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Entrevista con el periodista independiente Dahr Jamail sobre la ocupación y la resistencia en Iraq

«La verdad será bastante diferente de la información inicial ofrecida por los militares»

Fuentes: Znet

«Es, claramente, uno de los asuntos de los que menos se habla sobre Iraq. Se están realizando a diario muchas misiones aéreas y se están lanzando inmensas cantidades de bombas. En efecto, la gran mayoría de civiles iraquíes que han muerto ha sido como resultado de los lanzamientos de bombas por los aviones de combate estadounidenses. Por ejemplo, en Faluya, es bastante seguro decir que un gran porcentaje de los 3.000 muertos allí lo fueron a causa de los aviones de combate de EEUU.»

Tus informes han aportado una visión radicalmente distinta de lo que está pasando en Iraq comparada con la que ofrecen otros medios de comunicación. ¿Puedes hablarnos de lo que presenciaste?

Había hecho antes algún trabajo de periodismo -no demasiado- y observaba las discrepancias que aparecían en los reportajes hechos aquí en EEUU por los principales medios de comunicación y los periodistas independientes, entre los medios alternativos y los medios extranjeros. Me fueron conturbando más y más las enormes diferencias y por eso decidí dirigirme a Iraq para informar por mí mismo. Mi primer viaje tuvo lugar en noviembre de 2003.

Estuve en Faluya un par de días durante el asedio de abril del pasado año y después regresé varias veces en mayo para informar sobre lo que ocurría. Pero no fui en noviembre porque los militares estadounidenses acordonaron la ciudad y hasta ahora mantienen aún ese bloqueo. No permiten que haya ningún periodista allí. He estado consiguiendo la información entrevistando a refugiados o a través de algunos colegas que han entrado y salido de la ciudad varias veces.

La vida allí es ahora espantosa. Al menos el 65% de los edificios han sido bombardeados hasta quedar reducidos a escombros, y los que resisten en pie están seriamente dañados. No hay agua, no hay electricidad y, por supuesto, no hay trabajo. Y cuando la gente regresa a la ciudad, tiene que pasar por un registro de retina y huellas dactilares, y una vez que han pasado por eso les facilitan una tarjeta de identificación.

Entonces llegan hasta la ciudad para ver lo que queda de sus hogares, con una situación realmente terrible, en la que los militares continúan controlándolo todo. Hay francotiradores por doquier y las ambulancias todavía no pueden circular -aún siguen siendo objetivos para los militares. El único hospital en activo (el Hospital Central de Faluya) apenas funciona porque la gente tiene que atravesar varios controles para poder llegar hasta allí.

La vida en Faluya es realmente una historia del horror. La mayor parte de sus residentes se han convertido en refugiados y continuarán estando en esa situación durante bastante tiempo más. Están dispersos por pueblos pequeños cercanos a Faluya, también en Bagdad y en otras ciudades. Las últimas estimaciones que escuché hablaban de que únicamente unas 25.000 personas -quizá unas cuantas más- habían retornado a una ciudad que una vez tuvo una población de [al menos] 350.000 personas.

Cuando EEUU anunció su asalto sobre Faluya, declaró que su meta era arrancar a la resistencia de allí. ¿Puedes hablarnos sobre ese objetivo que se habían fijado y sobre si lo han conseguido?

Escuché que había habido fundamentalmente dos razones para llegar y hacer lo que hicieron en Faluya: la que has mencionado así como otro objetivo primordial: proporcionar «seguridad y estabilidad» para las elecciones del 30 de enero.

Lo que sucedió fue que la mayor parte de los combatientes en la ciudad la habían abandonado incluso antes de que empezara el asedio -hasta los militares estadounidenses han admitido eso. De los aproximadamente 3.000 muertos, la gran mayoría eran civiles. Los militares declararon Faluya zona de «fuego libre», queriendo significar que no iban a distinguir entre civiles y combatientes, lo que es, desde luego, una violación del derecho internacional en una ciudad donde podía haber civiles.

En cuanto a la consecución de ese objetivo de «arrancar a los combatientes» y/o proporcionar «seguridad y estabilidad» para las elecciones del 30 de enero, podemos ver que no han conseguido nada. Han conseguido extender con gran eficacia la resistencia por todo el país. Tenemos otra especie de situación mini-Faluya en Ramadi, donde más que seccionar toda la ciudad y hacer lo mismo que en Faluya, lo están llevando a cabo barrio a barrio. Está claro que los combatientes que están allí cuando una barriada es atacada se trasladan a otra diferente, y regresan a ella cuando los militares se marchan para atacar otro sector.

