira profundamente a Fidel. «Su palabra es viva, sigo sus Reflexiones todo el tiempo», indica, y recuerda cuando estuvo en la comitiva de bienvenida al Comandante en Jefe en Nueva York: «¡ Oh, Dios, no lo podía creer!».

Los vínculos de Rosemari con Cuba se han fortalecido a lo largo de los años, y a Los Cinco héroes cubanos prisioneros políticos en Estados Unidos les escribe muchas cartas «y ellos siempre encuentran tiempo para responderlas».

«Cuando escuché acerca de ese caso me di cuenta que era injusto, este juicio nunca debió realizarse en Miami. Ellos no defendían solo a Cuba del terrorismo sino también a los norteamericanos. Lo más difícil de divulgar y de hacer comprender es cómo personas que están encarceladas en Estados Unidos son héroes en Cuba. Pienso que en este caso se evidencia la más alta contradicción del sistema judicial estadounidense, que no considera ni respeta las leyes internacionales. Para que sean liberados Los Cinco es fundamental la solidaridad internacional, que haya una presión sobre las autoridades norteamericanas».

* Ha luchado contra todo tipo de injusticia, destacándose en acciones de apoyo al movimiento por la libertad de los presos políticos en las cárceles norteamericanas, como ha sido el apoyo a la causa por la libertad de Mumia – Abu Jamal, y de los Cinco Héroes Cubanos.

La entrega de la Medalla de la Amistad, que recibió en La Habana, la sorprendió, «es un real honor», expresa conmovida. A recibir tal reconocimiento viajó a la capital cubana junto con una amiga y su esposo, Sam, quien afirma que lo une a ella «el amor y la política».

Rosemari hace un alto ante las preguntas periodísticas, para mostrar con ternura los álbumes de fotos familiares que lleva consigo. Adora a los suyos. Muestra las imágenes de su hijo Mark, de su nieta Ann Mari, de sus padres (fallecidos)…

«Mi padre siempre me recomendó «haz lo que tu creas que es correcto». Recuerdo en mi adolescencia, cuando triunfó la Revolución Cubana, el decía de Fidel «That boy is going to go places» (Ese muchacho va camino del éxito). Mi orientación política vino muy rápidamente. En la época en que me gradué de Secundaria separaban a negros y blancos. Yo odio el racismo, y mi padre me advertía que oponerse a esas cosas era peligroso, pero él no me detenía».

Tiene presente a su madre, quien murió a los 93 años, era descendiente nativa-americana, de la tribu Pamunkey. «Mucha gente de esa tribu se mezcló con negros. No vivieron en una reservación sino que fueron asimilados».

Rosemari hace otras confesiones durante la entrevista. Afirma que lleva en su interior a un niño; era tímida para hablar en público; no canta aunque lo ha intentado; escribe poemas; es mentora de un grupo de mujeres de la Universidad con las que se reúne para discutir problemas como los de los latinos en Estados Unidos; su madrina, de 80 años, es cubana y vive cerca de su casa; le inculca valores humanos a su nieta; colabora en Nueva York con un programa radial sobre Cuba; ama las plantas que cultiva.

Y añade: «debemos proteger la tierra, el hombre la está destruyendo. Mi pequeña contribución es mi jardín. Prefiero el verano, no me gusta ni el frío ni la nieve, frente a mi casa crecen flores…»

 

* Fragmentos de la argumentación para el otorgamiento de la Medalla de la Amistad, condecoración que recibió el dos de mayo de 2011.

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