No hay vuelta atrás. Los mejores expertos del mundo aseguran que EEUU ya ha perdido la guerra contra Irak. Se ha quedado sin argumentos para mantenerse en ese país, el gobierno que pretende instaurar es asesinado miembro a miembro, el ejército se enfrenta a una guerrilla donde participan los antiguos miembros del ejército de Sadam […]
No hay vuelta atrás. Los mejores expertos del mundo aseguran que EEUU ya ha perdido la guerra contra Irak. Se ha quedado sin argumentos para mantenerse en ese país, el gobierno que pretende instaurar es asesinado miembro a miembro, el ejército se enfrenta a una guerrilla donde participan los antiguos miembros del ejército de Sadam Husein y todas las etnias del país se han unido contra la ocupación. Los expertos aseguran que tras esta derrota vendrá una alianza islámico-nacionalista que calará hondo en todo Oriente Medio. Alberto Piris, General de Artillería en la Reserva, nos informa sobre cada uno de estos apartados.
-¿Cómo puede sostener EEUU ante la opinión pública que permanece en Irak para instaurar una democracia, con el trato dado a los prisioneros de Abu-Ghraib?
-La opinión pública de EEUU es fácilmente engañable. Todavía hoy, tras el informe hecho público estos días por la comisión del Congreso que analizó lo ocurrido el 11-S, hay allí quienes siguen creyendo que Sadam Husein fue el responsable de los atentados y colaboró con los terroristas de Al Qaeda. La instauración de una democracia es un simple pretexto del nuevo colonialismo de EEUU. Frente a esto, el horror de las imágenes difundidas sobre las torturas en la prisión de Abu Ghraib no pasa del plano anecdótico. Caerán algunos responsables de muy bajo nivel, se vigilará más estrechamente no a los que sigan torturando sino a los que permitan que tales prácticas salgan a la luz pública, y dentro de poco es muy probable que la opinión mundial haya olvidado todo, como olvidó, por ejemplo, el escándalo y la vergüenza que supuso aquel recuento de votos en Florida que dio la presidencia de EEUU a Bush.
-¿Por qué no se da a conocer claramente que EEUU ha logrado lo que nunca había sucedido hasta ahora en Irak: que los nacionalistas laicos, baazistas e islamistas luchen en una causa común, contra la ocupación?
-Creo que eso se está dando a conocer ahora con bastante claridad. Yo mismo he podido escribir sobre este asunto y, para hacerlo, he consultado fuentes públicas estadounidenses que lo admiten sin ambages. Los únicos que parece que no lo aceptan son los dirigentes políticos de Washington. Del mismo modo que Aznar y su Gobierno se empeñaron en negar la realidad y el ex presidente nos pidió un acto de fe a todos los españoles, para que confiáramos en su palabra de que Sadam poseía armas de destrucción masiva y apoyaba a los terroristas del 11-S, también Bush y su camarilla se empeñan en mantener una opinión que saben errónea. Unos y otros conocen la opinión de Goebbels, aquel activo agente de la propaganda del nazismo alemán: «una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad». Sobre todo si se dispone de suficientes medios de comunicación con gran poder de penetración. En este momento la principal preocupación de Bush y su Gobierno es asegurar la reelección en el próximo mes de noviembre. Toda su estrategia política está dominada por este objetivo.
-Las victorias que obtiene EEUU son tácticas, debido a su gran poder militar, pero ¿están perdiendo en el plano estratégico?
-Habría que matizar un poco esta cuestión. Tanto la táctica como la estrategia de EEUU tuvieron éxito sólo en una fase de esta contienda: la invasión de Irak. Pero ambas muestran un fracaso evidente en la fase posterior: la de la ocupación e instauración de una nueva legalidad a medio plazo. Se está desarrollando en Washington una sorda lucha entre el Pentágono (Rumsfeld) y el Departamento de Estado (Powell) en dos planos: atribución de culpabilidades por los ostensibles errores y fracasos del presente y del pasado, y control del poder futuro en Bagdad tras la «cesión de soberanía» programada para el 30 de junio. Este forcejeo va a protagonizar muchas noticias de interés durante el próximo verano y va a ser determinante en la campaña electoral de EEUU en otoño.
-¿Cree, como el eurodiputado Sami Nair, que tras la derrota estadounidense vendrá la victoria ineludible de una coalición islámico-nacionalista en Irak, cuyo ejemplo sembrará en toda la región?
-Carezco de la visión profética de Sami Nair. La situación actual sólo tiene un nombre: caos. Caos generalizado y caos casi permanente. La transferencia de poder prevista para el último día de junio, que convierte a las «tropas ocupantes» en una «fuerza multinacional» es un simple engaño que hace creer que los planes de EEUU avanzan según estaba previsto desde un principio. El poder seguirá residiendo en unos gobernantes títeres impuestos por la presión del ocupante. Cómo reaccione el pueblo iraquí ante tal situación es difícil de imaginar. Puede iniciarse una guerra civil; puede estallar una lucha entre dirigentes rivales por hacerse con mayores parcelas del futuro poder; o puede surgir una situación de creciente inestabilidad que ponga en peligro el suministro petrolífero y haga estallar Oriente Medio. Y las tres pueden coincidir. Pero no conviene teorizar demasiado. El mundo árabe no es capaz de cohesionarse (ni siquiera ante la sangrienta ocupación israelí de Palestina) y permanece dividido. El riesgo que supone el integrismo islamista podrá aumentar, pero nadie debe pensar que vuelva a restaurarse un califato con influencia -ni siquiera cultural o religiosa- en todo el mundo musulmán, como sueña Bin Laden. En este momento, las perspectivas de que EEUU abandone la zona son mínimas: se instalan bases militares en Irak, se establece una embajada en Bagdad desde donde parece que va a dirigirse la política iraquí del futuro y todo indica que se aplicará el modelo usado en Afganistán, donde el verdadero poder está en las manos del embajador de EEUU en Kabul y no del presidente Karzai.
–Visto lo visto, Bush no podrá presentarse ante las próximas elecciones como el «libertador de Irak» como pretendía. ¿Perder la guerra de Irak se va a traducir en la pérdida de la presidencia?
-No pueden hacerse vaticinios sobre el resultado de las elecciones a la presidencia de EEUU. La baja participación habitual en tales comicios y la necesidad de elevados dispendios económicos para poder presentarse en las campañas electorales son factores que distorsionan hasta tal punto la contienda por la presidencia que la hacen muy poco significativa. Gane Bush o gane Kerry, seguirá dominando la escena política la habitual plutocracia estadounidense. Las diferencias serán sólo de matices: los petroleros texanos, los financieros de la costa Este, las corporaciones californianas… impondrán uno u otro estilo, adoptarán ciertas políticas económicas y ayudarán a unos u otros sectores. Pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones de un cambio radical en la política exterior de EEUU si Bush no es reelegido.