Van a tener que utilizar la misma estrategia en Samarra, Baquba, Bayi, Mosul e incluso en algunas zonas de Bagdad. Es un tipo de estrategia que los militares estadounidenses han estado usando casi desde el principio de la ocupación, recurriendo a operativos de guerra intensivos para luchar contra la resistencia. Pero al hacer eso, justo lo que consiguen es extender la resistencia a otras áreas de alrededor de la ciudad o del país, creando esencialmente más resistencia.

Cuando dices que EEUU está consiguiendo extender la resistencia, ¿es porque sus integrantes actuales van a otras ciudades y empiezan a reclutar gente y a organizarse allí? O, ¿es porque los horrores que EEUU ha causado han indignado tanto a la gente que se une entonces a la resistencia?

Ambas cosas. La mayor parte de los combatientes saben cuándo EEUU va a lanzar una nueva ofensiva y entonces se van. Es una guerra de guerrillas. Algunos de los principios de ese arte militar consisten en que tú no atacas cuando se espera que ataques y lo haces cuando no se espera que lo hagas. No van a intentar ponerse en pie de igualdad con la capacidad de los militares estadounidenses, por eso se marchan.

Además, si tú y yo somos hermanos y estamos viviendo en una cultura predominantemente tribal como es la de Iraq y alguien te mata, si yo no vengo tu muerte, entonces deshonro a la familia. De esa manera, cuando consideramos el hecho de que alrededor de 100.000 iraquíes han muerto durante la ocupación -la gran mayoría de ellos a manos de las fuerzas de ocupación- sólo hay que hacer un cálculo matemático sencillo para saber cuánta gente hay en la resistencia.

La semana pasada hubo declaraciones triunfales de oficiales estadounidenses sobre un asalto a un campamento insurgente dirigido por fuerzas terrestres iraquíes con apoyo aéreo de EEUU. ¿Piensas que esto supone un nuevo giro en la ocupación?

No, pienso que es una vieja táctica propagandística que está siendo utilizada por los militares estadounidenses en Iraq y que está siendo pregonada por los medios de comunicación aquí en EEUU. Estamos ya viendo discrepancias enormes en los informes sobre esa situación.

Es parecido a lo que ocurrió en Samarra con una situación de la que informé en diciembre de 2003, en la que los militares estadounidenses afirmaron que habían sido atacados por un gran contingente de la resistencia y que habían matado a 48. Entonces, de forma mágica, la cifra subió durante la noche a 54. Salí para Samarra para informar por mí mismo sobre el incidente. Entrevisté a los doctores en el hospital. Fui al depósito de cadáveres. Entrevisté a civiles que habían presenciado los hechos. Todos dijeron que había habido ocho muertos y que eran todos civiles. Era simplemente una pantalla de humo propagandística lanzada por los militares para tratar de encubrir el hecho de habían cometido una equivocación, de que habían sido atacados y habían matado a algunos civiles.

Ahora, sobre la situación que mencionabas, inicialmente Reuters informó de que comandos del gobierno iraquí habían atacado un campamento aislado situado a 160 kilómetros al norte de Bagdad. Pero hubo discrepancias con informes diferentes procedentes tanto de los militares como de Reuters, de Associated Press, de la Agencia France Presse, que no coincidían en el lugar donde habían ocurrido los hechos, cuándo exactamente había ocurrido y cuánta gente había muerto.

Hay mucha confusión, y va a llevar algún tiempo conseguir una información veraz. Pero ya está bastante claro que la verdad será bastante diferente de la información inicial ofrecida por los militares.

Mientras tanto, uno de los hechos que los medios estadounidenses no están recogiendo es el cada vez más frecuente recurso al bombardeo en Iraq por EEUU.

Ese es un punto muy importante. Es, claramente, uno de los asuntos de los que menos se habla sobre Iraq. Se están realizando a diario muchas misiones aéreas y se están lanzando inmensas cantidades de bombas. En efecto, la gran mayoría de civiles iraquíes que han muerto ha sido como resultado de los lanzamientos de bombas por los aviones de combate estadounidenses. Por ejemplo, en Faluya, es bastante seguro decir que un gran porcentaje de los 3.000 muertos allí lo fueron a causa de los aviones de combate de EEUU. No puedo decirte cuántos informes escuché de discusiones entre refugiados sobre cuantas casas enteras, cuántos bloques enteros de casas fueron bombardeados, hasta desaparecer del paisaje, por los aviones de combate estadounidenses. Todavía hoy, los cuerpos yacen bajo los escombros de las casas por esa razón.

Esa es sin duda la causa que provoca mayor número de víctimas civiles. Creen que están bombardeando combatientes, y hacen eso porque piensan que al hacerlo están enviando el mensaje de que si continúas resistiendo la ocupación serás bombardeado y todo lo que esté a tu alrededor será asimismo bombardeado. Es una forma de castigo colectivo, y lo que se intenta claramente es enviar un mensaje nítido de que si tocas a los militares estadounidenses, tú y cualquiera que esté alrededor tuyo va ser borrado del mapa. En la mayor parte de los casos, cuando esas bombas caen, es a los civiles a quienes les caen encima, no a los combatientes.

