Militares estadunidenses no cualificados practicaron amputaciones y reutilizaron tubos de respirador usados para tratar prisioneros en la sobrepoblada cárcel iraquí de Abu Ghraib, y un médico recibió la orden de disimular un homicidio, informa la revista Time en su edición de este lunes. Pese a que llegó a albergar a 7 mil detenidos hacinados, la […]
Militares estadunidenses no cualificados practicaron amputaciones y reutilizaron tubos de respirador usados para tratar prisioneros en la sobrepoblada cárcel iraquí de Abu Ghraib, y un médico recibió la orden de disimular un homicidio, informa la revista Time en su edición de este lunes.
Pese a que llegó a albergar a 7 mil detenidos hacinados, la prisión no tuvo un médico asignado en forma permanente durante la mayor parte de 2003, afirmó la revista, que citó a la capitana de la Guardia Nacional, Kelly Parrson, asistente médico de Abu Ghraib en 2003 y 2004.
Parrson admitió haber practicado, junto con otros militares no cualificados, amputaciones y otros procedimientos médicos que debieron haber sido realizados por cirujanos. «Corté un tobillo y una pierna», afirmó.
«No había nadie (para hacerlo), si la opción era la muerte o la amputación, debíamos hacerlo», explicó. «Cuando alguien moría, tomábamos su tubo respiratorio y entubábamos a cualquier otro», continuó.
El reporte de Time señala que «ante la falta de camisas de fuerza, las correas -como la utilizada por la soldado Lynndie England, en la que arrastraba a un iraquí como si fuera un perro- fueron utilizadas en Abu Ghraib para controlar a los indisciplinados o a los prisioneros con problemas mentales, en algunas ocasiones con el consentimiento de un doctor».
En una declaración obtenida por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), un médico asignado a ese centro de reclusión dijo haber examinado a cerca de 800 ó 900 detenidos por día. Esto significó que si trabajaba 12 horas al día, le tomó menos de un minuto para hacer un diagnóstico, indicó Time.
Otro oficial, que es sicólogo, estimó que 5 por ciento de los prisioneros sufrían de enfermedades mentales, y que durante largos periodos no había un doctor disponible en Abu Ghraib para atender a este tipo de detenidos.
El médico David Auch, quien estuvo a cargo en esa prisión en 2003, señaló que médicos tuvieron que utilizar un casco de uno de los oficiales, para proteger a un prisionero iraquí que sufría de sus facultades mentales, quien estrellaba su cabeza contra las paredes de su celda, para evitar que se hiciera más daño.
Incluso se le preguntó si sería apropiado utilizar correas para inmovilizar al interno, para lo que dio su consentimiento y afirmó: «La prioridad es garantizar la vida del prisionero».
Asimismo, Auch indicó que no había ningún doctor cualificado que pudiera prescribir antipsicóticos u otros medicamentos que pudieran calmar los padecimientos de los enfermos mentales.
Otro caso descrito por Auch y del que da cuenta Time, está relacionado con un detenido al que apodaron Hombre de hielo. Según Auch, ni él ni integrantes de su equipo, fueron consultados sobre este hombre cuando fue llevado a Abu Ghraib para ser interrogado por la inteligencia militar.
El detenido posteriormente murió cuando era cuestionado en medio de la noche y fue presentado después como un homicidio, refirió Time.
En 2004, el ejército estadunidense afirmó haber inaugurado un hospital de 52 camas en el interior de la prisión, que posee desde entonces un personal médico de 200 integrantes.
Abu Ghraib se hizo célebre debido al escándalo desatado por la difusión de fotos de torturas y humillaciones a las que eran sometidos los prisioneros.
Por otro lado, más de 300 presos iraquíes fueron liberados de este centro penitenciario, lo que elevó a 800 el número de detenidos que han sido puestos en libertad en lo que va de año, informaron fuentes policiales.