Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Durante los últimos días por lo menos 6.000 soldados de EE.UU. junto con aproximadamente 4.000 soldados iraquíes (mejor dicho peshmerga kurdos y el Ejército Badr chií) sitiaron la ciudad de Tal-Afar, cerca de Mosul en el norte de Irak. Se calcula que un 90% de los residentes abandonaron sus hogares debido a la violencia y a la destrucción causadas por el cerco, así como para evitar los allanamientos de casas y a los francotiradores.
El modelo Faluya es aplicado una vez más, pero en escala menor. Todavía no he recibido ningún informe sobre el uso de biométrica (escaneo de retinas, huellas digitales, códigos de barras de seres humanos) como en Faluya, pero hay otras similitudes impresionantes con las tácticas utilizadas en noviembre.
Aunque los militares estadounidenses afirman que han matado a cerca de 200 «terroristas» en la operación, informes desde el terreno indican que la mayoría de los combatientes dentro de la ciudad habían partido mucho antes para evitar la confrontación directa con la abrumadora fuerza militar (una regla básica de la guerra de guerrillas).
Nuevamente, como en Faluya, la mayoría de las familias que huyeron permanecen en campos de refugiados en las afueras de la ciudad en carpas en terribles condiciones bajo el calor infernal del verano iraquí.
Los Ángeles Times informó que Ezzedin Dowla, un dirigente turkmeno del área dijo: «Las familias no tienen viviendas y el gobierno no ha provisto ni refugios, ni alimentos, ni bebidas.» Tampoco lo han hecho los militares de EE.UU.
Los objetivos de esta operación militar son los turkmenos suníes que en lo político están de parte de los árabes suníes. La mayoría de los suníes votarán contra la constitución durante la votación del 15 de octubre de este año.
La administración Cheney está desesperada por lograr algo que pueda presentar como «buenas noticias» de Irak; por lo tanto, le conviene evidentemente si logra realizar un referendo sobre la constitución que les permita vanagloriarse. Pero para hacerlo, la capacidad electoral y el poder de los suníes (y de los turkmenos suníes) tienen que ser severamente comprometidos, así como hay que administrar un castigo por lo que se considera correctamente como un voto negativo suní sobre la constitución.
Tanto la administración Cheney como su actual gobierno títere en Irak se benefician con la destrucción de la capacidad de votar (y de vivir) de la mayoría de la gente en el «triángulo suní» así que sobreviene la operación en Tal-Afar, que con gran probabilidad será seguida por operaciones similares en Al-Qa’im, Haditha, Samarra, y posiblemente en otros lugares.
En Tal-Afar, la propaganda lanzada por los militares de EE.UU. (y el «gobierno» iraquí) fue que la operación tenía el objetivo de combatir a terroristas provenientes de Siria. Si fuera verdad, ¿por qué sacó EE.UU. soldados de la frontera con Siria que supuestamente debían impedir la infiltración de combatientes extranjeros? En lugar de vigilar la frontera, como debían hacer, participaron en la operación contra los turkmenos suníes iraquíes. Trabajado al unísono, los militares de EE.UU. lanzaron el brutal ataque con la «autorización» del primer ministro Ibrahm Jaafari, líder del Partido Dawa chií. Jaafari
Incluso éste llegó al extremo de ir a Tal-Afar el martes para visitar a los soldados y sacarse fotos.
La «autorización» fue dada por el gobierno iraquí para el ataque contra Tal-Afar, igual como el primer ministro interino Iyax Allawi había otorgado su «autorización» para la matanza de Faluya en noviembre de 2004. Hablan de «autorización», en circunstancias de que los militares nunca, jamás permitirían que algún poder extranjero tuviera jurisdicción sobre fuerzas estadounidenses, menos todavía un gobierno títere.
Corresponsales con los medios Azzaman en Tal-Afar lograron milagrosamente entrar a la ciudad e informaron que los residentes desmienten informes de que los soldados de EE.UU. e Irak hayan matado a numerosos «insurgentes». Como en Faluya, esos residentes de Tal-Afar informan que la mayoría de los muertos fueron civiles que no tenían adonde ir, así que prefirieron quedarse en sus casas. La gente también se quedó porque temía la persecución a manos de los peshmerga y del Ejército Badr.