Por ejemplo, varias personas me informaron del modo en que los militares estadounidenses estuvieron consiguiendo información de inteligencia sobre dónde bombardear en Faluya antes de sitiar la ciudad en noviembre, y fue que cualquier iraquí podía literalmente llegar hasta la base de EEUU en las afueras de Faluya y decir: «Sí, en esta casa hay un combatiente». Les pagaban entre 100 y 500 dólares, y entonces esa casa era bombardeada. A través de ese sistema hubo gente que ajustó viejas cuentas y que logró hacerse con algún dinero. Por otra parte, desde luego, algunas veces tenían razón. Había combatientes allí y resultaban muertos. Pero lo más frecuente, como puedes imaginar, es que ese no fuese el caso.

La administración Bush dice que las elecciones iraquíes muestran que la «democracia está en marcha», y que esto es justificación suficiente para la invasión y la ocupación.

No creo que podamos hablar de que hay democracia en Iraq sólo porque ha habido una votación o algo parecido a unas elecciones. Unas elecciones no significan democracia: democracia significa que el gobierno está cumpliendo la voluntad del pueblo que ha votado. Y en absoluto eso está sucediendo en Iraq. Si vamos a medir los éxitos en Iraq, creo que podríamos medir cuántas promesas de la administración Bush se han hecho realidad sobre el terreno. Promesas tales como llevar trabajo y una mejor vida a los iraquíes. Como permitirles reconstruir su país. Y como dejarles tener un gobierno verdaderamente representativo un gobierno fruto de su elección.

Nada de eso ha sucedido. El abastecimiento de electricidad sigue estando por debajo de los niveles de antes de la guerra, al igual que la cantidad de petróleo que está siendo bombeado. La seguridad es una abominación. Hay crisis de gasolina en Iraq, algo que nunca antes había ocurrido. La gente tiene que luchar cada día para obtenerla. En cada sector que puedas considerar, las cosas están ahora peor en Iraq que antes de la invasión. Ya son dos años de ocupación y ha habido tiempo suficiente para que EEUU actuara conjuntamente e intentara proporcionar algunas de esas cosas.

La gente me pregunta, «¿Qué son todas esas historias de éxitos?, o ¿qué cosas positivas hemos conseguido?». He escuchado decir a los iraquíes que la única cosa buena que ha llevado la invasión es el hecho de que Sadam Husein haya sido eliminado. Pero junto a eso -y aquí estoy citando a los iraquíes- en todos los demás aspectos, las cosas van peor desde la invasión.

Un aspecto del alcance de los principales medios de comunicación ha sido la propagación de la idea de que hay un antagonismo profundamente enraizado entre los musulmanes sunníes y shi’íes. ¿Piensas que Iraq camina hacia una guerra civil?

Los medios occidentales aparecen claramente anclados en esa amenaza de guerra civil entre shi’íes y sunníes. Hay algunos políticos y algunos dirigentes religiosos en Iraq que piensan que puede ser una posibilidad, pero hay otra mucha gente (y ciertamente la gente normal que he entrevistado) que me dijeron: «No, no hay tal amenaza. Nunca hemos tenido una guerra civil». En efecto, cuando le preguntaba a la gente si eran shi’íes o sunníes, la respuesta más frecuente era: «Soy musulmán y soy iraquí».

Otro aspecto a tener en cuenta es que Iraq es una cultura primariamente tribal. Muchas de estas tribus son parcialmente shi’es y sunníes, y por eso hay tantos matrimonios entre ellos. Cuando les preguntaba qué pensaban sobre el riesgo de una guerra civil, la gente bromeaba conmigo, «Oh, ¿guerra civil? ¿Eso significa que tendría que atacar a mi mujer?». Se reían de la pregunta.

Dahr Jamail ha pasado ocho meses trabajando en Iraq como periodista independiente. Al ser uno de los pocos periodistas que no iban empotrados con las fuerzas estadounidenses, sus informes han conseguido gran reconocimiento al suponer una mirada libre sobre la vida bajo la ocupación. En la actualidad, Jamail ha vuelto a EEUU para hacer una gira dando conferencias por varias ciudades de la costa oeste acerca de la destrucción desatada por el ejército de Estados Unidos en Iraq a lo largo de dos años de ocupación.

Eric Ruder es redactor de Socialist Worker’s

Traducción para IraqSolidaridad de Sinfo Fernández

CEOSI www.nodo50.org/iraq