Recientemente entrevisté a un iraquí de esa área en la conferencia de los Pueblos de la ONU en Perugia, Italia. Me dijo: «La mayoría de la gente en Mosul y Mosul y Tal-Afar preferiría ahora ser detenida por los estadounidenses, porque saben que si los soldados iraquíes o la policía iraquí los detienen serán severamente torturados, y posiblemente asesinados. Esto da una idea de lo mal que están las cosas cuando se trata de estos soldados iraquíes, incluso ante lo que los estadounidenses siguen haciendo en Abu Ghraib.»
En cuanto a los «combatientes extranjeros», uno de los corresponsales de Azzaman citó
a residentes que dijeron: «Solíamos oír (en las noticias) de la presencia de algunos combatientes árabes (extranjeros) en la ciudad, pero no hemos visto a ninguno».
La vida en Irak sigue siendo un infierno. La sangre corrió ayer por las calles de Khadamiya cuando un horrendo coche bomba mató a 112 personas en el vecindario predominantemente chií. Y una vez más, hubo llamados de solidaridad del vecino vecindario suní de Adhamiya y los residentes salieron de sus casas para ayudar a sus hermanos y hermanas del otro lado del río, igual como lo hicieron después del pánico y del caos que recientemente costó las vidas a cerca de 1.000 chiíes.
Los horrendos totales de ayer fueron 160 muertos, 570 iraquíes heridos como resultado de la serie de ataques y de por lo menos una docena de coches bomba. El terrorismo estatal «autorizado» de Jafaari en Tal-Afar tardó poco en materializarse en la capital.
Si Jafaari fuera más honesto con sus apariciones ante la prensa, junto con su sesión de propaganda fotográfica ante la prensa, podría haberse sacado una foto entre los trozos de cuerpos carbonizados, humeantes, esparcidos por las calles de Khadamiya, resultantes (igual de horribles) de su «autorización» para Tal-Afar.
Ya que hablamos de eso, Jalal Talabani, el presidente títere de Irak, estuvo en una conferencia de prensa en Washington D.C. con Mr. Bush sólo horas después de que comenzara la retribución.
Mientras tanto, uno de mis amigos en Bagdad me escribe: «Querido Dahr, ¿cómo te va, querido amigo? Siento mucho lo que ocurrió después del huracán Katrina. Es una verdadera tragedia. Espero que ninguno de tus amigos o familiares haya sido afectado. Es una tragedia que lo deja a uno sin palabras».
Esto, cuando va a trabajar todos los días con la esperanza de volver vivo a casa para ver a su mujer y su hija recién nacida.
Y otro de mis amigos en Bagdad me escribió recientemente: «Siento tanto que no te haya escrito en los últimos días… La situación en Tal-Afar ha empeorado considerablemente para la gente. Es terrible lo que está sucediendo allí y nadie puede decir nada porque, como de costumbre, la operación militar continúa y están tratando de excluir a todos los medios. También han iniciado otra operación en otra área de la provincia Al-Anbar y pronto comenzarán otra en Samarra.»
Mi intérprete cuando estoy en Irak, Abu Talat, ha estado dispuesto a tomar el riesgo de trabajar conmigo allí. Para darles una idea de hasta dónde está dispuesto a llegar, me dio luz verde para que fuera a Irak en noviembre pasado, justo antes de que comenzara la masacre en Faluya. No me cabe la menor duda de que entonces la situación era bastante tensa: secuestros y decapitaciones estaban desde hace tiempo a la orden del día.
«El ministro de defensa amenaza no sólo a Faluya sino a toda la gobernación de Ramadi, puedo decírtelo con toda seguridad», me escribió en un reciente correo electrónico y a un colega que esperaba entrar a Irak para trabajar como reportero. (Hoy, aviones de guerra de EE.UU. comenzaron a lanzar bombas dentro de la ciudad de Ramadi.)
«Nadie puede apoyar que trabajes aquí. Estamos pasando por una situación muy crítica. Por este motivo, creo que venir a Irak en estos tiempos críticos no es aceptable. Siempre ha sido un gran, inmenso, placer dar la bienvenida a cualquiera de tus amigos, Dahr, pero no en estos días. Lo siento, pero es por tu propia seguridad. Cuídate.»
Hoy, por lo menos 30 iraquíes más han muerto violentamente en todo su país ocupado y la situación sólo puedo empeorar.
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